Aventuras de un grupo de pervertidos – Capítulo 2
Capítulo 2: Desflorando a Carlitos e ingresando al mundo del casi incesto.
Aproximadamente un mes después de que Miguel descubriera a su hijastro dando rienda suelta a su putería en potencia, tuvo la oportunidad de probar ese travieso y apetecible culito infantil, a la vez que el pequeño Carlitos terminaba de perder por completo su inocencia a manos del macho que tanto fantaseaba por probar.
Para ese entonces, la señora esposa y mamá tuvo que salir a un retiro corporativo por parte de la empresa donde trabajaba, por lo que se ausentaría todo el fin de semana (es decir, que Miguel tendría a Carlitos sólo para él viernes, sábado y domingo). Eso dibujó una sonrisa en padrastro e hijastro (aunque ninguno lo notó), ya que ambos tenían en mente seducir al otro para poder hacer realidad sus respectivas fantasías.
Llegado el viernes, la señora se despidió de ambos y se fue; sin embargo, ninguno pudo hacer nada en ese instante porque Carlitos tenía que ir a la escuela y Miguel debía ir a trabajar (quien por cierto es profesor de ciencias, pero tristemente daba clases en otra escuela), por lo que debían esperar hasta la tarde.
Una vez que ambos llegaron a la casa, hicieron lo que normalmente hacen (comer, ayudar a Carlitos con sus tareas, los quehaceres domésticos, ver un rato la TV, etc.). Sin embargo, se notaba la tensión en el ambiente, la cual aumentó cuando, sin querer, Miguel cambiaba de canal y pasó por uno XXX; aunque lo cambió rápidamente, el niño aprovechó eso como parte de su estrategia y preguntó:
– Papá, qué era eso que hacían los de ese canal??
Miguel trató de controlar su creciente calentura y le respondió:
– Se llama sexo. Es algo que hacen dos personas cuando se gustan o se aman.
– Y tú y yo lo podemos hacer?? Después de todo te amo y me amas. – Preguntó Carlitos fingiendo inocencia.
Esa pregunta puso nervioso (y a la vez excitado) al hombre, ya que no esperaba que preguntara eso. Sin embargo, aprovechó su curiosidad para engancharlo y ver hasta dónde podían llegar.
– No es esa clase de amor: yo te amo por ser mi hijo y tú me amas por ser tu papá.. no importa que no lleves mi sangre.
– Aunque yo te lo pida?? – Exclamó el pequeño.
Eso terminó por romper el control que Miguel estaba tratando de mantener y se abalanzó sobre el pequeño, quien aunque estaba sorprendido sólo se dejó llevar, y ambos terminaron fajando en el sofá y fundiéndose en un apasionado beso francés: Miguel pasaba sus grandes y ásperas manos por todo el cuerpo de su pequeño, levantando su camisita sport y haciendo énfasis en sus tetillas infantiles (lo que arrancaba uno que otro suspiro y gemido por parte de Carlitos), al mismo tiempo que masajeaba su tierno culito por encima de su diminuto shorts azul. Por otra parte, Carlitos se aferraba a su macho para poder seguir sintiéndolo, y ya ansiaba comerse su rabo (que sentía hacer presión contra su culito, evidencia de que su padrastro también lo deseaba).
Estuvieron así durante 10 minutos y luego se separaron, dejando un hilo de saliva como lo único que mantenía unida sus bocas.
– No sabes cuánto deseaba esto papi. – Exclamó el pequeño putito.
– Yo igual, pero tenía miedo de meterme en un pedo con tu mamá: eres mi hijastro, menor de edad y un chiquillo todavía.
– Lo sé, pero eso lo hace más interesante. – Exclamó el pequeño nene mientras se despojaba de su shortcito y su calzoncito, poniéndose en posición de perrito y enseñando su monumental trasero infantil. – PORQUE NO HAY SANGRE QUE TE IMPIDA ROMPERME MI CULITO!! 🥵
Continuará
quiero mas esta muy bueno