AQUEL VERANO
Novena Parte .
AQUEL VERANO
Antes de continuar quiero agradecer la buena recepción que ha tenido esta historia, y los mensajes que me han hecho llegar por mi cuenta de Telegram: @eadepaceb, recuerden que esta situación no la he vivido yo, es una experiencia que me ha contado un amigo al que conozco desde hace años.
Su nombre es Rubén, y me pidió que contara su historia, con lujo de detalles, incluyendo los nombres, lo único que omitiré son los apellidos y la ubicación
NOVENA PARTE
Mientras nos bañamos y vestimos, Tomás revisó el agua, aceite, y encendió el motor del auto para que fuera calentando. Bueno, vestirnos es relativo, porque tanto papá, como yo, sólo llevábamos puestos nuestros shorts y zapatos deportivos. Sin nada debajo de los shorts. Como ya era costumbre en nosotros. Jajaja.
Al salir de la casa, Tomás le dijo a papá:
¿En serio? ¿Tanta demora para salir así?
¿Así cómo? Preguntó papá.
Prácticamente desnudos, le dijo Tomás riendo. Y desde aquí se ve que no están usando ropa interior.
Jajaja a nosotros solamente no, a ti también se te nota a leguas que tampoco llevas nada bajo el short. Y se te marca más obscena la verga… Jajaja.
Jajaja… ¿Qué culpa tengo de tenerla más gruesa y las bolas más grandes?
No, no, no he dicho nada de nada… Jajaja.
Yo estaba riendo ante la conversación de este par de locos… Jajaja.
Además, dijo papá, está haciendo un día precioso, el cielo está despejado, y no es que hace un calor agobiante. Pero si hiciera, ya estamos preparados, ¿verdad cachorro?
Jajaja… Así mismo. Le respondí a papá.
Tomás le arrojó a papá las llaves para que pasara seguro a la puerta, cuando estuvo esto listo Tomás le preguntó a papá:
Manejas tú o manejo yo?
No, que maneje Ale…
Y Ale… ¿Sabe manejar?
Realmente no, dije casi que en estado de shock.
¿Pero sí sabes usar una palanca, verdad mi amor? Dijo papá riendo y agarrando su verga dormida bajo el short mientras me guiñaba un ojo y se acariciaba los pectorales.
Jajaja eso sí sabe, hasta puede con dos, y la de él está muy buena… Jajaja. Dijo Tomás marcando también la suya por encima de la tela de su short.
Bueno… Ya que ustedes insisten, yo manejo. Pero me ayudan a sacarlo del garage.
Jajaja, ¿y de retroceso no sabes andar? Que poco has aprendido cabrón… Jajaja… Dijo papá doblándose de la risa.
Está bien, pero me indican. ¿Va?
¡Sí va! Dijeron los dos riendo. Ya Tomás había puesto todo lo que íbamos a llevar a la hacienda en el maletero del auto, abrieron el portón, salté dentro del auto y me dispuse a retroceder. Cambié a retro y poco a poco fui dejando que deslizara hasta que vi que medio auto estaba fuera. Ahí papá me dijo cómo debía girar el volante para quedar estacionado junto a la acera. Hice tal cual me dijo y después de cerrar el portón y colocar el candado, se subieron al auto, coloqué la primera y poco a poco fui echando a andar, papá me dijo:
Oye el motor hijo, lo llevas privado, dale más velocidad, poco a poco, y cuando suene nuevamente, le cambias a segunda.
Hice tal cual me indicó y fui conduciendo hasta que llegamos a La Fortaleza, donde lo íbamos a dejar.
Al llegar, papá bajó de un salto y llamó a la dueña:
¡SEÑORA MAGALY!
¡NO ESTÁ! Respondió una voz femenina.
¿CAROLINA?
¿QUIÉN PREGUNTA?
¡RUDA! ¡DÉJATE VER RATA DE ALCANTARILLA!
MÁS RATA… ¿RUBÉN DARÍO? Dijo la mujer asomándose detrás de la puerta de la oficina del garsge. Mi amoooor… Que bello estás… Derrochando físico como siempre… Jajaja. Pasa, vamos a tomarnos un ca… Ahhh… Hola Tomás… Y… ¿Quién es este mini tú Ruda?
Jajaja es mi hijo, Rubén Alejandro, hijo, saluda a tu tía Carolina.
Hola tía Carolina…
Jajaja igual que su padre a su edad. Y no me digas tía, que tu papá y yo somos primos. Mi papá y tu abuela eran hermanos, así que… Déjalo en Caro…
Ok. Caro…
¿Ves? No era nada del otro mundo… Jajaja… Tan bello… Y… ¿Qué hace… ESTO… con ustedes? Refiriéndose a Tomás. Y señalándolo con el dedo de arriba a abajo.
Voy con ellos donde papá…
Definitivamente, tú andas buscando que Leal te mate… Pero ese es tu propio funeral… Yo no me meto. ¿Todos toman café?
Sí, dijimos al unísono.
Que bueno… Ya les doy café.
Mientras tomábamos el café Carolina le dijo a papá:
Mira Ruda… Sé que desde que mi tía murió las cosas cambiaron en la hacienda, pero en el pueblo ya tildan a tu papá y tus hermanos de locos por como viven.
¿A qué te refieres? Preguntó papá.
Pues… Se ha llevado a dos de sus hijas a la hacienda, y las ha hecho sus mujeres, también han sido mujeres de tus hermanos, y se rumora que tanto del tío Aldo, como de los muchachos, han parido. Así que, no te extrañe lo que veas.
¿Qué cosas dices? ¿Qué hijas son esas?
¿Recuerdas a Emily, la hija de la señora Eugenia, y Beatriz la hija de la señora Marina? Tomás sí sabe a quiénes me refiero. ¿Verdad negro?
Sí, ellas fueron de los primeros «favores» que hizo papá. Más o menos contemporáneas con Doru. Dijo Tomás.
Ya sé quienes son, dijo papá. Pero… ¿Se las llevó a la hacienda? ¿Cómo? ¿Por qué?
¿Perturbador? ¡Sí! ¿Cierto? ¡También! ¿Hay algo que se pueda hacer? ¡No! El ¿cómo? Y el ¿por qué? Nadie lo sabe. Y a tu papá no es que la gente del pueblo le pida explicaciones porque temen que los deje sin casa y sin negocios, tu papá es dueño del 95% del pueblo. Lo único que se mantiene fuera de su poder es donde estamos, y la cuadra de caballos. Del resto, hasta la policía trabaja para él.
Pero… Carolina… ¿Tú estás segura de lo que dices?
Jajaja… ¿No me crees? No importa, ustedes van a estar allá, y se van a dar cuenta que no hay nada de mentira en todo lo que les digo.
Yo estaba asustado, no sabía qué hacer ni qué decir, me parecía que era mentira lo que oía, pero quería saber si era cierto o no.
Bueno, dijo papá, creo que ya hemos rodado mucho para devolvernos a la ciudad. Y si las cosas no son muy agradables para nosotros que digamos, tenemos la opción de la casa donde vive Tomás. De todas formas, hasta a pie nos podemos venir si Aldo se pone bruto.
Está bien, pero no me mencionen. Ya muchos problemas tengo yo con tu papá para que se le sume otro.
Está bien. Gracias por la información Carolina, de verdad que fue oportuna. Así sabemos el panorama que podemos encontrar.
Vayan con bien.
Nos despedimos de Carolina y nos fuimos al local de Don Alfonso, durante mucho rato ninguno hablaba, sino de lo imprescindible. Cada uno montó un caballo y nos fuimos rumbo a la hacienda. Cuando ya estábamos lejos del pueblo, papá le preguntó a Tomás:
¿Por qué no me dijiste nada de lo que contó Carolina?
Perdón, pero pensé que no me correspondía hacer comentarios al respecto, papá lo dejó bien claro, que su manera de hacer y vivir era su problema y nadie tenía cómo ni por qué meterse.
¿Te amenazó? Le preguntó papá.
¿Amenazarme? Jajaja. Papá no amenaza morocho mío, papá no deja vivo a quien se le enfrenta.
¡Mierda! ¿Hablas en serio?
Totalmente en serio, incluso, se dice que los que ha asesinado, los entierra en los pastizales y que el pasto que crece encima de los cadáveres, lo come el ganado. Y nadie reclama…
Ehhh… Y… Si… ¿Nos devolvemos? Pregunté asustado.
Jajaja… ¿Te asusté con eso? No vale, vamos a llegar, vamos a ver qué tal está la cosa ahí, y vamos a procurar pasar el mejor verano. Devolverse ya no está en los planes Ruba, así que… Mejor pon buena cara porque falta poco para llegar, estamos a 45 minutos o 30 a trote.
Hummm… Ok.
Papá hizo trotar a su caballo, Tomás también y yo comencé a ver cómo hacía. Jamás había estado yo solo en un caballo… Me acordé de los dibujos animados y le decía cosas como: «Arre, adelante, corre…», pero nada… En lo que le di con las riendas, comenzó a correr y casi me hace caer, cuando di cuenta ya iba a alcanzar a papá y Tomás, yo iba gritando como loco y papá me dijo que fuera halando poco a poco las riendas. Así hice y el demonio cuadrúpedo se calmó.
Ya se veía el portón de la hacienda, esperé por papá y Tomás. Que venían a todo galope.
Vamos con cuidado hijo, ya estamos cerca. Cinco minutos después, papá estaba abriendo el portón para que pudiéramos pasar. Ya los tres adentro, papá cerró nuevamente y seguimos en los caballos.
Los amarramos bajo un árbol grande que tenía una canal con agua. Nos apeamos y entramos a la casa. Ahí estaba el abuelo, sentado en la sala, desnudo, leyendo un libro. Él dijo sin despegar la vista:
Ya que estás ahí, tráeme un café, en la cocina hay.
No era mentira lo que decía papá, Papá Aldo siempre ha sido un hombre extremadamente atractivo, el cuerpo, la cara, los vellos, sus músculos, sus ojos, todo grita SEXO en él.
Yo estaba como ido ante la imagen de ese macho, que estaba sentado completamente desnudo, sin pudor alguno, en una poltrona que podía haber sido herencia de algún antepasado, leyendo La Metamorfosis, de Franz Kafka, usando unos lentes de media vista, con cada fibra de su cuerpo sudada por el calor intenso que hacía, desde donde estaba parado pude ver claramente su verga, larga, bastante gorda y venosa, reposando encima de sus grandes y peludas bolas. La cabeza escurría más allá de esas bolas descomunales. Ufffff… Sí, mi abuelo es un ejemplar único de hombre.
Yo estaba, como ya dije, alelado, detallando cada parte de la anatomía de Papá Aldo, sus piernas, musculosas y duras, las tremendas pantorrillas… Y unos pieeeeesss… ¡WOW! Para volverse loco lamiendo sin parar… Totalmente perfectos, cuando de pronto escucho:
¡No! Era la voz de mi padre. No te voy a dar café hasta que no te pares de ese mueble y vengas a saludarme Aldo.
Pendejo de mier… ¿Ruda? ¡RUDA HIJO! ¡QUE ALEGRÍA VERTE! ¡TOMMY! ¿Y eso que vinieron a verme? A ti no te conozco, ¿o sí?
Hola papá Aldo…
¡RUBA! ¡Hola mi amor, que grande estás! Dijo levantándose tras colocar cuidadosamente un marcalibros para no perder la página donde iba y quitarse los lentes de media vista.
Al erguirse, yo pensé que estaba en presencia del mismísimo Coloso de Rodas…
Ese macho enorme, de 1,98 metros de alto… Cabello rojizo, ya con algunas canas, ojos grandes y de un tono parecido al turquesa, con unas cejas gruesas, pestañas hasta más no poder, nariz larga, recta y perfilada, mandíbula cuadrada, escondida bajo una barba muy densa, desde donde salía una especie de «alfombra» de vellos que lo forra por completo, todos en tonos cobre, dorados y como achocolatados.
Pareciera que detrás de sus orejas nacen sus trapecios, los cuales dan luego paso a unos hombros enormes, que se transforman luego en unos bíceps capaces de intimidar hasta al más valiente; sus antebrazos macizos, super desarrollados, marcados de venas super brotadas, sus enormes pectorales, con unos pezones rosados que parecen decir «chúpanos, estrújanos, muérdenos, disfrútanos»; bajando hacia su abdomen… Ufffff… Una tabla de lavadero PERFECTA… El mejor eight pack que había visto hasta el momento. Y aún lo es… Jajaja. Definitivamente, el entrenamiento de hipertrofia, no es juego, es algo que viene de familia, pensé.
Esa cintura estrecha, que da inicio a unos muslos con músculos que dan la impresión de haber sido esculpidos con cincel.
Entre esos muslos se bamboleaba la verga más deliciosa y tentadora que he conocido hasta el momento. Un pedazo de carne de primera, larga hasta la mitad de sus muslos, unos 23 centímetros aproximadamente en reposo, gruesa, cabezona, venosa, sobre unas bolas que asemejaban dos limas metidas en una bolsa de carne… Ufffff… Demasiada provocación… Jajaja…
Luego de los muslos, sus piernas, con unas pantorrillas espectaculares, gruesas, duras, y los pies más perfectos que he visto jamás.
Jajaja… Gracias… Le dije tratando de no demostrar que me tenía muy excitado verlo y tenerlo cerca, más, cuando estaba viendo que no era mentira lo que papá decía. Ese hombre siempre ha sido extremadamente atractivo.
Papá… Dijo Tomás. ¿Dónde están los muchachos? De una manera tan natural como si no notara el cuerpazo que tenía en frente.
Todos, menos Doru, salieron, dijeron que vendrían mañana, incluso sus hermanas y todos los sobrinos y… Bueno, algunos nuevos hijos míos que son sus sobrinos también… Jajaja… Doru salió hace rato a poner las vacas a pastar. Capaz que regrese pronto… Jajaja…
¿Te refieres a los hijos que tuviste con Emily y Beatriz? Preguntó papá.
Sí, cada una de ellas me ha dado dos varones hermosos, ya tienen 8 años los dos mayores y 7 los dos menores… Jajaja… Y son tan sátiros como todos los hombres de la familia… Cómo les encanta dar y recibir verga… Jajaja…
Dijo Papá Aldo agarrando su verga que empezaba a ganar tamaño. Yo no podía despegar mis ojos de ese animal descomunal. Él se dio cuenta, porque mientras hablaba, me miraba como de reojo sin dejar de sobarse ese monstruo que poco a poco iba ganando tamaño y grosor. Yo iba pensando para mis adentros:
¿Será posible que ESO siga creciendo? ¿No le va a dar un derrame cerebral? ¿Cómo metió semejante cosa dentro del culo de mi papá?
Mientras, Papá Aldo seguía con su discurso… Si alguno de ustedes se siente incómodo con eso, pues… Tranquilamente se pueden ir… No hay problema.
Por mi, no hay problema papá, y a juzgar por la carpa de Ruba, y la de Tomás, tampoco.
Entonces, pueden quedarse, pero ya saben, aquí la norma es no usar nada de ropa, y ustedes tres están demasiado vestidos. Vamos a pasar todo el verano en familia, y hay mucho que debo contarles… Pero aún no, ya que ni siquiera nos hemos saludado como se debe.
Al decir eso, mi abuelo se acercó a mi a darme un abrazo, al sentir la piel de su cuerpo desnudo pegada al mío no pude evitar tener una erección. Bueno, en realidad ya llevaba rato así, jajaja, y sinceramente, no paraba de lubricar.
Él se dio cuenta y restregó su muslo contra mi verga. La cual agarró por encima de la tela e hizo un gesto como cuando algo te gusta mucho y no quieres disimular, su gran verga se restregaba contra mi abdomen, y la sentía como iba lubricando, él recorrió con sus manos mi espalda apretando mi cuerpo contra el suyo, llegó a mis nalgas y las apretó con fuerza, como si quisiera arrancarlas, luego, muy sensualmente, lamió mi cuello después mi oreja, y me dijo al oído:
Uffff… Pero que rico hueles cabrón… Mira como me pones la verga… Dale un saludo apropiado a tu Papá Aldo…
Poco a poco me fue poniendo de rodillas y cuando vi, no eran exageraciones, 26 centímetros y bastante gruesa. Más que la de Tomás, pero como había dicho papá, no tanto como la de él y Tomás juntas… Jajaja. Pero sí, tiene las bolas más grandes que he visto en mi vida, enormes…
Yo no pude hacer nada por resistir la orden de papá Aldo, su presencia, su olor, estar frente a él, a mi abuelo, me tenía como hipnotizado. Cuando estaba de rodillas agarré ese tremendo vergón que estaba duro y baboso y lo metí en mi boca. Uffff que delicia de verga…
Jajaja… Veo que lo has estado enseñando bien hijo, dijo Papá Aldo refiriéndose a mi papá.
En realidad ha sido un trabajo en equipo, jajaja… Dijo papá señalando a Tomás también, al tiempo que se quitaban la poca ropa que cargaban y se acercaban completamente desnudos a Papá Aldo y a mi.
Mi papá y mi tío Tomás se ubicaron cada uno a un lado de mi abuelo, quien no dejaba de besar y acariciar a sus hijos mientras yo le mamaba la verga a él e iba alternando con las de ellos.
Ufffff.. Mira nada más… Madre mía… Tan buen mamador y hambriento de verga como todos los machos de esta familia. Jajaja y las mujeres también. Dijo Papá Aldo. Después de un rato me levantó y me dijo que me desnudara, que quería verme completamente desnudo. Así hice.
Cuando estuve completamente desnudo Papá Aldo dijo:
Uffff… Se nota que tienes mi sangre… Eres una réplica exacta de tu padre… Hasta el mismo tamaño de verga que tenía él a tu edad… Que delicia… Decía mientras me la agarraba y comenzaba a darme una paja lenta, para luego inclinarse y comenzar a darme una mamada. Yo no podía creer que ese monumento de hombre estuviera de rodillas, en la sala de su casa, dándome una mamada de bienvenida.
Yo estaba alucinando en ese momento, cuando me doy cuenta, papá estaba comiendo el culo de Papá Aldo, y tío Tommy, se comía el mío… Ahhh… Dejé salir…
Deja que disfrute de tu culito mi niño, me dijo Papá Aldo. Quien mientras me mamaba la verga iba hurgando en mi culo al mismo tiempo que tío Tommy me lo lamía.
Es tuyo Papá Aldo… Puedes hacer lo que te dé la gana con él…
Shhh… Lo sé hijo, pero después que te coja ya no me digas Papá Aldo, simplemente Aldo… Salvo que quieras leche, ahí me dirás papito… ¿Estamos?
Sí Papá Aldo…
Ufff… ¿Será que este culito aguanta mi gran anaconda?
Aguantó la mía y la de Tomás juntas Aldo… Dijo papá.
Uuupaa… Tragón el nené… Jajaja… Vamos a ver que tanto soporta… Aquel macho de 43 años se ubicó detrás de mi, se agachó un poco y fue metiendo con cuidado su verga en mi culo, el cual estaba ya completamente dilatado y deseoso de ser llenado.
Ahhh… Como se traga mi verga ricoooo… Uffff… Se siente apretado ooohhh… Y calieeeenteeee… Ufff… Cabrón… Pero que culo tienes… Ahhh… Alguno de ustedes que me dé verga… Vente Ruda… Cógete a tu padre mientras me cojo a tu hijoooo… Ooohhh… Uuuufff… Así… Ahhh… Dame vergaaaa… Aaaaahhh…
Tío Tommy se puso de espaldas a mi y comenzó a meterse mi verga hasta que quedó completamente ensartado él solito.
Ufff mi príncipe, dale verga a tu tío Tommy, dame duro amooor… Ahhh… Asíiiii… Ufff… Aprieta mis pezooooneeeess… Aaaaahhh…
¿Sientes mi verga cómo te llena el culo Aldo? Le preguntó papá.
Sí, no imaginas cuánto he estado deseando que me cojas mi amooor… Uffff… Dame duro mi Ruda… Dame duroooo…
Yo sentía los pectorales y el abdomen de Aldo pegados a mi espalda, como me abrazaba y acariciaba, cómo jugaba con mis pezones y mis bolas, las cuales halaba hacia abajo, firmemente, como quien ordeña a una vaca, su lengua en mi cuello y mis orejas, sus bolas chocando contra mis nalgas a cada metida y sacada, su verga que salía completa de mi culo para volver a entrar de una sola vez esos 26 centímetros gruesos, cabezones, con venas brotadas por todos lados… Ufff…
En realidad, hasta ese momento, no había sentido lo que era ser cogido todavía, menos por un semental de pura cepa como Papá Aldo. Yo iba repitiendo sus movimientos con mi tío Tomás, cada embestida, cada caricia, cada mordisco.
Tomás no paraba de gemir, al igual que yo. Por mi parte, seguí imitando cada cosa que me hacía Papá Aldo, tal y como lo iba sintiendo en mi cuerpo, se lo hacía sentir a Tomás.
¿Quieres… Ahhhh… mi leche ufffff… hijo? Me preguntó Papá Aldo al oído, casi que en un susurro.
Si papi, quiero que me preñes…
¿Y tú Aldo? ¿Quieres que te deje el culo bien lleno de tus nietos?
Ufffff… Claro que sí… Ahhhh… Dame leche Ruda… Humm… Dámela… Ahhh…
Dame leche mi príncipe, dale tu leche a tu tío Tommy… Aaaahhh… Dámelaaaaa… Ufffff…
Papá le dijo a Papá Aldo:
Uffff cabrón… Ahí te vaaaaa… Aaaaaahhh… MIERDA ALDO, que manera de apretar maricón… Ufffff QUE RICOOOO NO JODAAAAA… Ahhhh… Aprieta más ese culazo cabrón… AAAAHHH…
HIJO DE PUTAAAA… ME ESTÁS PREÑANDO… NO PARES… AAAAHHH… Te lleno el culo mi niño, siente la leeeeecheee DE TU ABUELOOO ooooh… Ufffff…
Dame esa leche PAPIIII… UFFFFF MIERDA… ME CORRO TOMMY… UFFFFF… AHHH… ¡HIJUEPUTA! TOMA LECHEEE…
Dame LECHEEE… DÁMELA TODAAA… Gritaba Tomás sintiendo como iba llenando su culo de chocolate perfecto con mi leche.
Al acabar, Tomás aún no había acabado, y cambiamos de posiciones.
Tomás se cogía a mi papá, él me cogía a mi, y yo me cogía a Papá Aldo.
Yo sentía que estaba en una especie de sueño, cogiendo a mi propio abuelo, con la leche de mi padre, SU HIJO, dentro del culo. Sentía, no sé si eran vainas mías, pero sentía como si jugara con mis hermanos dentro del culo enorme duro y peludo de Papá Aldo.
Aldo… Tenía razón Ruda… Ahhhh… ¡QUE DELICIA DE CULO TIENES CABRÓN! Ufffff… ME ESTÁS EXPRIMENDO… AAAAHHH…
¡DALE VERGA MI ALE! ¡HAZME SENTIR ORGULLOSO! Decía mi papá a todo pulmón. Demuéstrale que eres su macho… Oooohhh… Mi amoooooor… Me tienes locoooo… Aaaaahh..
Ufffff moro… Me voy a vaciar en ti si sigues… Aaaaahh… Apretando aaaah.. Asíiii… Ahhhh…
Dame esa leche Tommy… Preña mi culoooo ooooh… Ufffff… Te voy a preñar amor mío… Oooohhh… Ufffff…
Dame tu leche mi reeeey… Y toma la mía Aldo… Ufffff…
DAME LECHEEE… DÁMELA PAPIIII… AHHHH QUE RICO ME COGEEESSS… ERES MI MACHOOOO… Decía Papá Aldo fuera de si.
JAJAJAJA… ¡CLAP! ¡CLAP! ¡CLAP! Sonaron tres palmadas como aplausos, los cuales captaron toda nuestra atención Pero que bonita escena familiar… Dijo un hombre que, por la estampa, y por andar desnudo casi por completo, parecía que era familia.
Casi dos metros de alto, aproximadamente 1,98, cabello, barba y vellos en un tono más oscuro que el nuestro, podría decir que achocolatado, cuerpo muy similar al de Papá Aldo, pero más joven, estaba completamente desnudo, salvo por unos zapatos deportivos que cargaba y una gorra de baseball colocada con la visera hacia atrás, dejando salir una melena que caía sobre sus grandes hombros.
Su piel se veía dorada, tal vez por trabajar bajo el sol completamente desnudo, no había líneas de bronceado visibles. Lo que lo hacía más atractivo aún.
Su verga se veía como si estuviera en reposo, pero era más gruesa, cabezona y brotada de venas que la de Papá Aldo cuando está dura, así como estaba, colgaba más abajo que la de mi abuelo, sobre unas bolas más gordas que las de Papá Aldo y llenas de pelos del mismo color achocolatado.
Su abdomen no se veía del todo plano, pero sí muy duro y marcado, sobre él descansaban dos enormes pectorales que hacían palidecer hasta los de Papá Aldo, y esos ya me parecían bestiales… Ufffff.
Sus brazos… Que brazos tan enormes, monstruosos, fuertes macizos, sin nada de grasa, al igual que sus muslos y pantorrillas.
Ese sujeto estaba como le daba la gana, literalmente era perfecto, sus ojos color aceituna, con una mirada que me recordó la de los toreros en plena faena. Y se movía como si fuera el dueño de la casa, con una seguridad que intimidaba y excitaba a la vez…
Ese hombre… Ya va Rubén Aiejandro, piensa rápido pendejo, ese tiene que ser Doru, pensé yo. No hay de otra… Pero ha cambiado mucho… Aunque aún no sabía lo mucho que había cambiado.
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