ASÍ FUE
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por meteorotuc.
Hoy les traigo esta historia que es en sí misma una serie, puesto que está escrita originalmente en cinco partes. Así la voy a publicar por respeto al autor de la misma de quien dejo nota al final.
Pero antes… quiero agradecer los comentarios y los mensajes que he recibido. Espero que estos próximos capítulos también sean de su agrado y placer. Ya lo sabremos…
ASÍ FUE / Parte 1
En este momento aun me tiemblan los dedos al pulsar estas teclas pues aun recuerdo todo como si apenas hubiese sucedido. Un secreto sepultado dentro de mi por muchos años y que jamás se había revelado. ¿Para que? Posiblemente nadie lo entienda. ¿En donde sucedió? En una pequeña localidad de provincia como tantas otras. ¿Cuándo? Hace ya tiempo.
Como sucede en muchos casos, mi padre falleció siendo yo muy niño por lo cual mi madre tuvo que ingeniárselas para sacar el sustento de cada día. Alrededor de mis 13 años tuvo la suerte de que le dieran un trabajo en la capital del estado, el único gran problema fue que se lo darían a ella sola. Es decir, tuvo que renunciar a mí y con la promesa de mejorar me deposito en casa de mi padrino sin saber al gran peligro que me estaba exponiendo.
Ese día, el mas triste de mi vida, la fuimos a despedir a la central de autobuses. Aun recuerdo como sus últimas palabras fueron de aliento y de advertencia al decirme que me portara bien y que obedeciera en todo para no contrariar a nadie pues no quería que causara problemas.
Nos quedamos hasta que el camión desapareció y aunque trate de hacerme el fuerte no puede evitar el llanto. Aun las lágrimas corrían por mis mejillas cuando mi padrino con una voz seca me ordeno que nos fuéramos pues mi madre ya se había ido. Dándome un empujón, me impulso a caminar y con largos pasos se adelanto a la camioneta quedándome yo rezagado. De repente sentí un manazo en la espalda.
-¡Deja de chillar! -escuché- ¡Pareces mariquita!
Ese era Daniel el hijo mayor de mi padrino que andaba entre los 16 casi 17 según recuerdo. Ese manazo fue nuestro primer contacto.
Como se podrán imaginar por ese primer "saludo", mi vida se convirtió poco a poco en un infierno. De las tantas cosas prometidas por mi padrino a mi madre muy pocas se cumplieron. Desde un principio se mostró seco y distante conmigo, como si mi presencia le molestara. Ni siquiera me dio un cuarto sino me hizo dormir en una pequeña salita de un corredor de esas casas antiguas de pueblo y mi ropa la puse en unas cajas cerca del sofá que se convirtió en mi cama. Mi madrina era un poco mas amigable pero en aquel tiempo su madre se encontraba enferma y ella se iba a cuidarla al pueblo mas cercano así que pasaban días sin que la viera y a veces cuando regresaba solo regresaba por una hora y se volvía a ir. De esta manera la casa casi siempre se encontraba sola y de igual manera estaba yo solo con mi padrino y sus hijos.
Un día me llevo a trabajar a su tienda. Todo fue más o menos bien hasta que empezamos a cargar mercancía a una camioneta. Yo no estaba acostumbrado al trabajo físico tan fuerte además de que mi complexión rechoncha me dificultaba aun mas las cosas y me costo mucho trabajo hacerlo. Mi padrino me gritaba que lo hiciera mas rápido y Daniel me hostigaba con diversas frases hirientes: "Apúrale gorda." y cosas por el estilo. De repente iba yo caminando cuando mis endebles brazos no pudieron más y se me cayó lo que llevaba desparramándose todo por el piso. Enseguida mi padrino se acerco gritándome y ya cuando estuvo cerca de mi me agarro por el pelo y me aventó a un lado.
-¡Mira nomás pendejo! – recuerdo- ¡Ni para eso sirves!
Yo apenas si pude reaccionar y me quede paralizado a un lado. Ya para ese momento los otros trabajadores se habían acercado así como también Daniel. "Pareces niña" me dijo cuando llego cerca de mi. Mi padrino estaba muy encabronado y les ordeno a todos que se pusieran a recoger y acercándose a mí me volvió a jalar del pelo y empujándome hacia la calle me dio una patada en las nalgas y me grito:
-¡Lárguese a la casa, chingado, a ver si allá sirve de algo!-
Como te podrás imaginar alcance a escuchar las risitas y las miradas burlonas de los otros empleados y sin mas ni mas eche a correr y así llorando me fui a la casa. Ahí me quede todo el día y me aterraba el momento en que ellos fueran a llegar. Cuando finalmente lo hicieron mi padrino me volvió a regañar ante la mirada burlona de Daniel y de Lalo su hermano y nuevamente diciéndome que no servia para nada me ordeno que me quedara en la casa y como la señora que les ayudaba allí ya no iba a poder ir entonces que me quedara en la casa y yo era el encargado de limpiarla y todo. Por un lado me sentí aliviado pues pensé que me iba a ir peor y la verdad estaba mas o menos acostumbrado pues siempre le había ayudado a mi madre hacer labores de casa y a partir de ese día me convertí en su chacha pues yo me quedaba en la casa y hacia mas o menos toda la limpieza y tenia que estar al pendiente de ir por la comida que una señora del pueblo les hacia y demás. De alguna manera me gusto porque me quedaba solo en la casa y nadie me molestaba. Cuando ellos llegaban a comer, les servia y terminando me ponía a lavar los trastes y se volvían a desaparecer hasta la noche cuando nuevamente nada mas comíamos y yo limpiaba la cocina y nos acostábamos a dormir. De esa manera, casi no tenia yo contacto con ellos y vivía más o menos feliz.
Todo esto fue más o menos bien hasta que un día que estaba yo solo en la casa llego Daniel. Como siempre con su actitud destemplada. Seria muy largo de detallar su comportamiento pero como se podrán imaginar me empezó a ordenar cosas y a criticarme y a decirme muchas cosas insultantes e hirientes que aunque trate de ignorar poco a poco me hicieron enojar. En una de esas, no recuerdo muy bien que me dijo y ante mi coraje le dije que se callara. El me contesto que a él nadie lo callaba y no supe ni como pero se me salio decirle: "Pinche puto".
Cuando escuchó eso se súper encabrono y me dijo que a el nadie lo llamaba puto. Se acerco a mí tratando de golpearme pero me le pude escabullir como pude.
-¡Me las vas a pagar cabrón!- me gritó y salió casi corriendo de la casa.
Pasaron unos minutos y yo me quede agazapado, cuando ya no escuche ruido salí y me quedé aún al acecho y como no escuche nada pues seguí haciendo lo que estaba haciendo y en un rato se me olvido el suceso. Estaba así de lo mas entretenido, cuando de repente sentí un dolor agudo en mi cabeza. Era Daniel que me tenia agarrado del pelo.
-¡Vamos a ver quien es el puto!- me gritó en el oído dejándome casi sordo.
Aventándome al suelo y ante la sorpresa del ataque me empezó a golpear y a patear yo trataba de protegerme lo mas que podía y solo sentía los golpes de sus puños y las patadas de sus botas de cargador. Todavía estaba yo medio aturdido por la chinga que me estaba poniendo que no supe ni como pero empecé a sentir como me jaloneaba los pantalones y al tratar de defenderme solo conseguí un par de golpes mas. Me saco los zapatos y a jalones me quito el pantalón dejándome solo la camisa. Los aventó al zaguán y me golpeo con un trapo en la cara.
-¡Ponte esto!- me ordeno con voz destemplada.
Yo no entendí muy bien lo que me decía por lo aturdido que estaba así que nuevamente me grito más fuerte que la vez anterior.
-¡Que te pongas esto!-
Como pude me medio levante y tome entre mis manos el trapo que me había aventado solo para descubrir que era una de esas faldas del uniforme de niña de secundaria. Yo me quede de una pieza pues estaba completamente sorprendido por todo pero Daniel sabía lo que quería y acercándose nuevamente me tomo de los pelos y dándome una sacudida me volvió a gritar que me estaba ordenando que me la pusiera. Como pude le obedecí más por miedo y por dolor que por otra cosa. Aun tomándome del pelo me puso de pie y me ordeno que me acomodara la falda y que la cerrara. Total que no me soltó hasta que no estuve vestido con la falda que el me había traído. Esta por demás decir que la falda no me quedaba muy bien pues no era de mi talla me apretaba mucho y además en aquel tiempo era yo algo gordito pero el me obligo a abotonármela. Yo no se de quien la consiguió pero recuerdo la vergüenza de estar ahí vestido con es falda y de sentirme casi desnudo. Después me llevo a medio cuarto y me aventó al centro. Yo me quede como estatua parado ahí en medio y el solo daba vueltas y se reía y se carcajeaba y se burlaba de mí.
-¿Quién es el puto ahora?-me dijo entre otras cosas.
No paraba de dar vueltas alrededor mío y de reírse de mí. Yo estaba muy escamado y asustado y no atinaba a hacer nada. Solo sollozaba y el se reia mas y me decía mas cosas; que si era un mariquita chillona, que solo servia para limpiar la casa, que no podía cargar unas cajas y así mas y mas cosas. Diciendo esto se fue acercando mas y mas y ya cuando estuvo muy cerca de mi me metió la mano rápidamente por debajo de la falda y me dio un pellizco.
-¡Estas MUY buena!- me dijo y yo apenas si pude reaccionar medio brincando a un lado de él. Al ver mi reacción mas se carcajeo y me ordeno que me quedara así. Me dijo que si me cambiaba me iba a ir peor y que así tenia que quedarme hasta que el viniera y que si no lo hacia me iba a poner una verdadera chinga no como la de hace rato sino una verdadera.
-¿Me entendiste?- me dijo y yo solamente moviendo la cabeza apenas si le pude contestar. El camino para atrás no sin desaprovechar mi desconcierto haciéndome movimientos amenazadores y cizcándome como queriendo pegarme o faulearme sin darme la espalda y todavía en la puerta me volvió a repetir que no se me olvidara y que así me tenia que quedar vestido. No se por cuanto tiempo me quede ahí parado cuando por fin empecé a caminar me dolía todo el cuerpo de los chingadazos que me había puesto. Como pude fui al baño y me lave. Después la verdad no sabia que hacer. Me sentía ridículo vestido con esa falda pero por otro lado no se me olvidaba lo que el me había dicho y amenazado. Total que me quede con la falda puesta pues aunque en ese momento no lo pensé nadie llegaba a la casa y yo me la pasaba solo casi todo el día.
Estaba lavando unos trastes en el fregadero cuando escuche una fuerte voz detrás de mí que casi hizo que se me cayera el vaso de las manos.
-¡¿Y ahora que chingados?!-
Para mi mala suerte era mi padrino que por no se que maldita razón había ido ese día a la casa.
Se me quedo viendo con cara de sorprendido y yo me sentía muy humillado pero no se de donde saque fuerzas y le grite que Daniel me había obligado a vestirme así. Por un momento pensé que el también me iba a agarrar a chingadazos pero para mi mayor sorpresa me volvió a preguntar y le volví a decir que Daniel me había obligado a vestirme así. Cuando escucho eso solo se carcajeo y me mando a vestir. Cuando regrese ya no le encontré por ningún lado. Después de eso ya no se hablo mas del tema y yo supongo que el hablo con Daniel porque en la noche que llegaron Daniel no me dijo nada ni se volvió a mencionar el tema al menos por ese momento fue erróneamente lo que pensé.
Por un tiempo las cosas se normalizaron. La vida transcurrió más o menos normalmente hasta que misteriosamente mi ropa interior empezó a desaparecer. Cada vez que me bañaba e intentaba cambiarme de ropa tenia menos y menos calzones hasta que me di cuenta que solo me quedaban dos. El que traía puesto y uno más. Yo no atinaba entender que era lo que sucedía. Muy a pesar me tuve que ver en la necesidad de decirle a mi padrino que necesitaba ropa. El me hizo preguntas y la verdad no sabia que decirle así que le mentí y le dije que me había traído muy poquita ropa y que ya se me había acabado. El me respondió de mala gana que luego se haría cargo y ahí quedo todo. Pasaron varios días y yo seguía en la misma situación hasta que un día llego Daniel y me aventó una bolsa con ropa y me dijo que su papa le había mandado a comprarme lo que me hacia falta. Me acerque a la bolsa para ver que tenía y no pude evitar ver la cara de burla que él tenia y me dijo:
-A ver si te gusta lo que te compre- y riéndose me dejo solo.
Empecé a sacar la ropa y eran varios calzones. Un par de truzas nada más y los demás eran calzones que yo jamás había visto. A diferencia de los que yo usaba, estos no tenían agujero al frente y tenían colores como rosita, anaranjado, amarillo, etc. En es tiempo no lo comprendí, muchos años después me di cuenta que Daniel en su locura se había encargado de comprarme pantaletas de niña con la intención de humillarme mas.
No conforme con eso, y pienso que lo hizo adrede, las truzas que me compro eran de una talla mas chica así que cuando me las ponía me quedaban demasiado ajustadas y entalladas por todos lados causándome cierta incomodidad al principio. Esto no seria tan importante a no ser por el hecho de que mas ropa mía siguió desapareciendo y termine durmiendo en calzones y playera pues todos mis shorts y mis pijamas las "perdí". Pocos días después me di cuenta que Daniel no perdía ocasión para acecharme y en un par de ocasiones en que yo ya estaba acostado, el pasaba por el pasillo y caminaba mas lentamente y me volteaba a ver muy raro, de una forma que yo no comprendía en aquel momento. Otro día en la mañana medio desperté y pude ver que el se me quedaba viendo el trasero pues por la posición en la que estaba acostado en el sofá no me podía acostar bien y tenia que hacerlo de lado y ahí estaba el viéndome supongo que las nalgas que en ese momento tenia descubiertas. Yo lo notaba y tenía sentimientos de confusión pues no entendía la razón de sus miradas pero en aquel tiempo era yo muy inocente y la verdad no sabia nada de nada.
En una de esas mañanas estaba yo sirviéndoles el desayuno. Ellos ya habían acabado y estaba yo recogiendo la mesa cuando por un descuido se me cayó una salsera y la sartén desparramándose por el suelo la salsa y los frijoles que habían quedado.
Afortunadamente, no estaba cerca de ninguno de ellos y no se mancharon ni ensuciaron la ropa. Mi padrino empezó a vociferar ya decirme cosas como siempre, cosa a la que no puse atención pues ya me estaba acostumbrando a ello, Lalo y Daniel como siempre se burlaron y se rieron de mí.
-¡Me limpias bien este cochinero!- me grito mi padrino ya saliendo y para mi desgracia le grito a Daniel.
-Y ahí te encargo que te asegures que lo haga y bien hecho. Sino tú lo limpias también-
Lalo se levanto y se fue detrás de su papa aun riéndose y Daniel me grito:
– Muévete cabrón que no tengo todo el día para estarte cuidando.
Empecé a recoger los pedazos de traste que había en el suelo y después me puse a limpiar el piso. Daniel agarro una silla y se sentó según esto a vigilarme. Como pude recogí toda la comida y según yo limpie el piso. Ya había terminado cuando Daniel se acerco y me pregunto sarcásticamente:
-¿Según tu ya acabaste?- y señalándome el piso me empezó a gritar que estaba todo puerco y que en castigo iba a limpiar todo el piso porque el no pensaba limpiar nada si a su papa no le gustaba. Me ordeno traer una cubeta con agua y ya cuando la traje me aventó un cepillo y jabón. Se paro delante de mí.
-Híncate me ordeno- y poniéndome la mano en el hombro me empujo hasta que quede hincado delante de él.
-así me vas a limpiar este piso pendejito- me ordeno- así como las pinches viejas y no me voy a ir de aquí hasta que termines.
Rápidamente entendí que era lo que el quería así que empecé a mojar el piso y a tallarlo con la esperanza de que el se fuera lo mas pronto posible. El agarro una silla y se sentó detrás de mí. De reojo pude ver que ahí seguía mientras yo limpiaba el suelo en esa posición tan humillante pero de lo que no me había dado cuenta es de que el se había sentado estratégicamente para verme el trasero. Solo me di cuenta de esto cuando el me dijo:
-¡Que bien lo mueves!- con una voz diferente.
Como yo ya estaba acostumbrado se me había olvidado por completo que no traía pantalones. Generalmente en la mañana apenas si me daba tiempo de levantarme para atender la cocina y muchas veces me ponía a trabajar así con la playera y en calzones. Nadie me había dicho nada y la verdad a mi no se me había ocurrido que pasara nada pero en ese momento todo mi trasero estaba expuesto y para colmo de males la playera que use esa noche estaba algo corta y ahí culimpineado se me subía y no me tapaba nada. Trate de levantarme pero Daniel me amenazo diciéndome que si lo hacia antes de terminar ya sabia la que me esperaba así que no tuve mas remedio que seguir ahí con el rabo al aire enseñándole mis encantos al muy cabrón. De reojo lo vigilaba y pude ver que se puso una mano en la entrepierna y se estaba tocando ahí y empezó a hacer gemido y ruidos raros y me decía cosas que jamás había oído antes como "Estas bien buena", "Como se me antoja ese culito" y demás pero la verdad pensé que solo lo hacia por molestarme aunque esa noche descubriría lo que eso significaba. Cuando finalmente estaba por terminar y estaba ya apunto de pararme. El se acerco a mí y agachándose me dijo al oído:
-así me gusta que seas obediente porque sino obedeces te puede ir MUY mal-y me dio una sonora nalgada MUY fuerte y me dio un medio apretón en el trasero y levantándose me dejo ahí solo.
Todo el día anduve nervioso. En mi inocencia no alcanzaba a vislumbrar lo que me había querido decir pero por dentro me sentía mal y sentía que algo malo estaba por sucederme mas no atinaba a saber que era exactamente aquello. Por fin llego la noche y todo transcurrió normalmente. Todos ellos se fueron a sus cuartos y yo me fui a mi lugar de siempre. Ya había pasado un buen rato y estaba por quedarme dormido cuando medio escuche un ruido. Apenas si me estaba volteando cuando un gran peso me cayó encima. Si, era Daniel, estaba en camiseta y en calzones como yo.
-¡así te quería tener!- me dijo y dejando caer todo su peso sobre mi sentí como sus manos me empezaban a tocar por todos lados. Se deslizaron debajo de mi ropa y con insistencia buscaron mi trasero.
Por instinto empecé a moverme y a tratar de escabullirme. Le decía que me soltara, que qué traía, y trataba de despegarme de el pero el peso de su cuerpo era mayor. El seguía tratando de tocarme y sus manos me apretaban las nalgas seguimos forcejeando y en un momento no supe como pero al alzar mi rodilla le pegue en los bajos muy fuerte. El cayó al suelo revolcándose de dolor y yo me levante y me fui a una esquina del cuarto.
Estaba aterrado, pensé que cuando se levantara me iba a golpear pero entupidamente en lugar de huir de ahí me quede como siempre paralizado por la sorpresa viendo lo que sucedía. Como pudo se levanto después de un rato y con la poca luz de la ventana alcance a ver su mirada de enojo. Creo que ni siquiera podía hablar pero si alcanzo a hacerme un ademán amenazante con su mano y salio del corredor lentamente y se fue su cuarto. Yo estaba petrificado y no sabia que hacer. Me acosté finalmente y tarde mucho en dormirme. Por mi mente se repetía una y otra vez la escena y en mis oídos resonaban sus palabras. Una y otra vez escuchaba lo de: "¡así te quería tener!", y por mi mente pasaban sus miradas de en la mañana y también de todo lo que me había dicho en la mañana cuando me estaba viendo el culo. No me pregunten como pero empecé a entender que mi culo le gustaba y aunque desconocía que era exactamente lo que me quería hacer sentía que estaba mal y que algo no estaba bien.
Después de tanto pensar y pensar me quede dormido.
Pasaron unos días después de aquel incidente y para variar todo volvió a la "normalidad". Un sábado después de desayunar mi padrino me llamo y me dijo que esa tarde me encargaba un trabajo especial, que Daniel me iba a necesitar y que yo debería de ayudarlo. Eso fue todo lo que me dijo y sin más ni más, sin darme tiempo a decir nada, se dio la vuelta y se fue. Yo me sentí un poco nervioso pero como iba a ser según esto en la tarde no le di mayor importancia. Cuando llego la tarde, llego Daniel y me encargo una serie de cosas: cervezas, hielo, botanas y demás y me advirtió que estuviera listo porque íbamos a ir a dejarlas ya a acomodarlas para una fiesta. Extrañamente se porto bien conmigo así que me dedique a juntar todo lo que me había pedido y estuve listo a la hora de la hora.
Cuando llego la hora, el llego con al camioneta y subimos todo y me dijo que me subiera atrás para que nada se cayera y nos fuimos. Salimos del poblado y agarramos la carretera y después una brecha para finalmente llegar a una casilla como de campo. Ya estando ahí todo transcurrió normalmente. El me indico que hacer y donde poner las cosas. Me dejo solo y agarro la camioneta y se fue. Después de un rato regreso y entrando me pregunto si yo ya había acabado. Le conteste que si y se dio una vuelta por todo el lugar como verificando. Cuando termino me dijo:
-Si, esta bien. Ahora arréglate-
Yo no le entendí y el se me acerco y me dijo:
-Aquí va a haber una reunioncita con mis amigos y tú te vas a encargar de atendernos.
Se me acerco y amarrándome por el brazo muy fuerte me llevo a un cuartito y aventándome me dijo:
-Ahí esta tu uniforme- y me señalo un bulto que había en un silla.
Me acerque y empecé a revisar el bulto que había. Nuevamente me había dejado una falda azul marino con una blusa blanca y unas como sandalias. Volteé a verlo y de seguro que vio mi cara de desconcierto porque me dijo:
-¡Te dije que me las ibas a pagar!- así que ya sabes.- y diciendo esto se dio la vuelta y se alejó.
Las manos me temblaban de coraje y de impotencia. En ese momento pensé correr pero me di cuenta que estaba bastante lejos del pueblo y además que no tenia idea de para donde huir. También caí en la cuenta de que para cuando tratara de correr el me alcanzaría y estaba seguro que ahí tan lejos no tendría compasión de mi. Así que con todo mi coraje me empecé a desvestir y me puse la ropa que el me había llevado. Me quite mi pantalón de mezclilla y me quede con la truza blanca que ese día llevaba puesta. Con cuidado doble todo y lo puse en la bolsa de platico para que no se maltratara. La blusa era de mi medida y no tuve ningún problema en ponérmela pues se asemejaba mucho a las camisas de la escuela. El ponerme la falda era lo que me sacaba de onda y aunque no tuve problema en ponérmela, al hacerlo me sentí sumamente extraño. Sentía la cara caliente y estoy seguro que si me hubiera podido ver mi cara hubiera estado completamente roja.
-¿Estas lista?- me pregunto desde afuera.
Con un débil si le conteste y me ordeno que saliera. Así lo hice y cuando me vio me dijo que me acercara. Le obedecí sin chistar. El me dio la vuelta y me reviso de arriba abajo. Después se acerco y sin más ni más me levanto la falda.
-Quítate eso- me dijo y me extendió en su mano otro calzón que en realidad era una pantaleta de niña. Ahí enfrente de el me tuve que quitar los calzones y me puse la pantaleta blanca con unos dibujitos que creo era como unas florcitas. El no me quitaba los ojos de encima y hasta me ordeno que me la acomodara. Así lo hice y la pantaletita me quedaba toda ajustada y se me repegaba mucho haciendo que los resortitos se me encajaran en las piernas.
– Bien- me dijo- Te ves bien.
Luego me llevo al baño y me hizo que me pusiera una diadema para terminar el atuendo. Después me llevo a una como bodeguita de la cocineta y me dijo que me quedara ahí hasta que el me llamara. Nuevamente se fue en la camioneta y yo enseguida trate de salir de ahí pero me di cuenta de que me había dejado encerrado con llave y de que no podría escapar de allí. Así que sin mas remedio me volví a sentar en el lugar donde el me había dejado.
Pasó mucho rato y de hecho empezó a oscurecer. Después alcancé escuchar el ruido de la camioneta y de cómo se oían varias voces. Escuche el cerrojo como se abría y después las voces y ruidos de varias personas. Era Daniel y otros muchachos. Escuche como Daniel los invitaba a pasar y se sentaron en la mesa. Primero los atendió Daniel. Escuche como abrieron cervezas y hasta música pusieron. Después por la plática me imagine que estaban jugando cartas o algo así. De hecho estúpidamente pensé que Daniel solo me había jugado una mala pasada y me había hecho todo esto para asustarme nada mas y que me iba a tener ahí encerrado. Cual fue mi sorpresa cuando dando un chiflido me grito:
-¡Ándale Rubencito! Sal de ahí para que nos atiendas-
Yo me quería morir. Se me caía la cara de vergüenza nada más de pensar en que los que estaban ahí me iban a ver así vestido. Sentía que la cara me ardía de vergüenza y de seguro la tendría nuevamente toda roja.
– Órale cabrón- te estoy esperando me volvió a gritar después de otra rechifla de silbido.
Con muchos trabajos me atreví a salir. Como te podrás imaginar todos voltearon a verme y en cuanto me vieron soltaron unas estruendosas carcajadas.
-No mames pinche Daniel-le dijeron.
-¿Entonces si es neta?- pregunto uno.
-Que mamila eres- le dijo otro.
Y así escuchando todo tipo de frases me acerque a la mesa donde se encontraba sentado Daniel jugando cartas con otros tres bueyes de mas o menos su misma edad.
– Se los dije- les contesto Daniel. Y tomándome de la cintura me sentó en sus piernas.-Les dije que tenia mi gatita particular.
Después con las mismas fuerzas me levanto y dándome una nalgada enfrente de todos me ordeno que les llevara más cerveza. Y ese fue mi deber todo el rato en el que ellos estuvieron jugando. Tuve que estar así vestido con una falda atendiendo todo tipo de reclamos y estar al pendiente de llevarles cerveza y botana. Ese rato fue un suplicio pues poco a poco mientras se iban emborrachando me empezaron a decir cosas y ya después cuando me acercaba a recoger las botellas me decían mas cosas y subiendo de tono me empezaron a manosear. Primero más o menos discretamente y ya después me metían la mano, me pellizcaban y trataban de agarrarme el trasero ante la burla de todos los demás. Al principio trate de resistirme y de sacarles la vuelta pero ya después me di cuenta de que era inútil pues todos me hacían lo mismo y no desaprovechaban la oportunidad de molestarme.
Ya había anochecido, la verdad no se que horas era pero ellos ya estaban bastante tomados. Hasta se habían discutido no por que y se habían alborotado a pelear. Yo estaba en el cuartito acomodando unas botellas en sus cajas cuando nuevamente Daniel me silbo como se le silva a un perro para que fuera a su encuentro.
– Atiende a mis amigos- me dijo con un tono burlesco.
Yo pensé que tal vez querrían que les quitara el cenicero o algo de la mesa así que me acerque a ellos. Ya cuando estaba cerca de la mesa uno de ellos se levanto y acercándose a mí me dijo:
– Ven aquí mamita- y con los brazos me hizo señas de que me acercara. Su actitud me dio mucho miedo y en lugar de hacerlo, me detuve en seco. El camino hacia mí y sin más ni más me abrazo y empezó a usarme para bailar mientras me decía:
-así me gustan las hembras jaladoras-
Todos los demás incluyendo a Daniel empezaron a chiflar y a corear diciendo tontería y media:
-Si, así se hace- le decían.
-Hazla que se desentuma-
-Ese güero. Todas le dicen que si-
Dure un rato con el, y sin mas ni mas entre todos se turnaron bailando conmigo. Uno tras otro me aventaban literalmente a los brazos del compañero mientras el coro de rechiflas y groserías continuaba. En eso la música cambio a una de esas romanticotas. Alguien apago una parte de las luces quedando medio a oscuras la habitación. Otra ola de rechiflas y gritos se escucho. El que estaba bailando conmigo enseguida me obligo a fuerzas a repegármele y aunque hice un intento fallido de retirarme, el me apreso con sus brazos y me obligo a que mi cuerpo se quedara donde el quería. Como era de esperarse, primero me arrepego junto de el para ya después bajar sus manos y sin ningún recato tocarme y acariciarme las nalgas. Todo mundo se quedo como petrificado pues no alcancé a escuchar ninguna voz ni movimiento.
Yo me sentía mal pero muy extraño sobre todo cuando sus manos me empezaron a manosear de una manera rara; poco a poco empezó a pasar sus manos por todo mi trasero y lo apretaba con ambas manos primero y luego alternadamente. Me daba mucha vergüenza y sobre todo porque la verdad, he de confesarlo, me empezó a gustar lo que estaba sintiendo. Desde que el me había empezado a toquetear yo había cerrado los ojos por vergüenza así que en ese instante me quede ajeno a todo lo que sucedía a mi alrededor. Aunque el era mas alto que yo, se agacho un poco y entonces sus manos se refugiaron por debajo de mi falda y pude sentir la aspereza y la calidez de su piel. De igual manera como lo había hecho unos momentos antes sus manos me tocaron las parte alta de mis muslos y empezó a tallarme con la palma mientras las puntas de sus dedos se clavaban en mi piel como apresando mis carnes. Sus manos se fueron juntando hacia el centro lentamente y entonces la punta de sus traviesos dedos empezaron a introducirse con dificultad por debajo de mí ajustada pantaletita floreada. Poco a poco se internaron hasta que los más largos estaban a milímetros de mi virginal hoyito. Mi respiración había cambiado y se había hecho mucho más lenta y sin notarlo a cada apretón de sus manos en mis rosadas nalgas un ligero suspiro salía de mi boca.
Todo quedo en silencio. La música termino y la grabadora boto el casete que había estado tocando. Eso no detuvo a mi semental que siguió apoderándose de mi suave piel. Me volteo y quede a espaldas suyas. Abrí los ojos y por la semioscuridad solo se alcanzaba a percibir las siluetas de los demás incluyendo a Daniel que estaban rodeándonos y ahí parados casi junto a nosotros solo nos miraban. El que me tenia abrazado me tomo fuertemente por la cintura y me hizo arrejuntarle el culo, después bajo sus manos y nuevamente las escondió por debajo de mi falda azul marino mientras yo sentía como se me repegaba mas y ahora una cosa muy dura me masajeaba el trasero.
Sus manos mientras tanto me pasteleaban los muslos y poco a poco subieron junto con mi falda dejándome al descubierto. Sentí mucha vergüenza de que me expusiera así ante todos. Además pude notar como mi perinolita aunque pequeña todavía hacia que la pantaleta, aunque apretada, se me alzara como carpa de circo de lo tiesa que la tenia. Sus miradas se clavaban en mi cuerpo estaban como hipnotizados. Con una mirada se entendían, púes en un momento dado, el que me sostenía me aventó a los otros dos quienes me recibieron cada uno al lado mío y sin desperdiciar tiempo me apretujaron entre los dos restregando sus paquetes en mis costados y castigándome las nalgas con sus manos que al igual que el otro pues enseguida se perdieron bajo el cobijo de la falda que de hecho ya no estaba en su lugar sino que me quedaba medio alzada de tanta batalla. Por unos momentos el tiempo pareció detenerse y yo solo sentía un raro calor que invadía todo mi cuerpo.
Repentinamente Daniel me tomo fuertemente del brazo y de un jalon me llevo hacia la mesa donde habían estado jugando, dándome un empujón me embroco en la mesa y apoyando su cuerpo en mi torso para que yo no pudiera alzarme, me alzo la falda y dejo todo mi rabo al descubierto.
-¿Entonces que?-les dijo-¿Se hace? ¿O no les gusto?
Yo de verdad no sabia que era lo que estaba ocurriendo y no alcanzaba a entender el peso de sus preguntas. Hubo un gran momento de silencio.
-¿Cuánto?-escuche que pregunto alguno.
-Ya se los dije hace rato- le respondió.
-Pero es mucho- dijeron otros.
Como respuesta a su pregunta solo pude sentir la mano de Daniel dándome un par de fuertes nalgadas antes de medio bajarme la pantaleta para enseñarles mis nalgas y decirles.
-¿A poco es mucho por esto? Está bien "prietito". Y después de decir esto sentí como repentinamente sin compasión me introdujo un dedo en mi hoyito haciendo que sin querer se me saliera un gritito ahogado por la incomodidad de sentirlo. Así de cruda era la realidad, Daniel me exhibía como una vaca al mejor postor. Me estaba vendiendo, me estaba prostituyendo y yo estaba plenamente a su merced.
Los tres empezaron a hablar en voz baja discutiendo para ponerse de acuerdo. Mientras Daniel no desaprovechaba y me seguía acariciando el culo como se le daba la gana.
-Es que ahorita no traemos tanta lana. Pensamos que era broma lo que nos dijiste.
-Pues depende de ustedes-les contesto Daniel- ya vieron que no. Aquí esta lo que les prometí.
-Este culito solo ha sido mío- continuo mintiéndoles- y se los puedo "rentar" si se les antoja. Una sola vez, para que sepan lo que se siente. Pero eso si, CUESTA CARO.
Ellos se dijeron unas cuantas cosas más y hablándole a Daniel se salieron como para ponerse de acuerdo dejándome nuevamente solo ahí en la habitación.
Escuche que hablaban pero no atinaba a entender lo que decían. Solo escuche que se despidieron y después de eso alcancé a percibir las luces de sus camionetas que se alejaban. Había algo que no encajaba en todo eso. Medio entendía lo que habían dicho pero la verdad no alcanzaba a percibir a fondo la gravedad de la propuesta de ese momento. Mis sentidos estaban como embotados. Todo me parecía irreal era como si el tiempo se hubiera detenido.
Como esas veces que parece que estas soñando y que en cualquier momento vas a despertar. Mas o menos reaccione al escuchar la puerta que se cerraba y también me di cuenta como Daniel le echaba llave o cerrojo asegurándose de que mi escapatoria fuera inútil.
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