Aventuras en el gimnasio
Relato de una mañana de cruising en un gimnasio de la CDMX.
Hola a todos, me llamo Rogelio y, al igual que muchos de aquí, soy asiduo lector del contenido de la página y me caliento de conocer sus historias, por lo que me he animado a compartir con ustedes una experiencia propia.
Me describo: actualmente tengo 30 años, aunque me dicen que aparento algunos menos, mido 1.70 m, peso 71 kg, mi cabello es lacio y negro, ojos color café, mi piel es de una tonalidad morena clara y mi complexión es robusta; pantorrillas, espalda, pecho, brazos gruesos que he ido trabajando con ejercicio y soy varonil, lo que creo que me ha hecho tener suerte en general con los hombres.
Vivo en la Ciudad de México y, como mencioné anteriormente, me gusta ejercitarme y asistir con regularidad al gimnasio, normalmente voy a lo mío, es decir, me concentro en hacer mi rutina y escuchar música, ya que no soy mucho de socializar, pero si algo he aprendido a lo largo del tiempo es que normalmente hay algún compa dispuesto a pasar un momento rico con otro o en plan de ligue; ese día no fue diferente, pero sí mucho más caliente.
Lo que les contaré ocurrió un sábado por la mañana. Me gusta ir los fines de semana porque hay menos gente, puedo optimizar el tiempo y darme el lujo de no asistir entre semana si no tengo ganas. Llevaba casi la mitad de mi rutina de manera normal cuando noté a un hombre de alrededor de 40 años haciendo una rutina de pierna, vestía una camiseta sin mangas de color negro y un short algo ajustado, que al sentarse en la prensa inclinada dejaba ver unas piernas gruesas y muy bien definidas, al igual que sus brazos, algo que inmediatamente llamó mi atención, era un señor moreno, cabello negro con algunas canas y unos ojos verdes que parecían ir a juego con su short.
Seguí haciendo de manera normal mi rutina, sin embargo, un par de veces se cruzaron nuestras miradas y en una de ellas noté una muy ligera sonrisa, lo que me hizo saber que no había indiferencia en su mirada, por lo que estaba seguro ahora de que podría hacer un siguiente movimiento con él.
Me mantuve pendiente observándolo de manera discreta cuando veo que se dirige a los vestidores, al parecer había terminado su rutina; con el pretexto de tomar un suplemento me dirigí también hacia los vestidores, los cuáles constan de un primer pasillo donde están los lavabos, después hay que doblar y se llega a los casilleros, un área grande que está dividida por una hilera de casilleros que hace 2 áreas más pequeñas. Al entrar lo vi del lado de mi casillero, sentado en una banca (sí estaba preparándose para irse), yo abrí mi casillero y comencé a preparar mis aminoácidos; me quedé de pie justo frente a él, yo llevaba puesto un pants sin ropa interior, lo que dejaba ver la silueta de mi pene. Lo cierto es que soy muy caliente y se me empezó a poner muy dura la verga cuando noté que se le quedaba mirando, así que me agarré el pene por encima del pants como acomodándolo y su respuesta fue lamerse los labios, inmediatamente le pregunté si quería y asintió con la cabeza. Lo siguiente que hice fue bajar un poco mi pants y mostrarle mi verga, que apenas la saqué él tomó con la mano y se la metió a la boca.
La adrenalina de estar en los vestidores y la vista que tenía de los músculos de ese hombre inclinado para mamarme la verga me pusieron muy caliente, aunque me mantenía atento vigilando que nadie entrara; teníamos la facilidad de estar en el área de casilleros más alejada de la entrada, así que podía ver si alguien entraba. Tuvimos la suerte que en casi 10 minutos no entró nadie a interrumpir. Este señor me dio una muy buena comida de verga, me masturbaba mientras lamía mis huevos, se daba golpes con mi verga en su cara, la lamía alrededor de la cabeza como si fuera una paleta que estaba disfrutando mucho y luego la tragaba casi por completo, aunque no podía llegar hasta abajo.
- Qué rica verga tienes, cabrón – dijo él y abrió la boca, como queriendo besarme.
- Acábatela, puto – le contesté y le escupí en la boca. Lo que parece haberlo calentado más ya que se puso a mamar con más fervor que antes. – Quiero probar ese culo- le dije.
- Vamos al baño, me adelanto y me alcanzas –
Así lo hicimos, guardó sus cosas y se dirigió al baño, entró al último cubículo y dejó la puerta entrecerrada; tras asegurarme que no viniera nadie, entré rápidamente al cubículo cuyos paneles llegaban casi al suelo, por lo que era difícil que nos vieran, se sentó en el escusado y siguió mamando; engullía mi verga como si se la quisiera comer de verdad, yo solo sentía cómo mi glande acariciaba su garganta y eso me daba un placer que me recorría el cuerpo; quería tomar su cabeza y follarle la boca, pero sabía que lo haría toser y podría delatarnos, por lo que dejé que me diera placer él.
No estoy seguro de cuánto pasó, pero pasados unos minutos sacó mi pene de su boca, parecía que quería descansar.
- A ver ese culo – le dije. Se levantó y pude notar las manchas de preseminal en su short, lo cuál me excita mucho. – Te ganaste algo -.
Con la mano separé sus nalgas y comencé a acariciar su ano, acariciaba el borde, trataba de meter un poco la punta y volvía a acariciarlo mientras besaba su espalda dura por el ejercicio y con la otra mano acariciaba sus nalgas, sus brazos y las piernas gruesas que llamaron mi atención cuando las vi. Fue muy excitante sentir la dureza de su cuerpo y la suavidad de su ano pidiendo ser saciado. No lo pensé mucho y me agaché a comerle el culo, tenía un olor rico a sudor combinado con suavizante de telas, por lo que hundí mi cara completamente entre sus nalgas macizas por ejercicio y con la lengua recorrí ese hoyo peludo que pronto nos iba a dar mucho placer a ambos.
Luego de larmerlo y dedearlo un poco, le pedí saliva, la embarré en mi verga y comencé a rozar mi glande con en su raja, él solo se hacía para atrás y adelante, ansioso porque mi verga gorda lo penetrara; puse más saliva en mi glande y decidí meterlo firmemente, al sentir mi pene abriendo su culo se detuvo un poco y escuché un muy ligero suspiro, nos quedamos quietos unos segundos y di una pequeña embestida, sentí cómo mi chile estaba abriendo camino en su agujero caliente, de nuevo me quedé quieto mientras besaba su espalda dura y su cuello, sentí como apretaba mi verga con su culo, como rogando que lo limara, por lo que empecé a moverme; metía y sacaba mi pene de su culo dilatado que ya tenía una deliciosa combinación de saliva, preseminal y secreciones anales; pronto el movimiento de ambos me hizo sentir ganas de venirme y decidí dejarle mis mecos muy adentro de su culo. Él como respuesta comenzó a masturbarse y al poco tiempo se vino; saqué mi verga de su agujero e inmediatamente comenzó a escurrir todo lo que guardaba, no me aguanté y me agaché nuevamente para lamerlo.
Salimos del baño, me dijo gracias, le di una nalgada y me salí de los vestidores a seguir con mi rutina. Después de un rato acabé mis ejercicios y me dirigí al vestidor para bañarme. Terminé mi ducha y mientras me secaba para vestirme llegó al vestidor un chico, calculo de entre 27 y 30 años, alto, delgado, piel morena, con unas nalgas redondas que se veían muy ricas con el short ajustado que vestía y que solo verlas hicieron que mi calentura despertara de nuevo. El chico guardó sus cosas en un casillero y estaba dispuesto a irse, pero noté que se me quedaba mirando; yo, con el pretexto de ponerme el bóxer, me pasé la toalla para secarme bien los huevos y el chico se me quedó viendo fijamente, de nuevo mi pene despertó al saber que tenía la atención de otro putito, mi prepucio se retrajo y una vez más tenía la verga apuntando al cielo, dejando ver su cabeza brillante y roja, luciéndose ante el chico que tenía en frente, al que yo miraba fijamente, dándole a desear mi trozo y dejándole saber que estaba disponible para él.
El chico no lo dudó mucho y se bajó a mamar mi pene; yo me acomodé atrás de la “pared” de casilleros para asegurarme que no viniera alguien que nos descubriera. Después de un tiempo, lo levanté, lo besé y me puse a amasar esas nalgotas ricas que cargaba, se las separé y jugué con su hoyito mientras lo seguía besando, olí mi mano y percibí un olor delicioso, por lo que le di vuelta y lo puse a vigilar medio empinado mientras yo mamaba ese culo delicioso, se lo dejé bien ensalivado, me puse de pie y comencé a arrimarle mi miembro, él solo arqueó más la espalda, dándome un acceso más sencillo, poco a poco fui introduciendo mi mástil a ese culito suave y pronto ya lo tenía completamente empalado; saqué mi verga una vez más para ensalivarla y hacer más fácil la penetración, aunque ya se le iba delicioso hasta el fondo, solo podía escuchar su respiración agitada y leves gemidos de placer. Al cabo de un par de minutos empecé a acelerar el ritmo y escuchamos que alguien venía, él se quiso despegar, pero yo sujeté con fuerza su cintura y le impedí que se separara de mi, seguí bombeándolo rápido, con fuerza y tras unas embestidas me estaba viniendo en su culo; él se separó y al ver que seguía escurriendo leche de mi verga se bajó y me la limpió, ya que el hombre que entraba a los vestidores se quedó en la otra área. Cuando acabó de limpiarla solo dijo “bye” y salió de los vestidores.
Yo terminé de vestirme y salí muy contento del gimnasio con las bolas vacías.
Espero que les haya gustado el relato y leer sus comentarios para poder seguir subiendo alguna de las historias que tengo.



(13 votos)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!