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Sexo Sin Tabues 3.0
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Gays

Así empezó todo (III entrega).

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cokcrin.
Hola amigos, he recibido algunos mensajes privados pidiendo que continúe la saga.
Voy a relataros un nuevo episodio, que confío os guste.
Espero vuestras opiniones, que a buen seguro me ayudarán a mejorar.

Como ya sabéis, el viernes casi en la noche regresé a casa con el culo bien abierto por el guarda de la estación de mercancías, además un poco sucio por haber estado en el vagón y en esa garita.
Mis padres me riñeron por lo tarde y lo sucio que venía de jugar y como castigo me mandaron a la ducha y la cama sin cenar, cosa que en mi interior les agradecía, pues no tenía ganas que me preguntaran nada de lo que había hecho en la tarde.
No me gusta mentirles y así evité tener que darles explicaciones.
Me fui a la cama pero no conseguía dormirme, pensando en los dos machos que me habían penetrado: Álvaro y ese guarda.

La verdad que Álvaro me gustaba más, pero el guarda follaba mejor y pensando en eso mi pollita se puso dura y empecé a pensar que eso que me habían hecho no me desagradaba, pero yo no quería ser un marica y que los demás niños se burlaran de mí, tendría que ser muy cuidadoso y que nadie se diera cuenta.
Una vez llegué a esa conclusión dejé volar mi imaginación y mi mano comenzó a acariciar mi pilín, muy despacio, dándome gusto.
Estuve casi media hora tocándome y al final note como un escalofrío que recorría mi columna vertebral, me hacía cerrar los ojos y jadear, cuando los abrí me di cuenta que mi pilín no había soltado ni una sola gota de leche, había tenido mi primer orgasmo en seco.

El sábado me pasé toda la mañana estudiando, cosa que a mis padres les gustó mucho, por lo que pronto me levantaron el castigo.
En la tarde fuimos a un centro comercial, compramos cosas que necesitábamos para nuestra casa y al final entramos en un cine, fue un día bastante bueno.
El domingo de nuevo a estudiar y a preparar las chuletas del examen para Álvaro y José, ese fue un plácido fin de semana.

Llegó el lunes y tuvimos examen, para mí fue fácil, Álvaro y José sacaron las chuletas y a José lo pilló el profesor consultando, por lo que lo sacó de clase.
El resultado fue que yo aprobé con excelente, Álvaro notable y José tuvo que repetir el examen otro día en la mesa del profesor y entregar un trabajo de investigación antes del viernes, que me exigió que yo se lo hiciera.
Quedamos en su casa el miércoles para prepararlo.
Yo hubiese preferido hacerlo en la mía, me sentía más cómodo trabajando en mi ordenador y de paso mis padres contentos por verme estudiar, pero José tenía otros planes y si iba a su casa podría llevarlos a la práctica.

Llegamos a su casa después de salir de clase, sus padres no estaban.
Pasamos a su habitación y organizamos el esquema del trabajo a presentar, eso nos llevo más tiempo del previsto, ya que José no tenía ni idea de lo que quería exponer, ni cómo hacerlo.
Por fin, cuando dejamos esa primera parte concluíada me dice: eso lo puedes acabar en casa y mañana me lo traes para explicármelo bien y adjunta material grafico al trabajo, que siempre queda más redonda la presentación.

Ahora vamos a jugar un poco, que desde el viernes tengo ganas que tragues mi lefa, no veas las pajas que me he hecho pensando en el gustazo que me iba a dar al correrme en tu boquita, pero si escupes mi leche te mato a hostias.
Lo has entendido, chaval? Ahora ponte de rodillas y empieza a mamármela, diciendo esto me dio una colleja para reafirmar su dominio sobre mí.
No me quedó otra que obedecer si no quería que cumpliera su amenaza.

Se le notaba caliente pues no esperó a que le bajara los pantalones, él mismo se desabrochó la bragueta y los dejó caer, junto a los bóxers, hasta los tobillos.
No la tenía empalmada aún pero si un poco morcillona y tuve que hacer pocos esfuerzos para que sus 17cm se inflaran, poniéndose duros y fueran entrando en mi boca.
Cada vez me envestía más duro y consiguió atragantarme en varias ocasiones, llegué a lagrimear.
No me gustaba nada esa forma que tenia de meterla en mi boca, la única ventaja es que si se corría pronto puede que me dejara marchar.

Tenía sus manos en mi nuca, aguantando para que no pudiese retirar la cabeza y su polla bien dentro de mi garganta cuando oímos un ruido, la puerta de su casa se estaba abriendo.
Rápidamente me soltó y se subió los pantalones a toda prisa justo en el momento que la puerta de su habitación se abría y entraba un joven como de veintitrés años, alto, calculé que pasaba de 1,80 m.
musculado, el pelo corto y corte militar, moreno y con barbita de varios días.
Yo estaba de rodillas y fingí que buscaba un boli que había caído, mi cara estaba roja por el esfuerzo y gran cantidad de babas manchaban el polo de mi uniforme.
Cuando entró en la habitación, José me presentó a su hermano Raúl como un compañero de clase que había ido para hacer un trabajo en el ordenador.

Raúl me miró de arriba abajo como analizando la situación, creo que se imaginó lo que había pasado, no hacía falta ser muy listo para atar los cabos.
Iba a levantarme cuando me dijo: – “pelao” no te levantes, sigue buscando aunque creo que el boli que buscas está en otro sitio.
Muerto de vergüenza, me puse a gatas para seguir fingiendo que buscaba el boli por el suelo, por suerte José no era muy ordenado y bajo de su cama encontré un montón de cosas, entre ellas un boli, que a saber cuándo se habría perdido, metí mi cabeza y un brazo para recuperarlo y deje expuesto mi culito y le dije: José, ya lo encontré.

Cuando iba a retroceder para salir de esa posición tan comprometida, sentí un pie en mi culo que presionaba y la voz grave de Raúl que decía: – sal por el otro lado, no vayas a hacerte un chichón al incorporarte.
Ya os podéis maginar como me puse el uniforme, al pasar por bajo de la cama de José, como estaba mojado por las babas, recogió todo el polvo y salí lleno de manchurrones.
Al levantarme me encontré que Raúl seguía en la habitación se había sentado en la silla del ordenador.
Intenté recoger mis cosas para marcharme, cuando Raúl le dice a su hermano: – no irás a dejarlo marchar así a su casa, después que se ha esforzado por encontrarte el boli.
Y José le contesta: – me sabe mal que se haya ensuciado, pero no querrás que le lave la ropa? Raúl, sonriendo, le contesta: -No, de eso se encargarán en su casa, pero puedes dejarle un uniforme tuyo y ese sucio, cuando llegue a su casa, lo ponga en el cesto de la ropa a lavar.

Yo intenté excusarme, no me gustaba como se iba tejiendo esa situación, pero Raúl no dio su brazo a torcer, mandó a su hermano por un uniforme limpio y dirigiéndose a mí me dice: – tú, “pelao” ves quitándote ese uniforme.
Qué dirán tus padres al verte llegar así, sabiendo que estabas en nuestra casa.
Visto de ese punto de vista tenía su razón y me quité el polo dejando mi torso desnudo.

Tal como estaba sentado en la silla de ordenador, me hizo una seña para que me acercara, cuando estuve delante de él, separó sus piernas lentamente y con su dedo me señaló un sitio entre ellas, mis ojos quedan a la altura de los suyos, viéndolo así de cerca me di cuenta que era más guapo que lo en principio había pensado, pero sobre todo tenía una mirada que te hacia bajar los ojos.
Se incorporó un poco en su silla y llevando sus manos al cierre de mi pantalón, lo abrió y me los bajó hasta los tobillos.
Sin levantar la voz me dice muy serio: – “pelao” ¿qué parte de ves quitándote el uniforme no has entendido? No me gusta repetir las cosas, en esta casa acostumbramos a los pequeños a obedecer lo que mandan los mayores.

Y dándome un giro de 90 grados presionó con su mano en mi espalda haciéndome bajar el torso hasta que mi pecho encontró su pierna izquierda, entonces sentí su mano izquierda en mi nuca, como inmovilizándome y lo siguiente fue notar la primera nalgada que me daba con su derecha, con la palma abierta.
Fueron varias nalgadas, paró un momento para decirme que esa corrección se la agradecería siempre y luego siguió dándome unas cuantas nalgadas más.
La verdad es que daba duro, no para lastimarme pero si lo suficientemente fuerte para que notara como mi culito se iba calentando con los golpes, aunque lo verdaderamente doloroso fue la humillación que sentí al recibir ese correctivo de un extraño, ya que era la primera vez que veía a Raúl.

Como era natural comencé a lloriquear, entonces Raúl estirándome de la oreja me puso derecho entre sus piernas y me dijo mirándome a los ojos y sin alzar la voz: – no quiero oír ni un murmullo, sino vas a probar mi mano izquierda y créeme si te digo que lo de hace un instante te van a parecer caricias.
Me trague mi llanto y mis mocos como pude y cuando José entró en la habitación con el uniforme no se enteró de nada.

El uniforme que me trajo me venía grande por todos los sitios, aunque José intentaba ajustarlo.
Fue otra vez Raúl el que intervino diciendo a su hermano: – vete al trastero que seguramente habrán uniformes de años anteriores, ya sabes que madre guarda todo lo que no utilizamos para ir gastándolo aunque sea como trapos.
Y tú “pelao” quítate ese uniforme mientras te buscan otro más pequeño.
Estaba tan nervioso que al quitarme el pantalón de mi uniforme, me quité también el slip.
No tuvo que decir nada más, José salió rumbo al trastero y yo me volví a quedar delante de Raúl.
Me miraba intensamente, yo no sabía qué hacer con mis manos, al final las dejé caer delante de mí, como cubriendo de su mirada mi pollita.
Sonriendo de una forma que no supe interpretar, me dijo: -Te noto incomodo ahí de pie, delante de mí y volvió a señalar el mismo punto de antes entre sus piernas abiertas, avancé hasta donde indicó y mirándome a los ojos me dijo: – las manos a la espalda.

Obedecí de inmediato, la verdad era bastante violenta mi situación y no sabía dónde mirar.
Como si leyese mi pensamiento me dijo: – si te sientes incomodo de pie, puedes arrodillarte pero te quedas dónde estás.
Casi por hacer algo me arrodillé, mis ojos quedaban justo delante del bulto de su polla, me pareció que se le notaba más que antes.
¿Es posible que ese tío se estuviese empalmando? Empecé a notar mucho calor, estaba entre sus piernas y esa zona parecía la boca de un horno.
Puede que mi hermano tarde un poco, normalmente no encuentra nada si no es que está delante de sus narices, me dijo con esa voz profunda y grave.
Puedes apoyar tu cabeza aquí, estarás más cómodo y palmeó la cara interna de su muslo, casi en la ingle.
Al apoyar mi mejilla allí noté la calidez de su cuerpo.

Teniendo mi cabeza donde Raúl me indicó, mi nariz y boca quedaron casi rozando su paquete, nunca había estado en una situación tan violenta y al tiempo tan morbosa.
Bueno, me dijo, ahora que estás bien aposentado vas a contarme que hacías esta tarde con mi hermano.
Le expliqué que estaba ayudándolo a preparar un trabajo que el profesor había pedido para el viernes.
Ah! Ya entiendo, tú le haces el trabajo a mi hermano y él a cambio te deja utilizar su “boli”.
Entendí lo que quería decirme e intenté negar la conclusión de Raúl, pero no encontraba un argumento creíble, salvo explicar que José me sometía a una especie de chantaje y se aprovechaba de la situación, pero eso me pareció muy difícil de explicar y más teniendo en cuenta que Raúl, de entrada, iba a defender la posición de su hermano.
Preferí callar y que pensara que era un putito deseoso de la verga de José.

Llegó José con un uniforme viejo, me lo probé y se ajustaba a mi cuerpo, a Raúl le pareció bien y me apresuré a irme a casa, casi en la puerta José me dijo mañana después de clase te quiero aquí con el trabajo acabado.
Fue llegar a casa y ponerme manos a la obra, poner mi uniforme a lavar, cenar con mis padres y desarrollar el trabajo, que solo estaba diseñado y necesitaría al menos 3 horas más para acabarlo, con todas me fui a dormir pasadas las 2 de la madrugada, pero la misión estaba cumplida.

La tarde de jueves volví a casa de José para entregarle y explicarle el trabajo, al llamar me abrió José y me hizo pasar a su alcoba – ves desnudándote a ver si acabamos lo que empezamos ayer.
En esas estaba cuando se abrió la puerta de la habitación y entró Raúl, vaya “pelao” otra vez aquí –me dijo.
Y a su hermano le comenta, he quedado con Lucía, cuando llegue la haces pasar a mi cuarto que hoy le toca repaso.
A mi me pareció raro que, si Raúl era profesor, José me pidiera que le hiciera los trabajos.
Quién mejor que su hermano para encargarse de dirigírselos.

No pasaron ni 5 minutos cuando sonó el timbre, era Lucía una niña de nuestro colegio un poco mayor que yo, tendría 14 o 15 años, llegó con su mochila que dejó en nuestra habitación y pasó a dar su clase con Raúl.
Fue entonces que José se sacó su verga y me puso a mamársela, cuando empecé a cogerle el ritmo volvió a sonar el timbre, José fue a contestar y enseguida escuché como me llamaba con urgencia, fui a ver que quería y con prisas me dijo vete al cuarto de Raúl y dile a Lucía que su madre esta esperándola, corre! Yo no sabía donde era la habitación de Raúl, ya que era la segunda vez que estaba en esa casa y solo conocía la habitación de José.

La casa tenía un largo pasillo y un montón de puertas que se abrían a él, por lo que tuve que ir abriendo las puertas en la medida que pasaba por delante, al final escuche unas voces, no entendía que decían pero me pareció que Lucía se quejaba, al abrir me quedé sorprendido por lo que vi.
Lucía estaba echada en la cama de Raúl, vestida pero sin sus braguitas y Raúl, que estaba entre sus piernas, llevaba una camiseta de manga corta y estaba sin pantalones.
En lo primero que me fijé fue en el culo de Raúl, sus nalgas eran carnosas y se notaban duras, seguro que practicaba mucho deporte, en aquella época no había costumbre de entrenar en los gimnasios.

Después escuché la conversación, Raúl decía: vamos puta ábrete más de piernas que solo estas dejando pasar mi capullo.
Lucía le decía – es que me haces daño.
No te quejes que el día que te desvirgué pude meterte media verga en el coño y hoy quedamos que te la metía hasta los cojones.
Yo no sabía qué hacer, estaba como paralizado por esa visón, pero la madre de Lucía espera abajo y tuve que interrumpir.
Disculpas –dije- Lucía, tu madre te está esperando en la puerta.
Lucía dio un grito.

Se separó de Raúl y con las manos se tapaba el chocho, mientras buscaba las bragas que estaban en un rincón.
Raúl se giró como si no le afectara en nada que los hubiera descubierto, entonces pude verle bien la polla, no hizo amago de taparse en ningún momento.
Tenía un buen pollón, la suya era la más grande de las que había visto hasta el momento.
Larga, recta, gruesa, con una vena que recorría todo el fuste de esa polla que rozaba los 20 cm, con un capullo que acababa en punta.
Entonces entró José, todo nervioso por tener a Dña.
Mercedes en la puerta reclamando a su hijita, no sabía que decirle a esa señora.
Fue Raúl el que urdió el plan.

Lucía había venido a hacer un trabajo, pero no lo había terminado por lo que José tendría que acompañarla a su casa para terminarlo.
El trabajo desde luego fue el que yo preparé para José, pero eso Dña.
Mercedes, no lo sabía.
Partieron a casa de Lucía para no levantar sospechas, José me dijo que esperara 5 minutos a que ellos se hubiesen ido y me fuera a mi casa, que ya tendríamos más ocasiones para acabar lo que habíamos comenzado.

Estaba recogiendo mis cosas de la habitación de José cuando entró Raúl, seguía con su polla sin cubrir.
Se sentó en la cama de su hermano y me dijo: “pelao” de todo lo que has visto, ni una palabra a nadie.
Desde luego Raúl, seré una tumba.
Yo estaba un poco nervioso por tener a ese machazo a mi lado en pelotas, y dándome conversación, poco a poco me fue sacando parte de la historia, desde luego no le conté que Álvaro me había desvirgado, ni tampoco lo del guardia de seguridad en la tarde del viernes, pero si le conté que con unos chicos de clase nos habíamos pajeado y se la había chupado a su hermano, aunque le dejé claro que no había tragado ni una gota de leche.

Muy bien -me dijo Raúl- tragar lefa no es de machos, los machos nos cogemos a las zorras, que para eso están.
Yo alucinaba con esa conversación, por lo que entendí Raúl me consideraba un macho como él.
Entonces en un momento de complicidad, palmeó en el colchón a su lado para que fuera a sentarme junto a él.
Entonces me preguntó a cuantas zorritas me había tirado.
Tuve que confesarle que a ninguna.
Entonces volvió a preguntarme si les había comido al coño a mis compañeras de clase.
Mi respuesta tampoco fue afirmativa.
Se quedó como pensando, tengo una idea, no es exactamente igual que comerte una almeja, pero puedes probar como sabe el coño de Lucía.
Yo le miré un tanto extrañado, Lucía se había marchado -le dije.
No importa -dice Raúl- me ha dejado sus jugos en la polla, solo tienes que acercar tu boca y probarlos.
No me pareció bien y se lo dije, entonces sonriendo me dijo voy a pensar que si eres marica.
No tuve otra que acercar mi boca a su verga y sacando la lengua se la pasé por el capullo.

Uff! Que sabor más concentrado emanaba de su capullo, fueron lamidas cortas con miedo a ese pollón de macho que se cargaba Raúl.
Se nota que te has comido pocos coños, me dijo Raúl, pero no te preocupes que como somos amigos te voy a enseñar a hacerlo.
Entonces me hizo acostar atravesado en la cama de su hermano, mi cabeza colgaba fuera del cochón.

Me besó y dijo –Comienza a respirar por la boca- para luego introducir su pija dura, con ímpetu y bestialidad hasta lo más profundo de mi garganta.
Yo no podía controlar las arcadas, Raúl apretaba mi nariz, me pellizcaba los pezones se demostraba todo un experto y eso me excitaba aún más.
Entre las embestidas a mi garganta, podía mirar su cara de placer y yo me sentía en las nubes.

En un minuto sacó su verga y escupió dentro de mi boca diciendo –Así perrita- Eso me descolocó, no me sentí cómodo con ese trato en ese instante, pero para entonces él se había convertido en mi macho, en mi dominador, yo instintivamente asumí mi nuevo rol con obediencia, sin cuestionarlo, ni conocer nada de ello en experiencias anteriores sexuales.
Yo era demasiado inocente entonces, aunque empezaba a descubrir que lo que de verdad me gusta era estar sometido a un macho vergón.

Siguió violando con fuerza mi boca, yo ya me encontraba absolutamente sometido al hermano de mi compañero de clase un macho que casi me doblaba en edad.
Cuando pellizcaba mis pezones, estos se ponían duros.
Me llamaba su puta, su perra.

Escupía mi cara y me apretaba con fuerza del cuello, dejándome casi sin respiración.

Yo me sentía en otro mundo y no sabía cómo terminaría todo, jamás nunca me había imaginado en una situación así, pero la verdad es que mi pequeño “pilín” estaba duro.

Me gustaba, me excitaba sobremanera, estaba viviendo desde hacía poco como en una montaña rusa.

Yo quería seguir a toda costa experimentando todo con ese macho de brazos definidos, de pectorales velludos prominentes, de barriga dura y abdominales marcados, que me trataba como una verdadera zorra.
Después de bastante rato, mi garganta me dolía, estaba toda irritada, pero mi boca seguía abierta implorando que esa polla de macho de 20 cm, la polla más grande que había visto en mi vida, siguiera entrando en mi garganta.

Note un cambio de ritmo en las embestidas de Raúl, su verga se hizo un poco más gruesa si cabe, sus cojones se contrajeron, y él gemía a plena satisfacción.
No hacía falta ser un lince para saber que, a poco, Raúl se iba a correr, solo faltaba saber donde lo haría ese macho.
No tuve que esperar mucho, empezó a gemir más fuerte y una riada de lefa caliente salió de su verga, pasando directamente a mi estómago.
Cuando acabó, sacó su polla de mi garganta y simplemente dijo: límpiala, puto.
Fue entonces cuando fui consciente del sabor de su semen y cuanto me gustaba.
Le rebañe la polla, dejándola limpia como una patena.

Ahora ya sabes a que sabe un chocho, el sábado te enseñara a que sabe una polla de macho, ahora vístete y te largas a casa y de esto ni una palabra a nadie, ¿entendido? Si Raúl le contesté sin mirarle, pero él pinzando con su mano mi cara me dijo: yo soy tu macho, cuando te dirijas a mi me dices señor y si hay gente delante puedes llamarme “jefe” que es más discreto.

1978 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: amigos, colegio, hermano, mayor, montaña
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