Amado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los hechos reales que describiré sucedieron a mediados de 1994, cuando mi viuda mamá trabajaba en un puesto de comidas en el mercado mi hermano Julio de 5 años y yo, Javier de 8 años, quedabamos a cargo del cuidado Saúl, hermano de mi mamá, que por ese entonces tenia 16 años.
Fue en una tarde a la salida de la escuela que al abrir la puerta de mi cuarto vi a mi hermano y tio desnudos, mi hermanito estaba sentado sobre las caderas de mi tio y por debajo del pene de mi hermanito salía el gran pene de mi tio. Saúl sorprendido al verme se le puso su piel colorada y sólo me dijo medio serio y sonriente que estaban jugando al caballito, yo lo miré muy raro, se vistieron, mi hermanito salió del cuarto como si nada hubiese pasado. Ahora entendía por qué mi hermanito me hacía montaditas cuando dormia creyendo que era un juego, ahora entendía por qué mi tio lo acariciaba más de lo normal, abrazandolo muy seguido, dándole besitos cortos y piquitos en su boquita, besándole el cuello y el pelo, jugando con el penecito vestido de mi hermano sentados en el sofá abiertos de piernas viendo tv, ahora entendía las”luchas” de mi hermanito en la sala que hacía en calzoncillos en las caderas y culitos de los vecinitos semi desnudos, que eran supervisadas por mi tio.
Saúl se me acerca, me dice que eso hacen las personas que se quieren y que él nos quiere mucho y que si yo quisiera también me acariciara como lo hace con mi hermanito Julio, no hay nada de malo en hacer “el amor” siempre que guardemos el secreto porque otras personas malas no lo entenderían. Saúl estaba aplicándome su psicología y me estaba convenciendo. Al verlo feliz a mi hermanito que retornaba al cuarto, pensé que no habría nada de malo en eso que hacían, más aún, en la escuela escuchaba que las personas que hacían “el amor” la pasaban muy rico haciéndolo repetidas veces. Desde que vi esa escena nació dentro de mí la necesidad de estirarme el pene cuando mi tio se lo estiraba. Mientras dormía, recordaba el cuerpo desnudo de mi tio, su pene y culo, solo de pensar en todo eso, me sobaba la raja de mi culito y me estiraba el pene.
Pasaban los días, Saúl me miraba en forma diferente desde aquel día siempre acompañado de su sonrisa y su cordialidad, asi que una tarde en la que me duchaba con balde, me golpeó la puerta de zinc del baño diciéndome que necesitaba entrar al baño a defecar, al abrirle la puerta se me cae la toalla, Saúl observa mi pene y rápido me cubro con la toalla, me dice que lo tengo muy grande, se sentó en el inodoro, escuchaba salir sus gases y la orina. A través de la cortina me decía ¿Quieres verlo?, le dije ¿Qué cosa?, él me dijo: ¡Yo ya te lo conozco! Entendí que se refería a su pene.
Estaba puesta la toalla en mi cintura, al abrir la cortina lo vi a Saúl totalmente desnudo con su mirada sonriente, me invitó a ver hacia donde estaba su pene grandote siendo estirado su tronco a través de sus manos, me dijo ¿te gusta? Yo le dije rápidamente que si, fue el inicio de ser amado, en ese instante Saúl me bajó la toalla pasando suavemente sus manos por mis piernas me puso de espalada a él sobándome mi culito y espalada me volvi a virar me sobaba mi pene y bolitas, se me paró el pene en eso me lo chupa con sus labios me lo introduce a su boca caliente mamandomelo por largo rato sintiendo placer disipando mis dudas sexuales dejándome llevar por su suaves manos que acariciban mi culito, exhalaba su respiración a través de mi estomago y pecho besándome mi frente y mejillas, su lengua pasaba por mi cuello y orejas poniéndome la piel más caliente y erizada, estaba disipando mis dudas aprendiendo sensaciones nuevas de su piel.
Pegó su pene al mio sobándolo repetidas veces me volteó sobando con su pene mi culito, era rico lo que me hacía, como todo me lo hacía parado sentimos incomodidad, Saúl me dijo que vayamos al cuarto, acepté, en camino al cuarto me sobaba el culo subiendo su mano a mi cuello sobándomelo con sus dedos, eso me excitaba y mi pene se me erectaba más y más estirándomelo con mis dedos.
En la sala vimos a Julio dormido en el sofá, entramos al cuarto en silencio poniendo picaporte a la puerta, nos desnudamos, Saúl se acostó primero en la cama con las piernas abiertas diciéndome que le culee el culo me monté sobando mi pene en su rajita hasta el cansancio, nos levantamos, me sentó a filo de cama exponiéndole mi verga con sus labios, chupó mi pene sintiendo un gustito rico, otra vez mi piel se puso caliente y colorada me acostó con mis piernas dobladas, juntó sus piernas a las mias, unió su cadera a la mia moviéndola con su pene, nunca me olvidaré cómo sus pies sobaban mis piernas y piecitos.
Me viró, penetró su pene en mi culito doliéndome mucho. Cada vez que me lo introducía más y más, pujaba y pujaba del dolor quería quitármelo de encima, le suplicaba que me dejara, Saúl me decía que me deje que ya casi terminaba, que eso era amor, yo contenía el aire y lo expulsaba del dolor, el movimiento de su pene en mi culo era cada vez más fuerte, nunca olvidaré esa primera vez que me perforaba. El movimiento de su cadera se redujo, me sacó suavecito su pene, me lo puso sobre mis nalguitas moviéndolo más rápido, le salió el semen cayendo un poco en las sábanas y otro poco en el suelo, me quedé estático por el dolor, me levantó de la cama, yo hace rato que lloraba del dolor, me decía que haga silencio o Julio se despertaba.
Me llevó al baño y me aseó suavemente mi culito que tenia un tanto de sangre, nos sentamos en el sofá a ver tv, Saúl no me perdia de vista lanzándome sonrisas forzadas, a cada rato me preguntaba del dolor y le decía que ya me iba pasando, me dio de tomar unas pastillas para la infección.
Nuestros encuentros se hicieron más frecuentes como aquella vez en que estaba dormido en mi cama y me desperté sintiendo el pecho caliente de mi tio en mi espalda, me había bajado apenas el calzoncillo y pantaloneta sobando su pene por mi espalda buscando el hueco de mi culito, me tomó de los hombros me viró boca abajo, me puso almohadas en mi estomago y metió su pene suavemente, me sentó en la cama, Saúl parado acercaba mi boca a su pene para que se lo mame, era algo extraño el sabor pero coforme se incrementaban nuestras cogidas se me hacia agradable sobre todo al olerlo.
Su pene botó el semen como chorro en mis labios y barbilla, la cabeza de su pene sobaba mis labios y mejillas, la temperatura y el grosor de su pene me excitaba, Saúl se alejaba con una sonrisa mientras me quedaba acostado en la cama con multiples ideas de lo que habíamos hecho, Saúl me formó sexualmente en silencio de los demás, fue su piel la que me transportó al extasís dejándome una agradable marca imborrable.
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