AVENTURAS BARRIALES (LA PERVERSA DE MONICA Y SU PRIMO JUANCITO)
Era la primera vez que alguien me estaba cogiendo, a la vista de una chica….
Hola a todxs
(Sugiero leer mis relatos anteriores)
Si bien y como ya he comentado en todos los relatos anteriores, mis relaciones sexuales infantiles eran solamente con chicos (porque soy gay pasivo desde que nací), el resto de mis pares, no podían, en esa época, ser considerados o encasillados como “bisexuales” o algo así, pero cada vez que una situación o circunstancia, era propicia para un encuentro sexual con alguna de las chicas del barrio, no la desaprovechaban.
Si bien corrían muchos rumores en el barrio, con respecto a las chicas “que se dejaban tocar, manosear e inclusive coger”, personalmente, solo conocía a dos de ellas; Sandra, mi amiga, la hermana de Adrián y Mónica, una voluptuosa chica que, por aquel entonces, tenía unos 17 años de edad.
A Sandra, la vi, con mis propios ojos, coger con Lucas y con Roberto (después de tanto insistir, tuvo su premio, jajaja) y a Mónica, también la vi coger con más de un chico que, según ella, eran sus novios; pero, a todo esto ¿Qué tenían que ver ellas conmigo? Sandra, además de tocarme y de morderme el culo, era muy confidente y solíamos contarnos “absolutamente todo en materia de sexo” y Mónica era la perversión personificada; guarra hasta más no poder y sumamente provocadora, al punto tal que solía andar por el barrio, exhibiéndose y mostrando “todo cuanto podía”.
Cuando yo apenas contaba con cinco años de edad, ella (tenía 12) me besaba en la boca, para, según sus propios dichos, practicar conmigo y no pasar vergüenza o papelones, con sus eventuales noviecitos; además, solía tomarme por detrás y haciendo movimientos pélvicos, me decía “¡Si fuera varón, te cogería ese culo hermoso que tenés!” (obviamente también ella me tocaba y me mordía el culo).
Mónica, a sabiendas de mi condición de gay y que, por consiguiente, nunca le haría nada que tuviese que ver con sexo, solía, por ejemplo, cambiarse de ropas en su casa y delante de mí, sin el más mínimo de los pudores; era una chica por demás voluptuosa, con un gran culo y un muy buen par de tetas, zonas íntimas de su cuerpo, que no tenía reparo alguno en mostrármelas ¿Y por qué lo hacía? Por el simple hecho de ser “una guarra”.
Mónica y yo solíamos mantener conversaciones sexuales, sin el más mínimo pudor o prejuicios; ella me pedía que le contase acerca de mis relaciones con los chicos del barrio, pero sin obviar detalle alguno y ella hacía exactamente lo propio conmigo; así, recuerdo, por ejemplo, cierta ocasión en la cual me contó todos los pormenores, de cómo le había chupado la verga a su novio, cómo él le había chupado la concha y las posiciones en las cuales cogieron.
En otras oportunidades, me hacía bajar mi pantalón corto y ella se bajaba el jean o subía su falda, para que comparásemos nuestros culos frente al espejo o se cambiaba el corpiño frente a mí, enseñándome sus enormes tetas y no en pocas circunstancias, puso su concha bien cerca de mi cara.
A la hora de hablar, no tenía reparo alguno en hacer referencia a palabras tales como “pija, verga, culo, tetas, concha, coger, garchar, culear, hijo de puta, la concha de tu madre, la concha de tu hermana, etc.”; en síntesis, Mónica era toda una verdadera “guarra”.
“¡Me gustaría ver cómo te cogen! ¡Nunca vi a dos chicos cogiendo!” – Me dijo en una ocasión (Este relato, como los anteriores, ocurrió hace casi 50 años atrás y, por ende, no resultaba nada fácil, sino imposible, obtener simples imágenes de pornografía).
La conversación quedó allí, porque si yo les llegaba a comentar algo acerca de ello, a alguno de los chicos del barrio, con los que solía coger, seguramente querrían también cogérsela a Mónica y no sé si ella estaría dispuesta a esa especie de “fiesta”.
Mónica era hija única y sus padres, ambos docentes, trabajaban casi todo el día (mañana y tarde), motivo por el cual, ella solía pasar varias horas sola en su casa, pero, en ocasiones, le llevaban a un primito suyo, que por entonces tendría unos 12 años de edad (2 años más que yo), para su cuidado durante las tardes.
En cierta ocasión, ella pasó frente a mi casa, junto con su primito y con su uniforme escolar, ya que recientemente había salido del colegio y me invitó a que la acompañase; previo permiso de mis padres, nos dirigimos, los tres, hasta su domicilio, no muy lejos del mío.
Llegamos justo cuando los padres de Mónica, salían para sus tareas laborales, así que, después de los saludos de rigor y del “¡Pórtense bien!” (dirigido hacia la hija y el sobrinito), nos quedamos los tres solos en la casa.
Mónica se fue hasta su habitación para cambiarse y, como no podía ser de otra manera, dejó la puerta abierta, para que, tanto Juan (Juancito), el primito y yo, la viésemos desnuda, si es que así lo hubiésemos querido.
“¡Marquitos! ¡Juancito! ¡Vengan, por favor!” – Gritó Mónica y al entrar a su habitación, estaba solo con la bombacha y el corpiño y como el primito ni siquiera se inmutó al verla, intuí que ya la habría visto así e inclusive desnuda.
“¡Vamos a ver un rato la televisión acá!” – Dijo Mónica recostada sobre su cama y mirándonos e indicándonos la cama contigua, dijo:
“¡Ustedes súbanse a esa cama!”
Y cuando estábamos por hacerlo, nos frenó, exclamando:
“¡Así no! ¡Con ropa no! ¡Cómo se van a subir a la cama vestidos! ¡Quédense solo con el calzoncillo!”
Yo jamás tuve pudor, vergüenza, prejuicios, tapujos, etc., a la hora de desvestirme, delante de quien fuera y aquella no fue la excepción, así que tanto Juancito, como yo, nos quedamos solamente en calzoncillo y nos recostamos sobre la cama.
Mónica, desde su cama, nos miraba y sonreía pícara, socarrona y perversamente y mientras lo hacía, nos dejaba ver parte de sus tetas, los pelitos de su concha y su culo y a todo esto, el tener a mi lado a Juancito, casi desnudo, ya me estaba empezando a excitar.
Mónica se pasaba su mano por su concha, encima de la bombacha y por sus tetas, por sobre el corpiño; no cabía dudas que, a sus 17 años, era toda una “guarra perversa” y que, además, le gustaba pervertir a los demás.
“¿Qué pasó, primito? ¿Se te paró la pija? ¿Por mí o por el culo de Marquitos? ¡Porque Marcos tiene flor de culo!” – Exclamó Mónica y mirándome a los ojos, agregó:
“¡Dale, Marcos! ¡Mostrale el culo a Juancito!”
Yo me bajé el calzoncillo y le enseñé mi super e increíble culo.
“¡Qué pedazo de culo tiene! ¿Viste, primito? ¡Es casi más grande que el mío!” – Volvió a exclamar Mónica y agregó:
“¡Juancito tiene una verga bien grande! ¿Querés mirarla, Marquitos? ¡Primo, mostrale tu verga!”
El primito se bajó el calzoncillo y sí, su pija estaba completamente erecta, no sabía si por su prima o por mí, pero, para el caso, era lo mismo.
“¡Sabés, primo! ¡A Marcos le gusta la pija! ¡Él se deja coger y le gusta un montón! ¡Casi todos los chicos del barrio se lo cogen! ¿Cierto, Marquitos? ¿Verdad que te gusta que te cojan?” – Dijo Mónica, a lo que yo respondí, solo, con un movimiento de cabeza hacia adelante, a modo de afirmación.
“¡Ok! ¡Yo voy al baño y ustedes empiecen a coger!” – Dijo Mónica en tono imperativo, tomando rumbo hacia el baño de la casa, pero apenas dio unos pocos pasos, volvió hacia atrás y al ver a su primito, intentando penetrarme, volvió a exclamar:
“¡No! ¡Así no! ¡Primero vos le tenés que toquetear y manosear todo el culo y él tiene que chuparte la pija! ¡Después sí, metésela en ese culazo que tiene!”
No quedaba duda alguna de lo perversa que era Mónica, así que, haciendo caso a los dichos de su prima, Juancito comenzó a mansear mi precioso y monumental culo, algo que a mí me hacía retorcer de placer; era tanta la sensibilidad que yo tenía en mi parte trasera, que solo con arrimar una mano allí, yo ya me estremecía por completo.
Después de ese increíble toqueteo, yo empecé a chupar la verga de Juancito, la que era más bien pequeña, pero ya tenía abundante “bello púbico”.
“¡Ah! ¡Ahora sí! ¡Estás comiéndote la pija de mi primito! ¿Y? ¿Está rica?” – Gritó Mónica mientras se subía nuevamente a su cama.
Luego de esa mamada, Juancito ya la tenía dura como piedra y super caliente, así que, ahí sí, me puse en posición (en cuatro patas sobre la cama) y “el primito” me penetró muy fácilmente, para comenzar a moverse.
Era la primera vez que alguien me estaba cogiendo, a la vista de una chica y eso a mí, particularmente, no me producía ningún tipo sensación en particular, más allá del gusto y de la satisfacción de ese momento.
“¡A ver! ¡Nunca vi una verga adentro de un culo! – Exclamó Mónica y acercándose a nosotros, comenzó a observar la cogida bien de cerca.
“¿Y, primito? ¿Te gusta el culo de Marquitos? ¿Y a vos, Marcos? ¿Te gusta cómo te coge Juancito?” – Interrogó Mónica, pícara, socarrona y perversamente.
Ninguno de los dos respondió, porque estábamos de lo más entretenidos y absortos con esa fenomenal “culeada”; ambos ya estábamos jadeando y gimiendo de placer y el característico “¡Ah! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ahhhh! ¡Ohhhh! Emanado de nuestras bocas, más el “¡Shlap! ¡Splash! (golpeteo de pelvis contra culo), se oía fuertemente en la habitación.
¿Qué hacía Mónica, entre tanto? Se tocaba la concha por encima de la bombacha y manoseaba sus propias tetas, a sabiendas de que, ninguno de los dos la abordaría; yo, por ser gay pasivo y Juancito, tal vez por el hecho de ser su primo, pero lo cierto es que yo seguía disfrutando y a más no poder, de la cogida que me estaba brindando Juancito.
Por obvias razones, desconozco y por completo, que sienten realmente las mujeres, cuando tienen una pija en la concha, pero yo, con una verga adentro de mi culo, me desvanecía (y continúo haciéndolo) de gozo, de placer y de satisfacción sexual.
Generalmente, todo lo bueno, no dura mucho tiempo (“el sexo dura, mientras dura, dura” – dice el dicho popular) y luego de que Juancito, acabara abundantemente dentro de mí y fuerte grito mediante, sacó su verga aún goteando su dulce néctar, de adentro de mi super culazo.
“¿A ver? ¡Quiero ver cómo te quedó el culo!” – Exclamó Mónica y acercó hacia mí, para observar mi culo abierto y lleno de leche.
“¡Hay! ¡Ese culo! ¡Cómo te quedó! ¿No? ¡Bien cogido! ¡Pendejo! ¿Cómo podés tener semejante culo?” – Volvió a decir y me mordió fuertemente.
“¡Ay! ¡Boluda! ¡Duele!” – Exclamé y después de mirarme en un espejo, volví a decirle:
“¡Mirá la marca que me dejaste!”
“¡Jodete! ¡Eso te pasa por tener semejante culo y porque te gusta tanto que te lo cojan!” – Retrucó Mónica y mirándonos a ambos (A Juancito y a mí), dijo:
“¡Bueno! ¡Me voy a bañar y a vestirme!” – Para finalizar diciendo:
“¡Y ustedes no vuelvan a coger! ¿Eh? ¡Una no es de madera!”
Juancito y yo nos vestimos, previo limpiarme todo el culo y mis muslos, que aún chorreaban la lechita rica y mientras lo hacíamos, escuchábamos los gemidos y jadeos de Mónica, quien, seguramente, se estaba masturbando en el baño.
Luego de semejante cogida y ya los tres en el living de la casa, Mónica, como buena anfitriona, nos convidó con gaseosas y unas galletitas, para después, sentarnos en el sillón para mirar la televisión, hasta que, en determinado momento, ella se ausentó por unos instantes, aduciendo que debía hacer unas compras para el colegio.
Yo aproveché para preguntarle a Juancito, sí el ya se había cogido a su prima y me respondió que no, que solo, a veces, Mónica permiten que se toqueteen un poco, pero no más de ello.
El volver a hablar sobre temas de sexo, hizo que, el primito y yo, tal y como no podía ser de otra manera, “tocadita va, manoseo viene”; ¡En fin! A coger de nuevo, pero ello, seguramente, será tema para otro relato.
Besitos.
Soy marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
Espero cometarios y valoraciones, pero, sobre todo, que se contacten conmigo a través de mi E-Mail.
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