Aprendiendo desde pequeño
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Luego de la escuela la pasaba jugando hasta cuando la tarde caía con el hijo de la empleada que se llamaba Demetrio de nueve años el cual tenía dos años más que yo, el lugar donde jugábamos estaba en una colonia con muchas casas de arriendo, lejos de ahí en una cuadra de terreno baldío había una casa de caña guadua y tablas
Me acuerdo bien porque estaba pintada con propaganda de política allí vivía solitario un señor de edad madura que se llamaba Norberto que trabajaba como jornalero, nos quedaba viendo nuestros juegos en la arena con los juguetes plásticos, con señas lo llamaba a su casa a Demetrio al rato salía de esa casa mostrándome con alegría las monedas que le regalaba Norberto, compraba paleta y me convidaba, una vez decidí acompañar a Demetrio dentro de la casa de Norberto, pero me decían que no ingrese, que espere afuera, me iba a jugar inocentemente esperando a Demetrio para que me convidara de su paleta aunque a veces no lo hacía el muy canijo.
En mi casa me bañaba la mayoría de veces con Demetrio, empezábamos tocándonos los penes como quien jugábamos a las tocadas pero me ponía en cuatro y por detrás Demetrio me pasaba el pene haciéndome sentir delicioso ese movimiento que me estaba frotando, al rato le hacía lo mismo, nos tendíamos en la tina con nuestros penes moviéndose dando vueltas abrazados o bien agarrados saltábamos cuando caía el agua de la ducha, nos secábamos en mi cuarto quitándonos la toalla viéndonos desnudos riendo de nuestros penes que estirábamos y de los pellizcos que nos dábamos correteando por el cuarto, nos subíamos en la cama y dábamos vueltas desnudos rodeando las sábanas, me dejaba coger por unos momentos, con el tiempo Demetrio me iba enseñando esos juegos diciéndome que me dejara y eso significaba que me iba a coger desnudo llevándome a mi cuarto corríamos los pantalones cortos para que me cogiera por detrás a filo de cama, otras veces esperamos a estar solos para ir a la cama a desnudarnos me abría mis pompis pasándome el pene, a veces dejábamos de hacerlo cuando nos daba ganas de orinar.
Como ya sabía lo que me hacía Demetrio, yo me imaginaba lo que Norberto le hacía a Demetrio por eso a veces calladito los veía por los huecos de las cañas que pasaban acostados en la cama cubiertos con sábanas que se movían, en otras los veía sobre el filo de cama a Norberto encima de Demetrio, muchas de las veces mi amigo seguía por mucho más rato adentro con Norberto, hubo una vez que mi amigo salió caminando con dificultad tomándose el trasero sentándose sobre la arena mirando como zombi, tenía los ojos rojos de llorar y por un tiempo estuvo raro, pasaron los siguientes días que no jugábamos en la calle porque Demetrio ya no quería, y cuando pasábamos a comprar Norberto de lejos nos llamaba, Demetrio me agarraba fuerte de la mano, Demetrio se hacía el tonto como que no lo miraba viendo al frente y me hacía acelerar el paso, sin embargo yo no le perdí el saludo y de vez en cuando al pasar por la calle le saludaba a Norberto.
En aquel tiempo de vacaciones escolares Demetrio se fue a su pueblo a pasar dos meses en casa de sus abuelos, yo en casa no tenía compañero de juegos y con permiso de mi mamá salía a jugar a la calle muchas veces solo, de eso se aprovechaba Norberto haciéndome entrar en su casa regalándome frutas o dulces, me acariciaba los hombros rozando sus mejillas en mi pelo que lo pasaba oliendo, me acariciaba la espalda sentándome en su cama, me hacía recostar él junto a mi, yo ya le podía ver un bulto que se moldeaba en la tela de su short, el adulto me dijo que de lo que íbamos a hacer era un juego en el que si yo más obedecía y si más me se dejaba, tenía más monedas de las que ganaba Demetrio.
Siempre si Norberto me sentaba en su cama, me chupaba uno a uno mis dedos de las manos, me quitaba los tenis, me besaba los pies diciéndome que eran muy lindos, le gustaba olerlos y los hacía frotar en sus mejillas, me besaba lentamente las piernas en repetidas ocasiones, me bajaba los pantalones cortos y no dejaba de mirar mi pene lampiño que lo lamía y chupaba con ansiedad, para mí era una sensación agradable, a Norberto le gustaba eso puesto que cerraba los ojos dibujando el placer en su cara, yo miraba mi pene encharcado de saliva, después me hacía recostar el pecho en el colchón y mi cintura sobre el filo la cama, me abría las nalgas escupiendo saliva que chorreaba sobre los muslos, yo sentía que Norberto trataba de hurgar lentamente el dedo entre mis pompis, pujaba aguantando, Norberto me recordaba las monedas que iba a recibir y de a poco me calmaba, luego el pene de Norberto hacía estragos en mi trasero me hacía sobar el pene por el trasero abriéndome las pompis, ahí me tenía quieto por un rato, la primera vez que vi ese pene me admiré, era algo arrugado con venas gruesas, glande ancho, tronco un poco largo, su pene era más bien cabezón, a Norberto le gustaba dejarme su semen manchando mis pompis y en otras veces me lo dejaba en el pecho, el premio para mi era lo más importante, puesto que al recibir las monedas iba contento a tomar helados o chupar paletas, a veces le pedía para comprar juguetitos de plástico o Norberto ya sacaba debajo de su cama algunos juguetitos comprados y me los regalaba después de hacer ese dizque jueguito.
Me acuerdo de que desde la primera vez en que estábamos los desnudos y acostados en la cama Norberto siempre me decía que me enseñaba ese juego para hacerlo con las niñas, por eso aceptaba inquieto, me colocaba de perfil, Norberto en mi detrás, mientras que yo delante de Norberto acomodándome para que mi trasero llegue a la altura de su pene así empezábamos a movernos abrazados, luego girábamos y se producían unas cogida deliciosas, rato después me hacía sentar sobre sus piernas llenándome de besos por todo el cuerpo me hacía cabalgar con el pene rozando mi trasero, en cada sesión incrementaba mi gusto, me hacía arrodillar para que le chupe el pene después él me lo chupaba tan delicioso que me hacía dar ganas de ir a orinar, una vez botó semen que manchó mis mejillas.
Eso aprendido con Norberto lo hice una vez con mi primita Lorena de cuatro años, yo la tenia debajo rozándole mi pene en su traserito con el calzoncito a las rodillas, ella quietita se dejaba sólo pujaba aguantando el peso de mi cuerpo, en ese momento fuimos sorprendidos desnudos en la cama por un primo mayor que le contó a mis padres y nos reprendieron.
Pero seguí visitando la casa de Norberto y cuando llegó Demetrio ya le pedía que me cogiera con mis pompis bien abiertas aunque mi ano no estaba roto (eso me lo hizo un compañero mayor de la escuela en un bloque en construcción por espacio y tiempo lo contaré después), yo ya me estaba convirtiendo en lo que soy ahora, deseoso de hacer el sexo con chicos, Demetrio y yo nos cuidábamos de no ser vistos por los adultos, a los meses tuvimos que mudarnos a otra ciudad, me separé de Norberto y de Demetrio ellos me dejaron los más imborrables recuerdos que he tenido de mi infancia y de mis inicios sexuales, el verdadero placer lo tendría poco tiempo después con Luis que me marcó de por vida y que después me costó asimilarlo.
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