Así empezó todo (II Entrga)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cokcrin.
Ya va siendo hora que siga contándoos como se fueron desarrollando los hechos que iniciaron mi vida en el mundo gay.
Al día siguiente, viernes, llegué 5 minutos tarde a clase, mis compañeros ya había entrado en el aula y el profesor comenzaba la explicación de su clase, no recuerdo si ciencias naturales o geografía.
Con premura fui a mi sitio, el segundo pupitre de la fila más alejada de la puerta, que compartía con Álvaro, pero en vez de a mi amigo me encontré sentado a José, Álvaro estaba en el primer pupitre sentado con Robert.
José se levantó para dejarme pasar, ya que mi sitio estaba pegado a la pared y no podía entrar de otro modo.
Yo no entendía ese cambio y le dije a José que ese no era su sitio, pero él me contestó que luego me lo explicarían.
Entonces oí al profesor pidiendo que me sentase y no interrumpiera más la clase o la hora me la pasaría de rodillas en el estrado por armar bulla durante su clase, menuda vergüenza ser castigado de esa forma delante de todos los alumnos.
No tuve otra que sentarme sin rechistar.
Llegamos al recreo y fui a que Álvaro me explicase el porqué de ese cambio tan inesperado, el me dijo que José nos oyó en los vestuarios a través de una ventana que estaba abierta, menos mal que no vio como mi macho me abrió el culo por primera vez, al salir nos estaba esperando.
Cuando nos separamos, ya que yo me fui a casa disimulando el dolor por la cogida que Álvaro me había dado, ellos se quedaron hablando y José interrogó a Álvaro sobre lo que había pasado en los vestuarios y Álvaro le contó que me había follado la boca.
José, que es un entrometido, enseguida quiso saber todos los detalles y Álvaro se lo sacó de encima contándole sólo una parte de lo que habíamos hecho.
A las preguntas de José de cómo la chupaba Álvaro le dijo que muy bien y enseguida quiso probar él también, por lo que acordaron cambiarse de sitio en clase con el fin que José intimase también conmigo y conseguir que se la mamara.
Había acabado Álvaro de contarme todo eso y aparecieron José y Robert.
El primero con una gran sonrisa me dijo que ahora que éramos compañeros de pupitre le tendría que ofrecer parte de mi almuerzo, a lo que Álvaro sintiéndose con derechos sobre el tema le dijo, que medio bocata era suyo, entonces José le dijo, no hay problema tu tendrás tu parte y yo la mía y desde ese día me quedaba sin probar los almuerzos tan ricos que me preparaba mi madre, teniendo que conformarme con lo que ellos no querían de los suyos.
No acabó ahí la cosa ya que José propuso que por la tarde, al salir de clase fuéramos a jugar a la estación abandonada, a lo que Robert le dijo que no podía esa tarde, que con sus padres marcharían de fin de semana, yo también intenté excusarme, pero José me dijo: tu vendrás! Yo le dije que tenía deberes que hacer, además de prepararles las chuletas para el examen del lunes.
José me hizo un aparte y me dijo bajito que más me convenía no hacerlo enfadar, porque podía contar a algunos compañeros lo que había hecho en los vestuarios y en poco tiempo todos sabrían que era un mamapollas y no sería agradable para mí pasar el resto del curso con la burla de toda la clase, además para lo que quiero jugar es imprescindible que vengas, necesito un hociquito caliente y húmedo para meter la polla… perra!
Así que no tuve otra opción que acompañarlos, con miedo por lo que ese animal pudiera hacerme y deseoso de tener otra vez en mi boca el pollón de Álvaro.
Llegamos a la estación y buscamos un vagón donde pudiéramos colarnos, lo encontramos y una vez dentro José y Álvaro se sacaron las pollas y comenzaron a pajearse, yo también me desabroché la pretina para hacer como ellos, pero José muy serio me dice: que se supone que vas a hacer, el juego va de machos y perras, los machos somos nosotros, adivina cuál es tu papel!
Ven aquí.
De rodillas delante de nuestras pollas y empieza a mamarlas y como me muerdas o raspes con los dientes te vas a enterar, te haré una cara nueva.
La verdad estaba un poco acojonado por la violencia que mostraba ese chaval de barrio de 15 años, más fuerte que yo y como vi que Álvaro no le paró los pies en ningún momento, no tuve otra que con cuidado comenzar a mamarles las pollas de forma alterna, me metían sus carajos hasta bien dentro de mi garganta, pasando mi glotis, casi vomito en varias ocasiones y es que sus pollas eran bien grandes 17cm.
José y 18cm.
el pollón de Álvaro.
Yo sufría, pero al mismo tiempo estaba prendido de esas pollas, en especial de la de Álvaro, que era un poco más larga y gorda.
Ni que decir tiene que después de 15 minutos ya tenían los cojones pegados al cuerpo, la polla superdura y comenzando los espasmos del orgasmo.
Primero se corrió José, el primer trallazo me alcanzó la cara cerca del ojo y después la mejilla y el cuello y finalmente atinó a dispararme en mi boca, que escupí.
Luego fue Álvaro que tuvo más puntería porque empezó a correrse con su capullo dentro de mi boca, así no había forma de que nada quedara perdido.
Me miró con morbo y yo sabía que es lo que quería decirme, sin palabras me estaba pidiendo que me la tragara toda y eso fue lo que hice.
José pilló un rebote porque escupí su leche y me tragué la de Álvaro y me dio una cachetada, pero eso no cambió mi forma de pensar, José era un chaval de barrio y Álvaro apuntaba a ser un macho y yo era su perra.
Cuando nos íbamos sufrimos un pequeño incidente, saliendo del vagón abandonado, yo el último, nos descubrió el guarda de las instalaciones ferroviarias y empezó a perseguirnos, José y Álvaro, deportistas, con 15 años en todo su vigor fueron inalcanzables, pero yo un chaval de 12 fui atrapado por el vigilante, un señor de unos 40 años bastante grande y fuerte.
Me cogió por el cuello y me zarandeó un poco, preguntándome qué coño hacíamos en el vagón.
Claro que no iba a confesarle que estaba allí chupado la verga a mis compañeros, ni siquiera que los conocía.
Entonces me llevó a la caseta del vigilante, amenazándome en llamar a la policía para que me llevaran con mis padres, yo le pedí casi llorando que no lo hiciera, que no conocía mucho a esos niños, que eran del barrio pero no mis amigos y que estábamos jugando a cromos en el vagón.
El se burló y me llamó mentiroso, a los cromos se juega con luz y no en la penumbra de un vagón, entonces hizo sus suposiciones y concluyó que nos estábamos pajeando, yo le dije que yo no me pajeaba y entonces me miró fijamente, se acercó y estuvo tocando mi cuello y mi pelo, cuando se separó me dijo: seguramente tienes razón, tú no te pajeabas, eras la puta que mamaba sus pollas.
Le juré que no y me dijo: entonces como explicas los restos de lefa que tienes en el cuello y en la oreja? Hubiese querido que la tierra se abriera y me tragase, me puse rojo como la grana y eso lo afirmó más en sus deducciones.
Entonces cambió de tono, y más suave me preguntó cuantas veces se las había mamado, yo seguí negándolo.
Me hizo abrir la boca y lanzarle el aliento a su cara, no tuve más remedio que hacer lo que pedía.
No había acabado de exhalar cuando me dio una cachetada.
Por mentiroso! –dijo.
Tu boca huele a polla y lefa, seguro que eres una puta mamadora.
Le juré que no que solo se la había chupado un poco y él me dijo que solo había una forma de saber la verdad.
Hizo presión con sus manos en mis hombros, me puso de rodillas y poniendo sus manos en mi occipital, me empujó la cabeza contra la pretina de sus pantalón, me la dejó pegada por un buen rato.
Yo iba notando los efluvios que salían a través de la tela del pantalón, olía a polla de hombre y un poco a meo, me restregó la cara por su pantalón y noté como se iba excitando, su polla pasó de morcillona a dura, notaba el calor que emanaba y sin querer saqué la lengua y lamí ese pantalón.
Bien putilla, así se hace.
Vas a mamarme la polla y lo vas a hacer lo mejor que sabes, si no me gusta te meteré el bastón de guarda por el culo y es posible que no te guste… o quizá si, en una pequeña zorra nunca se sabe donde están los límites.
Diciendo eso se desabrochó el pantalón y pasé a lamer sobre los bóxers que llevaba, eran de medio camal, pegados a su cuerpo y marcaban una polla grande, pero sobre todo gorda, luego se los bajó y pude ver qué clase de verga calzaba el guarda.
Si bien no era muy larga, calcule como la de José 17cm.
si era muy gruesa, más que la de Álvaro y tenía su capullo brillante, manaba de su uretra un líquido trasparente, baboso y oloroso.
Le pasé la lengua limpiándoselo y entonces cogiéndome por las orejas empezó, a mover mi cabeza, adelante y atrás, al tiempo que empujaba con su pelvis, así cuando mi cabeza iba hacia delante su pelvis también, consiguiendo que su verga se incrustara más en mi garganta, era la tercera polla que tragaba y la cuarta vez que tenía una verga en la garganta, ya que con Álvaro lo había hecho dos veces y no tenía mucha experiencia, por lo que me atraganté, mis ojos soltaron lágrimas, una baba espesa se produjo en mi garganta y salió por mi boca y ese cabrón apretaba cada vez más.
Me tuvo un buen rato usando mi boca como si fuera un coño, cada vez me la metía más dentro y aguantaba más mi cabeza haciendo presión, llegué a tocar con mis labios sus vellos púbicos, a veces tenía que parar un poco para poder respirar y sacarme las lagrimas de los ojos y otra vez adentro.
Noté que se puso más dura y pensé que pronto soltaría su lefa y así fue, presionó mi cabeza al máximo y empezó a disparar, conté siete descargas que fueron a parar directamente a mi estómago, junto a la de Álvaro.
Esa tarde podría decirse que había merendado con la lefa de esos machos.
Una vez que terminó me hizo limpiársela -déjala limpia como una patena, me dijo.
Cuando se tranquilizó me preguntó si me habían follado, yo le dije que no, que nunca me hubiese dejado.
El me recordó que antes ya le había mentido y me obligó a bajarme los pantalones y enseñarle el culo, estuvo toqueteándolo, pasando sus dedos por mi raja y haciendo presión, la verdad eso a mí me excitó y mi pollita se puso dura y llevé mi mano para tocarme, de hecho yo era el único de todos que no se había corrido esa tarde.
Él se dió cuenta y dándome un manotazo apartó mi mano.
Qué haces -me dijo.
Las putas como tú no tienen polla, el pito solo les sirve para mear y las muy putas, aún ni eso, se lo cortan.
Deja de tocarte o te ataré las manos.
Siguió explorando mi culo, la verdad estaba apretadito.
Yo rezaba para que no se diera cuenta que estaba ya estrenado pero al parecer no lo notó, porque me dijo: ese culo lo voy a estrenar yo, para que te acuerdes del día de hoy.
Y diciendo esto lanzó un escupitajo en mi culo y empezó a meterme su dedazo, adentro y afuera, en algún momento fueron dos los que sentí y seguía utilizando más saliva.
En una de estas llevó su mano a mi boca y me metió 4 dedos, -mámalos bien, déjalos bien mojados para que te entren.
Y sin prisas fue trabajándome el culo hasta que por fin consiguió meterme los 4 dedos, aquello dolía, yo me quejaba a cada momento, quizá exageré un poco, por miedo a que pensara que me estaba gustando, cosa que al final casi pasó.
Cuando creyó que estaba preparado me hizo sentar en su regazo, su polla dura de nuevo estaba entre los cachetes de mi culo.
La notaba bien dura y sobretodo caliente, entonces noté que la punta de ese capullo rozaba mi esfínter y sentí un escalofrío, el momento estaba cerca.
Poco a poco, con esfuerzo ese capullo fue entrando, yo seguí quejándome, cuando metió todo el capullo paró un poco para que me acostumbrara a su grosor.
Cuando notaba que no me quejaba tanto volvía a presionar introduciendo otro trozo de polla.
Los pliegues de mi esfínter estaban estirándose al máximo para dar paso a esa tremenda verga, pero la verdad es que fue muy despacio, casi tardó 15 minutos en meterla toda, con sus manos aguantaba mi culito para que fuese la gravedad el factor principal de penetración y cuando noté que sus vellos púbicos tocaron mi nalgas, me dejó un ratito sentado en su regazo para que me adaptara al intruso.
Luego empezó a moverse lentamente, sacaba un poco la polla y la volvía a meter, o tomándome por las caderas me movía en círculos sobre su polla, la verdad que esa forma de follar me gustaba, seguro que ese vigilante sabía bien lo que hacía, su polla era bastante gruesa y seguro que había desarrollado una técnica para poder meterla hasta el fondo.
Cuando ya vio que no me quejaba tanto, empezó a moverse más rápido, sacando y metiendo su polla de mi culo, hasta que al final se puso de pié, y yo con él.
Hizo que apoyase las manos en la mesa de esa garita y empezó un mete-saca bien rápido, lo oí gemir y noté como su polla escupía lefazos en el interior de mi culo.
Noté una sustancia caliente que llenaba mis intestinos y sus manos que me agarraban de por los hombros apretaron con fuerza, luego su cuerpo se inclinó hacia delante y mi espalda notaba el calor del pecho de tan tremendo macho.
Pensé, si que va rápida mi instrucción ¿si todo esto ha pasado en 2 días, que pasará hasta fin de curso?
Su polla fue perdiendo consistencia y finalmente salió de mu culo, notaba el ojete abierto a tope y me escocía, seguramente estaba enrojecido.
Fui a subirme los slips y entonces el vigilante me paró y me dice mejor límpiate con un papel o mi lefa cuando salga mojara tu trasero y todos van a saber que eres una puta y te has dejado follar.
Le agradecí el interés que mostraba, no pensé que más bien protegía el suyo, pues si me veían así mis padres seguramente me presionarían hasta que dijera quien era el que me había desvirgado, o casi.
Y él seguramente perdería su empleo y pasaría una temporada en la cárcel.
Cuando salí de la caseta del guarda ya estaba anocheciendo y tenía dificultad en caminar normalmente.
Me dirigí a casa, menos mal que mañana era sábado, tenía que estudiar y seguramente no saldría de casa.
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