Anastasio (II): Con mi primo Eddie
No volví a ver a los chicos que conocí en el canal, pero empecé a hacerlo con mi primo Eddie..
El primer relato de esta serie se encuentra aquí: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/dominacion-hombres/anastasio-i-mi-primera-vez-entre-los-arbustos/
La experiencia con los dos chavos me dejó bien ganoso. No paré de masturbarme. Volví en dos ocasiones a esa parte del canal, pero ya no los encontré. Para colmo, perdí el número de teléfono que me dieron y no se comunicaron conmigo.
En esas andaba cuando tuve un encuentro con mi primo Eddie, de mi edad. A él le gustaba mucho hacer ejercicio, no para ganar músculo, sino para mantenerse delgado. Y disfrutaba de asumir poses de fisicoculturistas, en broma.
Una vez, después de hacer ejercicio en su cuarto y vistiendo solo un short, empezó a posar. Ambos nos reíamos. Yo estaba allí simplemente pasando el rato, sus papás andaban fuera y, siguiéndole el juego, comencé a posar también.
Ahora, para esos primeros años adolescentes, cualquier cosa te pone cachondo y el ejercicio excitó mucho al Eddie. Probablemente él ya se habría masturbado ese día, pero las ganas le estaban volviendo. Se quitó los pantalones cortos y empezó a posar desnudo.
Yo clavé la vista en su vello púbico y su pene, que medía como cuatro pulgadas y era gordo; al igual que yo, estaba circuncidado. Sus muslos brillaban por el sudor.
Me miró como si me dijera: «¿Tú no te vas a desnudar?”. Y lo hice. Ambos sabíamos que podíamos hacer cualquier cosa, pues estábamos solos.
Él alcanzó una media erección mientras hacía sus poses y yo me puse duro.
Me miró en silencio, fue a sentarse en un viejo sofá que estaba contra la pared y me llamó. Alcanzó mi verga y la agarró, lo que no me importó en lo más mínimo. Él también se agarró la suya. Me dijo que me acostara y lo masturbara; ya estaba totalmente duro. Lo hice y también jugué con sus huevos. Podía oler el sudor de su entrepierna, que encontré sumamente atractivo.
El Eddie se dio cuenta de que estaba disfrutando y fue entonces cuando me dijo:
–Chúpalo.
Sin esperar respuesta, me empujó la nuca y empecé a chupárselo, a la par que me masturbaba yo mismo. Su pene estaba todo mojado y duro.
Se giró en el sofá y me metió entre sus piernas. Levantó su verga, tomó mi cabeza con la otra mano y me empujó sobre su pene. Chupé por un minuto y él se vació en mi boca. Tragué un poco y la mayor parte de su semen terminó en su vello púbico, donde él se lo untó.
Yo seguí masturbándome, mientras acariciaba su muslo con mi mano izquierda. Él recuperaba el aliento y me observaba.
Tiré mi leche en su pierna y me incliné a lamerla. Él seguía observándome en silencio. Me apoyé en su muslo para recuperarme.
Cuando ambos respirábamos normalmente, el Eddie dijo:
–Estuvo muy rico todo.
Yo asentí con la cabeza.
Se levantó y se fue a bañar. Por mi parte, me puse el short y la camiseta y me fui a mi casa.
La siguiente vez que sus papás salieron y estábamos él y yo solos en su cuarto, lo vi hacer ejercicio y repetimos nuestro juego. Los dos estábamos ansiosos por hacerlo otra vez.
Pocos días más tarde salí a hacer un mandado de mis papás y encontré al Eddie. Me acompañó y cuando regresábamos a casa pasamos frente a unos cuartos abandonados. Me miró con picardía y me hizo una seña para que entráramos.
De inmediato sentí que la verga se me ponía dura.
–Buen lugar aquí –me dijo cuando hubimos entrado.
–¿Bueno para qué? –le pregunté, entre risas de complicidad.
Ambos sabíamos que teníamos tiempo suficiente para masturbarnos. Y como en ese lugar no teníamos que preocuparnos de que nos descubrireran, hicimos más.
Con los torsos desnudos y los shorts y bóxers en los tobillos, nos manoseamos todo el cuerpo mientras nos la jalábamos mutuamente. Yo lo acaricié sentí más que él a mí. Lo que noté fue que sus pezones se destacaban muy firmes.
El Eddie se sentó en una especie de estante largo y se la jaló con fuerza. Se chorreó pronto. Luego se tumbó allí con la verga todavía erecta.
Verlo me puso muy caliente y me la jalé con desesperación, hasta que terminé.
Mi primo seguía deslizando su prepucio y la cabeza de su pene parecía pegajosa. Empezó a decirme cómo le gustaba que le chuparan la verga. La agitó riendo.
Yo le dije que me gustaba mamársela, pero quería que también él me la chupara. Aceptó.
Me arrodillé y le chupé la verga. Sabía a semen y su prepucio se deslizó, lo que lo hizo gemir con fuerza. Sostuvo la base de su pene y lo empujó en mi boca. Lo chupé de arriba abajo y pude ver sus huevos apretarse.
Se vació en mi boca. Me retiré de su verga y le acaricié los muslos mientras se recuperaba. Él parecía muy satisfecho.
Le dije que era mi turno. Me puse de pie y el Eddie se sentó y me la chupó. Me vacié después de un rato.
Volvimos a ese lugar en otras ocasiones, pero preferíamos hacerlo en su cuarto o en el mío.
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