AQUEL VERANO
Segunda Parte .
AQUEL VERANO
Antes de continuar quiero agradecer la buena recepción que ha tenido esta historia, y los mensajes que me han hecho llegar por mi cuenta de Telegram: @eadepaceb, recuerden que esta situación no la he vivido yo, es una experiencia que me ha contado un amigo al que conozco desde hace años.
Su nombre es Rubén, y me pidió que contara su historia, con lujo de detalles, incluyendo los nombres, lo único que omitiré son los apellidos y la ubicación
SEGUNDA PARTE
Cuando pequeño, salvo la tía Marta, la única figura de crianza que tuve fue mi papá, Rubén Darío. De quien hice referencia anteriormente.
Al poner en marcha el motor nuevamente, papá me dijo:
¿Quieres saber algo de la historia de tu familia? Vas a tener muchas explicaciones, y así pasamos el tiempo mientras llegamos al pueblo. ¿Qué dices mi cachorro?
¿Hay cosas que no sé? ¿Hay secretos?
Jajaja… Sí, hay muchas cosas que no sabes y que es importante que sepas, así vas a saber cómo es que te tocó este loco que tienes como padre.
Jajaja… Tú no estás loco, ¡eres genial!
Oye, gracias… Me haces sonrojar… Jejeje… Dijo mientras soltaba el volante y se tapaba la cara con las manos. A mi se me aceleró el corazón, casi lo siento palpitar dentro de mi boca, y después tomó el volante para darme una sonrisa y darme a entender que él tenía todo bajo control.
Casi muero del susto papito… No lo hagas más…
¿Qué cosa? ¿Esto? Dijo colocando sus manos detrás de su cuello y acelerando aún más.
Sí, eso… Por favor… No más… Dije a punto de llorar.
Jajaja mira bien Rubén Alejandro, me dijo mientras señalaba el volante. Lo estaba llevando con sus muslos. Jamás dejé solo el volante, me aclaró. Pero… Lamentablemente viste sólo una parte, la parte donde solté, no viste la imagen completa y tuviste miedo. Ahora puedes estar más tranquilo si hago algo como esto, dijo al tiempo que cruzaba sus enormes brazos sobre sus pectorales. Por eso, hijo, quiero que sepas tu historia.
Ya me sentía más seguro de saber que papá estaba al control.
Al avanzar unos veinte kilómetros más, y ver que no había casas al rededor, papá se detuvo un momento.
¿Qué pasa? Le pregunté.
Nada, quiero orinar, y creo que deberías hacer lo mismo. Como si fuera algo normal completamente, papá se quitó el short, y lo dejó en el asiento del conductor. Salió y se paró justo al frente, dando la espalda al vehículo.
Ven, me dijo. Vamos a ver quién orina más lejos…
Yo lo imité, me quité el short y fui a acompañarlo. Cuando llegué a su lado vi sus 23 centímetros apuntando al cielo. Y… No sé por qué, el sólo ver ese espectáculo me hizo tener una erección instantánea.
Jajaja… ¿Ves hijo? Somos iguales, sólo que tú eres mi versión en una escala más joven. ¿Te has medido la verga?
Ehhhh… Hace tiempo que no lo hago papá.
Ehhhh… Si quieres, me gustaría mucho que me digas Ruda, Rubén, Darío, Lobo, me siento más en confianza, y yo te llamaré como tú quieras. ¿Te parece?
Está bien Rubén. Hace tiempo que no me la mido. Y… Si quieres me puedes decir Ale, aunque Ruba me gusta y cachorro, mucho más.
Jajaja… Está bueno eso. Voy al maletero a buscar la cinta métrica. No te vayas.
Yo estaba muy excitado, con las hormonas a mil, además de la adrenalina que me producía estar desnudos en una carretera, por donde cualquiera podía pasar. Y aún a sabiendas de esto, mi erección se mantenía ahí, firme.
Papá llegó con la cinta métrica y me dijo:
A ver Ale, vamos a ver qué tan crecido estás… Apoyó el inicio de la cinta en mi pubis y extendió hasta la punta del glande. ¡19,5! Exclamó con los ojos abiertos como platos. Ufff… Lo que vas a hacer gozar cuanto culo y coño se te atraviese. Y el grosor es bastante respetable. Jajaja, eres mi cachorro, definitivamente. Dijo a la par que me abrazaba y me elevaba por encima de su cabeza, como si fuera un bebé. Después me colocó en el suelo y me dijo:
Ya no aguanto las ganas de mear, ¿vemos quién llega más lejos? A la de tres…
1…
2…
3!!!
Soltamos al mismo tiempo los chorros y llegaron casi a la misma distancia. Papá me dijo que sostuviera el extremo de la cinta y estiró sobre su marca. 2,45 metros, dijo. Luego sobre la mía. 2,39 metros… Pero pronto vas a alcanzarme y superar esa distancia mi Ale.
Mi Ale… Eso era música para mis oídos. Me estaba reclamando como suyo. Y me sentí tan a gusto que dejé que mi pecho se llenara de aire, al verme, hizo bailar sus pectorales, y me dio un ataque de risa.
Intenta hacerlo, dale. Contrae y relaja…
Cuando vi que me salió no lo creía, y volví a hacerlo.
¿Ves que no es difícil? Jajaja… Y ahora mira…
Hizo como una danza en su abdomen que me dejó perplejo era hipnótico ese movimiento, como si un bulto se moviera en descenso y ascenso por su abdomen.
Eso requiere más práctica mi Ale, pero vas a poder hacerlo. Vente, vamos a reanudar. Aún hace sol y quiero aprovechar de asolearme, ¿tú vas bien así?
Claro que sí.
¡Excelente!
Reanudamos la marcha y aminoró la velocidad para irme contando:
Cuando yo estaba pequeño, mientras tu abuela vivía, todos vivíamos en la hacienda y era una especie de dictadura militar.
¿Cómo así?
Todos usábamos la misma ropa, tipo uniforme, jeans marrones, camisa beige, botas marrones y sombrero marrón. Obreros y también la familia. Los de «la casa», usábamos un pañuelo rojo atado al cuello.
La hora de levantarse era con el primer canto del gallo, ahí teníamos 5 minutos para alistarnos, comer e iniciar faena. Si no era así, había consecuencias, como por ejemplo, estar por lo menos una hora bajo el sol, con los pantalones arremangados hasta las rodillas, arrodillados sobre unas piedras.
La hora de almorzar era cuando ella tocaba la campana y sólo si habíamos realizado completamente las tareas que asignaba. En caso contrario, no comíamos.
La hora de dormir era cuando el sol se comenzaba a ocultar, y ya había que estar bañados y vestidos con los pijamas, la cena se servía a las 17h00, y ya no había más comida hasta el día siguiente.
Así nos llevó a mis tres hermanos y a mi. Siempre bajo ese esquema. Nosotros siempre deseamos poder salir al mundo exterior, conocer lo que había más allá de la cerca de la hacienda, saber qué había en ese lugar al que siempre nos decían que no había nada que buscar y que sólo problemas podíamos encontrar. Lo que queríamos era alejarnos lo más posible de ella.
Nosotros, sus hijos, teníamos que aprender a leer, escribir, sacar cuentas mentalmente, incluso, multiplicar y dividir, no íbamos a la escuela, pero mamá se encarga de enseñarnos.
Cuando cumplí 7 años mamá falleció, dejando a mis hermanos Doménico Rubén, Doru, (9) Alejandro David, Alda, (8) Leonardo Alejandro, Leal, (6) a cargo de mi padre que en ese momento tenía 24 años. Cuando tu tío Doru nació papá tenía 17, mamá tenía 16, ella murió a los 23, por una caída desde un caballo.
Todos nos parecemos mucho a papá, en el físico y en la forma de ser y ver la vida, es más, papá, después de enviudar, fue quien nos fue mostrando que no había motivo alguno de vergüenza en la desnudez. Por lo tanto, al entrar a la casa, ya al final de faena, se hizo una costumbre andar desnudos todos.
Ahora entiendo eso… Le dije.
Mamá, tu abuela Amalia, era una mujer muy alta, le daba por el pómulo a papá y él mide 2 metros exactamente. Por eso es que no hay enanos en la familia… Jajaja…
Su cabello era color caoba, sus ojos eran de un azul verdoso que daba miedo verlos fijamente. Siempre usaba corsé, debajo de su uniforme.
Papá dice que ella hasta usaba esa «maldita armadura» hasta para dormir.
Tu abuelo anunció que habría cambios en la hacienda, en los hábitos y costumbres, ya que la dictadora había fallecido.
Ajustó las jornadas para que el personal saliera los viernes a sus casas, iba una maestra a darnos clases, y los exámenes los relacionaba en la escuela del pueblo.
Tu abuelo construyó una cancha de basket y ahí hacíamos lo que era «educación física». También los obreros jugaban al terminar la faena.
La maestra tenía una hija de mi edad, muy linda y muy inteligente, ella nos ayudaba con las tareas. Y los tres queríamos captar su atención.
Pero… ¿Ustedes andaban desnudos todo el tiempo?
Nooo… Sólo cuando se iba la maestra y cesaba el día de jornada. Pero los fines de semana sí.
Ok…
Papá nos comenzó a hablar de sexo, de la reproducción, de lo que podía hacer un hombre y una mujer, que no había que forzar las cosas, que había variables en el sexo, por ejemplo: Mujeres a las que sólo les gustan las mujeres en el sexo, hombres a los que sólo les gustan los hombres, a esos los definió como homosexuales, tanto a hombres como a mujeres. Nos dijo que estaban los heterosexuales, que sólo estaban con el sexo opuesto, y también los bisexuales, hombres y mujeres que disfruten tanto del sexo con el sexo opuesto, como el propio. En ese momento tu abuelo se sonrió.
¿Por qué?
Porque sabía lo que le íbamos a preguntar.
¿Y qué le preguntaron?
Jajaja… Le dijimos:
Papá… ¿Y cuál de esos eres tú?
Hijos, yo soy bisexual, al igual que su abuelo, y el abuelo de mi padre, y así hasta el primero de la historia familiar. No hay nada de malo en eso, lo que sí, es que deben ser cuidadosos, responsables y mantener un bajo perfil ante la sociedad, porque hay muchos que condenan esas prácticas.
Nosotros entendimos que era algo de lo que no se hablaba.
Cuando cumplí 8 años, la maestra tuvo que quedarse una noche en la hacienda estaba lloviendo demasiado y no parecía que fuese a escampar pronto, por lo que papá le habilitó el cuarto de huéspedes, para ella y su hija.
Cuando se hizo de noche, la hija dijo que si podía dormir con nosotros. Así como con sus primos. La madre dijo que sí.
Fuimos al cuarto, había luna llena, y pudimos ver dónde estaban las camas. Cada uno tenía su propia cama. Y ella eligió una, que resultó ser la mía.
¿Cómo hacemos? Preguntó. Yo no sabía que iba a quedarme y no tengo dormilona… Se me va a arrugar mucho el vestido…
Nosotros dormimos desnudos, dijo Leal.
Bueno, como cuando estoy donde mis primos… Jijiji… Dijo con picardía, se quitó todo y lo acomodó en una silla. Luego se metió a mi cama y cuando me di cuenta, me estaba agarrando la verga.
¿Qué haces? Le pregunté.
Shhh… No hagas ruido y deja que te ayude a dormir…
¿Y qué hiciste?
Nada… Ella hizo todo… Se bajó hasta mi verga y se la metió a la boca. Ufff me encantó esa sensación. Sentí muchas cosquillas, más cuando me retrajo el prepucio y sentí el glande rozando su paladar. Yo tomaba aire una y otra vez por la nariz, mientras ella se comía mis 14 centímetros que tenía en aquel entonces. Después de un rato haciéndome mi primera mamada, se acomodó de manera que su coño quedara a la altura de mi boca, papá ya había hablado con nosotros de posibles posiciones sexuales, pero no imaginé jamás que mi primer 69 sería con la hija de mi maestra… Jajaja…
Y… ¿Qué tal estuvo?
Ufff mi Ale, mira mi verga, como se me pone de recordar. Hasta lubrica sin parar. ¿Quieres un poco?
Jajaja… Pero… Jamás he mamado una verga Darío…
Jajaja… ¿Quieres intentar? Así sea la cabeza nada más… Ufff… Eso sería genial Ruba. Dale, deja que me detenga… Mierda cachorro. Mira como lubrico cabrón… Diosssss… Y tú también… Jajaja somos dos locos hijos de puta… Jajaja.
Papá se detuvo y nos pasamos al asiento trasero, él se acomodó acostado boca arriba, y me dijo que me acomodara con la cara hacia su verga. Así hice, luego me dijo:
Hijo mío, hoy vas a dar y recibir tu primera mamada. Espero que disfrutes plenamente. Y nada menos que conmigo, tu propio padre, quien te ama desde que te empezaste a formar en el vientre de tu madre y nunca dejará de hacerlo… Recuerda que los dientes lastiman, así que ten cuidado. No trates de tragar mucho, prometo no forzarte. Ve a tu ritmo mi amor.
Tomé su enorme verga con ambas manos y fui lamiendo su cabeza… Ufff… Lo escuché decir y poco a poco se metía la mía en su boca experta.
Yo, instintivamente fui moviendo mi cadera y él hacía lo mismo con su verga en mi boca.
Degusté su presemen y él el mío. Ambos gemiamos bajo el sol, de repente sentí que se sacaba mi verga de su boca y como la rozaba con su barba… Que sensación tan intensa… Sentía mucha electricidad en todo mi cuerpo. Después besó, lamió, chupó, y mordió suave mis bolas, yo hice lo mismo… Volví a sentir su boca comiendo mi verga… Y cómo iba toqueteando poco a poco mi culo.
¿Qué sentía? Nervios, excitación, quería todo, probar todo, hacer todo lo que papá me había contado del sexo, quería gritar su nombre como lo gritan sus amantes.
Hijo mío, vas excelente mi vida… Dale, come verga hijo mío, mierda, eres digno hijo de tu papá… Eres un mamón natural… Ahhh… Estoy que acabo mi amor… Ahhh…
En ese punto yo también estaba al borde del orgasmo… Y sin aviso, le llené la boca de leche, al igual que él a mi. Tragábamos con desesperación, una vez que limpiamos bien uno la verga del otro papá me alzó para ponerme cara a cara con él, me dio un beso aún con sabor a mi corrida…
Te amo hijo, te amo como no te imaginas, quiero ser todo tuyo y que todo tu seas mio. Quiero ser tu padre, novio, amante, cabrón, alcahuete, amigo, compañero de vida y aventuras, quiero que seamos pareja, ser felices ¿Tú me aceptas así?
¡Por supuesto que sí!
Uffff… ¡Así se habla campeón!
Mejor sigamos en la ruta, porque esta noche vas a perder tu virginidad como la perdí a mis 8 con Patricia Elena.
¿PATI? ¿LA TÍA PATI? LA.. LA… ¿LA ESPOSA DE DARU?
JAJAJA… Esa misma, ella me quitó mi virginidad, y ya ella se había comido unas cuantas vergas de sus primos… Por cierto amor, ¿cómo te pareció tu primer 69?
Aún lo estoy procesando… Jeje…
Acabaste bastante y muy rico cabrón… Me volvió loco tu leche.
Jajaja… No más que tú…
Bueno, bolas más grandes… Jajaja.
Pero… ¿Hablas en serio? ¿O es simplemente para joderme? ¿La tía Pati es la hija de la maestra? ¿De Doña Ana?
Jajaja… Esa misma. Veo que te da curiosidad. ¿Quieres que te siga contando?
¡CLARO QUE QUIERO!
Voy pues…
Esa noche que se quedaron en la hacienda, después de hacer mi primer 69 con Pati, ella me llenó la boca y la cara de unos jugos que me volvieron loco.
Yo aún no eyaculaba, pero sentí un hormigueo por todo el cuerpo. Luego papá me dijo que ese había sido mi primer orgasmo… Jajaja.
Pero bueno, la cosa es que ella era la que llevaba las riendas, y después de la comida de coño que le había dado se puso a mi lado y me dijo que me subiera encima de ella, con sus piernas abiertas, agarró mi verga y la fue dirigiendo hasta que entró toda en su vagina… Ufff… Fue una sensación indescriptible. Yo, el hermano del medio, estaba teniendo mi primera experiencia sexual… Ella abrazó mi cintura con sus piernas y me dijo que metiera y sacara con ganas. Cada embestida sentía mi verga más dura, como de hierro, y ella estaba más caliente por dentro.
Después cambiamos de posición y me dijo que me pusiera boca arriba. Con la verga apuntando al techo, que me iba a dar una sorpresa. La sorpresa fue que se sentó sobre mi verga y comenzó a subir y bajar, como galopando. Ahí volví a sentir el hormigueo, pero también sentí cómo mi verga se ponía gruesa y como corriente en mis bolas… Ahhhh… Ahí sí eyaculé, y no fue orina, porque era algo viscoso y amarillento. Mi primera corrida fue en el culito de Pati. Jajaja…
¡MIERDA! Eso fue intenso.
¿Te parece intenso? Espera, que aún no termino. Por cierto mi Ale… ¿Tienes hambre? Por acá cerca hay un pueblito donde podemos comer. Y no hay problema en andar con el torso al aire. Lo que sí, es que tenemos que ponernos los shorts.
Ehhh… Bueno… Pero… ¿Luego me sigues contando?
Jajaja… Por supuesto que sí. ¿Crees que te dejaría a medias?
Ok.
Papá se detuvo, nos pusimos los shorts y en 10 minutos ya estábamos en el pueblito donde íbamos a comer.
Pedimos una parrilla familiar, con guarapo de caña para beber. Mientras comíamos papá me dijo que ese local lo había construido la empresa para la que él trabaja y él había sido uno de los obreros. En eso se acerca una señora gorda, morena, con una expresión de alegría que no podía disimular.
¿RUBEEEN? ¿RUBÉN DARÍO? Dijo la señora mientras se acercaba a la mesa. Papá se puso de pie y fue a abrazarla.
¡Señora Elena! ¡Que gusto verla!
¡MARCOS! Gritó la señora. ¡VEN A VER LO QUE TRAJO EL GATO!
Llegó un señor muy parecido a la señora y dijo:
¡CARAMBA! Pero que grata sorpresa. Bienvenido muchacho. Hace mucho que no vienes.
Pues sí, desde que terminó la obra. Miren, él es mi hijo. Rubén Alejandro.
JAJAJA… igualito a ti… Dijo doña Elena. Mientras se limpiaba las manos en el delantal. ¿Vas donde tu papá?
Si, vamos a visitar, según que está enfermo.
Bueno, lo que hemos escuchado es que anda deprimido. Según, ha adelgazado, pero ya se alegrará cuando lleguen mañana.
¿Mañana? Dije yo.
Por supuesto. Dijo doña Elena. Hace tiempo que no lo vemos, y aún está su guitarra aquí… ¿Recuerdas cómo tocar Rubén?
¿GUITARRA?
Si, tu papá toca guitarra muy bien, dijo don Marcos.
Jajaja… Bueno, no hay problema. Pasamos la noche aquí y mañana seguimos.
¡Excelente! Les voy a acomodar el anexo para cuando vayan a dormir. Dijo don Marcos.
Los dejo para que coman mis amores. Dijo doña Elena. Y después le dijo a una muchacha:
A ellos no se te ocurra cobrarles, velos como si fueran familia.
Señora Elena, no hace falta. Dijo papá.
¡NADA! ¡YO INSISTO¡ Ay… Que emoción, por fin va a sonar la guitarra… Jajaja… Dijo doña Elena mientras volvía a la cocina.
Papá me vio muy callado y me dijo al oído:
No te aflijas mi Alex, que esta noche, va a ser tan especial que vas a gritar mi nombre a todo pulmón… Te lo aseguro.
¿En serio? ¿Y si se enteran?
Jajaja… ¿Crees que no saben?
El anexo queda a 300 metros de la casa. Era un depósito. Y las paredes las hice con aislamiento acústico. Así que no hay problema.
Está bien.
Terminamos de comer y papá buscó un par de camisetas para nosotros porque hacía algo de frío, ya empezaba a hacerse de noche. Nos fuimos a la casa, dejamos el auto frente al anexo y nos dimos un baño juntos.
Al entrar al anexo papá me fue mostrando todo lo que había hecho en ese anexo, yo lo veía moverse y cómo sus músculos se tensaban y se relajaban. Sólo verlo ya me estaba excitando. Cuando terminó de dar su demostración de construcción se quitó la camiseta y la olió.
Ufff… Huele a sudor de macho, dijo, mientras me la lanzaba a la cara. Yo la tomé entre mis manos y aspiré su olor, desde pequeño ese olor me vuelve loco.
Ruba…
Dime…
¿Qué te gusta de mi? Físicamente hablando. ¿Qué es lo que te excita más de mí cuerpo?
Pe… Pero… Q.. ¿Qué preguntas son esas?
Curiosidad… Dijo mientras se terminaba de quitar los zapatos y se quitaba el short para quedar completamente desnudo y comenzar a girar lentamente dándome una vista de 360° de su cuerpo. Incluso, se dobló hacia delante, dándome la espalda y separó sus nalgas dejando a mi vista su culo. No sabía qué hacer… Ni qué decir, como sin voluntad, me acerqué a ese agujero rosado coronado por una gran cantidad de vellos entre rubios y cobre, posé mis manos sobre sus nalgas y aspiré su aroma, era una cosa intoxicante, quería morder, lamer, no tenía idea de qué se estaba apoderando de mi, mi cabeza me decía que parara, que estaba mal, pero a la vez me decía que siguiera… No sé ni siquiera por qué, saqué mi lengua y lamí desde su perineo, hasta el mismo centro de su culo… Lo escuché gemir y seguí haciéndolo. Él se levantó y sus nalgas perfectas aprisionaron mi rostro.
Así hijo, cómeme el culo amor mío. Mi Ale, mi cachorro, mi vida… Ufff… Mete dos dedos amor…
Yo simplemente obedecí. Metí dos dedos y luego los fui sacando y metiendo nuevamente. Para mi asombro, se giró hacia mi, dejando mi brazo entre sus piernas y yo de una vez agarré su verga y comencé a mamar. Él me tomaba de la cabeza, yo seguía estimulando su ano, de pronto meto un tercer dedo y el gimió sonoramente. Seguía yo hurgando en su culo mientras que él iba dándome verga en la boca, ambos gimiendo, sin palabras, su cuerpo sudaba, el mío también. De pronto, cuando pensé que me llenaría la boca nuevamente de su leche, por los gemidos que hacía, simplemente, retiró su verga de mi boca, se giró nuevamente dándome la espalda y suavemente se «desconectó» de mi mano.
Al ver mi cara de ¿qué coños pasa aquí? Se arrodilló frente a mí y me dijo:
De aquí vas a salir mañana siendo ya un macho. Pero debemos bañarnos e ir a compartir con la familia de la señora Elena. Ahora es cuando queda tiempo para vivir nuestro amor mi vida. Te amo infinitamente mi Ale.
Yo también te amo papá.
Bueno, entonces ahora sí, vamos a ducharnos. Trajiste tu pera, ¿verdad?
Si, ¿y tú?
También, bueno amor. Vamos a bañarnos que aún queda noche.
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