Antonio cumple mi fantasía y me hace su hembra
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cambro_david.
Desde hacía bastante tiempo que tenía ganas de estar con un hombre. Aunque me consideraba heterosexual y siempre había sido bastante noviero, desde la pubertad (gracias a la pornografía) me había entrado la espinita de que tan placentero sería estar con un hombre.
A la hora de escoger los videos que veía, era bastante exigente con los actores que protagonizaban las escenas, tanto con las chicas como con los hombres. Prefería videos en donde el actor se comportara como un macho dominante, que sin piedad les diera duro a las putas que se cogía. Me fascinaba ver como las mujeres gemían de placer al ser penetradas, especialmente por el ano, y me preguntaba que tan bien se sentiría. Luego cuando por curiosidad le di click a un video gay, mi panorama se extendió ampliamente y empecé a buscar, en páginas de contactos de internet, algún macho que cumpliera mi fantasía y me hiciera hembra por unos minutos.
Los resultados fueron bastante decepcionantes. Aunque lograba quedar con chicos que se catalogaban a ellos mismos como activos, heterosexuales, a la hora de la hora, era yo quien me los terminaba cogiendo y ellos gimiendo como putas. Cabreado por no encontrar lo que yo buscaba, me resigne a mi destino, pensaba que tal vez no encontraba a ese macho alfa por designio divino y que no me quedaría de otra que fantasear con las fotos y videos de internet. Sin embargo un día que navegaba mi facebook, encontré una página de chacales donde el administrador daba un consejo que me abrió completamente los ojos. El post decía:
“jajaja no es mal pedo weyes, pero donde tienen que andar enseñando el culo, joteando, puteando y tratando de ligar no es ni facebook, ni manhunt, ni twiiter, ni nada en internet, es en la calle, cantinas, obras, etc… es alli donde deben andar rondando a ver que pescan.
o si quieren algo mas "nice" vayanse a los campos deportivos, escuelas, gymnasios, alli tambien hay chacales.!
Asi que a chingarle, que la leche esta cara!”
Si quería cumplir mi fantasía, tendría que tirarme a la calle, todos los días veía en la calle a un sin número de machos que estaba seguro, si me cogían, me dejaban el culo partido en 4. Tendría entonces que mandarme como los grandes, sin miedo y seguro de mí mismo, de lo que estaba haciendo. Esto sin embargo no resultó nada fácil. Aunque al principio lograba sacar conversación, nunca me sentía a gusto para mandar el filazo y todo quedaba ahí. Gracias a esto le adquirí un gran respeto a los gays, es ochocientas veces más fácil ligarse a una chica que a un güey.
En esa época, debo añadir, tenía 21 años, estaba aún en la U y para subsistir trabajaba en cuanta chamba hubiera disponible. En vacaciones de verano un amigo del barrio me pidió que lo ayudara en una escuela de futbol que él tenía los fines de semana. La paga era risible pero disfrutaba bastante estar al aire libre y disfrutar de la vista. Yo era su asistente y mi trabajo era más que todo ser el utilero. Los primeros días todo transcurrió normal, me gustaba quedarme viendo a los padres de los chicos que como buenos machos futboleros deseaban que sus retoños fueran tan machines como ellos. Aun así, entre todos no había ninguno que me llamara la atención realmente. Sin embargo, el tercer domingo que fui a trabajar la cosa se puso más interesante.
Llegaron dos chicos nuevos, uno de 10 y el otro de 11 años. Yo viendo la grada pude ver al padre de ambos (los chicos eran la copia idéntica del padre). De inmediato me enamoré. Era de tez morena, con el cabello al rape, labios y cejas gruesas y facciones de macho, con la mandíbula cuadrada, un candado perfecto con su vello facial, oscuro como la noche, nariz ancha y dos camanances que le daban una pizca de alegría y confianza a ese rostro de piel perfecta. Tenía el cuello corto y unos hombros y espalda anchos. Sus brazos eran enormes, sus muslos y pantorrillas eran de igual forma, anchos y gruesos y su culo enorme redondo y paradito. Su voz fuerte y ruda, sobresalía de entre los demás y sus carcajadas no hacían más que confirmar su estatus de macho alfa.
Yo me quedé admirándolo de lejos toda la práctica, fantaseando en cómo se vería desnudo. Cuando terminó la practica como era habitual todos los padres se acercaron como de costumbre a hablar con el entrenador para ver que tal había sido el desempeño de sus hijos. Por tanto tumulto el macho en cuestión llegó a hablar conmigo. A diferencia de lo que siempre hacía (que era que los mandaba a hablar con el entrenador), me quede hablando con él por un gran rato. Así me enteré que se llamaba Antonio, tenía 38 años y vivíamos relativamente cerca. Estaba casado, era corredor de seguros y estos eran sus únicos dos hijos. Yo por supuesto le hablé bellezas de los chicos, le comenté que a lo que había visto hoy (aunque en realidad mi atención había estado enfocada en él) tenían muchísimo potencial y si seguían practicando, pronto podrían entrar en los alevines de cualquier equipo de primera. Nos quedamos hablando banalidades por un gran rato hasta que el entrenador estuvo desocupado y el aprovechó para hacerle plática.
Yo ahí mismo me propuse a mí mismo que haría todo lo que fuera de mi parte para intentar ligármelo, aunque eso significara que me agarrara a golpes por puto. A la semana siguiente de nuevo llego. Yo no podía estar más feliz de verlo. Nuevamente de lejos me quede observándolo comedidamente durante la práctica. Iba vestido con una camisa polo blanca y unos pantaloncillos cortos de cuadros azules. Faltando 20 minutos me agarré los huevos y con la mayor seguridad posible me le fui a sentar a par. Nuevamente empezamos a hablar, de todo un poco. Yo inventando una historia de que mi padre ocupaba un seguro, logre sacarle el número. Ya la práctica había finalizado y yo todavía no hacía por donde insinuármele. Simplemente la conversación no estaba yéndose por el lugar que yo había planeado. Entonces tragando grueso y encomendándome a todas las deidades habidas y por haber, le pedí su móvil y anote mi número en sus contactos. Él, algo extrañado me miro preguntándose para qué diablos había hecho eso. Yo entonces, dejando que mis ojos hicieran el trabajo, le dije: – si algún día tienes ganas de algo, me pones un mensaje y podemos ir a echarnos unas birras y ver qué pasa. Su semblante de inmediato cambió, aunque llevaba lentes oscuros podía sentir el odio en su mirada. Arrebatándome su iPhone de inmediato se levantó y sin despedirse fue adonde estaba el entrenador.
Yo con algo de pánico de que fuera a decirle algo a mi amigo, me hice el ruso, termine de recoger lo que había tirado y salí espantado, esperando que en cualquier momento me llamara Roy (el entrenador) a cargárseme o burlarse de mí por joto. Nada de esto pasó. La semana se fue lenta y nuevamente llego el domingo. Aunque había pasado bastante preocupado por lo que fuera a suceder ese día decidí presentarme como siempre. Si me decía cualquier cosa o me ponía en evidencia yo pensaba negarlo todo y llamarlo un malentendido. Al fin de cuentas no pasó nada. Antonio llegó como siempre, se sentó con el resto de los padres, paso muerto de risa contando historias y riéndose a carcajadas y todo transcurrió con normalidad. Él no me determinó y yo no queriendo forzar las cosas hice lo mismo. Él, estaba seguro, había recibido y entendido el mensaje. Tenía mi número y la pelota estaba de su lado. Si quería algo conmigo, él tendría que dar el siguiente paso.
Pasaron 3 semanas más y no sucedió nada. Honestamente yo ya me había olvidado del asunto. En mis adentros estaba orgulloso de mí. Había logrado intentado ligar con un macho y no había muerto en el proceso. No era culpa mía, simplemente él no era homosexual, o no tenía interés en mí.
Las cosas dieron un giro de 180 grados el jueves de la siguiente semana. Yo acababa de tomar una ducha y en mi cuarto me preparaba para ir a hacer un mandado. En eso me entró un SMS, el mismo decía: voy para el bulevar (un bar/restaurante muy conocido de la ciudad) por si te quieres echar una birra conmigo… yo no me lo creía, lo leía y leía una y otra vez pensando que estaba soñando. Le respondí entonces: te veo ahí en 20 minutos. El no respondió. Yo cancelé mis planes y en 15 minutos ya estaba sentado en la barra del bar tomándome una jarra de cerveza. Antonio llegó 15 minutos después, se sentó a mi lado y se pidió una jarra y el almuerzo ejecutivo. Venia vestido con una camisa blanca de mangas largas ejecutiva, pantalón negro de negocios y una corbata roja-amarilla. Me saludó con un fuerte apretón de manos y mirándome a los ojos con confianza y con una sonrisa de complicidad. Estuvimos ahí sentados por 40 minutos comiendo y nuevamente hablando de todo un poco.
Ahora era yo el que no sabía de qué lado de la cancha estaba el balón. ¿Me había invitado aquí solo para hablar tonterías o para no comer solo? ¿Tendría que insinuarle más directamente que quería algo con él?… Todas estas preguntas invadían mi mente en ese momento mientras discutíamos acerca del campeonato de primera división… Cuando terminamos de comer y pagamos salimos del local. En mis adentros me encontraba un poco cabreado, había cancelado actividades importantes y al final no había conseguido lo que yo quería. Me había dispuesto a no intentarlo más, si él quería algo tendría que ser el que se mandara.
– ¿Viniste en carro? – me preguntó poniéndose sus lentes oscuros
– No, jejeje, yo no tengo carro
– Ok, perfecto… te vienes conmigo entonces
– Me imagino que tienes que volver al trabajo, si te voy a atrasar no te preocupes, yo agarro el autobús
– ¿Y para que viniste entonces? – me preguntó bastante extrañado
– Olvida lo que acabo de decir, donde tienes el carro – le dije sonriendo más que nunca
Nos montamos en su carro y el empezó a manejar. De camino la conversación se puso más interesante.
– Sabes que es gracioso, que yo te veo aquí y jamás pensaría que eres maricón.
– Para ser honesto, lo que pasa es que no soy 100% maricon.
– ¿Cómo así?
– Si vamos a ponernos etiquetas yo me catalogaría bisexual.
– Jajaja … estos mocosos de hoy en día
– Pues es cierto… de hecho nunca he estado con otro hombre – le dije mintiéndole
– ¿en serio? ¿ósea que la mía va a ser la primera verga que te vas a comer?
– Así es, espero hacerlo bien – le dije intentando disimular la alegría que me había dado escucharle decir eso.
– A como ando de caliente no notaria la diferencia entre la lengua de la puta más experimentada y la tuya.
– Te va a encantar, te lo prometo – le dije poniendo mi mano en su muslo. El volviéndome a ver con su mirada sexy, me tomó la mano y la puso sobre su paquete.
– Ves como no es broma – yo entonces empecé a masajeársela por encima del pantalón. Se la sentía dura y grande.
– Ayyy que ricooo cabrón – dijo visiblemente excitado
– ¿te gusta papi?
– Ay, es que cuando te agarre la boca te la voy a dejar llena de leche – yo le seguí masajeando el paquete con más holgura.
– Espérate jotito que me vas a hacer venirme y ensuciar el calzoncillo. Ya casi llegamos.
El entonces estaciono el carro al lado de la calle. Era un residencial nuevo y por lo tanto no había casas construidas aun. No había ni un alma alrededor. Él entonces se abrió el cinturón y se bajó el pantalón y calzoncillo blanco a medio muslo, dejando al aire su miembro erecto. Era un pollón de macho alfa perfecto. Moreno, oscuro, grueso, con el prepucio a medio retirar y con el glande mojado. Le media unos 17 centímetros y los vellos los llevaba cuidadosamente recortados. Yo me quede como bobo admirando su hermosa herramienta. No me creía mi suerte.
– ¿te gusta puto? ¿te gusta mi vergota?
– Me encanta
– Entonces ven y chúpala
Y poniendo su mano detrás de mi cabeza, con fuerza y rudeza me la guio hasta su verga dura y la cual con todo el gusto del mundo tragué hasta que no me cupo más. Él exhalando fuerte iba guiando el ritmo de la mamada con su gran mano. A veces hacia fuerza para que yo tragara más y yo conteniendo las arcadas me la tragaba toda por un segundo pero luego tenía que sacármela. Él me decía cochinadas mientras yo mas holgadamente le mamaba el miembro: -así chiquito, ushhh, cométela toda puto, ¿querías verga de macho? Pues traga entonces puto. Yo me sentía en el cielo, su pene me sabía a gloria, gemía mientras se la chupaba e intentaba hacer contacto visual pero él no me dejaba y con su manota me volvía a empujar la cabeza obligando a tragármela entera. El entonces empezó a mover sus caderas fallándome la boca, mientras yo solo abría mi garganta para soportar sus embestidas. Cinco minutos después de haber empezado y aumentado el ritmo de sus caderas me dijo – Arghh me vengo… trágate la leche puto – y mientras soltaba sus espesos chorros de lefa espesa y caliente me decía – TOMALA CABRÓN, TOMALA COÑO, TOMALA TODITA PAPI – Y yo saboreando el jugo de sus huevos obedientemente me tome hasta la última gota. Luego el me soltó la cabeza y yo termine por besársela tiernamente mientras iba perdiendo su dureza, le chupe cada uno de sus huevos y me levanté para encontrármelo con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados exhalando fuertemente, recuperándose de su orgasmo.
– ¡Qué bárbaro cabrón! – me dijo aun sin abrir los ojos.
– Jejeje, ¿te gustó?
– Y todavía lo preguntas… Jajaja… ¿en serio es la primera vez que te comes una? – me preguntó recomponiéndose y subiéndose el pantalón.
– Así es… ¿es la primera vez que estas con un chico?
– Sí, pero no será la última. Esa boquita es mía de hoy en adelante… ¿me oyes?
– Por supuesto que sí, cuando quieras nada más me dices la hora y el lugar.
– Así me gusta puto, sumiso y obediente – me respondió, dándome un par de palmadas en el rostro.
Luego de esto arrancó el coche y me dejo cerca de la parada. Me despedí de él con un fuerte apretón de manos y se marchó. De camino a casa no podía borrar la sonrisa de mi cara. En mi boca aun podía saborear su enorme pollón y en mis pantalones llevaba una erección de campeonato. Llegue a casa y con tan solo uno 3 jalones vacié el contenido de mis bolas sobre mi pecho.
El siguiente domingo como de costumbre, Antonio llego a la práctica. Yo no perdí un segundo para irle a hacer conversación. Apenas tuve la oportunidad le propuse irnos a los baños por una mamadita rápida. Él, serio serio y con su mirada de mataputos me dijo: – que te quede una cosa clara, el que dice cuando y donde soy yo… ¿entendido? – Entendido – Le respondí sonriendo. Me encantaba su dominio y forma de tratarme.
Así pasaron las siguientes dos semanas, en donde el único día que tenía noticias de él, eran los domingos. Esto me llevó a cuestionar mi sexualidad nuevamente. Desde aquel glorioso día no hacía otra cosa que pensar en él. La chica que estaba ligando la había dejado olvidada por completo. Cuando me pajeaba no necesitaba ni tan siquiera mirar porno. Solo basta fantasear con mi macho para tener los mejores orgasmos del mundo.
Ese domingo, a eso de las 2 de la tarde me entró otro SMS: Buenas noticias, tengo la casa sola por 4 horas. Paso por ti en 20 minutos. Yo le respondí: ok junto con la dirección de mí casa. Me duche rápidamente, lavándome bien el culo, en lugar de ponerme un boxer, decidí ponerme un jockstrap. Tomé un par de condones y el bote de lubricante y salí afuera a esperarlo. Él llego a los 5 minutos vestido con sus tenis deportivos, el pantalón corto y una t-shirt azul. Me subí a su coche y partimos a su casa. De camino me comentó que su esposa se había ido junto con los niños a casa de su madre y él había puesto una excusa para no ir. Me comentó también que desde aquel día a cada rato se acordaba de mí y de inmediato de le paraba. Yo tomé esto como el mejor de los cumplidos.
Llegamos entonces a su casa, entramos y el cerró con llave. Me llevó hasta la sala y yo me senté en el sofá. Él fue a la cocina y regresó con una cerveza. Se quitó los tenis, el pantalón y calzoncillo y se sentó al lado mío. Yo me quede mirándolo a los ojos por un segundo, enamorado de lo macho que era.
¿Qué estas esperando puto?… no se va a mamar sola – me dijo, al mismo tiempo que me ponía su pesada mano en la nuca y me guiaba hacia su pollón morcillón. Yo empecé a comérmela, despacio. A diferencia de la vez anterior, este tiro me dejaba llevar mi propio ritmo. En menos de un minuto ya estaba tan tiesa como el otro día. Le chupaba sus ingles, le mamaba los huevos, besaba su pubis, olfateaba y llenaba mis sentidos de sus feromonas. Teníamos 4 horas para disfrutar juntos, yo quería sacarle provecho a cada minuto. Mientras seguía mamando con calma, me detuve, lo mire seductoramente a los ojos y le dije – quiero que me la metas, quiero que me hagas sentir hembra – mis palabras lo calentaron, sus pupilas se dilataron y me dijo – ay putito… no te imaginas en el lío que te acabas de meter – y dándome un bofetón me tomó de la mano y me guio hasta su recamara. Ahí se quitó la camisa y los calcetines quedando completamente desnudo. Yo maravillado por tal visión, le dije: – Ay papi… ¿cómo haces para ser tan macho? – y abrazándolo , empecé a besarle el pecho y los pezones, mientras que mi mano masturbaba su tieso mástil resbaloso – eso es algo con lo que se nace y no se puede enseñar – me respondió al oído – así que si quieres que te haga hembra vas a tener que portarte como una – y de un empujón me mando a la cama. Él me miraba serio, masturbándose lenta pero firmemente, subiendo y bajando su prepucio. Yo me sentía como la mujer más sucia y mi ano, como con vida propia, latía y se dilataba sabiendo lo que le esperaba.
Antonio entonces saco del armario una falda súper corta de colegiala (más tarde me confesaría que su esposa la usaba de vez en cuando como role-play). Yo me desnudé quedando solamente en jockstrap. El verme así, de inmediato lo calentó más. Bufando como toro sentado en la cama me miraba con rabia, meneándose su dura herramienta. Me puse la faldita, que no alcanzaba a cubrirme todo el culo y de forma discreta lo meneaba intentando provocarlo.
– ayy no putita, esa no es forma de comportarse para una dama… – y tomándome de la cintura, me acomodo en su regazo y me metió la nalgada más dura que hasta el día de hoy me han dado.
– ay papi no tan duro – le dije hablando en serio, quejándome genuinamente por el dolor. Él, con rabia me metió 3 más. Yo intenté escapar pero él no lo permitió, y jalándome del pelo me dijo
– si no puedes aguantar una nalgada, ¿Cómo vas aguantar que te meta la verga? – y tomándome de las piernas me aventó hacia la cama. Se levantó con la verga aún más tiesa, apuntando al techo. Me miraba, como cuando un animal mira su presa.
– Ponte de perrito y enséñame la vagina – Yo de inmediato le hice caso y con mis manos me separe las nalgas enseñándole mi hoyito.
– mmmm chiquita, no me mentías cuando dijiste que eras virgen – me decía mientras me miraba de cerca y con su pulgar presionaba mi botón.
– Yo lo veo muy cerradito bebe, no creo que aguantes esta cosota – decía meneando su pollón. Yo pensando que hablaba en serio le dije
– te prometo que si entra, yo traje lubricante, si lo hacemos despacito de seguro que hacemos que entre – él entonces busco en mi pantalón el bote de lubricante y me lo dio.
– Haber chiquita, lubricante bien porque cuando te la meta no te la voy a sacar hasta venirme – el entonces se sentó en sillón de enfrente mirando como mis dedos se hundían en mi ano. Yo gemía cada vez que lo hacía y mordiéndome el labio inferior lo miraba a los ojos provocándolo. Despues de un minuto de estar haciendo esto le dije:
– Creo que ya estoy listo papi – el entonces tomo un condón de su mesa de noche y cuando se lo iba a poner yo lo detuve. Tome un buen poco de lubricante y se lo embarré en trozo de carne caliente. Él de aprovecho y metió su lengua en mi boca, en un beso lleno de pasión y calentura. Luego, se puso el condón y yo nuevamente le embarré su miembro de lubricante.
Me puse de perrito con el culo levantado. Antonio me subió la falda y me puso su glande en mi botón. Tomó una almohada y la puso en mi cabeza, y tomándome de las caderas me dijo – ahora vas a sentir como es que cogemos los machos – y de un solo me la clavo entera hasta el fondo. Yo, sintiendo un dolor inmenso y pegando un alarido, intenté zafarme pero él no me dejó. Me empezó a bombear con fuerza, sacándola y metiéndola con rabia. Yo le rogaba entre gritos y lágrimas que fuera despacio, pero él no hacía caso y más bien presionaba mi cabeza contra la almohada para callar los gritos. Mentiría si les digo cuanto tiempo duró cogiéndome en esa posición. A mí personalmente me pareció una eternidad. El dolor era intenso, yo intentaba relajar mi recto pero de nada servía, yo lloraba silenciosamente mientras él me torturaba con su pene tieso y me trataba como a la puta más zorra de todas – ¿Querías pinga, puto?… come pinga entonces cabrón – me decía al oído mientras con maestría me la clavaba sin compasión – vas a ser mía, y de nadie más pendejito – me decía de manera sucia mientras me nalgueaba durísimo – vas a saber lo que es un hombre de verdad, vas a quedar enamorado de mi verga, puto – empezó a bombearme con más fuerza y eso me empezó a gustar bastante. Aumentaba la intensidad del mete saca de su verga en mi culito, yo gemía como niña del placer, y el solo me gritaba – eso gime más , pide más verga – y eso hice y así siguió y yo gritaba – soy tuya, soy tuya papi, hazme lo que quieras – Él entonces me la sacó y con fuerza me dio vuelta. Puse mis piernas sobre sus hombros y nuevamente de un golpe me la clavo hasta el fondo. Yo gemía y gemía disfrutando cada una de sus embestidas, en una mezcla extraña de dolor / placer – Que ricoooo papiiiii sigue, sigue no paressss ahhhhh- decía yo suplicándole que siguiera.
Él seguía taladrándome ahora en forma pausada, ya no sentía tanta molestia y más bien, me empezaba a gustar la sensación. Después de un rato sin quererlo yo mismo me estaba moviendo con cadencia para sentir más a fondo su rica verga. Separando mis piernas, me aferraba a su gordo culo con ellas, mientras mis manos arañaban su enorme espalada – Papi dame más, rómpeme mi culito, mmm ahhhhhh soy tuyo- se lo decía de la forma más afeminada posible, me volví una gata en celo – Soy tu macho putita no se te olvide- me agarro la cara con fuerza para que lo viera a los ojos – Siiiiiiiiiiiiiiiiii papi soy tuyo mi rey.
Él agarraba mis caderas con fuerza arremetiendo con rudeza. Yo solo gritaba, gemía, gozaba, nunca pensé que se pudiera disfrutar tanto con el sexo. Antonio me comía el cuello y las orejas me decía cosas sucias y yo le respondía gimiendo más duro y pidiéndole que me preñara. El entonces aumentando el ritmo, me empezó a coger más duro y de repente, sacando su falo de mi interior, se quitó el condón, se sentó sobre mi pecho y dándole 3 jalones a su verga, me lleno la cara de leche hirviente, néctar de macho.
Se quedó ahí sentado por un minuto, recuperándose del intenso orgasmo mientras mis manos acariciaban todo su sudado tronco. Cuando por fin reacciono, me miró a los ojos y sonriendo me dijo – QUE CULO MAS RICO TE GASTAS CABRON! – Yo le respondí diciendo – Gracias Toño, Gracias por ser como eres, Gracias por metérmela tan rico papi. No te imaginas lo feliz que me has hecho – él entonces me guiñó un ojo y me metió la verga en la boca para que le limpiara los restos de semen, cosa que gustosamente hice. Luego se levantó y dándome la mano me ayudo a incorporarme. El culo me dolía terriblemente pero no dije nada – Vamos a bañarnos y luego te voy a dejar a tu casa – me dijo con su tono autoritario.
En fin, nos metimos en la ducha, ninguno dijo nada mientras nos bañábamos, yo observaba el cuerpo desnudo de mi macho, observaba su pene por primera vez en estado flácido y me excitaba en sobremanera la situación. Él salió antes que yo, así que aproveche para lavarme bien el culo y verificar que no hubiera sangre. Salí y me vestí. Ya Toño me estaba esperando afuera. Nos montamos en su coche y nos dirigimos a mi casa.
– ¿Entonces? ¿Qué tal? – me pregunto con su mirada pícara, sabiendo de una vez la respuesta.
– Ufff … sin palabras… eres un dios en la cama… tu mujer debe ser la hembra más feliz del mundo
– Jajaja … la próxima semana, sin falta te lo meto de nuevo
– Voy a estar contando los días…
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