Atrapados. Capítulo 2: Fuck U Mateo
Dos hermanos enamorados el uno del otro son separados a la fuerza luego de algunos candentes acontecimientos….
Mis ojos se abrieron luego de algunas horas. La habitación seguía sumida en la oscuridad.
Mis manos se arrastraron en la superficie de la cama, en busca del cuerpo a mi lado al dormirme. Nadie estaba allí. Bajé mi mirada, encontrándome con mis shorts y calzoncillos a la altura de mis muslos. Mi polla dormida en mi entrepierna.
Dirigí la vista a toda la habitación, encontrándome con el chico sentado de espaldas a la cama en su escritorio, con toda su atención en la pantalla de su laptop.
Mi mente volvió a horas atrás. Sus dedos acariciando mi pecho, mis pezones hinchados por su toque en mi camisa. Sus labios junto con los míos, en una danza increíble. Y la manera en que reclamó mi polla con gran experiencia en su boca. Jamás pensé que estaría en su cama, casi desnudo y teniendo otra erección al recordar todo.
Me senté en la cama, con mi vista aún en él. Acomodé mi ropa en mi cintura baja, dejando ver la V de mi abdomen bajo. Me levanté y Caminé hasta el interruptor de la luz, encendiendo los focos de la habitación y captando su atención. Vestía los mismos shorts café de hace rato, pero sin camisa ésta vez. Su abdomen definido y sus pezones rosados siendo exhibidos. Disipé las ganas de morder mi labio inferior ante esa vista. Esa mamada despertó en mí un deseo hacia él que antes… ni en mis más calientes momentos había si quiera pasado por mi mente.
Volvió su mirada hacia mí. Sin decir nada. Solo mirándome. Cómo a la expectativa de lo que le diría o haría a continuación.
Mis piernas me llevaron nuevamente a la cama. Mi trasero hundiéndose en la suave superficie.
Di pequeñas palmadas a mi lado.
Lentamente se acercó a la cama y se sentó, nervioso. Su rostro en ningún momento subió a mirarme. Se mantuvo viendo hacia la alfombra.
No sabía cómo coño empezar. Los recuerdos seguían llegando a mi cabeza y tuve que (disimuladamente) agarrar una almohada y ponerla en mis muslos.
Me aclaré la garganta, sin tener una idea clara de qué decir.
—Lo siento —se apresuró a decir antes de que yo hablara—. Todo fue mi culpa… me aproveché de la situación. No debí… hacerlo —subió su mirada a mi rostro por primera vez. Sus ojos cristalinos de lágrimas. Su voz temblorosa, casi llegando el llanto—. Sé que estuve mal, pero me ganaron los celos de verte ayer con ese idiota. Y quería hacerte ver que podías tener todo eso sin necesitarlo a él.
No sabría explicar mi expresión de ese momento. Solo no sabía que coño hacer. No sabía si abrazarlo y no decir nada. Si decir algo. Mi cabeza estaba en un remolino de flashbacks y sentimientos encontrados.
—Pero ahora estás molesto conmigo, y esa no era mi intención. Y soy un tonto por eso. Y…
Arrugué mis cejas y lo agarré a la altura de las costillas, acercándolo para abrazarlo. Sin dejar que terminara su frase que claramente no iba a ser muy constructiva para su persona.
—Landy, no estoy para nada molesto, ¿Okay? —aseguré en su oído, mientras aferraba su cuerpo al mío— Admito que me sorprendió… y mucho. No esperaba que me dijeras que te gusto. Pero elegí dejarme llevar. No puedes solo echarte la culpa a tí. Yo pude haberte detenido, pero no lo hice. No quise —separé mi rostro de su hombro y lo miré a los ojos. Limpié sus lágrimas derramadas con mis pulgares.
La almohada en mi entrepierna fue reemplazada por sus nalgas al sentarlo a horcajadas en mi regazo. Mi polla palpitó, contenta por el contacto. Pero no era momento para eso. Rodeé su espalda con mis brazos. Él enterró su rostro en mi pecho, sentía el vapor de su respiración un poco agitada. A lo que yo me dejé caer junto con él. Quedando acostados en su cama.
—No voy a volver a hacer algo como eso, hermano —susurró luego de un rato— lo prometo.
Mi mirada bajó a su cabello en seco.
Me había hecho sentir tan jodidamente bien con tan solo una mamada. No me importaba absolutamente nada en ese momento. El hecho de pensar en que no tendría eso otra vez, me aterró.
Mis manos, que estaban en su espalda. Se dirigieron a los lados de su cuerpo. Subiendo el mismo, para que su rostro estuviera a la par del mío. Sus ojos evidenciaban extrañeza. Su cabeza fue empujada hacia abajo por mi mano. Juntando nuestros labios. Lo besé.
En los primeros dos segundos no hizo nada, supongo que procesando mi acción. Pero al corresponderme, lo hizo con unas ganas que no me esperaba. Un beso con ningún rastro de suavidad. Un beso lleno de ferocidad. Cómo si tuviera miedo de que terminara.
Mis manos bajaron a sus shorts café. Apretando sus nalgas. Luego se escabulleron por dentro del elástico de sus shorts y sus calzoncillos. Amasando la carne de sus nalgas. Abrí mis ojos, capturando los suyos cerrados, su ceño levantado, dándole una pizca de ternura al salvajismo de sus besos. Un contraste único.
—¿Estás seguro de eso? —pregunté en tono sarcástico al separarnos. Pues, sus acciones no se coordinaban junto con lo que decía. Mi voz aún más grave que de costumbre. Mis dientes capturaron su labio inferior por unos segundos.
Sus mejillas sonrojadas. Me miró unos segundos y luego soltó:
—Absolutamente no —volvió a juntar nuestros labios.
Mis manos seguían en sus nalgas, apretando fuertemente su piel. Un dedo curioso se deslizó por en medio de éstas, e inmediatamente, su cuerpo dio un respingo. Sus labios se alejaron de los míos y mi ceño se frunció en confusión.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Nada… es solo que…
—No has hecho nada ahí antes, ¿verdad? —adiviné.
Él asintió lentamente.
Su rostro sonrojado era un espectáculo visual que hasta ahora me estaba permitiendo ver. Reflejaba ternura en su vergüenza. Era simplemente mágico.
—No te preocupes, Landy —Mis dedos acariciaron la textura de sus rubios reflejos en el cabello—. Sabes que nunca sería capaz de lastimarte, si ese es tu temor —acuné su mejilla con mi toque—. Intentemos con un solo dedo. Si te duele y no te gusta, lo dejamos —mi otra mano apretó su nalgas derecha—. Seré gentil.
Rodó los ojos y añadió:
—No te vi en la madrugada siendo gentil en absoluto.
La imagen de Jackson (desnudo, cabalgando mi polla horas antes) llegó a mi mente. Aparté la mirada del rostro de Landon, enfocando el techo detrás de él. Traté de actuar normal, buscando que la situación no se tornara incomoda de repente.
—Es diferente —volví la mirada hacia él, restándole importancia—. Jackson ama el sexo salvaje. Solo lo compla…
—Sí, bueno —interrumpió—… no es como que me importe lo que a tu noviecito le guste —finalizó, haciendo énfasis en la palabra “noviecito”. Irritado.
Hizo el amague de apartarse de mí, pero mi mano en su culo no se lo permitió.
Su actitud me causó gracia. No sé cómo coño no logré interpretar sus celos como algo más en ocasiones pasadas. Me senté en la cama, aún con su peso en mi pecho. Dejándolo nuevamente a horcajadas en mi regazo.
—Los celos te sientan muy bien —ronroneé—. ¿Lo sabías?
Mis manos explorando su pálida espalda, de arriba abajo. Él no respondió, pero el tono carmesí en sus mejillas se intensificó.
—Entonces —Hablé antes de atacar su cuello con mis labios al no recibir respuesta—. ¿Un dedito nada más? —Dije entre besos y leves chupetones en su cuello y clavículas— ¿Qué dices?
—¿Serás gentil?
—Absolutamente.
Mis manos posicionándose en sus nalgas nuevamente. Como depredadores cazando su próxima presa.
—¿Si no me gusta, paramos?
—Ya te lo he dicho.
Mis ojos mirando los suyos, con la lujuria impregnada en ellos.
—Venga, vale.
Incliné mis labios hacia un lado, en una sonrisa. Estos mismos se fueron nuevamente a los labios contrarios. Sellando un beso furtivo.
Nos separamos en el momento en que deslicé sus shorts y calzoncillos hacia abajo. Exponiendo su desnudez ante mí.
—Que lindo te vez así —mi boca atrapó su pezón, succionándolo y mordiendo levemente—. Solo para mí.
Hice un ademán con la cabeza, para que mi hermano se bajara de mi regazo. Este obedeció y volví a acostarme en la cama. Invitándolo nuevamente a recostarse encima de mí. Mi dedo medio entró a mi boca, siendo humedecido rápidamente por mi lengua. Mientras mi mirada estaba puesta en su rostro, centímetros al mío. El cual reflejaba sus nervios y algo de miedo.
En el ínterin que mi dedo húmedo descendía a su entrada. Mi otra mano se enredaba en su cabello, atrayéndolo aún más a mi rostro. Mis labios recibieron los suyos con lujuria. Mi dedo hacía círculos alrededor de su entrada, humedeciéndola. Lentamente fui entrando en él, moviendo mi dedo en forma circular mientras lo hacía.
Landon soltó una queja nasal, pero no se apartó de mis labios. Por lo cuál seguí estimulando su zona. Abrí los ojos, encontrando su ceño fruncido y sus párpados apretados. Tenía la mitad de mi dedo en él. Su recto estaba tan apretado.
—¿Quieres que pare? —alejé nuestros labios y mi mano se posó en su mejilla.
Abrió sus ojos mientras negaba con la cabeza.
—Sigue —su voz salió aguda—. Yo… puedo.
Solté una risita entre dientes. Mi dedo se profundizó completamente dentro de él. Landon no quitaba su mirada de la mía, sus labios estaban ligeramente abiertos y su cejas algo inclinadas hacia arriba. Lucía descaradamente tierno.
Sus dientes atraparon su labio inferior en el momento en que comencé a mover mi dedo dentro de él, de adentro hacia afuera. Me tomé el atrevimiento de introducir lentamente un segundo dedo, abriendo más su rosada entrada. Soltó un sonoro gemido al instante. Mis dedos simularon una tijera abriéndose, la sensación de mi tacto abriéndose paso por su recto era simplemente la gloria. Un tercer dedo fue introducido al mismo tiempo en que hice rodar nuestros cuerpos en las sabanas. Mi hermano, debajo de mí. Mis dedos, ahora tres, dentro de él.
La expresión de asombro de Landon por el repentino cambio de lugares fue poética. Incrementé la velocidad en que mis dedos se movían dentro de él. Robando sonidos obscenos de su garganta.
—Me volveré adicto a esos sonidos —aseguré, más para mí que para él—. Y a esa manera en que entreabres tus labios y tus cejas se fruncen. —mis dientes atraparon su labio. Apretándolo levemente.
Me separé luego de unos segundos. No dijo nada, pero en su sonrisa y el rubor de sus mejillas se reflejaban toda su emoción al escucharme. Mis dedos salieron de su entrada. Liberándolo. Mis ojos no se despegaron de su rostro mientras lo hacía, captando cada movimiento.
Me separé de su cuerpo. Quedando de pie a la orilla de la cama. Mi polla pedía a gritos una salida a respirar aire fresco desde hace rato. Landon no apartaba la vista de mis shorts abultados.
Tomé el elástico de mis shorts y los bajé junto con mi bóxer. Mi polla impactó contenta en mi abdomen al ser liberada.
Me incorporé nuevamente dentro de sus piernas separadas. Nos miramos por unos segundos y me abalancé a su pecho. Dejando besos húmedos mientras descendía hasta su abdomen, luego a su erecta punta rosa. Sonreí, era primera vez que podía mirarla.
—Los Montesinos estamos muy bien representados acá abajo —solté en un ronroneo.
Subí la mirada a su rostro, encontrándome a un Landon completamente ruborizado mientras soltaba risitas. Seguí bajando, porque ese no era mi destino final. Enredé mis manos más arriba de sus tobillos, abriendo sus piernas en el proceso.
Sus nalgas se separaron, permitiendo una maravillosa vista de su rosada entrada. Mordí mi labio inferior y llevé mi dedo pulgar hacia la zona, acariciando su piel.
—Te quiero probar acá abajo —mi pulgar se introdujo un poco—. ¿Puedo?
Landon, solo me miro con su ceño levantado en excitación y afirmó con la cabeza. Saqué tortuosamente lento lo poco de mi pulgar en su entrada.
Bajé de la cama y mis piernas se inclinaron, arrodillándome. No sin antes, haber atraído el cuerpo de Landon hasta la orilla.
Observe detenidamente como fruncía su agujero y lo relajaba. Impaciente, a la expectativa. Rodeé sus muslos con mis brazos y mi lengua fue directa a atacar su ano. Lamí su anillo fruncido al contacto. Por lo cual, mi hermano soltó un leve gemido. Abrí mi boca y la hundí en su entrada, dispuesto a chupar y succionar todo a mi paso. Los leves gemidos se transformaron en fuertes sonidos que llenaban la habitación.
Landon, siendo un desastre de gemidos. Llevó su mano a mi cabello y enterró sus dedos en mi pelo. Causándome algo de dolor, pero que era recompensado con la satisfacción de saber que actuaba así por mí.
—Joder!… G-Gabe!
Mi lengua se abrió paso dentro de su entrada, robando más suspiros provenientes de la boca de Landon. La sensación cálida, lisa y mojada recibió a mi lengua de manera abrazadora. Esta se movía con gran fervor dentro del culo de mi hermano, el cual se apretaba cada vez que mi lengua hacia un movimiento rápido.
Posé mis manos en sus nalgas, y mientras que trabajaba su interior con mi boca, comencé a nalguearlo, primero suave, luego las nalgadas comenzaron a encontrar fuerza, provocando fuertes sonidos secos entre cada nalgada.
Landon no podía controlar el volumen de sus gemidos, siendo cada vez más ruidoso y obvio a los oídos de afuera. Por lo cual, saqué mi lengua de su interior y moví mi cuerpo hasta quedar encima de él, nuestros rostros a escasos centímetros.
—Nos haría bien un poco de prudencia, no crees? —hablé con voz baja y ronca— quieres que todos en la casa se enteren de lo que estás haciendo?
—Tu eres el que no para de nalguearme! Es tu culpa —mi hermano frunció el ceño de manera acusatoria—…
—Pues, muerde una almohada, Landy —sugerí con una sonrisa sarcástica.
Agarré una almohada y se la pasé, Landon la agarró, y con su ceño fruncido, me la lanzó en la cara.
—No… solo no me hagas hacer ruido.
—Sí, señor! —llevé mi mano a mi frente en modo saludo militar—. Permiso para descender señor! —hablé con exagerado tono grueso, mientras que Landon sonreía y asentía.
Antes de volver a bajar, junté nuestros labios en un casto beso. De vuelta en su entrada. Iba a volver a meter mi lengua en su delicioso agujero cuando alguien comenzó a tocar la puerta.
—Señor Landon? —la voz de Adam, un mayordomo francés, se escuchó fuera de la habitación, seguido de unos nuevos golpes en la madera— lo solicita un chico… Mateo, dice que viene a hacer un proyecto.
—Mierda, Mateo —susurró mi hermano mientras saltaba de la cama— Ya voy! —gritó— Llévalo a la sala! Ya salgo!
Como loco, comenzó a recoger su ropa del piso y rápidamente se la colocó.
—Vístete ya, cabrón —dijo en voz baja al verme observándolo, aún arrodillado y sin reaccionar.
Fue entonces que de mala gana comencé también a recoger mi ropa y a vestirme.
—Quién coño es Mateo? —pregunté mientras me ponía mi camisa, no sabía quien era el chico, pero ya lo odiaba por haberme estropeado ese momento.
—Es un compañero de clases —se colocó una camisa blanca que sacó de su closet y comenzó a caminar rápido a la puerta—. No recordaba que venía hoy… saldré, lo tendré un momento abajo y luego subiremos, sal con cuidado!
Y así me dejó solo en su habitación. Suspiré, mirando hacía el bulto que se mostraba en mi entrepierna. Con frustración, me levanté de su cama y salí de su habitación. Entrando a la puerta de al lado, mi habitación.
~👅~
Nota de Autor: Holaa… Me tardé muchísimo para actualizar, sorry… La uni me está matando lentamente 😪😪😪
Pero bueno, trataré de escribir más seguido
Los leo pronto 💗



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