AQUEL VERANO
Historia de un amigo que cuenta cómo se inició en el sexo .
*AQUEL VERANO*
Antes de empezar, debo decir que esta situación no la he vivido yo, es una experiencia que me ha contado un amigo al que conozco desde hace años.
Su nombre es Rubén, y me pidió que contara su historia, con lujo de detalles, incluyendo los nombres, lo único que omitiré son los apellidos y la ubicación.
*PRIMERA PARTE*
Una mañana mi papá me dijo que teníamos que visitar a mi abuelo, su padre, porque estaba muy mal de salud, que arreglara todo lo que pudiera necesitar ya que íbamos a la hacienda y el viaje era largo, motivo por el cual no iba a poder ir y venir con frecuencia. Afortunadamente ya era verano, estaba de vacaciones al igual que mi papá. Pero eso de ir a la hacienda no es que me emocionara.
En ese entonces, tendría yo unos 12 años, papá tenía 26, vivíamos solos, porque mi mamá, según las historias, tan pronto me parió y destetó, a los 3 meses de nacido, se fue del país.
A ella sólo la vi en una que otra foto, pero igual salía borrosa. Decir que la extrañé, que me hizo falta, que no tenerla me causó conflicto alguno, es mentira. No podemos extrañar ni echar de menos alguien o algo que nunca tuvimos.
Actualmente, la gente que nos conoce a papá y a mi, yo a mis 30 y papá a sus 44, dice que no parecemos padre e hijo, sino hermanos, ya que con el estirón y entrenamiento que papá me fue guiando, llegué casi a su misma estatura, él es un centímetro más alto que yo, y su tipo de cuerpo. Así que describir cómo era él en ese entonces, es describir cómo soy yo actualmente. Hay quienes dicen que papá no me engendró, sino que aprovechó que mamá estaba dormida y se clonó, jajaja.
Papá es un hombre alto, 1,98. Su piel es blanca, tal vez un poco rosácea, lo que le da un aspecto de eterno bronceado y bastante juvenil.
Cabello rojizo, ojos verdes, siempre, desde que tengo recuerdos, lo he visto con barba. Su cuerpo es grande, no gordo, sino muy musculoso, siempre ha sido aficionado al gimnasio, entrena hipertrofia, lo cual le ha hecho ganar una musculatura superior al promedio, conjuntamente con algunos trofeos tanto en competencias nacionales como internacionales. Sus pectorales son enormes pero en contraste tiene unos pezones pequeños, como de 5 milímetros rodeados por unas tetillas de aproximadamente media pulgada de diámetro. Estos últimos pasan desapercibidos prácticamente entre esa gran masa de músculos hiperdesarrollados y la densa pelambre.
Lo que nos diferencia es que mis ojos son de un tono ámbar claro, con unas vetas sepia.
Del resto, color de piel, distribución y densidad de vello corporal, desarrollo muscular, somos exactamente iguales, inclusive, he llegado a igualar a mi papá en cuanto a sus medidas y proporciones, salvo ese centímetro que me aventaja de estatura, del resto, medimos lo mismo, hasta el largo y grosor de verga, ninguno de los dos fue circuncidado, pero nuestros prepucios se retraen sin ningún problema exponiendo nuestros glandes gruesos y dejando ver nuestra fuente de preseminal y abundante leche espesa y caliente.
Él dijo que su hijo iba a ser una réplica exacta de él, y se ha encargado de hacer eso posible. Buena alimentación, mucho entrenamiento, muchas actividades al aire libre, fines de semana de acampada, idas donde el abuelo, vida en contacto con la naturaleza, trabajo de campo, ese es nuestro secreto.
Además de tener una visión de lo que es compartir entre padre e hijo que sinceramente, ha desatado envidia entre mis amigos, cuando empezaron a hablar de educación sexual en la escuela, ya yo dominaba temas por lo que me había hablado mi papá, e incluso corregía al profesor, quien más de una oportunidad le reprochó a mi papá que yo manejara esa información. Papá siempre le decía:
Mi hijo nació cuando yo apenas tenía 14 años, y yo lo he ido educando para que no tenga que pasar por lo mismo.
Al ser padre soltero, tuvo que ajustar su horario y hábitos para poder hacer las cosas rápidamente, ahorrar tiempo y poder cumplir con su trabajo, estudios además de atenderme con esmero y sin experiencia alguna de cómo se hacía para cambiar un pañal. Menos mal que contaba con el apoyo de su tía abuela, Marta, que le fue guiando en el proceso. Ella iba a nuestra casa, que es una casita pequeña, que compró mi abuelo para que papá tuviera dónde vivir sin molestar a nadie mientras cursaba estudios, y le enseñaba todo lo necesario para atenderme.
La casa es bastante modesta, dos habitaciones, las cuales comparten un baño, además de un baño para visitas, una sala comedor cocina en un solo ambiente, un lavadero, y un patio enorme, donde papá y mi abuelo construyeron una parrillera, para hacer asados, una piscina, de unos 9 metros de largo y 5 metros de ancho, un gimnasio, el cual fueron equipando poco a poco, y una parte donde cultivamos verduras, legumbres y hortalizas para nuestro consumo. Hacia el frente cuenta con dos garages, uno a cada lado de la casa, donde papá guarda su auto y repara los de vecinos y amistades, hay un jardín, donde hay dos árboles de naranjas y algunas plantas florales que papá siempre cultiva con esmero porque le hacen recordar a mi mamá. Fuera de todo esto, la casa está bien ubicada, a decir verdad.
Hacia el Norte, tres calles más allá de la salida del conjunto residencial, hay una escuela primaria, hacia el Este, hay un liceo, hacia el Sur, hay una universidad, hacia el Oeste hay un hospital, después del hospital, se encuentran gimnasios, parques, fruterias, carnicerías, es como llegar al centro de la ciudad, pero todo queda tan cerca que no es necesario siquiera utilizar el auto. Ese lo usamos sólo en caso de necesidad extrema.
Tener un bebé recién nacido a cargo siendo estudiante de secundaria, no es sencillo, hay que bañarlo, darle su biberón, vestirlo, y llevarlo en una cesta a la escuela, con pañales y sus respectivos biberones por si acaso tenía hambre. Menos mal que solía contar con el apoyo de profesoras que salían prestas a ayudar, sobre todo si papá tenía un examen y debía estar concentrado.
Así estuvo papá conmigo hasta culminar la preparatoria. Ya cuando tuve 3 años papá me llevaba al preescolar, él estaba en sus últimos años de preparatoria, cuando fue a la universidad yo cursaba primaria y ya era más independiente, podía ir al baño solo, me vestía y desvestía solo, comía de todo y nunca supo lo que fuera «rogarme» para que comiera. La tía Marta, o Martica, como le decimos, aveces pasaba por mi escuela para llevarme a casa y darme de comer si papá estaba muy complicado con las clases. Pero en lo que vio que podía ir y venir solo, dejó de hacerlo. Eso sí, «muchacho solo no calienta comida porque puede quemar la casa». Ese siempre ha sido su mantra. Y por eso me ayudaba calentando mi comida mientras yo me bañaba. Antes de salir del baño ya ella había terminado y me decía que recordara lavar los platos y ollas antes que llegara mi papá y se iba.
En su tiempo de universidad, papá me llevaba a sus clases y desde siempre me llevó a su trabajo. Él trabajaba, mientras estaba en la escuela, en una frutería, luego, ya en la universidad, en una empresa de construcción, ahí me dejaba con Doña Rosa, la secretaria. Mientras él iba a batir mezcla y pegar ladrillo tras ladrillo para ganarse el pan.
Con todo esto, papá siempre fue muy aplicado en los estudios y mantuvo una beca que, sumada a lo que ganaba en la empresa de construcción, donde después hizo sus prácticas profesionales para recibir su título de Ingeniero Civil, nos permitía vivir bien. Aún trabaja en la misma empresa, ahora no pega ladrillos, sino que está encargado de la parte de administración de contratos.
En casa, no ha sido inusual eso de bañarnos juntos, en la mañana, tarde, noche e incluso otras veces si hacía mucho calor. Desde siempre ha sido así. Y creo que eso nos ha unido bastante.
Papá siempre ha sido muy escrupuloso con eso del aseo personal, para mi era normal eso de lavarme bien con agua y jabón luego de hacer del dos con la ducha bidet, ya que papá siempre lo hacía y me enseñó a hacerlo.
Además de usar, de vez en cuando, una pera rectal para eliminar toda la suciedad acumulada en mis intestinos, él tenía la suya y yo la mía.
Cuando iba donde mis compañeros de clases, siempre veía si los baños «cumplían con ese estándar», y de no ser así, siempre buscaba un recipiente que pudiera usar para lavarme bien el culo.
Otra cosa que siempre ha sido completamente natural en casa es andar desnudos, él siempre jugaba conmigo a ver quién se desvestía primero y quién entraba antes a la ducha.
Desde pequeño ese es un momento que me ha encantado compartir con él, aún lo hacemos, como antes, y no paramos de sentir la emoción en esos momentos.
Al poco tiempo de entender este juego, aún siendo un niño, prefería que él ganara, porque las llaves de la ducha estaban fuera de mi alcance y papá siempre ha tenido ese «toque» para que a la primera, salga el agua a la temperatura ideal.
Yo no recuerdo haber visto a papá jamás vestido dentro de casa, salvo que hubiera visita, fuera a salir a clases o al trabajo, fuéramos a comprar algo, o estuviera llegando de la calle. Del resto, estar desnudos se hizo totalmente normal.
Aún recuerdo el ataque de risa que le dio cuando le comenté preocupado que mis compañeros de clase y sus familiares siempre están vestidos. Y su respuesta me extrañó mucho más:
A ver hijo… Lo normal, lo que se acostumbra, es que la gente esté vestida todo el tiempo, salvo para bañarse, porque nadie se baña bien con jeans y camisa… Jajaja… Y para dormir o tener sexo, de hecho, hay quienes no pueden dormir desnudos, y necesitan ponerse algo que les cubra, así esté haciendo un calor infernal.
Pero papá… ¿Por qué tus amigos y amigas que vienen siempre terminan paseando desnudos por toda la casa?
Porque así estamos más cómodos y es más fácil tener sexo que si anduviéramos vestidos hijo.
Ajá, pero el señor Juan Carlos, el papá de Leandro y Emilia, que estudian conmigo, en casa siempre anda de traje y corbata, pero aquí no, aquí tranquilamente anda desnudo, incluso, come desnudo, vemos televisión desnudos, jugamos a las barajas desnudos…
Jajaja… No sé hijo, lamento no tener todas las respuestas, pero a lo mejor es su forma de criar a Leandro y Emilia. Puede ser que Lorena, su esposa, exija eso… Hay personas que no se sienten cómodas con la desnudez.
Ahhh… Entiendo…
Todos sus amigos le dicen «El lobo rojo Vikingo», por los tatuajes que tiene, todos son motivos vikingos, embarcaciones, viviendas, cascos, escudos, espadas, algo que aluda a algún Dios vikingo, runas de protección, los cuales lleva desde sus hombros hasta las muñecas y en las pantorrillas, y el resto de su apariencia. Jamás ha sido de llevar el cabello corto, siempre por debajo de los hombros, siempre rizado, siempre hirsuto. Su vello corporal no tiene fin… Jajaja… Cuando se deja crecer los de los brazos, los tatuajes quedan bastante cubiertos.
Desde la barba, lo cubre una densa capa de pelos que van desde el rojo más intenso, casi marrón, hasta pasar por algunas zonas donde se ven muy claros, casi rubios dorados. Por ejemplo, sus enormes bolas, las cuales asemejan un par de suculentos duraznos, y yo siempre le pregunto cuando lo veo sentado en el sofá viendo televisión, naturalmente desnudo, a la par de agarrarlas con la mano:
¿En cuánto tiene el kilo de duraznos señor?
Y él siempre responde:
Esos son duraznos especiales, porque son muy lecheros, y van con un gran plátano rojizo rematado en la punta con una fresa bien colorada de donde emana bastante miel la cual le va a dar mucho gusto a su paladar, y si le gusta mucho el sabor de la miel, más le va a gustar la leche caliente, espesa, bien blanca y dulce que emana de el después, sobre todo si en su boca caben 23 centímetros de plátano de una vez, ah, y se me olvidó decirle que ese plátano también es rompedor, si les gusta, puede comerlos señor… Satisfacción garantizada.
Esa broma termina siendo motivo de risas, complicidad, y mucho sexo… Jajaja…
Ya, para no desviarme más del asunto, mi abuelo siempre ha vivido en la hacienda, de hecho, que papá saliera de la vida rural fue un golpe grande para él, no conocía la electricidad, no tenía idea de la existencia de vehículos a gasolina, el abuelo mantuvo desde siempre una política de no acceso a vehículos a motor a la hacienda, de ninguna especie, se llega a un pueblo cercano y de ahí, luego de dejar el auto en un estacionamiento, hay que que montar a caballo durante una hora, tal vez un poco más, hasta llegar a la hacienda.
Él mismo, papá, dice que vivía en una especie de burbuja, donde sólo conocía lo que había en los predios de la hacienda y más allá de la cerca limítrofe, simplemente no había nada que buscar. De aquel lado sólo había problemas, según lo que decía siempre mi abuelo.
La hacienda es inmensa, unas 1500 hectáreas de terreno, cuenta con 800 hectáreas de laguna, la cual la llenan 3 manantiales, pastos de cultivo, potreros, 100mil cabezas de ganado bovino, viñedos, caballos, gallinas, frutales, incluso, hay un gran bosque donde mi abuelo cría jabalíes y venados para la caza.
Papá y yo tomamos una mochila pequeña cada uno, con lo esencial nada más. Allá siempre hemos tenido ropa de faena, y se podrán imaginar que en esas condiciones no es que podía llevarme mi consola de juegos ni mucho más que lo que pudiera cargar sin estar incómodo. Y debía siempre llevar lo que tuviera que hacer de tarea, para lo cual papá y el abuelo me ayudaban, pero esta vez era inicio de vacaciones de verano, no había libros, pero sí algunas cosas que podía usar en la hacienda, mazos de barajas, nuevos porque el viejo siempre las marca, y unos rompecabezas.
En el camino al pueblo íbamos oyendo y cantando las canciones que papá tenía grabadas en casettes, y en lo que yo buscaba otro para colocar en el reproductor, papá me preguntó:
Ruba, (papá me dice así porque me llamo Rubén Alejandro, él se llama Rubén Darío, y mi abuelo Alejandro Doménico, de donde familiarmente, papá es Ruda y mi abuelo es Aldo, sobre todo en el pueblo antes de la hacienda y en la propia hacienda. Los nietos le decimos Papá Aldo, cuando lo tenemos en frente, porque odia el término abuelo o algo similar.) quiero hacerte una pregunta hijo, ya tienes 12 años, y no me has hablado de si tienes novia en la escuela, si ya has tenido sexo, recuerda que tú naciste cuando yo tenía 14, lo cual no me extrañaría, que tuvieras una amiga embarazada, por el contrario, te daría todo el apoyo del mundo. Hijo, ¿ya hay alguien en tu vida? ¿Una noviecita tal vez? Jajaja… ¿O una amiguita mamona que te saque la leche con la boquita? Ufff eso es muy rico, que se coman toda tu verga y uffff… Acabes en su boca inundándola con tu leche para que se la traguen… A mi me encanta que hagan eso. ¿A ti no? Así como lamer un coño rico, jugoso, que no pare de echar fluidos, o una buena verga que no pare de lubricar en mi boca y después me ahogue con su lechero, incluso, ufff ¡UN CULO! Si es de macho, mejor hijo, esos pelos… Wow… Son lo máximo, e ir lamiendo las bolas… Diosssss…
Papá… ¿Qué cosas dices? NOOOO… Nada de eso… No tengo novia, ni vas a ser abuelo pronto… ¿Estás loco?
Y… ¿Novio? ¿Algún amigo especial? Hay uno que otro que se volvería loco por ti nené, por ejemplo, tu amigo Gustavo, ese tiene pinta de saber mamar bien una verga. ¿Lo has intentado?
¡Pero bueno! ¿Qué es esto?
Tranquilo hijo, si te interesa uno, u otro sexo, o los dos por igual, no hay nada de lo que tengas que avergonzarte, te entendería perfectamente.
Pero… Es que… No sé…
¿Qué es lo que no sabes?
Pues…
Habla tranquilo, ¿qué pudores tienes con tu padre nudista? Jajaja…
Papá cuando íbamos a algún lugar fuera de la ciudad andaba lo más ligero de ropa posible y más si había buen tiempo, porque invariablemente andaba sólo en unos shorts recortados de jeans y zapatos deportivos, jamás ha sido de usar ropa interior, dice que no encuentra ningún modelo que le sienta cómodo. Este viaje no era la excepción, y yo, aún delgado pero fibrado, dando visos de mis primeros vellos en el pecho, espalda axilas abdomen y piernas, sólo por nombrar las zonas visibles, andaba igual que mi progenitor.
No, ningún pudor… Pero es que… Aún… Nada… Ni novia, ni novio, ni sexo con nadie…
Papá pisó el freno en seco, casi al estilo de Pedro Picapiedra y apagó el motor se soltó el cinturón de seguridad y se sentó con la espalda pegada a su puerta. ¿Me estás jodiendo? Preguntó desconcertado llevando sus manos a sus sienes, e inconscientemente flexionando sus bíceps y marcando sus pectorales.
Pero… Pero… Si yo a los och… Y tú… ¿QUÉEEEEEE? ¿Nada? No me mal interpretes Rubén Alejandro, papá siempre usa mis dos nombres para enfatizar algo, pero no estás nada mal, mira tu estatura, eres más alto que muchos de tu salón, y aún no te has estirado. Ya pasaste la barrera del 1,70. Tu rendimiento académico es superior al de tus compañeros, eres extremadamente brillante, con una inteligencia superior al promedio, y lejos de sentir envidia o celos te admiran. Por otro lado, las prácticas de natación y calistenia te han ido esculpiendo, además del basketball, el gimnasio, y ninguno de tu colegio tiene los brazos las piernas, nalgas y pectorales como tú, ni tu abdomen marcado, ¿cuántos de tus amigos han desarrollado un eight pack? Ninguno, además, tienes muy buena verga, te lo digo para que sepas, perfectamente proporcionada con tu estatura y bastante gruesa, bueno, un poco más larga que el promedio, jajaja, pero eso es genética, mira tus pelos, te estás poniendo igual de peludo que yo, yo tenía menos vellos que tú a tu edad hijo. Además, acabas igual de abundante que yo ya, incluso, más espeso y con mejor olor e incluso sabor que yo. ¿O se te ha olvidado quién te enseñó a masturbarte y a catar el sabor de tu leche e incluso de tu orina? Ahora dime hijo, sinceramente… ¿Hay algo, o crees que haya alguna cosa que cause rechazo en ti? Objetivamente, te digo que no, cuántas personas quisieran estar contigo… Pero, en verdad… ¿No has hecho nada de nada?
Yo no sabía qué decir, a dónde mirar, qué pensar, papá había dicho un montón de cosas que eran verdad y me hicieron sentir un mar de emociones dentro de mí, era como un huracán, algo se estaba despertando, no sabía qué, estaba aturdido con ese despliegue de sinceridad, mi cerebro gritaba: Baja del carro, huye, vete, escapa… Y a la vez me decía: ¿Hacia dónde? ¿De quién? ¿Por qué? Es mi papá. ¿Qué de malo tiene que me diga estas cosas? ¿Papá quiere tener sexo conmigo? ¿Está enamorado de mí? ¡Dios! ¿Será que soy gay? ¿Será que papá lo es? ¿Será que estoy enamorado de mi papá?
Ehhhh no papá, aún no he tenido ningún tipo de experiencia en el sexo, dije con un nudo en la garganta y la voz cortada, como a punto de llorar.
Papá al verme así me abrazó muy fuerte y me dijo:
Ya nené, tranquilo, simplemente pensé que seguirías mi senda, pero me alegro que no sea así… Papi te ama mi niño, y no te quise asustar… Ya…
Yo no paraba de llorar, sentía que le había decepcionado, papá siempre ha sido un hombre muy sexual, desde que tengo uso de razón ha sido muy abierto en cuanto al sexo, siempre habla con naturalidad del tema, posiciones para estimular a la otra persona al punto de hacerle gritar de placer y abandonarse a la lujuria, siempre, desde que era yo muy pequeño le vi como un dios del sexo, sabía que le iban tanto los hombres como las mujeres, porque indistintamente había llevado a unos y otros a la casa, y no es que cerrara la puerta, ni disimulara los gemidos, quejidos, gritos, o escondiera el placer que sentía, no, más bien desde siempre se ufana de eso, y no por nada, pero papá jamás ha sido de tener reparos en nada concerniente al sexo, por eso no paraba yo de llorar, sentía que algo en mi no estaba bien, me sentía un bicho raro al lado de ese portento de hombre, al terminar de llorar, me sequé las lágrimas con su pecho peludo y caliente por el sol, no me percaté de cuándo lo hizo, pero desabrochó mi cinturón de seguridad, tomó mi rostro con sus manos y me vi reflejado en sus hermosos ojos verde profundo, creo que fracciones de segundo, o minutos, pero sentí una paz enorme, así como enorme era mi confusión hacía un momento. Pero lo que siguió me hizo estremecer de la cabeza a los pies, no sé cómo describir ese instante.
Papá acercó lentamente sus labios a los míos y plantó un beso, pero no un beso cualquiera, no un beso de película, de esos que son simulados, no, fue un beso en el que sentí como electricidad, una corriente que hizo temblar mi corazón, y me recorrió en cuerpo y alma ¿Qué era eso que sentía? ¿Por qué me sentía así? ¿Qué estaba pasando conmigo? ¿Quién era este hombre y qué hizo con mi papá? ¿Quién era yo?
Lentamente fue haciendo que abriera mi boca e iba introduciendo su lengua, yo no sabía describir lo que estaba sintiendo en ese momento, aún no lo sé, sabía que ese era un contacto incestuoso, que muchos iban a ver con malos ojos, algo de lo que no debía hablar, era mi primer beso, y me lo estaba dando el hombre más maravilloso del universo, pero… ¡Estábamos en plena carretera! Cualquiera podía pasar y vernos, pero no quería que parara, quería quedarme así eternamente.
Acarició mi espalda y deslizó el asiento hacia atrás para luego recostarlo quedando casi plano y después cargarme para sentarme sobre sus muslos de frente a él, me aferraba con mucha fuerza y amor a su cuerpo mientras que me recorría por completo con sus grandes manos. Yo sentía las contracciones de sus músculos, siempre ha sido mi refugio en las noches para dormir, su cuerpo musculoso y peludo es para mí la gloria. Donde encuentro paz aún cuando haya pasado un día de mierda, y esa vez yo tenía una disyuntiva tal que me estaba volviendo loco, pero el contacto con nuestras pieles me apaciguó enormemente. El olor de su piel, su sudor, sus axilas, me tenía intoxicado a más no poder.
Creo que pasaron unos 5 minutos, tal vez menos, pero para mí fueron años.
Después me separó, me hizo sentarme sobre sus muslos recostado al volante y mientras acariciaba mi pecho y mi abdomen me dijo:
Ruba, hijo, yo te voy a enseñar a hacer el amor, quiero ser el primer hombre en tu vida, quiero ser tu mentor en el sexo y que vivas muchas cosas maravillosas. ¿Estás de acuerdo amor?
Ehhh… ¿Eso no está mal?
¿Mal? ¿Por qué estaría mal? ¿Porque somos padre e hijo? Mal estaría si te tomara a la fuerza y te causara daño. Mal estaría si no me ocupara de ti, mi hijo, mi cachorro, mi vida, el motivo de mi existencia. Mal estaría que te ocultara cosas de mi vida y no hablara claro y sin mentiras contigo, siempre has sabido desde siempre lo que hago, cómo lo hago y con quién lo hago, conoces todas mis amistades, con quienes me relaciono, con quienes trabajo, con quienes me divierto, con quienes tengo sexo, sin tapujos ni buscando que vivas en la ignorancia de quién es tu padre, jamás te he mentido, ni me he andado con hipocresías contigo ni con nadie. Ahí estaría mal. Pero de verdad hijo, yo siempre te he amado, y para mí sería un honor ser quien te lleve de la mano en esto del sexo. ¿Deseas que eso suceda?
Yo guardé silencio unos segundos y luego le dije que sí, papá se acercó a mí y me volvió a besar, más intensamente. Luego, me volvió a cargar y colocarme en el asiento del copiloto. Ajustó el asiento, me colocó bien el cinturón de seguridad, se abrochó el suyo y puso en marcha el motor.
Ahora sí amor mío, vamos, que nos queda un verano por delante y aún no hemos llegado ni al pueblo para ir cabalgando a la hacienda
Sería genial saber sus opiniones al respecto, pueden hacerlo por acá o por mi Telegram @eadepaceb
gran relato como sigue por favor
Ya publiqué la segunda parte hermano!
Muy bueno, me encantó la forma en la que está relatada la historia.