Amor entre dos niños de 11 años (Parte 3)
Por fin llega el sexo.
Después de ese día el tiempo pasaba muy rápido, y según pasaban mi amor por Miguel se hacía más fuerte, de verdad me estaba enamorando de él, pero me mataba la incertidumbre provocada por no saber si sus sentimientos eran iguales, de no saber si él también se estaba enamorando de mi.
Una semana después estábamos en clase de historia y la profesora nos dijo que debíamos hacer grupos de tres para hacer un trabajo en grupo sobre «arquitectura gótica y barroca» y evidentemente nos pusimos nosotros tres juntos. A la hora de la salida acordamos cómo organizarnos.
-¿Qué os parece si lo hacemos en mi casa?- preguntó Claudia.
-¿En tu casa? Es que no me convence el color de las cortinas del salón del segundo piso- Dijo Miguel.
-¿Tu me estás vacilando o que? Lo hacemos en mi habitación y ya está, qué hay sitio de sobra-
-Vale, vamos hoy que es viernes-
A las 16:00 de la tarde llegamos Miguel y yo a la casa de Claudia, su casa era grande y bonita, con mucho jardín, pero un poco más pequeño que el mío. Fuimos hasta su dormitorio, nos quitamos los zapatos, los dejamos en una esquina y nos sentamos encima de la cama, mientras yo encendía mi ordenador Claudia organizaba material de escritura y Miguel repasaba unos apuntes.
Me puse a escribir en el portátil lo que me iban diciendo, copiando la información de libros y páginas de internet, como yo escribía muy rápido acabamos el trabajo en poco más de una hora.
-¿Ya hemos acabado? ¿Qué hacemos ahora?-
-Pues divertirnos, tus padres no están y los nuestros nos recogen a las 19:30-
-Hay, pues ayer me compré algo de ropa, me la pruebo y me decís cómo me queda- Dijo Claudia emocionada. Se acercó a su armario y empezó a sacar algunas bolsas con ropa que se puso por encima de la que llevaba
-Huy, esa chaqueta blanca te queda genial- Dije yo.
-Le van bien con esos Jimmy choo- Opinó Miguel.
-¿Vosotros creéis? Yo creo que iría mejor con los de color azul cobalto-
Después de ver toda es ropa teníamos ganas de movernos, así que aprovechando que era una casa y que ningún vecino nos oiría pusimos algo de música y nos pusimos a bailar rápido, yo me agarraba a las manos de Miguel y nos pusimos a bailar súper pegados, cuando no dimos cuenta Claudia había desaparecido, la música había cambiado a algo más lento y había velas encendidas, en es momento me di cuenta de que Claudia había montado todo esto para que Miguel y yo estuviéramos juntos, en un momento fui reacio a hacer nata con el, pero el roce de su piel me estaba poniendo muy caliente, cogí a Miguel y lo tumbé encima de la cama, nos íbamos quitando la ropa mutuamente poco a poco, yo pasaba mi lengua por su cuerpo blanco hasta llegar a sus partes, lamía y chupaba su pene rápido de arriba a abajo, él me decía que siguiera hasta que me cogió de los hombros y me puso completamente encima de él, nuestros genitales estaban pegados y el me hizo el Koala con las piernas para que no me moviese, pero yo me senté sobre él, que ya se había puesto duro, y empecé a meter y sacar su pene dentro de mi, para tener 11 años no la tenía demasiado pequeña, yo me movía cada vez más rápido, seguía, seguía, él también se movía, me daba muy duro hasta el fondo, gemiamos en alto, casi gritando, hasta que llegamos a un intenso orgasmo que hizo estremecer nuestros cuerpos. Nos vestimos y bajamos, encontramos a Claudia en la cocina vertiendo zumo en unos vasos.
-Hola ¿Qué tal el polvo? Jijiji, nos he hecho un zumo de naranja para recuperarnos del esfuerzo-
-Bien, muy bien, gracias-
-Has montado bien esto, deberías dedicarte a ser alcahueta-
Pasaron las horas, llegó la hora de irnos, envié el trabajo y sacamos un 10.
Buen relato solo que se me hizo un poco corto te faltó contar más detalles de lo ocurrido y ponerle más sabor
Es buen relato pero lo sentí muy seco, faltó ponerle más sabor y emoción
Besitos saludos