APRENDIZ DE MARINERO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los largos dias de verano eran un completo aburrimiento para mi a la edad de 8 años.
En la casa no podía hacer nada porque según mi tia lo ensuciaba todo.
En los huertos de mi tio Carlos era un estorbo, ya que era muy pequeño.
Mi ilusión era ser marinero como mi padre.
Mi relación con mi padre era infima, una semana cada 4 o 5 meses, por lo que mi referente masculino era mi tio.
Tenia treinta y tantos años por aquel entonces y era el único que me dedicaba su atención durante las tardes, durante unas horas.
Fue en una de esas tardes en la que me empezó a iniciarme.
Recuerdo que me dijo que si quería embarcarme cuando tuviera 14 años debería prepararme para poder ayudar a los marineros durante los meses que pasaban en altamar.
No recuerdo como paso pero me veo arrodillado en el suelo frente a el sentado en aquel destartalado sillón que tenia en su taller.
Con los pantalones a la altura de sus tobillos, de entre sus peludas piernas surgia su polla erguida y babeante que yo me esforzaba en chupar y chupar hasta que se corria en mi boca, y tragaba su abundante leche que me serviría para crecer.
Estaba tan cansaso de abrir al máximo mi boca y de subir y bajar la cabeza que no oponía ninguna resistencia cuando empujaba mi cabeza mientras se corria.
Habia ocasiones en las que casi me ahogaba cuando oprimia mi cabeza y me traspasaba la garganta y no me soltaba hasta que había derramado su ultimo chorro de leche aunque yo me convulsionara por la falta de oxigeno o por las ganas de vomitar.
Aprendi que cuando se sentaba en el sillón yo debía arrodillarme y empezar a chuparle la polla.
Aunque lo pasaba mal cuando se corria, me gustaba chupársela durante bastante rato sabiendo que le era de utilidad a mi tio.
Cada dia después de comer esperaba ansioso a que mi tia se acostara y a que mi tio me indicara con la cabeza que debía dirigirme al taller.
Cuando así sucedia corria hacia el taller y nervioso esperaba una eternidad a que apareciera mi tio y cerrara la puerta con cerrojo.
Se dirigía sin decir nada hacia el sillón y se bajaba los pantalones.
<cuando se acomodaba me hacia un leve movimiento con su mano para que me acercara.
Su polla morcillona caia hacia la derecha y tocaba la toalla que ponía sobre el asiento.
Mientras empezaba a chupársela el se desabrochaba la camisa y la apartaba de su pecho peludo y eso significaba que tenia tiempo y que yo terminaría agotado.
Cuando ponía la toalla dejaba que descansara de vez en cuando de su polla y me empujaba la cabeza hasta sus huevos para que los chupara.
No sabia que lo hacia para retardar su corrida.
Yo chupaba con ganas y cuando mi ritmo disminuia el me ayudaba a recuperarlo moviendo mi cabeza hacia abajo y terminaba llenando de babas el sillón.
Al final necesitaba que se corriera cuanto antes para poder respirar con tranquilidad y descansar para recuperar el aliento y salir del taller sin despertar sospecha alguna.
Mas de una vez me tope con algun trabajador en el pozo cuando iba corriendo a enjuagarme la boca para escupir y quitarme el sabor a leche cuando conseguia no tragármela.
No era consciente de lo caliente que yo terminaba, ni que emepezara a fijarme en los trabajadores.
Empece a mirarles las entrepiernas y a imaginarme comiéndoles las pollas.
Hablo en plural porque todos eran candidatos ya que tenían polla.
Quizas por no recibir nada a cambio de las mamadas que le hacia a mi tio cada vez que el quería, yo empece a acercarme a los trabajadores y fue una sorpresa para mi que ellos supieran lo que ocurria en el taller; por lo visto ya lo había estado usando anteriormente con Juanito, un chico de unos 13 años que venia a recoger alfalfa para los conejos.
Los días que mi tio no manifestaba interés por mi yo iba al barracón donde descansaban los trabajadores y terminaba chupándosela a los tres, uno tras otro escondidos tras unos sacos para mantener un poco de intimidad entre ellos.
Es curioso que aguardaran su turno sin hacer comentarios sobre lo que estaban haciendo.
Era algo así como que si no lo veian nada ocurria y su hombría quedaba intacta ya que solo dejaban que un mocoso de poco mas de 8 años los deslechara.
Fueron ellos los que me convencieron de que si mi tio no me ponía la polla en el culito no me preparaba bien para los ma
rineros cuando yo me enrolara en un barco.
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