Así perdí mi inocencia e inicié sexualmente III.
Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años..
Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentuosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años.
Fernando acababa de preñarme el culo por segunda vez en mi vida, esta vez me acababa de dar por el culo en plena vía pública, era un bosque donde los fines de semana se solía hacer cruising, cosas que yo hasta entonces desconocía por completo. Al principio estaba bastante nervioso, cosa que luego con la calentura se me fue pasando, bueno más que pasar se me fue olvidando, y es que cuando Fernando se apoderaba de mi boca y empezaba a meterme mano, era tanto lo que me gustaba y disfrutaba, que se me había olvidado por completo donde estábamos y que no era otro lugar más que en plena calle, aunque un bosque y este algo apartado, no dejaba de ser un lugar público donde cualquiera podía ir, pudiéndonos ver completamente desnudos y como me daban por el culo. Ni siquiera había sido consciente de los gritos y gemidos que yo daba cuando Fernando me estaba dando por el culo.
En esta ocasión, aunque me dolió un poco al principio de la penetración, tan pronto tuve introducida por completo la enorme verga de Fernando, ya apenas sentí dolor alguno, en esta ocasión ya empecé a disfrutar de la enorme verga que Fernando poseía. También es cierto que había ayudado bastante el lubricante que Fernando había comprado.
En estos pensamientos estaba, cuando de pronto me di cuenta de donde estábamos y que no era otro sitio más que allí tumbados sobre la manta en medio del pequeño bosque, completamente desnudos, sudando y jadeando después de la tremenda follada que Fernando acababa de darme. Yo estaba completamente abierto de piernas con el agujero del culo hinchado y enrojecido, por donde se podía ver como me iba escurriendo el semen con el que Fernando me acababa de preñar. Quise levantarme, pero Fernando al darse cuenta no me lo permitió, me sujetó como si fuera un muñequito abrazándome a él. Era mucho lo que le gustaba y me deseaba, si por él fuera, estaría todo el día follándome, pero él ya no era ningún niño, a sus 61 años ya no era el semental que había sido en su adolescencia. Si me llega a coger a los 19 años que yo tenía en esos momentos, me estaría dando verga todo el santo día. Así solía decírmelo y recordármelo, pues, aunque ahora era él el que no paraba de buscarme, con el tiempo era yo quien lo buscaba a él. Me había enamorado de su verga y me había hecho adicto a ella, cosa que realmente fue mi perdición.
Fernando me tenía abrazado a él y no dejaba de comerme la boca, cosa que la verdad a mi me encantaba y volvía loco, chupar su lengua y sentir como me mordía los labios me tenía trastornado. Pero ahora ya algo más aplacada la calentura, era muy consciente de donde estábamos y aquello a mí me ponía muy nervioso, temía que pudiera venir alguien y que nos vieran allí completamente desnudos. Estaba como quien dice recién desvirgado e iniciándome en el sexo y nada menos que en el sexo gay, cosa que a Fernando le encantaba recordármelo a todas horas. Quería hacerme su putita e ir feminizando poco a poco. Ya me había regalado un pantalón que me quedaba ceñido y hacía resaltar mi culito, cosa que a él le encantaba, y estoy seguro de que le encantaría más que fuese una minifalda lo que llevase puesta y así poder estar manoseándome el culito y piernas a todas horas del día.
Cuando Fernando ya se hubo recuperado de la follada que acababa de darme, dejó que me levantara, tenía los labios enrojecidos e hinchados de tanto morreo que Fernando me había dado. Las piernas todavía me temblaban y sentía el culo abierto y algo dolorido. Me había pasado la mano por la entrada de mi culito pudiendo comprobar que además de abierto estaba algo hinchado y aunque no podía vérmelo, sabía que seguramente también estaría bastante enrojecido.
Recogimos la manta y el bote de lubricante, fuimos para donde teníamos los vehículos, Fernando guardó en el maletero ambas cosas, recogimos la ropa y nos vestimos luego de que yo me limpiara con unos clines los restos de semen que tenía por el cuerpo. En esos momentos eché en falta el poder tener alguna toalla, cosa que debería comprar para así tenerla en el vehículo para ocasiones como esta y poderme limpiar un poco mejor.
Pude comprobar al limpiarme con los clines, que esta vez ya no me había sangrado nada el culito, por lo que estaba algo más contento, aunque cuando me fui a poner el bóxer, dejé metido en mi culito un par de clines a modo de compresa, no quería que se pudiesen manchar de semen y que cuando los echase a lavar pudiese ver algún resto
Del semen con el que Fernando me había preñado, tenía que ser muy cuidadoso si no quería que se enterasen en mi casa.
Mientras nos vestíamos, Fernando no perdió la ocasión de meterme mano, estoy seguro de que, si llega a ser de mi edad o al menos algo más joven de lo que era a sus 61 años, me hubiera vuelto a follar allí mismo, y es que no paró de meterme mano, magreándome el culo.
Antes de marcharnos ambos en cada vehículo, y despedirnos hasta el día siguiente, no pudo Fernando resistirse a besarme y comerme la boca por última vez, cosa que me hizo que me marchase casi tan excitado como había llegado allí, hacía ya casi 2 horas.
Al día siguiente al vernos en el trabajo, ocurrió lo de siempre, Fernando entraba en la conserjería, me saludó muy atento y empezó a meterme mano como ya era costumbre, cosa que, a mí, me violentaba bastante, me gustaba sí, pero tenía miedo de que nos pillaran y vieran como Fernando me metía mano sin pudor alguno. Le gustaba abrazarme por detrás y a la vez que restregaba su enorme paquete por mi culo, con una mano me sujetaba por los genitales, pegándome todo lo que podía a él y con la otra mano sujetaba mi cara girándola hacia él mientras me mordisqueaba la oreja y cuello, tratando siempre de morder mis carnosos labios y meterme su lengua en la boca, cosa que a veces conseguía. Unas eran porque yo también lo deseaba y otras porque como yo me descuidara un segundo él ya se apoderaba de mi boca.
Siempre me dejaba sumamente caliente y excitado, sentir como me restregaba su enorme pollón por el culito y como me susurraba lo mucho que le gustaba, siempre me dejaba muy caliente y excitado, cualquiera que me viera la cara en esos momentos, podría darse perfecta cuenta de lo que me sucedía, pues siempre quedaba todo ruborizado y sonrojado a causa de la excitación y calentura con la que Fernando me dejaba.
Me solía decir: Mira maricón como me tienes, notas lo caliente y dura que tengo la polla, estoy así por tu culpa y tu no me dejas siquiera que te toque, anda se bueno y deja que te folle otra vez, solo te bajo un poquito el pantalón y te la meto solo un poquito hasta que me corra, es solo unos minutos, ya verás como nadie se entera, anda no seas malo, me decía.
Aquello a mí me tenía aterrado, me gustaba sí, pero dejarme dar por el culo allí en el trabajo me daba pánico y no estaba dispuesto, por lo que siempre trataba de calmarlo diciéndole que mejor cuando saliéramos del trabajo, que podía llevarme a donde quisiera y le dejaría que me follara todo lo que quisiera.
El caso es que así iban pasando los días y Fernando no terminaba por decidir. Siempre esperaba a que su mujer fuese de viaje por tema del trabajo, de esa manera podría disponer de toda la noche y llevarme de nuevo a su casa, cosa que ocurrió en varias ocasiones. Ocasión que aprovechamos y me volvió a hacer suyo, pero cada vez él deseaba más y aquello se le hacía insuficiente, cosa que a mí también me estaba empezando a suceder. Cada vez estaba más enamorado de aquella enorme verga y aquellos besos que Fernando me daba.
Así fueron pasando los días, hasta que Fernando un día terminó por llevarme a una habitación que había alquilado, era claramente una habitación de hostal que se alquilaba por horas para mantener relaciones sexuales. Las primeras veces a mí me dio muchísima vergüenza, pues aunque nadie nos veía entrar, era la habitación de un piso en un apartamento, donde Fernando llevaba la llave del mismo, luego cuando terminábamos él la iba a entregar, a mí me daba vergüenza, sabía que los gemidos y ruido que hacíamos se podía escuchar perfectamente en las otras habitaciones, y que pudieran vernos al entrar o salir alguno de los que alquilaban las otras habitaciones, a mí aquello me aterraba y daba muchísima vergüenza. Me hacía ver como una prostituta que iba con su cliente y yo no me veía así, para mí, Fernando era mi pareja, pues cada vez me sentía más enamorado de él y así me lo hacía sentir él.
Me regalaba ropa, siempre muy sexi y provocativa, incluso le gustaba que llevara puestas braguitas, me había regalado unas diminutas y muy sexis braguitas que le gustaba que llevara puestas, también me había regalado unos diminutos tangas que esos me gustaban mucho a mí, me veía muy sexi con ellos puestos, sentir el diminuto hilo meterse por los cachetes de mi adolescente culito me gustaba y ponía muy cachondo. También me llegó a regalar medias panti, le gustaba verme vestido solamente con ellas y una camiseta que me quedaba como si llevara puesto un corto vestido.
En otra ocasión me llevó a un hotel donde estuvimos toda la noche. En aquella ocasión, aunque me sonrojé un poco, no me dio tanta vergüenza, pues bien podíamos pasar por compañeros de trabajo que van de viaje de trabajo.
En aquella ocasión me estuvo dando por el culo toda la noche, no solo me dio por el culo, si no que también me hizo tragar su semen, cosa que ya no me disgustaba, pues desde aquella primera vez en que me hizo tragar toda la corrida que me había soltado en la boca, el segundo día que había estado con él y que le había chupado la polla en el vehículo, ya me había acostumbrado a tragarme su semen. Lo peor en aquella ocasión, fue que además de cansarse de darme por el culo, dejándome el agujero tan abierto he hinchado, que yo creo que, en aquella ocasión, Fernando había tomado la famosa viagra, cosa que, aunque no pude comprobarlo, con el tiempo supe que en más de una ocasión había utilizado la famosa pastillita, era sildenafil. Cuando tomaba estas pastillas que le encontré por casualidad, me follaba tan salvajemente y durante tanto tiempo que me dejaba totalmente agotado, además del culito bien abierto y dolorido.
A la mañana antes de marcharnos, me metió en la ducha donde además de darme la última follada del día, me hizo poner de rodillas a chuparle la polla mientras él, me insultaba y humillaba llamándome de todo y terminando por realizarme mi primera lluvia dorada, donde además de mearme todo el cuerpo me hizo que probara sus meos, cosa que no me gustó nada de nada, cosa que Fernando pudo comprobar. Aquel día me pidió disculpas, pero el muy cabrón al final lo repitió y no solo fue él, en otra ocasión que me compartió con varios desconocidos, les dijo que me mearan que eso me gustaba, cuando realmente a quien le gustaba, era a él, le encantaba humillarme y ver como le dejaba hacer todo lo que quería conmigo con tal de que me diera polla, polla de la que yo estaba perdidamente enamorado y era adicto a ella.
Así iban pasando los días y meses, al principio Fernando era el que no paraba de dejarme ni a sol ni sombra, estaba a todas horas tras de mí, quería mi culito y boca y no se cansaba, yo ya tenía el culito tan pero que tan abierto que cuando no me daba polla yo lo echaba en falta.
Como no siempre podíamos acudir a las habitaciones por horas para follar, Fernando consiguió llevarme a aseos públicos donde allí me daba por el culo. Yo ya estaba tan perdido por él, que con tal de que me diera verga dejaba que me llevara a donde quisiera. Así fue como un día me convenció y terminamos en unos aseos públicos donde no solo me folló, si no que además mientras me daba por el culo, dejó que otros 2 que estaban en los aseos, vieran como me daba por el culo y como gimoteaba mientras Fernando me preñaba con su enorme polla.
La primera vez yo estaba tan pero que tan caliente que, aunque me dio mucha vergüenza que me vieran aquellos 2 hombres, como Fernando me daba por el culo, dejé que Fernando me exhibiera ante aquellos depravados voyeurs, como me daba por el culo mientras los calientes mirones se pajeaban a mi costa.
Así fue como Fernando fue empezando a humillarme, primero fueron exhibiciones en los aseos públicos, le gustaba que otros vieran como me daba por el culo y como yo gemía dejándome follar por su enorme verga, luego con el tiempo dejaba que otros participaran y me acariciaran y metieran mano mientras el me daba por el culo, luego fue dejando que les chupara la polla mientras él me enculaba, y yo tonto de mí, le dejaba que me utilizara de esa manera. Cada vez estaba más enamorado y colgado de mi compañero y su enorme polla.
La primera vez que me compartió fue precisamente en estos aseos públicos donde me llevó por primera vez y donde me terminó exhibiéndome ante aquellos 2 depravados voyeurs.
En esta ocasión, no solo me exhibió cosa que ya empezaba a estar acostumbrado. En esta ocasión la cosa fue a mayores y luego de bajarme el pantalón, mientras yo le chupaba inclinado la enorme polla que Fernando poseía, estaba exhibiendo mi adolescente culito a otros hombres que estaban en los aseos públicos.
Aquel día yo llevaba puesto un diminuto tanga, era como un hilo dental que iba desde mi perineo hasta la diminuta cintura, donde más tela tenía era lo que cubría tapando mi polla y genitales. Era de color rojo, el cual me hacía ver muy sexi. Me había bajado los pantalones hasta los tobillos y dejado la camiseta que, si me ponía de pie, me cubría el culito por completo, pero que al estar inclinado se podía ver perfectamente mi adolescente y sexi culito. Además, Fernando mientras yo le chupaba la enorme polla, subía mi camiseta por mi torso a la vez que me acariciaba con sus manos y enseñaba mi caliente culito para que todos pudieran contemplarlo.
En aquella ocasión, había 2 viejos y un hombre más joven, sería de mediana edad, yo creo que rondaría sobre los 40 años, era de tez bastante morena, no se si sería marroquí o nacionalidad cercana, porque tenía toda la pinta de moro, el caso es que luego de que Fernando me exhibiera mientras yo le chupaba la polla, dejó que aquel hombre empezara a acariciarme el culito. Al principio yo me estremecí y sorprendió un poco ver como aquel hombre me acariciaba con sus manos mientras yo le chupaba la polla a Fernando. Pero Fernando viejo zorro se las sabía todas, vio en aquel hombre lo que deseaba hacer, así que antes de que aquel moreno me pudiera encular, Fernando le dijo que el culito primero era suyo, que primero me follaría él y que luego si él quería, le dejaría probarlo.
Al escuchar aquello salir de la boca de Fernando, me extrañó un poco, pero era tanta la calentura y deseos de que me diera por el culo, que no dije nada, me limité a hacer lo que Fernando me pedía.
Sacándome la polla de la boca, Fernando me hizo dar la vuelta y agacharme un poco para que mi culito quedara a su entera disposición, tiró de mi diminuto tanga hacia abajo, pasó sus dedos pringados por el lubricante que siempre llevaba encima y sin esperar más me clavó en su enorme verga, quedándome, mirando para aquellos 2 viejos y aquel moro que no me sacaba la vista de encima.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí sintiendo como la enorme verga de Fernando se introducía por mi caliente y lubricado culito.
Fernando me tenía bien sujetado con sus enormes manos por las caderas, me pegó fuertemente a él mientras me clavaba la enorme polla, quedándose parado unos instantes mientras mi adolescente culito se acostumbraba a la enorme estaca que acababan de meterme por el culo. Podía sentir su pelvis y vellos púbicos pegados a mi culo y como su enorme verga se incrustaba en lo más profundo de mis entrañas haciéndome completamente suyo.
Viendo como aquellos hombres miraban con lujuria y lascivia como Fernando me tenía ensartado en su enorme verga y como yo abría los ojos y no dejaba de chillar gimoteando escandalosamente, Fernando empezó a mover su pelvis, empezando poco a poco a bombear, haciendo que su enorme polla saliese y entrase una y otra vez, haciendo que mis gimoteos fueran cada vez más continuos y escandalosos.
Sentía su pelvis y huevos chocar una y otra vez contra mi adolescente culito viendo como aquellos hombres no dejaban de mirarme. Podía ver como miraban con lujuria y lascivia, se les veía cara de deseo, el que parecía moro y que era el más joven de ellos sacó su verga que se le veía bastante gorda he hinchada, no era como la de Fernando, pero sí era una muy buena tranca. Era una polla oscura y circuncidada por lo que me pareció que, seguro que era moro o al menos musulmán, el cabronazo estaba bien pero que bien caliente viendo como Fernando me estaba dando por el culo. Yo no podía dejar de gemir y mirar para aquella verga que el moro acababa de sacar, deseaba poder tocarla y metérmela en la boca, cosa que él se debió dar cuenta, o fue simplemente que no pudo resistir más y se acercó a mí, empezando a acariciarme la cara mientras Fernando me daba por el culo y yo llevaba mis manos a aquella negra verga que me estaba apeteciendo chupar.
Fernando viendo la cosa venir, le dijo al moro que me metiera la polla en la boca a ver si dejaba de chillar y gemir.
Métele la polla en la boca haber si la maricona esta deja de chillar y gimotear, métesela que seguro que la está deseando la muy putona.
Por supuesto que el moro aquel no se hizo de rogar, seguro que ya lo estaba deseando hace tiempo, mientras me acariciaba la cara y cabeza con sus manos, dejó que agarrara su verga con mis manos llevándola a mi boca donde la metí empezando a chuparla como si me fuera la vida en ello, mientras Fernando seguía dándome por el culo metiéndome y sacándome la polla una y otra vez por mi caliente y vicioso culito.
Ya llevábamos un buen rato así cuando comprobé con asombro como los otros 2 viejos se pajeaban descaradamente allí delante viendo como ambos sementales me follaban por ambos agujeros, el moro me follaba la boca y la enorme polla de Fernando me taladraba una y otra vez el culito. Los viejos no se si es que estaban asombrados de lo que estaban viendo o era que estaban calientes a más no poder viendo aquella follada que me estaban dando, porque los ojos los tenían abiertos como platos y la boca la tenían abierta como si no dieran crédito a lo que estaban presenciando. Ver a aquel caliente adolescente chupar aquella verga y como le había entrado por el culito aquella enorme polla, y seguía introduciéndosele una y otra vez por el pequeño y sexi culito, seguro que no daban crédito. Pero el caso es que no dejaban de mirar y pajearse viendo aquel espectáculo en vivo y directo.
Estando así fue cuando empecé a sentir que la polla de Fernando se hinchaba más dentro de mi culo y ahora las metidas que me daba eran mucho más rápidas y profundas, pudiendo escuchar como su pelvis al golpear contra mi culito, sonaba, plof plof plof plof, plof plof plof plof, y Fernando gritar que se corría.
Ya maricón ya, ya me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar varios trallazos de semen dentro de mi caliente culito, ¡ohhh maricón que gusto! Ya te he preñado pedazo de maricón, ¡ooohhh que gusto! Gritaba derramando dentro mía los últimos chorros de semen.
Así que terminó de soltar todo su esperma dentro de mi caliente culito, sacó su enorme polla, diciéndole al moro que ahora el culito era todo suyo.
Ahora sí, ahora aquí tienes el culito del maricón, es todo tuyo, dale bien fuerte y préñalo bien de leche que al cabrón le encanta, le decía. Métele hasta los cojones a ver si lo dejas bien preñado a la maricona esta, escuchaba yo asombrado lo que Fernando le decía al moro.
Fernando dejándole el sitio al moro, fue para donde estaban los 2 viejos pajeándose y mirando como me daban por el culo y les decía que si querían podían correrse en mi cara y boca mientras me daba por el culo el moro.
Aprovechar que una maricona tan sexi y caliente como esta no vais a tener a vuestra disposición como la tenéis hoy, así que aprovechad y soltarle la corrida en la cara y boca que el maricón este lo está deseando.
Los 2 viejos no daban crédito a lo que estaban escuchando y pudiendo ver en vivo y directo en aquellos aseos públicos, así que viendo como yo gemía mientras el moro empezaba a darme por el culo se acercaron más a donde me estaban dando por el culo y mientras uno me acercaba la polla para que se la empezara a chupar, el otro sin dejar de pajearse, veía como el moro me introducía una y otra vez la polla por el culo haciéndome gemir de tanto gusto que me estaba dando.
El viejo que se pajeaba y miraba como me entraba la polla del moro por el culo una y otra vez, no pudo aguantar más y empezó a correrse sobre mi cara y pelo.
Gritaba soltando todo su esperma sobre mi cara y pelo, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemía derramando su semen sobre mí. Parte del mismo me dio en la cara y oreja y otra fue a parar a mi pelo y cuando saqué la polla del otro viejo para intentar chuparle la polla al viejo que acababa de correrse y así poder probar aquel semen, el otro empezó a gritar que se corría, ya, ya me corro, ya me corro, gritaba empezando a convulsionarse empezando a soltar varios trallazos de semen que parte me dieron en la cara, otros pude hacer que cayeran dentro de mi boca, pues al escuchar que se corría enseguida saque la verga del otro viejo pudiéndome meter esta en la boca antes de que terminara de soltar todo su esperma.
Fernando al ver como metía las pollas de los viejos en la boca y chupaba con ansias tragándome todo el semen, no pudo aguantarse y me empezó a insultar llamándome de todo.
Fue algo que no me gustó mucho, pues quien me inició y acostumbró a todo aquello que estaba empezando a vivir, era él, era Fernando mi compañero de 61 años del que estaba completamente enamorado.
Mientras los viejos seguían mirando como el moro me daba por el culo, sacándome y metiéndome la polla por el culo una y otra vez mientras yo no dejaba de gemir pudiéndose escuchar como el moro golpeaba mi culito una y otra vez cada vez que su pelvis golpeaba mi adolescente y perforado y profanado culito, plof, plof plof plof plof, plof, plof plof plof plof, ahora veían como la enorme polla con la que Fernando me había acabado de meter por el culo, ahora este la llevaba a mi cara, recogía el esperma con el que me habían bañado la cara ellos, y me la iba introduciendo en mi boca con su enorme polla la cual yo chupaba e iba tragando todo el semen dejándole limpia aquella enorme polla que Fernando poseía.
Así me tenían dando verga, cuando sentí como el moro clavaba sus dedos en mis delgadas y estrechitas caderas empezando a introducirme más profundamente su polla, a la vez que gritaba que se corría.
Me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba el moro dejándome introducida su polla en lo más profundo de mis entrañas mientras iba depositando todo su esperma en lo más profundo de mi caliente y adolescente culito.
Cuando terminó de soltar todo su espeso y abundante esperma dejándome bien preñado con su caliente semen,
Sacó su verga de mi culito y dándome una palmada en el culo, me dijo que le había gustado mucho que, si otra vez quería que me follara, como me había follado hoy, me daba su número de teléfono para que lo llamara, que tenía un culito muy rico y calentito y que le gustaba mucho.
En ese momento no supe que responderle, pero enseguida Fernando le dijo que le pasara el teléfono a él, que yo era su pareja y si en otra ocasión él quería, ya se encargaría él de llamarlo, Fernando le pasó su teléfono, diciéndole que le diera una llamada perdida para así tener su número de teléfono, cosa que el moro que acababa de darme por el culo estaba haciendo mientras yo sudando y pringado de semen, empezaba a vestirme.
Una vez me hube vestido y compuesto un poco, Fernando y yo salimos de allí después de haberlo hecho los 2 viejos voyeurs junto al moro que acababa de darme la primera follada de mi vida sin que fuera Fernando el que lo hiciera.
La verdad es que me había gustado mucho, pero realmente como me daba por el culo la polla de Fernando, no era, ni se le parecía, y es que yo todavía estaba enamorado de Fernando y aquella enorme polla que me había desvirgado e iniciado en ese mundo de sexo y perversión que recientemente acababa de empezar a vivir.
Cuando por fin salíamos de aquellos aseos públicos, yo iba agotado y todo sudado y caluroso, no me había corrido por lo que todavía iba caliente y excitado, pero no me había importado mucho, mi pobre polla había soltado gotas de semen mientras me habían dado por el culo Fernando y el moro y al final como Fernando estaba ocupado tratando de guardar en la agenda del teléfono el número del moro que me había dado por el culo, ni siquiera se percató de que yo no me había corrido, además como cuando había acabado yo ya estaba medio vestido, no se dio cuenta de que yo seguía empalmado y sin haberme corrido.
Así que cansado como estaba, follado, con el culo bien abierto y preñado, decidí mejor vestirme. Si acaso cuando llegara a casa y me metiera en la ducha, si me apetecía, ya me pajearía, si no seguro que, a no tardar mucho, Fernando estaba seguro de que se encargaría de ello, pues últimamente eran continuas y diarias las folladas que me daba. La verdad es que, a mí, cada vez aquello me apetecía más, cuando no era Fernando el que venía a meterme mano, en cuanto podía aprovechaba y le agarraba el enorme paquete, deseándolo tener incrustado en mi cada vez más caliente y vicioso culito.
Cuando por fin llegué a casa, fui directamente para la ducha, olía a sexo y semen y no quería que mis padres se pudiesen enterar. Además, siempre procuraba guardar en la mochila los tanga y braguitas que Fernando me pedía que usara, las braguitas no solía ponerlas mucho, pues me gustaba más usar el tanga, así como las medias panti que ponía en ocasiones para contentar a mi novio, Fernando. Una vez a la semana las llevaba a lavar a una lavandería que había cerca de donde trabajaba, metía toda esa ropa interior que solía utilizar junto a la toalla que solía llevar en el vehículo, y una vez lavada y secada, la volvía a guardar en la mochila que solía tener en el vehículo. Al llegar a casa siempre usaba el bóxer para dormir y por la mañana cuando me iba, lo dejaba para lavar como si lo hubiera usado todo el día. Así en casa mi madre nunca se enteraba de lo que su querido hijo utilizaba como ropa interior.
Al día siguiente cuando llegué al trabajo, ya Fernando había llegado, cosa que me extrañó, pues siempre era yo el primero en llegar, así que ese día me quedé sin el saludo matutino que Fernando solía darme, junto al manoseo y metida de mano junto a la comida de boca con la que solía brindarme todas las mañanas. Aquel día resultó ser algo extraño, pues no solo Fernando había llegado más temprano que de costumbre, ese día ni siquiera anduvo tras de mí para meterme mano e intentar follarme como ya era habitual en él, ni cuando salimos fuimos a beber como solíamos hacerlo, ese día dijo que no podía ir, que tenía cosas urgentes que resolver y que le era imposible, me dijo que ya me contaría al día siguiente. Y así pasó ese día sin pena ni gloria y yo muerto de ganas por tocar y sobar la polla de mi enamorado.
Los 2 siguientes días pasó lo mismo que ese día, Fernando andaba muy ocupado y apenas se dejaba ver. Hasta que, por fin al cuarto día, todo pareció volver a la normalidad. Cuando llegué por la mañana, Fernando aún no había llegado, y cuando por fin apareció, se comportó como solía hacerlo. Dios cuando lo vi y pude comprobar cómo volvía a comportarse, el cuerpo me dio un vuelco, pues últimamente estaba que me subía por las paredes, era tanta la calentura y ganas que tenía de polla, que cuando vino a saludarme y meter mano como en él era habitual, no pude aguantarme y comí la boca con tanta desesperación, que si en aquellos momentos me baja los pantalones y me da por el culo allí mismo, le hubiera dejado que lo hiciera, era tanta la calentura y ganas que tenía de que me follara, que casi soy yo el que le saca la polla de fuera y le pide que me dé por el culo. Cosa que, por supuesto no llegó a ocurrir, pero no fue en aquel momento, pero sí, aquel día por fin caí rendido y terminó dándome por el culo en la conserjería.
Todo ocurrió a media tarde, justo un par de horas antes de salir. Estaba yo en la conserjería archivando unos documentos, cuando siento que me abrazan por detrás, era Fernando, que al verme allí archivando, no pudo resistirse, me abrazó a él sujetándome por las ingles, haciendo que mi culito se pegara a su enorme paquete, empezando a restregarme a él. Yo al principio me asusté, pues no lo había escuchado llegar, pero cuando noté aquel enorme paquete restregándose por mi adolescente culito y a Fernando susurrarme al oído a la vez que me mordisqueaba la oreja, que le dejara darme por el culo, me tranquilizó un poco.
Déjame que te de por el culo, anda no seas malo, mira como estoy, me decía restregándome toda su verga por mi caliente y cada vez más vicioso culito. No seas malo me seguía susurrando mientras sus manos acariciaban mis genitales pegándome a él. Anda que aquí no nos va a ver nadie, además ahora están todos ocupados y no se van a enterar, me decía mordiendo la oreja y cuello a la vez que sus manos buscaban la correa de mi pantalón y empezaba a aflojarla.
Yo que estaba caliente como una manada de perras en celo, dejé que se fuera restregando por mi caliente culito y que me mordiera la oreja y cuello. Cuando sentí como aflojaba la correa de mi pantalón, me puse un poco nervioso, pero era tanta la calentura que tenía que no le dije nada y dejé que siguiese con lo que me estaba haciendo. Me tenía aprisionado contra el mostrador donde teníamos los archivos y cuando me di cuenta ya me había aflojado la correa y me estaba bajando el pantalón.
Él al ver que yo no le decía nada y que me dejaba hacer, se puso aún más caliente y excitado, nunca había conseguido aflojarme la correa y ahora no solo me la había aflojado, ahora ya me estaba bajando el pantalón, comprobando que yo no solo no le decía nada, si no que dejaba que me lo fuese bajando.
Yo estaba tan pero que tan caliente que dejé que Fernando siguiera con lo que me estaba haciendo, era tanta la calentura que me dejé llevar. Cuando quise darme cuenta, ya Fernando tenía su enorme polla de fuera y me estaba bajando el diminuto tanga que llevaba puesto. Empezó a pasar sus dedos por la rajita de mi culito, buscó la entrada de mi ano, palpó con sus dedos mi caliente agujerito, metiéndome un dedo dentro.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar como me entraba su dedo, cosa que hizo que Fernando mientras me lo iba introduciendo, me susurraba al oído, no gimas putita que nos pueden escuchar, relájate y deja que te dilate un poquito, me susurraba mientras sacaba su dedo, los llevaba a mi boca para que los chupara, llevándolos de nuevo a mi caliente agujerito e introduciéndolos de nuevo por mi culo. Ahora eran 2 de sus dedos los que me iba introduciendo, haciendo que mi esfínter se fuese abriendo y dilatando.
Así me estuvo dedeando un ratito hasta que viendo que ya me tenía preparado, colocó la punta de su enorme verga en la entrada de mi ano, y a la vez que me hacía reclinar un poco más hacia delante, dio un impulso a su pelvis, metiéndome algo más de media polla por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí sin poder reprimirlo, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Volví a gemir al sentir como me introducía el resto de aquella enorme verga por el culo, dejándome totalmente ensartado en ella.
Se pegó todo lo que pudo a mí, hizo que me abriera todo lo que podía de piernas y así como me tenía, empezó a bombear, metiendo y sacando su enorme polla por mi caliente culito.
¡Ohhh maricón que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía mientras me poseía allí en la conserjería del trabajo.
Yo que estaba gozando como una perra en celo, me encontraba algo nervioso, temía que nos pudieran pillar allí follando en el trabajo. Por una parte, quería que siguiera dándome por el culo y me preñase haciéndome suyo y por otra parte estaba deseando que acabara pronto, pues no quería que nos pillaran, menuda vergüenza sería que no solo se enterasen de mi condición sexual, si no que además nos pillaran allí en el trabajo follando.
Así me tuvo un buen rato Fernando dando verga por el culo, hasta que empezó a gruñir y decir que se venía.
Me vengo, me vengo, ya me vengo, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh que gusto! Jadeaba y gemía empezando a eyacular dentro de mi culito.
Cuando terminó de eyacular, mientras su polla soltaba los últimos chorros de semen en lo más profundo de mis entrañas haciéndome suyo, Fernando sujetándome la cabeza con sus manos, buscaba mis labios para apoderarse de mi boca, cosa que consiguió con gran facilidad, pues era tanto el placer que yo estaba sintiendo que al ver como iba en busca de mi boca yo hice lo mismo, empezando a morderle los labios y chupar su lengua mientras él me la metía en la boca.
Así que terminó de correrse, sacó su enorme verga de mi culo, rápidamente me vestí y una vez repuestos, seguimos besándonos hasta que al final nos separamos.
Yo estaba todo ruborizado y enrojecido, sentía algo de remordimiento y vergüenza por haberlo hecho allí en el trabajo, pero ya no tenia remedio, a lo hecho pecho y ya no tenía solución, además yo aún estaba muy caliente y excitado, no me había corrido, solo había dejado que Fernando me diese por el culo y me preñase con su semen. Si tenía suerte y Fernando estaba contento, esperaba que cuando saliésemos del trabajo me volviera a follar y hacer suyo.
Este es un relato real de la vida de David, un joven de 19 años de Gran Canaria, donde nos cuenta cómo fue su iniciación y la tormentuosa relación que mantuvo con su compañero, Fernando, un maduro de 61 años.
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