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Gays, Infidelidad

Arroz con leche III

Chai recibe el pene de Owen mientras su esposa trabaja..
Recuerden darme una calificación y un comentario!

 

Arroz con leche III

Dao prepara un Tom Yum a la perfección, se siente orgullosa de sus habilidades culinarias, el chef la halaga constantemente por su destreza animandola a seguir mejorando.

No es una mujer que resalta por su hermosura, es una belleza tailandesa promedio con un cuerpo esbelto, aunque su trasero, redondo, parado y firme compite con el de Chai o cualquier mujer canadiense, pudiendo opacar a muchas mujeres.

Sonríe pensando en su “sexy” esposo, “debería preparar tom yum para nosotros en mi siguiente descanso, el marisco le dará energía sexual”. Su vida sexual se volvió más intensa de forma súbita.

Siguen haciendo el amor, pero desde hace 1 semana Chai la toma con energía apasionada, los orgasmos siguen siendo iguales, pero ha despertado con moretones en los lugares donde la sujeta y su vulva irritada por tanta fricción.

El pene de 11 centímetros de largo es suficiente para ella, ama a su esposo y hace el amor con él sin protección esperando engendrar un hijo que los ayude a conseguir la ciudadanía canadiense.

Sigue cocinando platillos gourmet de la cocina tailandesa Ignorante de lo que se avecina en un futuro no muy lejano.

Hace unos instantes Anang sentía el poderoso pene de su hombre punzar haciendo erupción en su intestino grueso regando con semen la flora intestinal por primera vez.

Tibios impactos asedian su interior, a pesar de que no puede verla, intuye que es la descarga de semen más grande que haya sabido, 5 descargas bestiales de caliente fluido masculino bautizaron su interior dejándole más lleno que nunca.

Pudo sentir el pene palpitar con cada escupida, el calor duró algunos segundos y se enfrió intercambiando temperatura con el calor de su cuerpo. Owen mantiene su hombría erecta y enterrada, mueve su cuerpo empujando milímetros de pene ocultos por la pequeña capa de grasa pélvica, besa el cuello y orejas de Anang, escucharla gemir delató sus partes erógenas explotandolas hasta el hartazgo.

Chai tomó el control del cuerpo un breve instante, empuja curioso sus nalgas hacía atras para sentir la verga clavada en su interior, sonríe sorprendido por la diferencia de virilidad que hay entre ellos dos, el trabajo en la construcción y la genética natural de su constitución física lo dota de una gran fuerza y resistencia.

Leñador con hacha, motosierra, construcción ligera y pesada, adiestrado en el uso de maquinaría pesada, granjero, el macho en cuestión es una máquina de trabajo excepcional con un hambre y energía sexual que cuadriplica la del pequeño, frágil y delicado hombre asiático que ha dedicado su vida a la cocina.

Sin despegarse, como perros abotonados, hombre y sissy comparten sus impresiones sobre la experiencia, Owen escucha atento a su hembra, besos por aquí, caricias por allá. Chai, envuelto en amor masculino le cuenta su vida, como todos esos años se había sentido prisionero, encerrado en un rol que no le correspondía.

Entusiasmado habla sobre el miedo que sintió previo a la penetración, las descargas eléctricas que recorrían su espina vertebral liberando neurotransmisores que su cuerpo interpretó como un placer nuevo, prohibido, un placer que lo emancipó de su rol masculino, al menos mientras estén en la privacidad de esas cuatro paredes.

Describe con lujo de detalle como su ano se dilató durante la penetración, juraba que sentía su hombría abandonar su cuerpo milímetro a milímetro, Owen puso mucha atención, interesado en la parte de la historia donde Chai pasaba a dormir y Anang despertaba desde el interior de su cuerpo, empujada por el enorme pene de Owen desde su ano hasta el exterior de su piel.

“Sentía tu pene presionarla para salir cada vez que pasaba haciendo presión en mi próstata, se apoderaba de mi piel, corazón, juicio, finalmente se atascó en un nudo en mi garganta, uno que deshiciste con cada entrada y salida en todo el esplendor de tu hermoso pene, la sentí salir en un grito liberador, Anang nació gracias a ti, murió cuando me llenaste de semen, pero me siento preñado, ella crece en mi interior y necesitará mucho amor y leche para que se forme completa”.

Para Owen, un hombre acostumbrado al ligue y coqueteo gay, las palabras de Chai eran poesía, una muy guarra, pero poesía pura, cargada de metáforas, una invitación formal a seguir tomando el estrecho ano de Chai hasta que deje su hombría atrás por completo y se transforme en la mujercita que siempre estuvo destinado a ser.

Chai fue alzada como si fuera una pequeña muñeco de trapo, gimiendo como señorita se aferró al cuello de Owen con sus femeninas manos de cocinero, la montaña de músculos y testosterona llevó en volandas a su pequeña mujer hasta el baño sin sacarle el pene, subía y bajaba a propósito el cuerpo que cargaba en calidad de bulto penetrando una y otra vez batiendo su semen con algo de heces residuales.

Pequeño Chai dejó de existir dando paso a Anang, sentada de espaldas a su hombre se balancea dando placer mutuo, su versión masculina nunca pudo tener dos coitos en tan poco tiempo, siempre necesito por lo menos 40 minutos para retomar la actividad sexual.

Como mujer, mejor dicho, como sissy, su energía era superior, el agua revoloteaba a su alrededor mojando sus cuerpos, acostada sobre su macho, usando las piernas de él como punto de apoyo, aferrada a los bordes de la tina una hermosa sissy asiática disfruta la verga de su macho siguiendo las instrucciones que le dieron.

Owen castiga los pezones, orejas y cuello con sus dedos, asedia los pezones esporádicamente, gemidos se mezclan con el sonido del agua “splash, splash, splash”, nunca había conseguido hasta ahora este desempeño sexual, 8 minutos seguidos de penetración llevando su resistencia y flexibilidad a límites que no sabía podía sobrepasar.

Bendito sea el lubricante con sus efectos desensibilizantes, Anang ya no sufre, el dolor inicial quedó muy atrás abriendo las puertas de un placer inmensurable.

“Soy… aaah… t… hmmm… tu… oooh… put… siii… putiiiita… paaaahpi” berreaba Anang cuando alcanzó su primer orgasmo sin tocarse, copiosos chorros de semen fueron expelidos de su pequeño pene con una potencia descomunal nunca vista.

3 pesados chorros alcanzaron su rostro, cuello y pecho gracias a la posición, extasiada reposa su delicado cuerpo masculino sobre el poderoso cuerpo de Owen quién mantiene su firme erección clavada hasta el fondo.

Por primera vez en su vida Anag/Chai sonríe con plenitud, ninguno de los orgasmos que tuvo con Dao se acerca remotamente al placer que le da ser la mujer, la cantidad de esperma, el número de choros, la potencia, la intensidad, las contracciones, ser mujer le da más placer que ser hombre, se siente en su derecho de manifestar este lado femenino que siempre estuvo ahí, latente, a la espera de un verdadero hombre que la sometiera y le forzase a salir de su sueño.

Dao sigue cocinando platillos de la cocina tailandesa con una pericia que pocos chef alcanzan, Owen somete a su esposo que gime descontrolado a cuatro las embestidas. El semen anteriormente depositado es usado como cremoso lubricante, la habitación apesta a sexo, a semen de macho cabrio capaz de preñar a cualquier hembra u hombre que se lo pida.

Sutiles gemidos se escapan de la boca de Anang que muerde la almohada aferrada a las sabanas con fuerza, boca abajo arquea la cintura hacia arriba ofreciendo acceso libre y profundo a Owen, el macho cabrío que no desaprovecha la oportunidad para dar hondas estocadas arrebatadas dilatando hasta lo más profundo el intestino que cede totalmente doblegado a la poderosa verga.

Para Owen esto es un sueño cumplido, tener a su propio sissy asiático a su disposición, su cabeza maquila la forma de separarlo de su esposa y proceder en su plan para feminizarlo por completo.

Gritando como hombre fuera de sí Owen dispara la segunda carga de semen en su pequeña muñequita, deja caer todo su cuerpo aplastado su presa sacándole el aire como boa constrictora, Anang puede sentir el miembro de Owen tan adentro de su que casi puede saborear el semen en su boca.

Los gemidos de hombre se diferencian por ser graves exhalaciones, los gemidos de Owen retumban en los oídos de Chai quien nunca ha gemido así, los suyos son más parecidos a los de Dao, por eso nunca gime cuando hace el amor.

Anang siente vergüenza, se vino por segunda vez sin tocarse, mojó la cama de Owen con su femenino y débil esperma. Sabe que su semilla es débil porque no ha logrado preñar a Dao, hacen el amor con regularidad sobre todo en sus días fértiles y no lo consigue.

Su prioridad es ahorrar para tratamientos de fertilidad, pero en ese momento, con el culo roto y relleno de grueso pene blanco, barnizado con la crema resultante de batir semen, saturado con semen fresco, la segunda venida de Owen es incluso más abundante que la primera venida suya.

Cuando el macho dominante se retira del interior de la pequeña sissy Anang el pequeño culito es ahora un hermoso boquete, Anang se está recuperando, este segundo orgasmo fue más intenso, Owen metía y sacaba con violencia ese majestuoso pedazo de verga desde la punta hasta el fondo, sostener su cadera arqueada sin ceder a las embestidas significó un esfuerzo para el cual su cuerpo no está correctamente entrenado.

Owen sabe bien qué hacer, recorre el cuerpo de Anang con sus firmes manos afianzando su control sobre ella, es un masaje firme que estremece a la pequeña Sissy, particularmente cuando estruja sus nalgas o aprieta sus vacíos e inútiles testículos.

En la intimidad del departamento, sin la presencia de Dao, Chai gime libre como mujer, sobre todo cuando sus dedos pasan por su dilatado y muy sensible ano o cuando mete alguno de sus dedos para palpar la próstata. Dejando a un lado su placer, Owen se enfoca en ordeñar su nuevo juguete.

A cuatro con las piernas bien apretadas capturando sus testículos y pene, así disfruta los placeres de la ordeñada manual. Owen nunca ha probado un pene en su vida, él es el macho, no obstante, sabe como consentir con sus manos.

Sin tocar los testículos o pene Owen se enfoca en el pirineo y próstata, ya no es el sexo intenso, es su primera recompensa al ser tan buena nena al someterse a su macho siguiendo cada una de sus instrucciones sin rechistar, una pequeña probada del placer que puede recibir todos los días si decide aceptar a este hombre como su macho y ella se mete en su rol de sissy.

El pequeñito pene de Chai babea cantidades ridículas de preseminal, un placer similar a cuando Dao le da sexo oral pero sin tocar su pene. Owen seduce a su mujer diciéndole cosas bonitas, lo abundante de sus líquidos, lo apretado de su culito, lo hermoso de sus glúteos, lo suave de su perineo, lo femenino de sus dulces gemidos.

Asediando hasta el colmo de parecer Owen continuó con el masaje y lengua suave que contrasta con su gruesa voz, roncos susurros cargados de erotismo llevan a Anang al borde del orgasmo.

Gimiendo como mujercita la recién descubierta hembra libera la tercera cargada de la tarde, nunca se había venido con tanta abundancia en su vida, nunca había tenido más de dos eyaculaciones, de hecho, muy pocas veces pudo tener 2 orgasmos seguidos.

Chai encontró su lugar en el mundo como la putita de Owen bautizada como Anang, el firme apretón de pelotas la hizo pujar como hembrita, la sonora y fuerte nalgada que retumbó en la habitación le hizo gemir de dolor, ya no hay marcha atrás, aún ama a Dao, pero no quiere ser Chai, no le satisface, el nació para ser Anang, una ella.

En esa pose Owen bombeo el ano unos minutos para revolver el interior y humectar su verga, es hora de que Anang chupe, mame, bese, lama y muerda hasta que Owen descargue en su boca.

Sesenta y nueve frontal, el tamaño y dimensiones de la pareja lo hace un poco complicado, pero la fuerza de Owen compensa todo.

Anang se come la verga en estado morcillón, poco a poco va despertando el gigante forzando a la pequeña sissy asiática a abrir su boca más allá de sus límites naturales, glug, glup, surlp, aaaah, hmmm, ghag, encuentra interesante la mezcla de sabores, el semen deja una capa pegajosa en toda su boca complicando la labor de limpieza.

Eso no detiene a Anang, al contrario doblega sus esfuerzos degustando por primera vez el sabor de su ano, “Qué delicia” piensa la sissy mamando una verga que es más grande y gruesa que la suya y la de su padre juntas. En ese momento en que pensó en su padre Chai descubrió que ya no tiene vergüenza por quién es, aún queda el tema de Dao, pero es algo que solucionará sobre la marcha.

Owen se deleita con tan exquisito cántico, disfruta de la boquita de Anang. En esa pose estruja las nalgas, invade el irritado orificio con su imponente dedo medio, grueso, rasposo, se maravilla al notar que puede introducirlo sin tocar los bordes.

Juega con los residuos de semen y lubricante masajeando con esa destreza que te da la experiencia, Anang disfruta, su pene escurre preseminal, ya no tiene semen o fuerza para expeler pero su glándula sigue secretando cantidades ridículas de cristalina baba.

Tienen mucho tiempo, pero Owen tiene planes, una mano la usa para estimular a su sissy, la Otra la usa para guiar la mamada, Anang llora con el esfuerzo de meterse más de la mitad de la verga en la boca, el reflejo de vómito contrae la amígdala, una pierna se enreda en su cabeza impidiendo que se retire.

En esa pose Owen mueve su cadera follando la boca y garganta, abundante saliva lubrica el poderoso miembro viril, no es como la mamada del callejón, Anang siente como se la están cojiendo por la boca, desesperada lucha contra la violación pero no hay mucho que pueda hacer, le cuesta trabajo respirar, los espasmos previos al vómito saturan su garganta, está perdiendo la batalla, piensa en la resignación y dejar a Owen hacer, pero su cuerpo lucha en reflejo por la falta de aire.

La primera descarga de vómito empapó la cama, agua, lo único que su estómago tiene en su interior.

Para Owen esto es parte de medir la resistencia de su sissy, se la mamo en la vía pública, se tomó el semen en su primera mamada, aceptó venir a su departamento sin conocerlo del todo, se dejó cojer por el culo en la 2da cita entregando su virginidad, aceptó ser usado como contenedor de semen, permitió que le metieran el dedo por el ano a pesar de tenerlo magullado, aprobó ser violado por la boca con un pene de grandes proporciones y como cereza en el pastel, Owen pretende enviarlo a su esposa con su sabor.

La pareja gay se vuelve a dar un baño, esta vez en la regadera con agua tibia, Anang mamá la verga de Owen con empeño, con una devoción que Dao nunca había mostrado por él. Es buena, sabe mamar verga, combina sus manos aplicando un masaje de pene tailandés que memorizo de un libro de sus padres.

Owen está cerca de acabar, guía la cabeza de la sissy acelerando el ritmo, le advierte que no se puede tomar una sola gota, debe mantener la semilla en su boquita pues tiene un plan, un regalo para su esposa.

Está vez no hubo una cantidad ridícula de semen, suficiente para preñar a una mujer fértil, pero nada escandaloso.

Owen le pide que juegue el esperma en su boca, con la lengua moja encías, dientes, paladar, lengua, la poca que queda la escupió en un vasito.

“Eres una niña muy obediente y complaciente” dijo Owen antes de orinar en el rostro de Chai que tenía los ojos cerrados y la boca abierta por la sorpresa aunque la cerró por instinto cuando el grueso chorro de orina amenazó con entrar.

Cabello, cara, pecho, extremidades, genitales, todo fue empapado con la orina de Owen, incluso lo hizo ponerse de espaldas y orinó dentro de su recto.

Para ese punto Chai amaba ser usado y humillado, Owen le dió instrucciones, la dejó en posición fetal en su baño respirando el aroma de la orina, el sabor del semen en su boca y residuos de semen escurriendo de su ano.

Owen estaba limpio, se vistió y salió del departamento a la entrada principal, debía esperar algunos 20 minutos pero no le importaba, había levantado una orden en el restaurante de Dao para ser entregada en su domicilio un día antes, las instrucciones adicionales eran que Dao debía preparar la comida.

Todo ese tiempo Chai aguardó en el baño incapaz de moverse, decidido a complacer a su hombre esperó paciente hasta que regresó con comida, le ordenó lavarse y seguirlo a la cocina “pero no te enjuagues la boca”.

Chai mama con desesperación la verga de Owen, la encomienda es simple, al Pad Thai le falta el gravy especial, modestos chorros de semen bañan el platillo.

Desnudos disfrutan los alimentos, Owen le pregunta a qué sabe la comida con el sabor de su verga y semen, Chai responde con una sonrisa “deliciosa”, mientras charlan como dos buenos amigos Owen le dice que Dao fue quién preparó la comida, Chai sonríe diciendo que por eso el sabor le parecía familiar.

Les quedan un par de horas, los caballeros se visten y disfrutan la última parte del juego de Hockey, Owen le explica las reglas, Chai observa entretenido con el violento juego.

Satisfechos de intimidad pero no de morbo Owen le plantea sus planes a futuro, cinturón de castidad cada vez más pequeño hasta usar uno plano o un fufu, algo de hormonas para resaltar sus atributos femeninos, implantes de seno, piercings, vestirse de mujer, deshacerse de su esposa o en su defecto, someterla.

Chai sintió un escalofrío recorrer su espina vertebral, de pronto se imaginó a su hermosa esposa siendo poseída por Owen, los labios vaginales estirados al máximo para recibir la monumental verga, incluso imaginó a su macho tomando la virginidad anal de su esposa, imagino poder ser libre a lado de su mejor amiga, fantaseo con ella aceptando el nuevo rol, uno dónde las dos se esforzarán todos los días para satisfacer a su nuevo dueño.

Al finalizar la tarde Chai aceptó todo menos deshacerse de Dao, pidió tiempo antes de usar hormonas o los implantes, aceptó usar un cinturón de castidad y vestirse como mujer en presencia de Owen.

Complacido, Owen le pidió sacar su pene el cuál cubrió con una capa de semen, el resto se lo dió a beber asegurándose que su boca oliese a comida tailandesa y semen, al final lo acompañó hasta una florería donde compró flores e inició con su doble jugada.

“Estás flores son para tí, se las vas a dar a tu esposa diciendo que son de tu parte, cuando las veas en tu casa sabrás que eres mía”.

Chai camina con un malestar en su ano, demasiado placer, demasiado tiempo, demasiado grande, su esfínter hace rato que se cerró, pero la sensación de tener una enorme verga metida no desaparece.

Dao salió del trabajo y se encontró con su esposo y un ramo de flores. Chai cumplió su parte y besó a Dao con pasión dándole a probar el sabor de Owen, su pene reaccionó de inmediato, le excitó mucho saber que su esposa está probando el semen de otro hombre.

Dao se deja hacer encantada por la nueva pasión de su esposo, le sonríe feliz y propone tomar un taxi para llegar a casa a hacer el amor.

Dao mamá el penecito de su esposo, menciona que tiene un sabor extraño, sabe a semen, piensa que son residuos de preseminal liberados por la emoción de estar con ella. Chai sonríe sabiendo que es el semen de Owen.

Esa fue la primera noche que Chai tomó a su esposa con pasión legítima, escucharla gemir como él lo hacía por la tarde, recordar la enorme verga de Owen partirle el culito en dos, todo es psicológico, pero la sugestión es poderosa, Chai se imagina compartiendo la enorme verga de Owen empapada en los jugos de ambos.

La pareja tuvo un orgasmo unísono, algunos chisguetes escuálidos de semen moja el interior de la vagina, Dao puede sentir los impactos más poderosos que nunca.

Los tres amantes duermen saciados por todo el sexo del día, Owen sueña con tener a la pareja de tailandeses a su servicio, moverse de su departamento a la casa que tiene a las afueras, ahí podrían vivir juntos, compartir una misma cama, sueña con Chai totalmente feminizado usando su ano para ordeñarlo mientras besa a Dao pesadamente preñanada de él.

Dao, ajena a todo, descansa satisfecha con la esperanza de quedar en cinta.

75 Lecturas/6 junio, 2025/0 Comentarios/por RelatistaDan
Etiquetas: amigos, anal, gay, hijo, mama, montaña, padre, sexo
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