ALMAS GEMELAS – Jorge
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
JORGE:
Años atrás, fui policía, miembro activo de la fuerza que antes solía llamarse PTJ, ya hacía mucho que había terminado con mis rondas motorizadas y de asalto en cerros y barrios de zona roja de Caracas, tras haber recibido un disparo en la rodilla mi nueva realidad era de oficinista en la comandancia, y aunque bien podría haber sido ganarse la plata más fácilmente debo decir que aquello no era para mí, yo necesitaba o volver a la acción o retirarme, pero con esta economía es mejor estar muerto; por cierto que trabajar en oficinas tenía una pequeña ventaja, podía ver y si lo deseaba guardar videos P2 de los cientos de casos al año que se almacenaban en la base de datos.
Luego de leer el periódico como hacía cada madrugada antes de irme a trabajar encontré a un colega de la academia que tras saludarme con un abrazo me comentó que trabajaba de guardaespaldas para una familia adinerada y que aquello le había resuelto la vida, le pedí que me hiciera la segunda con algún trabajo de esa naturaleza y después de casi dos meses de ese infierno de oficinas, copias, impresoras y esas mierdas me recomendó a su jefe quien a su vez me recomendó a un colega suyo y así fuí rodando como una papa caliente hasta que caí con la familia Ceballos.
Yo estuve allí ese día, el joven heredero Gavin Ceballos (mitad venezolano, mitad Australiano), era un hombre apuesto, de piel clara al igual que sus ojos, rostro masculino y sensual, sin carnes de más, en sus treinta y con millones de millones respaldando sus pasos; yo era lo que en el negocio se conoce como parte del anillo principal de seguridad de aquel joven, es decir, el que recibe la bala en primera instancia, el joven Gavin se lucía con un trío de jovenzuelas de escasos vestidos y excesivo maquillaje; pero eso sí, de muy buen ver, invitando tragos costosos, haciendo brindis por cualquier tontería, este tipo era el rey del mundo, y si bien no lo era, al menos representaba muy bien el personaje, fue entonces cuando ella entró, una mujer; pero que mujer; bastante bien conservada, de cabello rubio blanquecino, de pestañas largas y profundas, ojos verdes, labios bañados en carmín, un lunar bajo el labio inferior y una piel delicada en demasía, de curvas pronunciadas y aires de "la dueña del lugar" (personalmente la amé cuando la vi), su presencia era ofuscante, las otras chicas inmediatamente calmaron su ánimos en señal de respeto hacia su.
Superior, hasta que el Rey del mundo dijo con extrema confianza a la mujer, a la Reina del lugar:
-Mira nada más! ¿A quién debo el placer de su compañía?
-Eres nuevo en esto, ¿verdad que sí chico? -dijo sin mucho interés.
Esta respuesta pareció encender una ligera reacción química entre ellos, ya que en menos de quince minutos de charlas y argumentos acalorados y de doble sentido, ambos subieron a los "aposentos" y de allí no volvieron a salir, al menos no esa noche, me quedé esperando como un mojón en las afueras del corredor hasta que el sol rompió el alba y casi a las diez de la mañana se dignó el joven a salir, bastante más que hecho verga, se notaba que había sido una noche intensa, al menos para él, la Reina por el contrario parecía haber tenido un sueño reparador, ni siquiera la extenuante faena le había mancillado el rostro; me dedicó una sonrisa cuando me pasó por un lado y se fue.
Habrá sido en alguno de esos polvos que el embrión que posteriormente habría de dividirse en dos gemelitos habría sido concebido.
Embarazada por una de las personas más ricas del país, eso era un golpe de suerte habrá pensado; pero no.
Tras un extenso y tortuoso proceso bajo la mesa, la familia Ceballos aceptó al ver el tremendo parecido con su padre de ambos bebés el nombrar heredero a uno de ellos, por lo que le dieron a la mujer un cheque de considerable cantidad para que se mantuviera a si misma a cambio del gemelo mayor.
Luego de todo el embrollo fui asignado por el señor Lucas Ceballos (padre de Gavin y abuelo de Austin) como guardaespaldas encubierto del señorito Austin, a partir de ese día cuidaría del heredero de la familia protegiéndolo del peligro real bajo la fachada de un chofer de limusinas, esto nunca lo supo él.
Jamás en mi extensa vida había visto un comportamiento tan antipático, grosero y coñodesureputisimamadre en alguien tan joven, muchas veces traté de hacer amistad con el chiquillo pero las ganas de sacarle el cerebro a coscorrones eran simplemente demasiadas para intentarlo y perder mi trabajo, cierta ocasión el señorito jugaba al escondite con los hijos de los amigos de su padre y escondiéndose en mi habitación sin pedirme permiso se ocultó seguro de no ser encontrado; sin embargo, en ese momento había entrado yo en plan de jugueteos pre-coito con una de las jóvenes cocineras quien (según ella) podía aguantar vergas bien gruesas así que nos habíamos dado una oportunidad.
Rápidamente nos desvestimos y quedando desnudos me la comí a besos, casi diez minutos después la mujercita gemía con un gesto perenne de dolor en su rostro mientras mi verga gruesa la taladraba aun ritmo fulminante, sin entrar en mucho detalle la insultaba diciéndole mil guarradas, la nalgueaba y tiraba de su cabello aumentando mi placer y el de ella; pero fuimos abruptamente cortados de nuestro desahogo cuando me percaté de que justo frente a nosotros el señorito de 4 años nos observaba chupándose el dedo con desenfreno.
De la forma que pude saqué a la mujer de mi cuarto y me di a la tardea de responder todas y cada una de las preguntas que aquel niño me disparaba sin tregua; desde ese momento fui mas que solo servidumbre para él, al no tener a su padre a su lado y siendo negado y rechazado por el resto de su familia fui alguien extremadamente cercano, no como familia sino más bien como un secuaz, cuando una nueva inquietud y duda llegaba su inexperta cabecita venía a mí con sus ojitos claros y sus rulitos dorados a chantajearme para que le respondiera amenazándome con acusarme de haberlo pervertido, maldito niño de mierda.
Así pasaron los años y el señorito Austin aumentaba en belleza y maldad, cuando su niñez terminó a sus doce años y la pubertad comenzaba en él, le organicé una serie de eventos que se dieran de tal forma que perdiera su virginidad, no solo porque él me lo había comentado sino porque a pesar de ser un maldito sociópata yo le veía como el hijo malcriado que nunca hubiese querido tener, lo odiaba pero era tan atractivo físicamente que me gustaba tenerlo cerca, sus peticiones se volvían cada vez más raras, mas morbosas y específicas y supe que había creado a lo que sería bien conocido hoy como un "Jofrey Baratheon", todo estaba a pesar de la constante perversión sexual del señorito muy normal hasta que aquella tarde noche mientras lo paseaba en la limusina junto al centro cultural, había subido a una linda y alta rubia bailarina al auto, algunos minutos pasaron y la compuerta se medió abrió dejando caer un celular, por mórbida curiosidad tomé el teléfono y lo vi, el joven Austin estaba teniendo sexo con otro chico idéntico a él, inmediatamente copié el video a mi propio celular; El tiempo pasaba y dándome la dirección hacia la cual ir dejamos al otro chico y nos dirigimos a casa, el joven Austin tomando su teléfono ni se dignó a mirarme, -¡maldito niño sin modales!- pensé mientras manejaba.
Los días siguientes recorrí a petición del señorito Austin las calles de ese barrio de mierda a recoger a ese chico que aún para mí que no podría diferenciar la primera de la segunda ley de Mendel que se trataba del heredero menor de la familia Ceballos; me bajé viendo a cada lado de la calle manteniendo a raya a cualquier sospechoso solamente con la mirada, y si no era suficiente con la 9 mm en mi chaqueta (mañas de policía), el chico de rulos largos se acercó a mí regalándome una sonrisa sincera y tras abrirle la puerta entró y nos pusimos en marcha, esa fue la primera vez que vi en el rostro del señorito Austin (o en su equivalente genético) una sonrisa pura y sin malicia o dobles intensiones, esto me conmovió al comprender lo diferente que habría sido mi protegido de haber tenido familia en lugar de dinero.
– ¿Cual es su nombre señor de la limusina? -preguntó con cortesía.
– Me llamo Jorge, soy el chofer del señorito Austin.
-¿Austin? -preguntó- ¿Así se llama él?
-Así es.
-Mucho gusto, me llamo Zain.
-Igualmente -le respondí al saludo antes de advertirle- ¿Joven, sabe Ud.
la razón por la que lo requiere el señorito Ceballos?
– .
-hizo una pausa y sin mayor cosa respondió- Quiere cogerme según yo.
-Ya veo, y está Ud.
de acuerdo en eso?
-No es como que me guste señor de la limusina -dijo con soltura y madurez- Pero tampoco es como que tenga muchas opciones actualmente.
Aquel ultimo comentario me dejó un rato pensativo mientras la limusina seguía recorriendo la ciudad rumbo a la casa principal de Ceballos, el joven Zain me compartió algunos pormenores de su vida, su madre había despilfarrado una buena parte de su pago por el gemelo mayor (que Zain "desconocía") en lujos y sustancias, más temprano que tarde se había quedado sin dinero esforzándose cada vez más en conseguir clientes de una noche debido a su creciente edad, implícitamente descubrí que desde niño (ignoraba aún si por su madre o por sí mismo) vendió su cuerpecito inocente para costearse ciertos gastos de la casa y personales, esto me puso el corazón chiquitito, era sin dudas una de las muestras de como nuestra vida y lo que somos son un resultado directo de nuestras condiciones de vida y las experiencias, sean buenas y malas; no tardé mucho en cogerle cariño al joven, uno que en mi interior sentía, era muy diferente del aprecio por el señorito Austin y llegando a la residencia Ceballos entré al estacionamiento personal.
-Y.
ahora? -preguntó él.
-Ahora pues.
-le dije con algo de pesar las instrucciones del joven Austin- Debe quitarse la ropa y llegar a la habitación del señorito.
-Perdón.
¿¡Qué!?
-Descuide joven -lo tranquilicé- el señorito tiene por costumbre caminar en traje de Adán por la casa sin importarle los empleados en absoluto.
Así lo hizo el joven Zain, delicadamente se desprendió de sus ropas escolares dejándome ver mal disimuladamente los rasgos característicos de su ser, toda la historia carnal entre sus progenitores se encontraba embuída en sus carnes, el cabello de su madre, sus labios gruesos, su glamour característico y las faciales de su padre, sus ojos claros y su constitución física ligeramente feminizada, mi pene palpitó una decena de veces mientras me lo comía con los ojos a la vez que la consciencia me remordía por desearlo a pesar de las dificultades que había pasado desde niño.
Un paso a la vez la verguita rubia de aquel jovencito oscilaba mientras caminábamos atravesando la gigantesca residencia que bruñía en brillos y luces, las mucamas, cocineros y demás empleados acostumbrados a aquella manía del joven Austin no dieron mayor importancia a su gemelo quien asombrado de los lujos de la casa y al a vez algo avergonzado tornaba su delicada piel en un tono rojizo particularmente lindo.
Abrí la puerta de la habitación del señorito y una vez este lo hizo pasar, los dejé solos, allí estuvieron "jugando" toda la tarde hasta que cuando se hicieron las 7:00 pm el joven Zain salió de la habitación con el rostro bajo y ojos enrojecidos por un prolongado lagrimeo, minutos después subió a la limusina desnudo como estaba y me pidió partir y así lo hice, seguramente el joven Austin había puesto en práctica alguna de sus costumbres bizarras en él y lo habría lastimado física y moralmente como acostumbraba, aquello sería culpa mía puesto que, si bien no le había enseñado aquellas mañas al señorito (él las adquirió por sí mismo) era por causa mía que había perdido la virginidad tomando como norma satisfacerse solo a sí mismo como si los demás fuesen una extensión suya que lo masturbaban de diferentes formas, aún a costa de su sufrimiento.
-¿Se encuentra bien joven Zain? -era una pregunta tonta.
-Estoy bien Señor de la limusina.
-dijo secamente.
-¿hay algo que pueda hacer por usted?
-Austin.
-finalmente habló- realmente sabe dónde golpear cuando quiere herir a alguien ¿verdad?.
-Ah! -dije y continué- El señorito Austin no ha llevado una vida tan dura como la suya joven Zain; pero le aseguro que también ha tenido carencias.
-¿Carencias? -preguntó incrédulo- ¿él?
-Por ejemplo -le comenté- no puedo recordar la última vez que el señor Ceballos, su padre le haya dirigido la palabra por más de cinco minutos, sumado a que los empleados le temen y el resto de su familia lo detesta.
-Esa no es excusa para ser.
Lo que él es! -dijo Zain enojado limpiándose el rostro con un par de billetes extranjeros arrugados
-Es cierto -le dije- Pero debe comprender que no hay mucho para él en esta vida más que dinero, el señorito Austin está condenado a la verdadera soledad, no aquella en la que solo estás tú con tus pensamientos -hablaba mientras doblaba en una esquina- sino la peor de las soledades, esa en la que aunque estés rodeado de gente no hay nadie con quien compartir tus alegrías, o tu dolor, nadie en quien apoyarte; esa en la que temes cada segundo que alguien "cercano a tí" te apuñale por la espalda para quedarse con lo poco que tienes.
-¡No lo acepto! -dijo seriamente el joven desnudo aún en el asiento de atrás de la limusina- ¿Debo compadecerme de él porque tiene dinero y no familia? ¡JA! -rió fingidamente- Yo nunca tuve dinero porque mi mamá era y es, una alcohólica sin remedio que prefirió putear que hacer algo con su vida, por causa de eso se embarazó de mí, yo quien lloraba mientras ella tiraba con el cliente de turno para comprarse sus mierdas y mientras mi abuela tenía que reventar con 80 años para conseguirme comida y remedios -dijo tornándose su respiración algo difícil.
-.
-Mi madre quien cuando el cuerpo no le dio para tener más clientes me arrebató de los brazos de mi abuela para ofrecerle mi culo a su novio y a sus clientes quienes se dieron gusto conmigo desde los 5 años, aún ahora los recuerdo hediondos a quien sabe que droga, balbuceando insensateces mientras metían todo su peso dentro haciéndome llorar cada día, cada noche y cada maldita vez que les provocaba echar un polvo poniendo billetes en la mesa que después desaparecían a cambio de mierdas y aguardiente.
-.
-callé, ¿qué podría decir?
-Después de lo de hoy, puedo decirle que preferiría no estar un minuto más con Austin.
-¿hay algo más que pueda hacer por usted señorito Aus.
Zain? disculpe -fue lo único que se me ocurrió decir.
-.
-El joven guardó silencio el resto del camino, hasta que cuando estuvo la limusina a punto de cruzar para entrar en el barrio me dijo aún desnudo- Señor de la limusina, hay algo que quiero que haga por mí.
Según sus instrucciones nos alejamos de la ciudad estacionándome en un mirador popular de uso clandestino para parejas en carro, al fin y al cabo tenía la noche libre; el joven Zain (un ángel en mi carro) abrió las piernas para mí, mientras me quitaba la camisa me pasé al asiento de atrás con él y devorándolo con los ojos me dispuse a devorarlo con la boca, tomé su lindo penecito y lo engullí por entero, su prepucio no abierto totalmente me impregnaba un sabor y olor dulzón, magro como recién lavado; su tamaño no era mayor al de los niños de su edad, pero si era muy lindo, blanquito e inmaculado, lo chupé con fuerza raspando su cabecita con mi áspera lengua con la que hacía gemir sin control a cuanta mujer me garchaba.
Su gentil mano me separó de si y sus dulces ojos claros iluminaron mi visión en los oscuros interiores del auto, sus labios rojos de deseo entre abiertos me recordaron tanto a su madre en sus mejores años (los únicos que vi) que sin pudor alguno los besé con desenfreno, eran colchones abultados llenos de nubes y mieles, tiré de ellos con mis dientes suavemente y bajando él por mi cuerpo fornido y experimentado me arrebató del resto de mi ropa engullendo la totalidad de mi miembro que para ese entonces ya estaba rígido e inyectado en sangre, palpitando como a la espera de un agujerito en el cual esconderse enteramente luego de ampliarlo a vergazos, su boca experta recorrió el área de mis genitales con gran destreza, deslizando su húmeda y delicada lengua desde mi glande hasta los testículos como paseándose por territorios bien conocidos y palpó sin dejar lugar por recorrer.
No pude medir el tiempo de esto; pero de un segundo a otro el joven Zain chupó con tanta dedicación mi falo que por un breve instante cuando me miró con sus ojos puros y sin sacar mi miembro de su boca lo llamé sin percatarme "Austin" seguido de "putito mío", él se dio cuenta de mi deslice y retirando su boca de mi pene me preguntó:
-Él.
¿te gusta?
-.
-no encontré palabras que pronunciar.
-¡maldito pervertido! ¿te gusta esto? -dijo imitando el tono altanero y malicioso de Austin a la perfección al tiempo que mamó mi verga con placer en demasía, jamás había tenido estos sentimientos, pero me gustaron y, de inmediato los acepté.
-¡Sí! -dije levantando la voz- ¡ME GUSTA! -admití tomando su cabeza con mi mano derecha tirando de sus risos y hundiendo mi pene dentro de sus fauces hasta que mis bellos se perdieron en él.
Mientras enterraba mi miembro dentro suyo, Zain pareció comprender mis sentimientos y gesticulando las características en el mirar de Austin me proporcionó la más morbosa de mis fantasías, por primera vez tenía a ese maldito niño a mis deseos (sé que no era él pero me sirvió para más de un polvo y paja)- ¿¡Vas a chantajearme ahora!? ¡Eh!- le gritaba mientras penetraba sin contenerme su boca, mi verga entraba y salía de su garganta varias veces por segundo y yo que estaba acostumbrado a mantener estas mamadas por hasta media hora me sentía cerca del orgasmo a solo cinco minutos de violar la boca de "Austin"- ¡maldito niño! ¡Comete mi güevo! ¡Comételo! -gritaba incontrolable mientras q mi victima lagrimaba con sus ojos enrojecidos pidiendo parar, con la fuerza de mi brazo lo presioné contra mí tanto que su rostro se hundió en mi vientre mientras que su rostro enrojecido lagrimaba copiosamente; sin miramientos se lo saqué de la garganta y tomando su cuerpo delgado lo coloqué de rodillas en el asiento dejando su culito en pompa, mientras lo contemplaba me dijo en su imitación de Austin -¿¡Qué esperas maldito chofer de mierda!? ¡¿Te lo vas a comer o no?!- actuando por mero instinto llevé mis labios a su hoyito degustándolo sin detenerme a pensarlo, mi lengua se hundió sin mucha dificultad dentro suyo, obviamente estaba abierto pero notando un tenue sabor metálico en su esfínter comprendí que tenía un par de heridas recientes (seguramente por causa de Austin); entonces con delicadeza me comí su culito cuidándolo como un tierno ser de esencia pura; pero él me llevó de vuelta a mi papel con su: ¡¿Qué te pasa maldito viejo?! ¡¿Es que no se te para la paloma!?
Estas palabras dichas por ese rostro con esas expresiones que me sacaban de quicio tan volátilmente me hicieron espumar la sangre y la leche así que entregándome de nuevo al salvajismo sexual de hace un rato lo tomé del hombro con la mano izquierda y acomodando mi verga con la derecha le encajé la cabeza, y una vez lo aseguré hundí por lo menos la mitad, sin mayor protocolo él se retorció del dolor pero como seguía maldiciendo e insultándome mi emociones se intensificaron y retirándome hasta la cabeza lo empalé instantáneamente hasta que gritó conteniendo su dolor en un cojín, sentí una gran presión en la totalidad de mi pene causada por las paredes anales de mi putito Austin que me apretaban con gran fuerza, sin perder un solo segundo me retiré de nuevo y al instante lo clavé a mí, este proceso penetratorio se repitió deliciosamente llevándome al nirvana, mis manos se aferraban a su cuerpecito dulce y de morbo lo nalgueaba bien duro, lo insulté, lo puteé, le di un trato de zorra de barrio barato mientras seguía refiriéndome a él como "Austin putito mío", nunca había sido más feliz que en ese momento, no solo por el extremo placer experimentado sino porque estaba desahogando toda la maldita actitud de mierda del joven Austin en ese momento y se sentía muy bien, él gritaba ahogando sus gritos en el cojín, en eso lo acosté en el asiento dejándolo frente a mí con las piernitas abiertas -quiero que me veas a la cara mientras te cojo "muchachito al coño"- le dije mientras mi mástil volvía a perderse en las profundidades de su anito, penetré sin descanso por diez minutos más mientras alimentaba mi alma de las muecas y expresiones de dolor, impotencia y sufrimiento que se dibujaban en el rostro de ese dulce niño y el gran placer que me causaba su estrecho anito, ademas de la sensación de poder que tenía para obligarlo a hacer lo que mi corazón deseara, habiendo alcanzado mi límite peniano incrementé mi ritmo pélvico y me dejé ir en una explosión de sensaciones mis testículos vaciaron su contenido almacenados hacía semanas dentro de sus intestinos al tiempo que por puro instinto seguía penetrando sin descanso el culo de mi protegido "Austin".
No fue si no hasta que mis hormonas se enfriaron que caí en cuenta de que al niño cuya boca y culo y cuerpo había violado y profanado no era el causante de mis deseos reprimidos (hasta ese día) sino su hermano menor, igual a él, que había pasado su infancia siendo abusado justo como yo había hecho, le supliqué que me perdonara y lloré sin remedio abrumado por estos sentimientos encontrados que sin manera de controlarlos me llevaron a cometer un acto semejante a casi asfixiarlo y lastimarlo con mi pene con el único propósito de mi gratificación sexual.
-No te sientas mal Señor de la limusina.
-Dijo Zain con vestigios de incomodidad reflejados en su rostro.
-¡No sé qué me pasó! -Apenas pude articular palabra.
-Todo es parte de mi actuación -Dijo él- En mis.
Experiencias sé que a algunos hombres les excitan algunas cosas más que otras.
-luego de unos minutos de charlar íntimamente me calmé.
-Jamás lo había hecho con un niño! -dije arrepentido.
-No recuerdo tácitamente la cita ni a su autor pero una vez la escuché y creo que resume bastante bien la condición humana del deseo- habló recostando su cabecita en mis piernas.
-dímela -le pedí.
-"Aún si se tratara de que el mundo ardiera, mi corazón anhela lo que mi corazón anhela"
-Ya veo.
Partimos unos minutos después en la limo, dejé al joven Zain en su casa casi a las diez de la noche, no había nadie allí, nadie que lo recibiera, una vez más me compadecí de él; llegué a la mansión Ceballos y a mi habitación en donde luego de darme un baño y pedirle a una amiga cocinera que me guardase algo para cenar me acosté en mi cama y dándole vueltas a mi cabeza recordé como violé la boquita del joven Aust.
Zain y de cómo este me provocó para que lo penetrara tan salvajemente como lo hice, al pensarlo entendí que el joven Zain me mostró lo que mi corazón deseaba aunque sonara inmoral o perverso, enseñarle modales al señorito Austin, lo cual sabía que algún día sería más que solo una fantasía.
Este relato fue escrito por Shotaboy, he querido hacer con algunos de mis relatos (los de ficción) argumentos que no caigan en lo convencional, buscar esa chispa de morbo en escenarios no explorados o que si bien ya hubieren sido explorados tratar de hacer que la experiencia acontecida sea diferente y permita recordar tal vez no el relato completo pero si una imagen que haga revivir la fantasía con mayor facilidad.
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