¡Así lo pienso! ¡Así lo escribo!: Mi primera vez
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Lo rodeaba entre mis brazos, le doy un beso en la mejilla, en la frente, la puntita de la nariz, luego un beso apretado en sus labios. Thomas es un estoico, es fuerte, no llora mucho. Quizás por ello me preocupo. Lo llevo hacia al garaje, ahí termino de besarle bien en los labios, finalmente decae y solloza en mi pecho. Aprieto su cuerpo al mío, se lo que se siente; no es fácil perder un hermano, no es fácil sopesar un funeral. Ni mucho menos que esperar, cuando nunca lo has vivido.
—Ha sido culpa mía —chasco la lengua, y cierro los ojos cuando Thomas me ha dicho eso.
— No es culpa tuya— le digo.
Claro si —dice él— todo esto ha sido mi culpa, por llevar la vida que llevo. Por ser un maricón, Dios me ha castigado, mis pecados arrastran a mis hermanos, a mi madre y a mi padre…
— ¡Calla!— lo interrumpo.
A los 13 años, mi hermano mayor murió en un accidente de auto… ¡No! Eso es lo que he querido pensar yo. Ya estoy bastante maduro como para pensar que esto sea una vergüenza, fue asesinado. Iban detrás de él, lo chocaron por detrás. El Chevrolet Caprice se bamboleo y al precipicio de la autopista fue a dar. Quedaron ilesos, salen del auto, pero ya los que venían detrás de ellos dos, se han bajado también del auto. Salieron con pistolas en manos, un tiro en la nuca dispararon al copiloto que acompaña a mi hermano. A mi hermano, una bala perforo un pulmón, el otro se lo dieron en la cara, precisamente en el pómulo derecho.
Duro cinco días en la UCI. El 20 de diciembre murió a la 3:30 de la tarde.
Sentía mucha confianza que de esta íbamos a salir. No iba ser una navidad como estamos acostumbrados, pero con solo esperar salir de esta, bastaba para celebrarla el año siguiente. También he llorado como todos los demás, esos cinco días hoy en día los recuerdos, como si fuesen sido un mes. Sino pregunto cuándo fue la fecha, creo no recordar si fue el 24 de diciembre que enterramos a mi hermano.
La temporada de beisbol había comenzado desde octubre. No es que sea un fanático, pero a los Leones del Caracas iba por mi hermano mayor. Tampoco es que me veía todo un partido, no, no lo hacía. Pero ese año estaba creciendo, mi entrepierna estaba como loca. A cada rato estaba parada, tan solo veía el bulto que se hacía y eso era suficiente para excitarme. Corría al baño y una paja rápida, descargaba mis huevos, y por el excusado se iba todo mi semen de púber.
Entonces, veía los partidos de beisbol, porque me gustaba ver a los jugadores. Estaba Franklin Gutiérrez — ¡El Guti! Guti Gutiérrez — un moreno que para mí era bello. Lo que más me gustaba de él era su barbilla y sus ojos profundos y negros. Una cosa que veía, y quería imaginar que así era; cuando se agarraba la entrepierna, se marcaba un bulto grande. Decía yo que debe tener un tremendo güevo. Acostado en la cama, me estiraba, palpaba mi erección y con mucha ansiedad, deseaba tener a ese hombre ahora mismo en mi habitación.
El Guti Gutiérrez era mi hombre por las noches. Agarraba la almohada abrazándola e imaginaba que era él, en mis pensamientos nos besábamos. Tocada su entrepierna, pero no imaginaba nada explicito, todo era amor, un romance de telenovela.
La primera vez que puse atención en Marco Scutaro, fue otro jugador que hizo enamórame de él. Ahora también engañaba a Franklin, mis noches se dividían entre ellos dos. Al final cada noche tenia a una figura pública en mi cama. Amantes de mi imaginación.
Deducir cuando fue la primera vez que sentí atracción por el mismo sexo, es algo difícil de cavilar. Hay tantos recuerdos mezclados, que no sabría por dónde empezar. En la casa estaba un primo, en aquel entonces no importaba tener a algún familiar lejano en la casa, Erick era común que en vacaciones se la pasaba con nosotros, este diciembre era primera vez. Tampoco le he dado importancia, hasta que una tarde; era como alrededor de las 2:30, el sol estaba imponente, mi hermana estaba con la máquina de coser, contenta porque hacía unos vestidos bien hecho…, la puerta de la sala cerrada, la abro y salgo al porche, cierro la puerta tras de mí, todo aparentemente estaba solo y en silencio. Ya sabía yo, que Erick subía arriba del techo.
Por la ventana del primer cuarto, subo escalando la pared y asomando la cabeza y sin ver nada todavía. Más allá, en el techo del porche, está más bajo que el resto de la casa. Ajustadito, muy pegado a la pared, Erik estaba acostado y con la verga fuera del short de algodón. No era la primera verga que veía, pero si fue como si fuese la primera vez. El corazón bombeo rápidamente, el peso aguantado mío, hacia doler y temblar mis brazos, pero por solo ver ese miembro viril, soporte y termino de subir al techo de concreto de la casa.
Muy empinado la cadera hacia arriba, la verga de Erik erecto al cielo, agitado se hacia la paja y ya estaba comenzando a sudar todo su cuerpo. La camiseta que tenía puesta, la usaba como almohada. Primera vez que detenía a verlo de tal manera. Verlo sudar, gustarme su color de piel morena, muy masculino y con un güevo, no muy largo, pero si divino como para tocarlo siquiera con mis labios…
Al lado tenía un pedazo de goma espuma, cuando veo que la agarra y se la pone casi cerca del glande, entendí que iba a usarlo para eyacular ahí su semen. Torpeza mía, tambaleo y con el pie tumbo una teja de ladrillo rojo, cae al suelo e interrumpo abruptamente la masturbada de Erik, en pleno apogeo.
Recuerdo que trago más de tres veces, se sentó encima del techo de la sala, aun su verga estaba afuera, pero por la posición que se ha sentado, apenas la cabecita se le veía, y sin quitar la mirada de ahí, camino hacia donde está él. Subo la mirada y estaba sudado bastante, se le forma un bigote de puras gotitas de sudor. Es moreno pero en ese momento tenía las mejillas coloradas de pura vergüenza.
— Termina de hacerte la paja— lo incito tratando de hacerlo ver todo muy normal la situación.
— Tú me las has cortado
— ¿Eso es hacerse la paja? — hago esa pregunta sabiendo muy bien que es masturbase.
— ¡Claro que es una paja! ¿Tú no te la haces?
— No, todavía no — miento.
Si yo tenía 13 años… ¡No! Miento, este recuerdo es de un año antes, de la muerte de mi hermano. Erik en aquel entonces creo que tenía 15 o 16 años. Sé que era alto y flaco. En fin, Erik por mi insistencia termino culminando la paja que había empezado. Al eyacular lo echó todo en concreto rustico. No acabo mucho, tampoco era su semen grueso, con un palito lo toque, él se quedaba viendo.
— A ti también te va salir así —dice.
Eran mis ganas de tocarlo con mis dedos, creía que iba a quedar eso ahí. Pensé y maquine todo en un momentico, ahorita bajamos, luego cojo su descuido y subo yo solo, para tocar su semen, incluso lamerlo… << ¡No! No pienses de esa manera >> me reprendí.
No pude hacerlo, porque Erik con el talón del pie lo rego todo en el concreto, y esa viscosidad se unto con la arenilla y demás cosas que hay ahí en ese suelo.
La primera vez que tuve con un hombre, fue…, sino me equivoco a los 16 años, tres años después de la muerte de mi hermano. La mitad de mis recuerdos, se ubican es en diciembre o los dos meses anteriores. Supongo es que disfrutaba estas festividades comerciales — ¿Y quién no la disfrutaba?— escribir todo lo que recuerdo, habría mucha discordancia del tiempo. Ni yo mismo logro ordenarlas, pero voy a comentar la primera vez…
Ese fin de año, era el primero que recibimos despiertos y con familiares allegados. Todo fue fatal, pero al menos hicimos el intento. Gracias a Dios, mamá tan solo lloraba tranquilamente, todos lloramos de esa manera. Como a la 1:00 del primero de enero, ya casi todos se han ido. Mis hermanos y demás familiares. Esa noche quedamos casi solos, mamá, papá, y Erik yo.
Nos acostamos en la misma habitación, primero fui yo en irme a la cama, al no mucho tiempo, Erik también se vino. Ni siquiera prendió la luz de la habitación, solo oí cuando abrió la puerta, cerro y lo siguiente que escuche, fue lo que hizo erizar mi piel, y levantar una media erección.
El tintineo de la hebilla alerto mis sensaciones, luego el jean cayendo al suelo, hizo palpitar mi corazón rápidamente. Entro en un calor, pero a la vez mis pies estaban fríos. Comienzo a titiritar cuando en vez de acostarse en la otra cama de al lado, se acostó fue donde estaba yo acostado. Doy la espalda y muerdo el cubrecama, en mi mente buscaba tranquilizar mis nervios. Logro un poco hacerlo. Después de acostarnos, no hicimos pregunta, ni tampoco nos movimos mucho, yo aparente haberme dormido, creo también que hizo él lo mismo.
No estaba yo dormido, tampoco fingía hacerlo pero cerraba mis ojos y con el pensamiento activo, soñaba lo que estaba divagando en ese momento. De cierto modo estaba como en una inercia dormitiva. Al sentir el contacto de su piel tibia sobre mi brazo, no hice ningún movimiento. Tan solo eso bastaba para sentir una punzada de escalofrío, tener una erección e imaginar que este hombre es mío.
Si yo tenía 16 años, Erik estaba en los 20. Personalmente para mí no es un hombre hermoso —bueno, esperar que sea hermoso, es pensar que sea gay— Porque así es la mentalidad del latino: “hombre bonito es marico” él es simpático. Y basta decir que tiene los suyo, porque se quita las mujeres a sombrerazos.
Poco a poco fui recostándome y pegándome mucho más hacia donde esta él. Apreciaba su calor corporal, ensimismado en unos pensamientos turbios fui palpando su pecho, luego baje por el ombligo, acaricio unos vellos finos y luego toco el dobladillo elástico del bóxer que trae puesto. Ahí me detuve y respire agitado y comienza a darme espasmos. Salgo de ese trance inerte, ahora soy consciente de lo que estoy tramando, Erik no se ha movido para nada y según su respiración parece estar calmado. << ¿Qué hago ahora? >>me pregunto.
Intentando entrar de nuevo en inercia, ahora si lo finjo. Simulo estar durmiendo, cada movimiento que hago, creo que lo estoy haciendo muy mal. Pero igual sigo y no hay nada que me detenga, tan solo él que despierte y luego empuje mi cuerpo. Porque estoy casi arriba del suyo, primero me bajo, quedo completamente a su lado, luego…, hay un dicho que dice: “para que una mentira surja el efecto deseado, primero debes creértela tú, así los demás te creerán”
Algo así fue lo que hice en ese momento, me hice creer que en realidad estaba dormido. La actuación fue excelente. Primero hice un movimiento como estirando mi cuerpo, luego lanzo primero una pierna sobre las de Erik, después como si lo estuviera abrazando, espere un momento y como no despertó así mismo me quede sobre su regazo.
No creía lo que he hecho, pero ya estaba en eso, solo faltaba un poco para subir mi pierna encima de su entrepierna. Tan solo eso falta, pero hacerlo me costaba, creía que iba despertar y se iba dar cuenta de mi intención. También dudaba sino estaría fingiendo para luego cacharme en mi mariquera.
Al lograrlo, fue como pasar la lengua sobre una paleta dulce; una vez que ya pruebas, sin pensarlo vuelves a probarlo. Así lo hice, sobe con mi rodilla su abultada entrepierna. El tumulto se movía como un bollo al sobarlo. No estaba todavía completamente erecto. Fue al instante que se puso, primero palpito, yo acaricio de nuevo con la pierna, de nuevo vuelve a palpitar. Lo hago de nuevo, y de nuevo vuelve a palpitar. Aquel lenguaje corporal, fue suficiente para comunicarnos por las noches; no era necesarias palabras, ese pálpito se convirtió en un pase para nuestra perversión.
Después de mi pierna, fue mi mano izquierda la que apretó ese miembro viril parado. Quise guardar en mi memoria, lo que es tocar un güevo parao bajo la tela de una ropa interior. Apretaba yo, y brincaba su verga. Introduje los dedos, toque primero los pelos, luego la cabecita del güevo, lo agarro firme, aprieto el tronco, latiendo su verga y bajando el prepucio fueron dos cosas iguales. Erik medio emitió un gemido. Abre el brazo y mi cabeza queda debajo de su sobaco, el olor del desodorante quedo grabado para siempre en mi memoria. Pero el que siempre recuerdo, sería es el de su entrepierna. El olor de los pelos, ni muy fuerte, pero si apreciable para mis fosas nasales.
Arrastre toda mi boca entre los pelos, chupe las bolas. Lamiendo el tronco, llego al glande, mamo y luego lo trago todo. Ahogue mi garganta solito, el calor de la cabeza, choco en mi paladar. Saboree su masculinidad, un sabor como nunca antes he probado. Entre más mamaba ese güevo, más quería agotarlo.
Ya en el medio de sus piernas, cuando me ha rodeado con los pies, bajo mi short y desnudo mis glúteos. Atragantándome con ese pedazo de carne gruesa, el acariciaba mis nalgas. Cerré los ojos y muy afanado haciendo mi tarea, le chupaba el miembro, y sin darme cuenta, lo hago eyacular y me sorprende llenando toda mi boca de puro semen.
Para mí y como a muchos, es ese líquido es el elixir de vida. El mejor que líquido que había probado hasta ese momento. Lo trague todito, sin desperdiciar un poquito. Dejo él que yo degustase su virilidad, hasta haber acabado. Afinque mi entrepierna, y moje mi ropa interior, cuando he acabado.
Esa fue mi primera vez, y el principio de experimentar el sexo con un hombre. Quizás por esa iniciación, fue que he cogido esa añoranza al sexo nocturno. La experiencia, el tocar, rozar y ser cómplices en silencio, fue algo que bastante experimente en la adolescencia. Ahora con 25 años, lo recuerdo tan cercano y lejos a la vez.
Ahora, si bien ese fue el primer contacto sexual, no todo comenzó ahí. A igual como a muchos nos sucedes —creo—, ¿saber cuándo fue que nos hicimos gay? personalmente yo no sabría que responder. Estoy claro que fue a los 22 años que acepte mi orientación sexual como tal. Y es que muchas veces usamos preguntas erradas: ¿Cuándo te entro el gusto por la homosexualidad? ¿Cuándo te hiciste gay? ¿Desde qué edad te empezó a gustar? Preguntas banales que hacemos en foros, sin siquiera con ápices de pensar antes de preguntar. Curiosamente preguntas formuladas por la misma “comunidad homosexual”
No recuerdo como llego esa revista a mis manos, no es una revista pornográfica. De hecho no tenía el formato de revista, sino más bien de un almanaque mundial. Las páginas de adentro eran de papel periódico, y los gráficos eran dibujos aparentemente bocetos sin terminar. En las últimas páginas, fue ahí donde primera vez vi el desnudo de un hombre. Según lo que recuerdo, y creo si no me equivoco de época de estilo de dibujo. El hombre desnudo era renacentista, parecido a una escultura romana, ni muy exagerado de músculos, pero tampoco era un efebo. Si bien estaba desnudo, su sexo era apenas visible, al menos en el dibujo impreso. Debió alguien alterar la entrepierna, y quien lo hizo, ha dibujado un miembro viril espectacularmente correcto.
Yo estaba en la habitación de mi madre, acostado en el suelo. Mi pene se había puesto erecto, sentí dolor de tanto apoyarlo al piso. Subo a la cama y sin apartar la mirada de la entrepierna alterada, tocaba con mis dedos, contra el colchón frotaba mi sexo, y sentía mucho placer.
Crecemos y desde muy chico, nos dicen que es hombre y mujer. Entonces como varones, sabemos que pensar, ver o excitarnos con lo masculino. Por muy inocentes que seamos, sabemos que eso está mal; es del diablo esos pensamientos. Con el tiempo nos damos cuenta (no muchos) pero si la mayoría sabemos que eso nunca va a cambiar y luego lo aceptamos cuando más nos convenga.
Si me entiendes, creo que intento decir que esta fue la primera vez que sentí atracción por mi igual sexo. No era consciente de ello, pero este el recuerdo más prevaleciente que tengo.
Hay muchas cosas que se acumulan en mi mente, sentimientos, experiencias, ideas, fantasías, fatalismo… pienso que todos los seré humanos somos iguales —diferentes en nuestro propio mundo pensativo— pero muy iguales en este mundo terrenal.
A veces ando en la calle, y cuando veo a una persona, o cuando oigo un cuento, o al ver el descaro y la hipocresía de la gente. Tan solo añado en mi imaginación sexo a sus vidas. El sexo nos forma en esta sociedad, pero nos empeñamos de llevarlo atrás, sin más, que ocultarlo y creer que tan solo es una necesidad fisiológica de nuestros cuerpos. El sexo nos motiva a todo, y creo entender porque nos es, un tabú. Sino lo ocultamos el morbo seria aburrido.
Después de besar mis labios y después de yo haber llorado en su torso, el volvió a darme un beso en los labios. Cuando me dijo que callara, que la muerte de mi hermano no era por mi culpa, ahí en el garaje, lo veo a los ojos y le pregunto.
— ¿Por qué hablo contigo? Ni siquiera existes
El Guti Gutiérrez se quedó viendo a mis ojos. Estaba vestido con el uniforme de los Leones Del Caracas. Mi imaginación no se había molestado siquiera en cambiarle la ropa. Cuando llego la noticia a las tres de la tarde que mi hermano había muerto. Minutos antes había entrado al baño, me hice una paja pensado que era el Guti Gutiérrez me estaba cogiendo.
No hacia poquito de haber salido, fui a mi habitación a buscar una toalla. En el frente se estaciono un auto azul índigo, el vidrio negro bajo lentamente, era mi hermana que venía ahí dentro. Sus ojos estaban hinchados y rojos, cerró los ojos y luego volvió a mirarme… ¡Entendí todo!
Había muerto.
En el garaje me despedido de todo los personaje que había creado. El último fue Franklin Gutiérrez, un personaje real, pero imaginado en mi vida. Se despidió de mí con un beso en los labios, yo estaba solo, pero después que se fueron mis personajes, quede aún más solito y abandonado.
Hice la promesa que no sería un maricón y que no volvería a imaginar de esa manera. Si alguien me hubiera dicho… ¡Tranquilo! Más adelante todo lo vas a entender…
No me hubiese preocupado por lo que pensara, tampoco hubiese creído que mi hermano murió por culpa mía…, si supiera que todos mis hermanos pensaron que era culpa de ellos y que no solo era yo el que me sentía culpable…
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