AVENTURAS BARRIALES (LOS MELLIZOS ME COGIERON)
Felipe me pidió que dejara las piernas bien justas y si bien, a priori, yo consideré que ello dificultaría la penetración anal.
Hola a todxs.
(Sugiero que lean los relatos anteriores)
Siempre comienzo haciendo un breve comentario, a modo de preámbulo (aunque, a priori, pueda resultar aburrido para “lxs lectorxs”, sobre todo para quienes no disponen de mucho tiempo para leer), porque, como mis relatos son “experiencias ciento por ciento reales”, considero necesario poner en contexto, tanto tiempo como situación.
De todos los chicos de aquel entonces, con los que yo solía tener relaciones sexuales, fui el único gay pasivo “de por vida”, ya que el resto, aún aquellos que permitían ser penetrados analmente, lo hicieron, en su momento, tal vez solo por gusto, por no haberse animado a negarse o vaya uno a saber porqué motivo, pero lo cierto es que, con el correr de los años, todos ellos formaron sus propias vidas, constituyeron sus familias hetero sexuales (al menos “puertas afuera”), tuvieron hijos, etc.
Hago hincapié en ese comentario, porqué, de aquel grupo de “andanzas barriales”, yo siempre fui quien, en todo momento, estaba dispuesto a tener sexo, inclusive dejando de lado actividades, juegos, etc., tal como sucedió aquella tarde, durante un partido de Fútbol entre “nosotros” y chicos del mismo barrio, pero de otro Sector, los que, a pesar de tener conocimiento certero de “quienes eran cada uno de ellos”, no formaban parte de “nuestra pandilla”.
Dentro del equipo rival, estaban, Francisco (A quien apodaban “Pancho”) y Felipe, dos hermanos mellizos, que tendrían, por aquel entonces, 15 o 16 años de edad y que eran, físicamente, muy pero muy lindos (yo ya les había “echado el ojo” y los había provocado e incitado, en un par de ocasiones, mostrándoles mi monumental “parte trasera”).
Nunca solíamos dejar un partido de Fútbol, antes que finalizar el juego, sino por alguna razón fortuita e imprevista, tal y como ocurrió aquella tarde, ya que la madre de los mellizos, pasó en su auto por “la canchita” y les dijo a los chicos que debían ir hasta su casa y quedarse allí hasta la noche, que volviera tanto ella como su padre del trabajo y que, a su regreso, les explicaría el motivo de todo aquello.
Obviamente, los chicos, al tener que irse, dejaban a su equipo de Fútbol con dos jugadores menos, entonces, como para “emparejar un poco la situación”, aduje tener que irme, yo también, para hacer tareas escolares que tenía pendientes (burda excusa, ya que jamás dejábamos un partido por algo así, pero no quería dejar pasar aquella ocasión, que se me presentaba “en bandeja”).
Tomé rumbo hacia mi casa, pero, al ya no ser visto por los chicos en “la canchita”, hice un rodeo hasta dar con Pancho y a Felipe y, una vez que les di alcance, les pregunté, con una voz pícara, socarrona, provocativa, insinuante e incitante, si los podía acompañar, obviamente, a sabiendas de que estarían solos en su casa y por un buen rato y por suerte, para mí, los chicos accedieron.
Una vez dentro, hice un paneo general y la verdad es que la casa era muy linda, pero yo no estaba allí por ese motivo y los chicos también lo sabían, así que, sin hacer comentario alguno, comenzaron a tocarme y a manosearme el culo, ambos a la vez.
Yo, hubiera querido, en ese instante, abrazarlos, acariciarlos y comerles la boca a besos, porque me gustaban muchísimo, pero tampoco era mi intención hacer algo que ellos no estuviesen dispuestos a hacer, así que adopté, como siempre, una actitud de pasividad y sumisión total, dejando que fueran ellos, quienes tomasen la iniciativa.
“¡Qué lindo sos, Marcos! Con mi hermano, hace rato que teníamos ganas de cogerte, entre los dos, pero no sabíamos cómo decírtelo” – Dijo Pancho, sin dejar de tocarme el culo, mientras Felipe había comenzado a desvestirse.
“Yo también tenía muchas ganas que me cogieran ¡Ustedes son tan lindos!” – Exclamé y agregué:
“¿A dónde vamos a coger? ¿Acá?”
La casa era una de esas super ordenadas, donde todo estaba “impecablemente” en su lugar y, por ende, no intuía yo, a priori, en que lugar de las instalaciones iríamos coger, pero en ese instante y ya completamente desnudo, Felipe apareció en escena con una vieja manta, la que puso rápidamente en el suelo, sobre la alfombra.
Resultaba muy evidente, a juzgar por los preparativos, que no sería una cogida rápida y que tendríamos el tiempo suficiente y necesario, por lo que empecé a desvestirme por completo; si bien era siempre Pancho, quien llevaba la voz cantante entre los hermanos, fue Felipe quien tomó la iniciativa; me hizo recostar sobre la manta, en medio de los dos y poniéndome de costado, frente a él, empezó a besarme en la boca.
Mientras Felipe me comía la boca, literalmente, yo ya le había agarrado su pija y la estaba manoseando; detrás de mí, Pancho alternaba toqueteos en mi culo, con apoyadas, si bien su verga aún estaba algo fláccida.
¡Qué lindo! Y pensar que hacía solo treinta minutos atrás, estábamos, los tres, jugando un partido de Fútbol y siendo, inclusive, rivales en el juego y ahora nos encontrábamos allí, en la propia casa de los chicos, desnudos y dejándonos llevar por los placeres del sexo.
“¡No sabés, las ganas que tenía de cogerte!” – Susurró Pancho, detrás de mí y agregó:
“Te veía pasar, siempre, con esos pantaloncitos que te dejan medio culo al aire”.
“¿Y cómo saben que me dejo coger? ¿Cómo saben que me gusta que me cojan?” – Les pregunté.
“¡Todos lo saben, en el barrio!” – Dijo Felipe y agregó:
“Además, varias veces te vimos ir a lugares, con los chicos y ahí solamente van los que cogen”.
Ambos chicos, como buenos adolescentes, estaban con las hormonas en permanente ebullición y con una excitación tremenda, que era muy fácil de percibir, así que yo auguraba unos momentos de sexo a full.
Pancho, detrás de mí, ya tenía su pija erecta, dura como piedra y ya estaba intentando penetrarme, pero como yo ya tenía experiencia en el tema, muy a pesar de mis nueve añitos (casi diez), le pedí que buscara algo para lubricar, tanto a él (su verga) como a mí (mi super e increíble culo) y luego de incorporase y dirigirse hacia el baño, volvió con un lubricante especial para esas ocasiones (que probablemente sería de sus padres).
Después de embadurnarse bien su pija y hacer lo propio con mi culo, comenzó a penetrarme lentamente.
“¡Ay!” – Exclamé.
“¿Te dolió?” – Preguntó Pancho.
“¡No! ¡Dale! ¡Metémela toda!” – Le respondí e inmediatamente sentí como esa hermosa y deliciosa verga, ingresó por completo dentro de mí.
“¡Ah! ¡Qué lindo es esto! ¡Por favor! ¡Cuántas ganas le tenía a tu culo!” – Susurró Pancho, entre jadeos y gemidos de placer.
Frente a mí, Felipe continuaba besándome apasionada y fogosamente y si bien, yo, en esos casos, solamente “cerraba los ojos y me dejaba besar”, era tanto, pero tanto lo que me gustaba el chico, que decidí tomar la iniciativa y ser yo, el que decidiera de que forma utilizar mis labios y mi lengua.
Nada podía ser más excitante, en ese momento; el estar en medio de ambos chicos, a modo de “Sandwich”, el sentir cómo Pancho estaba cogiéndome, detrás mí, el oír, además de los gemidos y jadeos, el típico sonido del golpeteo de su pelvis contra mis “carnosos y aterciopelados cachetes”; los besos a modo de verdadera “ventosa” que yo le estaba aplicando a Felipe, mientras manoseaba su pija, ya bien dura y erecta, se había transformado en algo para nada fácil de describir.
Ambos chicos eran tan “carilindos” y me gustaban tanto, que hubiese estado toda la tarde abrazándolos, acariciándolos y besándolos, pero Felipe tenía otras intenciones, así que, en un rápido movimiento, me puso su pija frente a mi cara.
Por aquel entonces, a mí me gustaba y vaya si me gustaba, tener las vergas adentro del culo (ello me daba un placer indescriptible) o toquetearlas, pero, así como de “carilindo” era Felipe, su pija era hermosa, no por su tamaño (de normal para abajo), sino por su forma; era como si hasta las entrepiernas de los chicos, debían ser tan lindas como todo el resto de ellos.
Comencé a lamer los testículos, el tronco de la verga y su glande (hasta olía rico esa pija) y si, en aquella época, yo hubiese sido lo muy buen mamador, que resulté siendo un poquito más mayorcito, lo habría hecho acabar en mi boca, pero Felipe tenía otros deseos, así que le pidió a su hermano, intercambiar posiciones.
Pancho se ubicó frente y a mí y comenzó a besarme en la boca, mientras Felipe lubricaba su verga que ya estaba dura como piedra, para, inmediatamente, ponerse detrás de mí y cuando yo supuse que me iría a penetrar, empezó nuevamente a tocar, acariciar y manosearme el culo.
“¡Qué hermoso culo! Te lo deben haber dicho un montón de veces, pero es realmente un culazo” – Dijo Felipe y agregó:
“¡Ah! ¡Cómo lo voy a disfrutar!”.
Después de un buen rato de estar metiéndome unas manos que también me hacían retorcer de placer, apoyó su pija a las puertas de mi rosado, lubricado y ya completamente abierto “orificio anal” y comenzó a penetrarme (con suma facilidad) y una vez que estuvo su pija en forma completa adentro de mi culo, empezó a mover su pelvis.
Pancho y yo seguíamos comiéndonos las bocas a besos, hasta que él se incorporó rápidamente y se dirigió hacia el baño (a la vuelta dijo que había tenido que orinar), ocasión que aprovechó Felipe, para seguir cogiéndome pero en otra posición, así que se puso de rodillas, agarró mis piernas y se las puso entre sus hombros, con la obvia finalidad de cogerme por adelante, así que yo levanté el culo para permitir el acople, el que se llevó a cabo de una forma espectacular.
Al volver Felipe del baño, observó como su hermano me estaba cogiendo por delante y comenzó a arengarlo, creo que para excitarlo aún más (si es que ello hacía falta); al tener yo tanta flexibilidad, estaba con las piernas abiertas y bien separadas, por lo que, el cuadro, debió haber sido espectacular, de haber tenido la posibilidad de observarlo.
Fuerte grito mediante, Pancho acabó dentro de mí y me llenó todo el culo con su leche caliente; cuando me la sacó, aún seguía chorreando algunas cotitas de semen y cuando supuse que Felipe querría cogerme en la misma posición, me hizo incorporarme y ponerme “en cuatro patas”.
Yo, a pesar de mis 9 añitos de edad, ya había experimentado varias de esas poses, así que sabía como tenía que ubicarme y sobre todo como poner el culo, para recibir una verga y, por supuesto, lo hice, pero Felipe me pidió que dejara las piernas bien justas y si bien, a priori, yo consideré que ello dificultaría la penetración anal, nada de eso ocurrió, tal vez porque mi orificio anal estaba totalmente y completamente dilatado.
(Ya en la intimidad de mi casa, me puse en esa misma posición y a través de la imagen que me devolvió el espejo, comprendí el pedido de Felipe, ya que, en esa pose, mi ya increíble, maravillo, sublime y alucinante culo, se veía mucho mejor aún, por su forma y tamaño).
Felipe me penetró de una y empezó a cogerme muy fuertemente y mientras lo hacía, yo le hice un gesto visual a Pancho, como para que acercase su pija a mi boca y, por suerte para mí, lo entendió y rápidamente me dio de comer.
Mientras mi cogedor se deshacía en elogios y en halagos hacia ese espectacular culo que se estaba cogiendo, yo tuve un instante, de esos en los cuales uno toma cabal comprensión de lo que está ocurriendo y me invadió una sensación tan, pero tan placentera, que nuevamente me resulta difícil, sino imposible de explicar.
Alarido mediante (ya no solo un grito), Felipe terminó acabando también dentro de mi culo, llenándolo por completo, pero, en lugar de hacer lo que había hecho su hermano (me la sacó de una), dejó su verga adentro de mi culo, hasta que, totalmente fláccida, se salió solita.
Antes de incorporarse, Felipe le dio un besito a mi culo, tal vez a modo de agradecimiento, por el muy grato momento que había obtenido de él y, por suerte para mí, Pancho había vuelto a tener una erección y volvió también a darle de comer a mi culo, pero en una nueva posición, ya que me pidió que me recostase, boca abajo y él se subió sobre mí, para cogerme “bien pegado”.
Tenía a ambos mellizos para mí; tenía a esos dos “carilindos”, hermosos y preciosos, a mi entera disposición y estaba decidido a prolongar aquel alucinante encuentro sexual; así que, al notar que la cogida podría estar llegando a su fin, les dije:
“¡Chicos! ¿Qué más quieren que haga? ¿Cómo quieren que me ponga? ¿Cómo quieren cogerme? ¿Qué más quieren hacerme? ¡Ustedes díganme y yo lo hago!”
Si bien ambos chicos ya estaban exhaustos, el hecho de que yo estuviera ofreciéndoles nuevamente mi culo, para que, literalmente, hiciesen con él lo que quisieran, los volvió a calentar y ahí sí, comenzamos a coger en varias poses, algunas de ellas insólitas y solamente a modo de “quitarse las ganas”.
Los monté y me montaron una y otra vez, aunque más no fuera para que apoyen sus entrepiernas en mi culo, porque yo no había manera de que tuviesen más erecciones, pero tanto ellos como yo, nos sacamos las ganas de coger; hacía mucho rato que los mellizos tenían ganas de cogerme y que yo me moría de ganar por ser cogido por ellos y, por fin, se había dado, así que solo restaba seguir disfrutando.
Después de semejante cogida y tal vez, la manera más ejemplificadora, de cómo eran las relaciones sexuales entre chicos, en aquella época, fue lo que hicimos inmediatamente después, ya nos vestimos (previo asearnos un poco) y nos sentamos, los tres, en el sillón, a mirar televisión y ¿Saben que vimos en la tv? ¡Batman! ¡Sí! ¡Tal y como lo leen! “Batman”, la otrora seria de televisión con el ya desaparecido “Adam West”.
Aunque, obviamente y como no podía ser de otra manera, “una cosa no quita la otra”, así que, igualmente, los chicos continuaron tocándome el culo y es que, con semejante culazo ¿No lo harían ustedes también?
Son marcoscomodoro y mi correo es: [email protected]
Espero sus comentarios y valoraciones, pero sobre todo que me escriban y yo respondo a todos los mail.
Besitos a todxs.
Muy rico relato. excitante
Muchas gracias. Besitos.
¡Qué rico! Mi sueño no realizado: con dos gemelitos lindos..
Muchas gracias ¿Sueño no realizado? Aún estás a tiempo. Anímate pues. Besitos.
Sigue contando mas marcotelaacomodo ……….:) 😉 🙂 😉 🙂 😉
Muchas gracias. Seguiré publicando mi vida sexual. Besitos.