Arturo y su nueva vida como padre soltero (9)
Arturo visita brevemente un sexshop en la ciudad… .
Úrsula estaba al tanto que debía volver a la ciudad en una semana y que el fin de semana siguiente vendría mi amigo así que vendría a buscar a Rodulfo para que pase 2 días con «él».
A la semana siguiente estábamos otra vez en la ciudad, llegamos directo a la consulta, iba a tomar más tiempo que la anterior, y le dije a Rodolfo que esperara por mi sí me tardaba, iría a hacer algunas compras mientras tanto.
No vendría muy seguido a esta ciudad en un futuro, debía aprovechar la oportunidad, de camino al consultorio ví un sexshop, nunca fui a uno pero sabía que podría habría dentro. Entre tímidamente, una muchacha que trabajaba ahí se acercó preguntando que buscaba.
– No estoy buscando algo en particular, estoy viendo posibilidades…mi pareja es…pequeña y me gustaría algo que facilite la… penetración.
Me llevó a una sección mostrandome muchos tipos y tamaños de dilatadores, no era lo que buscaba, por las ilustraciones de la caja parecían ser para mujeres.
– Creo que estos son para sexo convencional…estoy buscando algo para atrás – le dije tímidamente.
– Ahh si, ven por aqui. Tenemos estos, este por ejemplo vibra, este otro es para la primera vez cabía de tamaño, después este butplug es como una cola de un zorro, de perro…
– Éste…este me gusta.
Era un butplug vibrador rosado con forma de cola de cerdo, era perfecto, estaba por volver hasta que ví unas pinzas para los pezones con cascabeles y también vibraban, allí habían muchas cosas pero no tenía tiempo para recorrerlo todo, pagué y volví al consultorio, todavía me quedaba tiempo, Rodolfo salió con su nuevo diente, le cambiaba mucho la sonrisa.
Le dije que tenía regalos para el, ansioso abrió las cajas sin entender que eran.
En el hotel las únicas 3 habitaciones disponibles eran con cama kingsize, que gran favor nos estaban haciendo sin saberlo. Entramos directo a la ducha, pedí algo de comida y como todo niño a Rodolfo le gusta comer muy mal.
– ¿Para que son esas cosas que me regalaste?
– Ya lo sabrás.
Saqué las pinzas de la caja y las agité para que oyera el sonido de los cascabeles, las puse en la cama y saqué el butplug, reconoció la forma de la cola pero no el otro extremo.
– Esto va en tu culo, con esta parte hacia afuera, como un crédito, un hermoso cerdito, mira tócalo, vibra.
– ¿Porqué compraste eso? Me gustan los animales pero no entiendo.
– Mejor probemolos y después decides si lo concervas, también las pinzas.
– Esta bien…
Me deshicie de su ropa y bese cada nalga, las separé y lamí su ano intentando ingresar, intercalando lento con un dedo fui entrando, ya tenía 2 dedos dentro, los moví como una tijera, puse lubricante dentro y saqué los dedos, lubrique el butplug y lentamente lo introduje hasta el tope, hacia juego con sus lindas y rosadas nalgas, lo encendí y comenzó a vibrar, él gimió cubriéndose la boca.
– Te queda muy bien.
– Hace cosquillas…ricas.
Le dí una nalgada y lo acerque a un espejo para, que se viera desde atrás, moví sus nalgas palpando, apretando y separandolas para que vea como se veía, dudé en usar las pinzas así que opte por usarlas en mi, dándole confianza, ambos sentados dejé que observara como las colocaba, moviéndome se escuchaban los cascabeles y el se reía.
– ¿No se ven bien en mi verdad? ¿Quieres usarlas tu? es divertido.
– Esta bien pero si no me gustan no las usaré más.
Lentamente puse una en su pezón derecho no sin antes lamerlo viéndolo directo a los ojos, no se resistió, el butplug estaba haciendo su trabajo, coloqué la otra pinza y comenzaron a vibrar, su cuerpo se sacudió, el espejo había quedado a su espalda, desde mi visión lo veía de frente y gracias al espejo podía ver sus nalgas y esa cola de cerdo, no me arrepentía de la compra.
– ¿Escuchas eso? cada vez que te mueves suenan. Tu cuerpo reacciona, tiemblas, tu pene se endurece lentamente.
– Ahhhh…mmmmm…
– Ahora bajarás a la piscina y pediras otra llave en la recepción.
– ¿Por qué?
– Antes ven, quitaré la cola de cerdo pero el butplug se queda y las pinzas también, te pondrás la bata de baño y harás lo que dije, luego entrarás a la habitación con la llave que te den.
– Me verán.
– No, no dejes que vean lo que hay debajo de la bata, estaré detras de tí.
Caminando con dificultad salimos de la habitación rumbo a la piscina, su respiración era agitada, su voz temblaba igual que su cuerpo, fuimos al área de la piscina por unos 5 minutos y el caminó a la recepción para pedir otra llave, al registrarnos nos ofrecieron dos pero me negué, me mantuve cerca para verlo y oírlo pero sin dejar que me vean, el morbo me tenía a 1000.
– Hoola…¿mee, podría…daaar otra llaaavee? estoy hospedadoo con mii…mi padre.
– Si, te recuerdo, pero ¿donde está tu padre?
– Eeeel…saliiio… por un mommmento.
– ¿Estas bien?
– Si, sooolo.. necesitooo. volver… al.. bañooo…
– Esta bien habitación 14, toma.
– Graaacias.
Su cara estaba roja, por la bata se notaba un bulto en los pezones y su entrepierna, caminaba lento y apoyándose en las paredes, el subió y esperé el tiempo prudente para aparecer por recepción, me notificaron que mi «hijo» estaba raro y pidió otra llave, justifique la acción diciendo que estaba mal del estómago.
Cuando volví él estaba sin bata sentado en la cama intentando quitarse las pinzas, sus caderas no paraban de moverse.
– ¿Que haces? no puedes quitarte nada.
– Ya no puedooo…
Desde que bajamos las pinzas y el butplug nunca dejaron de vibrar. Su pene estaba muy duro y dado sus gemidos y como se veía estaba por correrse, me senté frente a él observando y así fue, se corrió, su cara daba pena.
– ¿Que pasa?
-….
Lo llevé a la cama y quité las pinzas y butplug, sus pezones estaban más rojos de lo normal, los bese y lamí intentando calmarlos, su ano dilatado se contraía cada vez que pasaba mi lengua por sus pezones.
– Tenía miedo que me vieran.
– Eso no pasó, yo estaba detrás de ti, debes confiar más en mi.
Besé su boca, sus labios carnosos se abrieron para mi, mi impaciente lengua ingresó para jugar con la suya lentamente sin ningún apuro, tomaba su cabeza y tiraba de su pelo suavemente, mordí su labio inferior, toque sus desnudos hombros y espalda, tomé una almohada para acostarlo sobre ella, bese su espalda desde el cuello hasta su cadera sin tocar sus nalgas, eran besos y caricias tiernos, lentos, fuí quitando mi ropa sin dejar de tocarlo, desde atrás bese su cabeza y luego sus mejillas, mi pene tocaba sus nalgas que voluntariamente abrió para mi, quería penetrarlo en ese mismo momento, él tomó el control, se puso de lado y lentamente mi verga lo penetró, se movió hasta que se cansó, era mi turno de moverme, lo embestí profundamente besándolo, busque su pene que ya estaba duro y lo empecé a masturbar, él lo habia hecho antes, lo llevé a la mesa, me arrodillé y lamí su ano antes de volverlo a penetrar, en esa posición podía hacerlo más profundo y ruidoso. Ya sudorosos, pegajosos y cansados, sus gemidos se intensificaron hasta que se corrió en la mesa casi a la vez que yo, llené su culo, salí de él y viendo como comenzó a salir mi semen lo chupe para dárselo en la boca, lo tragó sacando su lengua y enseñando lo que había hecho, le señalé la mesa para que la limpiara muy bien con su boca. Agotados nos duchamos y dormimos un par de horas.
Tuve un sueño hermoso, mis hijos ya tenían 5 años y estaban compartiendo la verga de su padre, me la mamaban como becerros hambrientos, me desperté y ví como algo se movía entre mis piernas bajo la sábana, era Rodolfo quien se sorprendió al ver que lo observaba.
– Estabas duro…no me resistí… ¿soñabas algo rico?
– Sii…mmmmm…soñaba con mis hijos…
– ¿Tus hijos hacen esto?
– Aún no…
– ¿Por qué?
– Son pequeños…
Lo tomé de sus rojizos rizos y lo comencé a embestir rozando su garganta hasta correrme, unas lágrimas salieron de sus verdes ojos, las limpie y lo acerqué a mi, nos colocamos haciendo un 69, limpió cada gota de mi semen que se escurrió por mi verga, lamí su ano hasta que empezó a dilatarse, mi lengua se abrió paso a ese ya conocido esfínter, mis dedos entraron en el fácilmente, introduje sus pequeñas bolas en mi boca, estirandolas, seguí por su pene recibiendo casi el mismo trato, por su ano ya tenía tres de mis dedos alcanzando lo más profundo posible, se afirmó a mi muslo gimiendo sin control, aumente la velocidad de mi boca y de mis dedos dejándome llevar por el movimiento y gemidos de él, anticipando su corrida me estiré alcanzando un vaso de la mesa de noche y acabó dentro, cuando normalizó su respiración, acomodé su cuerpo y le dí el vaso.
– Bebelo…despacio.
Primer sorbo, segundo, y tercero, cayendo hasta la última gota de su propio semen.
Se pegó a mi abrazandome cálidamente, su cuerpo comenzó a enfriarse hasta que extendió la sábana sobre nosotros, me incorporé sentándome en el centro de la cama y él me acompañó sentándose a horcajadas sobre mi, besó mi cuello, mi mentón, mi boca, el buscó el beso, introdujo su lengua encontrándose con la mia, su cuerpo rozando con el mio, nos calentabamos mutuamente, presionó mi dormido pene con el suyo, lentamente fue despertando, cuando creyó conveniente se posicionó sentándose en el, aún no estaba duro del todo por lo que le costó, tomando mi cuello arqueó su espalda hacia atrás moviendo solo sus caderas en vaivén, ahora ya estaba duro y no había vuelta atrás, tomé sus nalgas acercandolas más colaborando con la posición.
– Ahhhh….siii…papitooo…
– Beeebé…que bien…que lo haces…
Nos volvimos a dormir, perdí la cuenta de cuantas veces lo hicimos en esa habitación, era hora de regresar, alejandonos de la ciudad y volviendo al pueblo recibí una llamada que debía responder, con el manos libre en la oreja me concentré en la carretera, hasta que sentí algo en mi paquete, los pies de Rodolfo, sin zapatos, piernas abiertas, recostado en la puerta del auto sin ropa más que una playera, ¿cuando se quitó su ropa?.
Él tocandome, la vista, y el morbo de ser descubiertos por la persona del otro lado de la llamada me calentaron a 1000.
Colgué la llamada, apartando sus pies.
– Es peligroso…debo conducir.
– ….
Se arrodilló en su asiento dándome la espalda separando sus nalgas y moviendolas muy provocativamente. Este maldito niño me hacia hervir la sangre.
La carretera era poco transitada y el horario también ayudaba.
– Esta bien, ¿qué quieres?
– Gomitas.
– ¿Eh? las puedes tomar de tu mochila cuando quieras.
Tomó sus gomitas y las comenzó a comer tranquilamente.¿interrumpió mi llamada por dulces?. Lo miré y miré mi bulto intentando que notara lo que había hecho.
– ¿Qué?
– ¿Me dejas así?
– ¿como?
Tome mi bulto y lo presioné.
– Esto, no puedes dejarlo así…
Guardó su mochila y bajó mis pantalones,levanté mi cuerpo ayudándolo, se inclinó desde su asiento besando mi glande.
– Hay mucho líquido…
– Esta llorando por lo que hiciste.
– Limpiaré sus lágrimas.
Lamió todos mis jugos, comenzó succionar centrándose en mi glande, ir en el auto conduciendo y recibir una mamada no era nada cómodo, lo tome de un brazo y con sus desnudas nalgas lo senté en mis piernas, con una mano toqué su estómago llegando a un pezón, algo inchado, acomodé mi verga en su entrada y él guió sus nalgas facilitado la tarea, depués de cojer todo el día ya estaba acostumbrado, no necesitaba lubricación, con un poco de saliva alcanzaba, se sentó en la punta y el solito se abrió a mí, con cada pie sobre el asiento comenzó a moverse, besaba su cuello mientras el se masturbaba,
era casi imposible para mi moverme, el debía hacer casi todo el trabajo, sus movimientos eran firmes y sin dudar, la velocidad aumentó y puso su otra mano en su pene para no desperdiciar su leche, me enseño su mano y efectivamente ahí quedó toda, con su boca chupo su mano sin dejar nada, siguió moviéndose hasta que fue mi turno, le señale la guantera y sacó un condón, me lo puse antes de acabar y con una mano mía y las sos suyas me corrí, el retiró el condón y lo vacío en su boca, yo estaba sin palabras.
Ya en el pueblo me despedí de él, volvería el fin de semana para que pasará 2 días con «mi amigo».
CONTINUARÁ…
Wauuu…de donde eres. Invita man