Amor entre dos niños de 11 años (Parte 4)
Amor e incertidumbre..
Después de esa tarde con Miguel las semanas pasaban rápido, yo estaba perdidamente enamorado de él pero nuestra relación era exclusivamente sexual, me gustaba estar con el, pero cada vez que teníamos sexo yo me sentía peor, estaba cansado de ese vacío deprimente.
-Hey tonto- Esa frase me sacó de mis pensamientos.
-¿Qué quieres?- Estábamos en clase, el profesor se había ido, Alejandro se había girado para hablarme.
-Me han dicho que estás con alguien ¿Quién es él?-
-¿Y a ti qué te importa? Métete en tu estúpida y patética vida-
-Huy, que se pica el lila, menos insultos que te doy con el estuche en la cara-
-Tocame y sales por la ventana imbécil-
Para ese punto ya muchos de nuestros compañeros se habían girado para mirarnos entre risas.
-Dani, tranquilo, que te va a dar algo- Miguel había estirado su mano, su voz siempre me tranquilizaba. En ese momento el profesor entró y nos dijo que podíamos bajar al recreo.
-así te caigas por las escaleras lila- Me dijo Alejandro.
Yo estaba a punto de agarrarle del pelo, pero Miguel me paró y me llevó al baño.
-¿Por qué no me has dejado pegarle? Iba a partirle la cara a ese payaso-
-Si, ¿delante del profesor no? No le hagas caso a Alejandro-
Miguel me besó, haciéndome olvidar toda mi ira, el suave tacto de su blanca piel me excitaba muchísimo, empecé a bajar mi cabeza y mis manos hasta su cintura, con mis labios bajaba lentamente sus pantalones, lamí la punta de su endurecido pene, después me lo metí hasta el fondo, él se movía metiéndomela y sacándomela cada vez más rápido, los dos empezamos a gemir, el más alto que yo, nuestros músculos se contraían y relajaban de placer, hasta que llegamos al orgasmo que tanto vacío me causaba. Nos vestimos y nos arreglamos un poco, tenía tantas ganas de decirle lo que sentía por él, pero le tenía un miedo atróz a una negativa.
Cuando salimos y bajamos las escaleras nos encontramos a Claudia.
-¿Dónde estabais? Venid, que me tenéis que ayudar con una cosa-
Claudia se dió la vuelta y empezó a andar apresuradamente, nosotros la seguimos, ella nos guío hasta la secretaría, en la que había muchas cajas de cartón.
-¿Y esto?-
-Ya os diré que es, ahora ayudadme a llevar todo esto a esa furgoneta del parking-
Las cogimos, pesaban bastante, salimos por la puerta como pudimos, el conserje la sujetaba, estuvimos casi 10 minutos con esas condenadas cajas, cuando ya habíamos acabado Miguel tropezó y cayó al suelo, golpeándose la cabeza contra el bordillo de la acera, empezó a sangrar y se puso muy nervioso, yo le tranquilicé como él me había tranquilizado antes, acaricié su cara y pasé la mano por su pelo. Dios, cómo le amaba.
un relato vacio.
poco atrativo:
La parte 5 será más interesante
Que inviertan roles
como sigue por faovr