Aquellos días …
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi madre quedó abandonada cuando tenía 2 años, trabajaba de sirvienta puertas adentro en la casa de una señora que era su madrina de bautizo, tenía una tienda de abasto, el esposo de esta señora era agricultor, tenían tres hijos Marcelo de 25, Josefina de 22 y Oswaldo de 17, yo contaba con menos de 8 años cuando todo cambió en mi vida, jugaba con un amiguito vecino del barrio que se llamaba Ricardo tenía mi edad y también a veces con su hermano Ignacio de 15 años por aquel entonces
A veces me invitaban a la casa de ellos que quedaba al lado de la que trabajaba mi mamá, las ocasiones en que me quedaba sólo con Ignacio las aprovechábamos para hurgar en un cuarto de trastes viejos para sacar cualquier cosa e idearnos juegos, de esa forma Ignacio aprovechó tocándome el pene vestido por primera vez, me abrazaba parado de tal forma que nuestros penes vestidos se frotaban después me sujetaba de los hombros y de la cintura para hacerme acostar sobre los trastes de tela, sin decirme nada y con sonrisas se acostaba encima de mí diciéndome que era un jueguito que estábamos haciendo y que no se lo contara a nadie yo inocentemente le aceptaba ese jueguito de mover cinturas que me estaba gustando. Aquella tarde recién había almorzado llegado de la escuela cuando se presenta Ignacio para invitarme a jugar en su casa, mi mamá me dio permiso pero primero tenía que hacer la tarea, al llegar a su casa me di cuenta que Ignacio estaba solo, fuimos directo al cuarto de trastes a buscar objetos de madera, en lo que estaba de cuclillas me pasaba lenta y delicadamente la mano por mis nalgas, me metió la mano recorriendo con los dedos la rayita de mis nalgas, los movimientos seguidos que me hacía al principio me causaban extrañeza pero al rato me comenzó a gustar eso porque me metía los dedos, me levantó abrazándome por detrás sentía su aliento en mi oreja y en mi pelo, mi culo vestido sentía las embestida del pene vestido de Ignacio, yo me quedaba viendo el movimiento de nuestras cinturas y me decía que era el principio de nuestro jueguito, dijo que me acostara boca arriba y así lo hice, me subió la remera hasta mi pecho, le vi su cara llena de deseo, sus manos recorrían mi cadera, vi que me puso hasta los tobillos la pantaloneta deportiva que llevaba puesta, después hizo lo mismo con mi calzoncillo bikini, mi pene quedó al descubierto, me dio vergüenza porque era la primera vez que una persona que no era mi mamá me veía mi pene, lo cubrí con mis manos, pero Ignacio me las apartó diciéndome que lo dejara ver, se puso a juguetear mi pene con los dedos lo sobaba tan delicadamente que se me hacía delicioso noté por primera vez que mi pene se me ponía tieso no dejaba de mirarlo, después me dijo que mirara el suyo, se quitó la pantaloneta que llevaba puesta y su calzoncillo bikini ya de por si él tenía un pene grueso que se lo sobaba con las manos, apartó mis manos de mi pene acercándose con el suyo haciendo que los dos penes se frotaran
Al principio sus movimientos eran lentos pero a medida que el tiempo transcurría se hacían rápidos, escuchaba que gemía y jadeaba de gusto, me decía que culiara sujetándome de las caderas, me sorprendió que gemía tanto y después se detuvo, vi que su pene estaba encima del mío y lanzaba semen como chisguete que llegaba a mi estómago cerca de mis costillas, otro poco quedó sobre mi pene, se levantó apretando su pene saliéndole unas gotitas de semen sobrante, no nos dijimos nada, se limitó a limpiarme con papel higiénico, nos subimos la ropa y nos quedamos sentados por un ratito con la mirada al piso un tanto pensativos, me preguntó si me había gustado, yo no sabía qué responderle, me pidió que no le contara esto a nadie, al rato me volvió a abrazar por detrás haciéndome menear mi culo y cadera contra su pene vestido, me acostó boca abajo sobre los trastes, vi que me sacaba la pantaloneta, ese pene húmedo de semen rozaba por el ojete de mi culo, me lo metió suave, sentí dolor, le pedí que me dejara porque me dolía, me puso de perfil sobándome el pene en mi culo, sus manos masturbaban mi pene, lo sentí delicioso y me dejé hacerlo, creo que se cansó porque me soltó se vistió y me ordenó que también me vistiera. No fue esa la única vez que lo hicimos, de ella vinieron muchas más siempre calladito de los demás, ya sabíamos que cuando el uno abrazaba al otro por detrás frotando las caderas era señal de culeo y buscábamos un lugar para estar solos aunque a veces nos quedábamos con el deseo porque no encontrábamos un lugar solitario ya que había mucha gente. En casa estaba haciendo los deberes con Ricardo casi habíamos terminado cuando llega Ignacio, vi que mi mamá estaba ocupada en la entrada de la casa baldeando, calladito de su hermano, Ignacio me toma de la espalda en señal de culeo, con señas me indica irnos a mi cuarto para culiarnos, Ricardo se quedó escribiendo lo que restaba de la tarea, corrimos allá, nos bajamos las pantalonetas y calzoncillos bikinis a los tobillos, me tumbé boca abajo en mi cama, Ignacio se acuesta sobre mi cuerpo poniendo su pene a sobar y a sobar toda mi espalda y mi culo, estábamos con sus movimientos rápidos cuando de pronto por una hendija de la ventana vimos unos ojos que nos miraban y lanzaba una risa mostrando los dientes con una lengua salida en forma de mofa, era Oswaldo, al verlo
Nos subimos la ropa rápidamente en forma desordenada, tocó la puerta y le abrí cabizbajo, seguía riéndose, Ignacio salió apresuradamente del cuarto sin decir palabra con mirada al piso sonrojado de lo que me había hecho, Oswaldo me miraba fijamente sin dejar de reírse, no me dijo nada y salió del cuarto, me quedé sentado en la cama con mis dedos entrelazados con mirada al piso lleno de temor y vergüenza, Oswaldo desde ese día me miraba diferente, sobre todo me daba cuenta que su mirada era hacia mis partes íntimas, le tenía vergüenza, pero con el tiempo esa vergüenza se iba desapareciendo pues me colmaba de regalos y cosas así, estaba preparando el terreno ya que entrado en confianza me pasaba delicadamente las manos por mi pene o por mi culito vestido, yo me dejaba nomás, por temor o vergüenza que dijera algo a los de la casa, en una ocasión que nos quedamos solos Oswaldo aprovechó en llevarme a su cuarto, nos encerramos, me sentó en la cama, se quitó el bóxer que tenía puesto me mostró su pene más grande que el de Ignacio, me lo acercó a mis labios yo le hice un ademán de quite me tomó de la cabeza y me lo restregó por las mejillas y por los labios, me acostó sobre el colchón, vi que me sacaba la pantaloneta y el calzoncillo bikini, se puso a juguetear con mi pene, me decía que lo tenia precioso que me lo iba a culiar, me dejé, me dio la vuelta me besaba la espalda, su aliento y su saliva quedaba pegado en mi piel que se hacía de gallina, fue la primera vez que sentí ese tronco de pene peludo en mi cuerpo lampiño, reconozco que pese a ser la primera vez me trató con ternura delicada, también recibí mi primer beso de él, me acariciaba mis piernitas y me decía cositas en el oído, el pene me lo pasaba repetidas veces a través de mi nalga, al ratito sentí correr por mi espalda y por mis nalgas su semen, yo me limpié y en lo que me subía la ropa sentía recelo de aquella primera vez que le pertenecí, siguieron muchas más, a escondidas cuando estábamos solos, poco a poco le consentía todo hasta llegué a mamarle por poco rato su pene, Ignacio y Oswaldo se convirtieron en generadores de mi deseo sexual, cuando casi cumplía los 10 años ya culiaba con muchos chicos de la escuela en el patio de maleza o en el baño, todo en secreto, mi identidad sexual crecía, una mañana de domingo me quedé dormido en mi cama, al rato se acerca Oswaldo que se mete con sigilo en mi cama y me abraza por detrás poniendo su bulto sobre mi culito, sólo llevaba puesto su bóxer delatando su pene bien abultado, me dijo que solo los dos estábamos en casa, Oswaldo olía a trago de la farra que tuvo el día anterior con sus amigos, me daba besos repetidos en mi oreja y pelo, pasó por mis brazos y me besó los labios apasionadamente como solo él lo podía hacer, me puso boca abajo, mi cara quedó entre las almohadas puso una sobre mi vientre, abrió mi culo con los dedos y me metió despacito el pene, cada vez entraba más, lo sacó, se lo ensalivó lo mismo hizo con mi culo, me lo metió de nuevo, cada vez era más fuerte el dolor que sentía por su penetrada, Oswaldo estaba decido a romperme el culo, pese a mis súplicas no se detenía, yo gemía y después gritaba del dolor, me salían lagrimas y balbuceos con súplicas que no le importaban a Oswaldo, ese día su ternura se convirtió en otra cosa, fue muy doloroso lo que me hizo, cada vez que me acuerdo como ahora me hago latir mi culo en recuerdo de mi esfínter roto por el pene de Oswaldo, los movimientos de mete y saca se tornaron rápidos, se me hacía eterno eso, hasta que se quedó quietito sentí que me salía el semen por el culo, me lo sacó el pene despacio, fui al baño con deseos de orinar y cagar, fue mi sorpresa ver que sólo salía la baba del semen con algo de sangre, acompañado de un fuerte dolor, Oswaldo se puso el bóxer y salió del cuarto, yo me acosté con dolor en la cama, tenía mis piernas unidas de perfil, pasé allí toda la mañana, a cada ratito iba al baño y me salía sangre fui a buscar a Oswaldo para que me diera algo y me puso una crema que en algo me paró la hemorragia, lo veía preocupado nervioso por la situación, a cada momento me repetía que no dijera nada, el dolor me siguió todo el día y a la mañana siguiente le dije a mamá que no deseaba ir a la escuela, sin darme cuenta había dejado una mancha de sangre pequeña en la sábana que la vio mi mamá, mi cuerpo se me heló de la impresión más cuando vio mi calzoncillo bikini con manchas de sangre, tenía algo de fiebre, me llevó al doctor allí se comprobó que me habían violado, pero en esencia no era así porque me había gustado al principio el culeo de Oswaldo, sin embargo traté de callar pero ante tanta insistencia de mi mamá con amenazarme a golpes le dije delante del doctor que había sido Oswaldo. Como una fiera mi mamá fue a reclamarle cayéndole a golpes a Oswaldo, se formó un escándalo y en horas salimos de la casa, por ser pobre, mi madre no hizo la denuncia de juicio en parte por consideración a su madrina que le suplicó que no lo hiciera y porque en realidad ella había sido muy buena con nosotros, también no lo hizo por miedo a que todos sepan que yo era un niño violado en el barrio donde vivíamos siendo comidilla de la gente, pero esa misma noche llegamos al pueblo donde mi madre había nacido y donde mi padre nos había abandonado, a los pocos meses se empleó de doméstica puertas afuera, me daba mayor atención, pero yo ya tenía definida mi inclinación sexual, le oculté ese deseo homosexual que ya me había hecho nacer Ignacio y Oswaldo, su atención hacia mi disminuyó cuando se hizo de compromiso y tuvo una parejita de hijos, me gustaba estar a solas con mis amiguitos de la localidad para enseñarles a culiar y en otros casos incrementar esa pasión por chicos de mi mismo sexo, aunque ahora ella conoce mi personalidad y ya se ha resignado, a ellos no los he vuelto a ver hasta ahora.
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