Arturo y su nueva vida como padre soltero (8)
Arturo idea un plan para pasar un largo rato con el pequeño Rodolfo fuera del pueblo. .
Era martes al mediodía, deje mis tareas a medias y fui a mi habitación para darme un baño, y aprontar algunas cosas para pasar mi tarde con Rodolfo.
A las 3PM estacioné mi camioneta en el lago esperando por el, era temprano, quedamos de encontrarnos a las 4PM. 3:40PM veo que se acerca alguien en bicicleta, era él, hermoso con sus mejillas rojas y algunas gotas de sudor en su frente.
– Hola señor Arturo.
– Hola. Será mejor que me llames papi o papito mejor.
– Esta bien papito.
Se acercó más a mi y me abrazó, puse mi mano en sus rizos rojos y lo despeiné, dejó su bicicleta a un costado de la camioneta y quitandose su ropa corrió hacia el lago sumergiendose, era un día muy caluroso, lo imité y corrí al lago para sumergirme también, lo hice por poco tiempo, no era algo que me emocionara hacer simplemente me refrescaba en días como esos, fuí hasta la orilla sentándome a lo lejos ví el niño nadando como todo un experto.
– Ven papito – Gritó.
– Voy…
Nadé hasta el jugando con el agua y salpicandolo.
– ¿Qué pasa?
– Nada solo quería que nadaramos juntos.
Me tomó del cuello obligandome a inclinarme y besó mi mejilla tímidamente, me sorprendió un poco lo tomé en brazos para igualar alturas y rozé sus labios con los mios esperando su reacción, me miró con ojos amplios.
– Otra vez – dijo.
Repetí ese casi beso tres veces hasta que ya no me resistí y lo besé, el correspondió al beso torpemente, nuestras lenguas jugaron dentro de nuestras bocas, era una peligrosa guerra que hacia despertar a la bestia dentro de mi traje de baño, con la punta de los dedos fui tocando su espalda subiendo y bajando, él pegó su cuerpo más al mío y afirmó su agarre a mi cuello cruzando sus brazos por detrás, mis manos bajaron a sus nalgas carnosas y por los costados de su traje de baño fuí tocando su desnuda piel, mi verga palpitaba pidiendo salir ya, me separé de él, era un buen momento pero el lago era un lugar muy expuesto y cualquiera podría vernos. Salimos del lago en la camioneta pensando en un lugar apartado, pensé en unas casillas que se usaban antiguamente de depósitos en el límite del Rancho de mi padre, estaba muy alejado para que cualquier trabajador se apareciera ahí, nos bajamos, abrí la puerta de la caja de la camioneta extendiendo una toalla y lo senté allí mientras seguí besándolo tocando su espalda, le quité su húmedo traje de baño, viendo como su pequeño pene estaba semi duro y rodeado de pequeños hilos de líquido preseminal entre los pliegues de su prepucio, suavemente se recostó, empujé su pellejito y lamí sus jugos, él curioso levanto su torso.
– ¿Qué…haaces?
– Shhhh…
Introduje su pene completo en mi boca, unos 11cm blanco con el glande muy rosado y escasas venas, empezó a gemir dulcemente, se esforzaba por ver que le hacía, lamí sus testículos mientras lo masturbaba, ya estaba casi duro, el igual que yo, sin dejar de masturbarlo introduje mi lengua en su ano, hurgando su entrada con movimientos circulares lentos, me separé de el y volví a besarlo liberando mi erección de la única prenda que quedaba, me puse de pie, él estando de rodillas estaba a la altura perfecta, moví hacia los lados mi verga y él ya sabía lo que debía hacer, automáticamente se la metió casi entera hasta la garganta, eso me volvía loco, lamí mis dedos y desde esa posición lo penetre con ellos, mis embestidas a su boca iban en aumento, lo volví a sentar y besar, el rodeó mi cuello abrazandome, tomé sus piernas rodeando mi cuerpo, su culo estaba a la altura de mi pene, con él prendido de mi busque un condón y el lubricante, unté su entrada y lentamente coloqué mi glande presionando hacia adentro, se separó de mi boca pegando su mentón a mi hombro, su respiración se entrecortó y lentamente fui entrando en su esfínter dándole tiempo para que se acostumbrara, cuando lo sentí más relajado empecé el mete-saca frenético sintiendo el choque de nuestras pieles.
– ¿Estas bien?…
– Sssii…siii…aaah
Eso era música para mis oídos, salí de el y lo acosté dándome la espalda con sus piernas separadas y colgando de la caja de la camioneta, lo penetré de una sola embestida provocando un gran gemido de su parte, separé aún más sus grandes nalgas viendo como entraba mi gran verga venosa en su pequeño ano dilatado, hermosa vista, la diferencia de tamaños entre el y yo, el choque de mi testículos con sus nalgas y sus hermosos gemidos me tenían en la gloria, subí junto a él acostándome de lado y levantando una de sus piernas él guió mi verga para entrar en él.
– Creooo…no noo…quiero ir al baño, para…meee…hago…aaah
– No lo harás…es normal cuando te gusta como te cojen…leche saldrá de aquí – le dije tomando su pene.
– ¿Leche, de mi?
– Si, tómalo y mueve tu mano de arriba hacia abajo.
Aumenté mi ritmo así como sus gemidos, de cuatro embestidas acabé, a él aún le faltaba así que seguí moviéndome hasta salir de él, estaba tomando más tiempo de lo esperado, me arrodillé y lamí su ano, se corrió en su mano y estómago, su respiración se reguló, sus hombros, pecho y mejillas estaban rojos.
– ¿Porqué me sale leche?
– Tienes 12 años, estas llegando a la pubertad es normal. Tus bolas tienen leche y la sacas así.
– Se siente rico. Nunca me había salido nada, solo cuando estuve contigo esa vez.
Me pareció muy lindo, besé su cabeza, debíamos irnos ya caía el sol, lo acerqué lo más posible al pueblo y el continuó el camino restante en su bicicleta. Cada martes nos veíamos pero eso ya empezó a ser poco tiempo para mi, quería más.
Después de 3 semanas bajé al pueblo para visitar a Úrsula. Había ideado un plan, un «amigo» me visitaría y quería darle una sorpresa, no quería impresionarlo demasiado así que quería al niño mayor, Rodolfo.
– Hay un problema, su diente.
– Se cayó de un árbol pero repararlo es muy costoso.
– Podría llevarlo a la ciudad.
– Eso sería más costoso aún, imposible.
– Lo llevaré yo, no es normal que a un niño de 12 años le falte un diente, es pequeño y sin el parece más pequeño aún, me haré cargo del costo pero el viaje será más largo y toma tiempo.
– No me importa lo que haga el niño siempre y cuando me traiga el dinero.
– Bien solo será por un día. Pediré una cita y vendré a buscarlo.
– Esta bien.
Volví un lunes con una cita para la tarde, le di el dinero a Úrsula y el niño subió al auto fingiendo no conocerme. A la ciudad llegaríamos en 4 horas, eso le hice creer a ella pero en realidad era a 1 hora, tenía un compañero de estudios que tenía un consultorio en otra ciudad cercana. En el camino le conté a Rodolfo mi plan, pasar horas con el, le pregunté por su vida, como término en el prostíbulo, sus gustos, la verdadera historia de su diente, en fin nos conocimos mejor. Nos quedaríamos en un hotel. El nunca había salido del pueblo, mucho menos a una ciudad, todo llamaba su atención, nos registramos en el hotel, subimos a la habitación de dos camas para no levantar sospechas, dejando nuestras cosas en un sillón giré sobre mis pies y choqué con él, se quedó estancado junto a mi.
– ¿Qué pasa?
– ¿Me va a doler ir con el doctor?
– Normalmente no, solo tomará un molde de tus dientes y estudiar que método usar, no es lo mismo un adulto que un niño sin dientes.
Comimos algo en el hotel mientras veíamos tele. El se veía cansando después de todo se despertó temprano y probablemente ayer trabajo hasta tarde. Se duchó y salió del baño muy perezoso.
– Oye duerme un poco sí estas cansado.
– No quieroooo.
Me abrazó negando con la cabeza, sus rojos rizos se sacudía graciosamente, estaba haciendo pucheros.
– ¿No quieres dormir?
-Noooo
Comenze a hacerle cosquillas, jugando tontamente, el reía como loco rodando por la cama.
– Yaaa noo puedo más, yaa me rindo.
– ¿Irás a dormir?
– No tengo sueño.
-Esta bién, recuestate y ve la tele.
Apoyé mi espalda en el respaldo la cama, el estaba en la otra, me miró de reojo y se cambió a mi cama, se pegó a mi colocando su cabeza en mi estómago, toque su cabeza tiernamente, él puso su brazo sobre mi, su mano a la altura de ni ombligo. Eso no era nada sexual pero me estaba calentando, me di la vuelta rápidamente quedando sobre él, tomando ambas muñecas, no dejando que se mueva, le dí besos por toda su cara hasta llegar a su boca, jugosa, carnosa, los besos aumentaron de intensidad, lentamente liberé sus muñecas para desprender su camisa, sus pechos siempre llamaron mi atención, eran prominentes, hermosos, besé un pezón luego el otro y volví a su boca besandolo suavemente, devorando su húmeda lengua, lamí toda la extensión de su cuello como dibujando un collar, mordí su oreja provocando un gemido apenas audible, mi boca de apoderó de su pezón izquierdo seccionando ruidosamente, con mi otra mano toque su otro pecho pellizcándolo.
– No me toques ahí…
– ¿Por qué?
– No me gusta…
– Tu cuerpo dice lo contrario, mira cuan feliz está tu pene…
– No, no soy una mujer – dijo empujando mi cuerpo.
Lo tomé fuerte por su mentón presionando sus mejillas con una mano forzándolo a que me viera a los ojos.
– ¡Que tontería, tu serás lo que yo quiera que seas!
Tome sus hombros volteandolo quedando boca abajo, me ubiqué en su entrada penetrando su esfínter violentamente, el ya se había preparado antes pero estaba aún apretado.
Yo estaba algo molesto por su comentario, ¿cuando lo traté de mujer?. No había usado condón, estaba molesto y me comporté muy egoísta en ese momento, acabé dentro de él y me fui a duchar.
Cuando volví a la habitación el seguía boca abajo en la misma posicion que lo dejé, toqué su espalda y lo observé por si dormía, solo me miro, tenía sus ojitos inchados y rojos, era evidente que estuvo llorando.
– Ve a limpiarte, debemos irnos pronto.
– No, no quiero.
– Oye, tenemos cita en 30 minutos.
Comencé a impacientarme y molestarme aún más, es verdad que era un preadolescente y era normal un poco de rebeldía pero no estaba preparado para eso.
Lo tomé de un brazo y lo metí el baño ordenándole que se limpiara rápido y se vistiera. Guardé y ordené nuestras cosas en las mochilas esperando por él hasta que salió secando su cabello, se sentó en el sillón y me acerqué él.
– Mira, discúlpame…
– Si, no importa, estoy acostumbrado.
– ¿A que te pidan disculpas?
– A que me obliguen a hacer cosas que no quiero y usen su fuerza en mi contra.
Sentí una presión en el pecho muy incómoda, la violencia no es justificable y le estaba haciendo pasar un mal rato. ¿Por qué le molestaba?.
– Después de todo eres como todos los demás – dijo poniéndose los zapatos.
– ¿Todos quienes? ¿Crees que soy como la gente del pueblo? -la presión aumentaba y me molestaba cada vez más.
– Si.
– Ya veo, ten tus cosas, sal – dije cerrando la habitación.
Entregamos la llave en recepción y salimos de allí, llegando al auto tome su mochila y junto a la mía las guardé en el baul, el se subió mirando hacia la ventana todo el tiempo sin hablar hasta que llegamos al consultorio, solo estábamos a 5 minutos, llegamos la consulta que duro algo de 30 minutos, fueron los minutos suficientes para que pensara que decirle, no podría resistir 1 hora hasta el pueblo sin aclarar las cosas.
– ¿Estas molesto?
– No.
– Antes de ir al pueblo comamos algo.
El solo asintió, fuimos a restaurante familiar donde nos confundieron por padre e hijo, a Rodolfo no pareció gustarle nada. Yo ya había terminado mi hamburguesa y él iba por la mitad.
– Lo que pasó en el hotel es una tontería, claramente eres un niño y no me gustó esa comparación – lo dije casi en código por si algún curioso lo oía no levantar sospechas.
No dijo nada, comía su hamburguesa y bebía su refresco, esperé que terminara para continuar en el auto.
Al entrar suspiré y antes de encender el motor besé su cabeza.
– Siempre he dicho que eres un niño hermoso y que nunca te haría daño, hoy no me gusto que dijeras que soy como los otros, creí que te divertías.
– Me gusta estar contigo pero me hiciste cosas que no me gustan.
– Shhh, habla más bajo. ¿Es por lo de tus pechos?
– No soy una mujer, no me gusta que me toquen así.
– Se muy bien que no eres una mujer, es evidente, me gusta explorar tu cuerpo y ver lo que te gusta, siempre que toqué tus pechos tu cuerpo reaccionó, me gustan, no significa que seas una mujer por eso.
– …
– Nunca te he pedido que vistas con ropa de mujer o que actúes como una.
– Ví películas donde a la mujer le gustaba que el hombre le tocara de esa manera, a mi no me puede gustar eso.
Siempre que vi películas fueron instructivas o entre hombres, nunca con mujeres. Las gemelas me dijeron que soy raro, solo las mujeres tienen pechos grandes.
– No te obligaré a nada que no quieras hacer, ni usar la fuerza. Quiero recorrer todo tu cuerpo, si ya no quieres que toque tus pechos no lo haré. No eres raro, todos somos diferentes.
Salimos rumbo al pueblo, a mitad del camino
nos detuvimos en una estación para ir al baño, esperé por el en la puerta.
– ¿Papito? necesito ayuda.
– ¿Qué pasa?
– Entra.
Entré y estaba con los pantalones en sus tobillos, con las piernas abiertas y apoyando sus manos en la pared.
– ¿Qué hacés? alguien puede entrar.
– Cierra la puerta…queria ir al baño pero esta duro…y sale líquido pre semanal…
– Preseminal – dije riendo.
– Ayúdame – sacudió su cadera moviendo esas hermosas nalgas.
Cerré la tapa del inodoro y me senté abrazándolo y besandolo, desprendió mi pantalón y tocó mi bulto arrodillandose, lo detuve.
– Sin usar tu boca o tus manos.
– Entonces solo con mi culo…
– Sí.
Lamió sus dedos y penetró su esfínter, comenzó a gemir, cubrí su boca, lo senté y doblando mis piernas llegue a su cálida entrada, usando saliva y mi propio líquido libriqué bien la entrada entrando, su orificio dio paso a mi verga, costó un poco hasta que empezamos a gemir los dos, salía por completo y lo penetraba de una sola vez, su pene estaba muy duro y húmedo, mis piernas se cansaron, cambiamos de lugar, se sentó sobre mi dispuesto a cabalgar, así lo hizo pegándose más a mi para que la penetración sea más profunda, no aguantó mucho, tres chorros de su semen chocaron con la puerta, al ver esto mis embestidas fueron más violentas y profundas hasta que me corrí dentro de él, bese su cuello, girando su cabeza me besó, subió su pantalón luego de vaciar su esfínter de mi leche, salimos de allí directo al pueblo, el resto del camino durmió cómodamente.
CONTINUARÁ….
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