Aventuras en el metro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por erevt.
I
Antes que nada me describiré un poco, actualmente tengo 25 años, siempre he sido delgado, el pasar un par de años en el equipo de atletismo durante el bachillerato me formo unas buenas piernas y a pesar de ser activo unas nalgas muy paradas; tengo cara de niño bueno por lo que a primera impresión en el ámbito gay piensan que soy pasivo, gran equivocación.
Mi cara de niño siempre ha conseguido que la gente que me conoce o está cerca de mi tenga como afición a protegerme aunque no lo necesitó ya que de verdad soy bastante astuto.
Mis historias comienzan una vez que termine la carrera y me posiciones en el mundo laboral, mi lugar de trabajo se encuentra muy al sur de la ciudad, yo vivo por el oriente por lo cual la manera más rápida y accesible de transportarme era el metro, maldición de unos placer de otros como lo era mi caso.
No será desconocido por muchos de ustedes lectores, que en la mayoría de las líneas en el último vagón ocurren ciertos acontecimientos que pueden poner de buenas a cualquiera, ya acostumbrado a los arrimones, roces “accidentales” e incluso haber sido masturbado bajo la clandestinidad de la multitud les cuento una historia 100 % real de algo que me aconteció.
Saliendo de mi trabajo y a pesar de que no era la ruta más corta pero si la de costumbre aborde el metro, abordó el metro un poco decepcionado ya que a pesar de ser hora pico, este estaba casi vacío, me pegó a la pared donde está la cabina del conductor la cual esta vacía pues nuestra dirección es la contraria.
Al llegar a la siguiente estación siento algo de nervios y excitación al observar que hay muchas personas dispuestas a subir, bendito transborde, sube un joven bastante atractivo que se posiciona a un lado mío, es decir, el pegado a la puerta, pero quien me llama la atención es un joven un poco más bajo que yo que mido 1,73 aprox.
, es obvio que el chico viene del gym pues trae ropa deportiva, una camisa negra sin mangas que se nota el mismo recortó, un pans igual negro, y algo de lo que más puede encenderme, se marcan las costuras de su ropa interior a través del ajustado pans, menudo culazo pienso, quiero hacer algo con él pero no hay suficiente gente aún se notaría si lo intentará.
El metro como usualmente sucede en esta ciudad va bastante lento por lo cual al llegar a la siguiente estación hay bastante gente acumulada, nuevamente me siento ansioso, la gente sube, mi sexi vecino no se mueve, queda frente a frente con el chico atractivo que subió antes que él, me siento un tanto frustrado, incluso ya me había acomodado de manera que tuviera más acceso a él, de verdad me siento frustrado.
Entramos al túnel nuevamente, el no pierde tiempo, cuando menos veo se van besando, lejos de encender mi lado voyerista me siento molesto, pero oh sorpresa, siento algunos roces en mi entrepierna, y estoy seguro que no son accidentales por la intensidad de los mismos, observo, por la posición en la que nos encontramos sólo puede ser el sexi chico de negro o el chico atractivo, pero viendo la cara de mamon del segundo deduzco que no se trata de él, veo al chico de negro en uno de sus bien formados brazos lleva un tatuaje con la estructura de un panal, estoy más excitado que antes, esto es lo que estaba esperando así que ni me lo pienso, llevo una de mis manos directamente a la parte trasera del chico de negro, no un roce, es más ni siquiera una caricia, aprieto su nalga más cercana con mi mano, es dura y redonda, se siente lo caliente de su piel, carajo que rico, pienso.
Me voy dando gusto de lo lindo con esas ricas nalgas, las toco cuanto quiero, claro tratando de ser lo más discreto posible, por su parte los roces se volvieron una caricia con sus dedos sobre mi verga que empieza a gotear precum.
De lo excitado froto mi pene contra su muslo, sin dejar de tocar su deliciosas nalgas, considero que el chico atractivo nota lo que pasa, algo le dice, que no alcanzo a oír pues olvide mencionar que llevo mis audífonos puestos, el chico de negro intenta besarlo de nuevo el otro moviendo la cara, pobre tipo, todos sabemos a lo que venimos, no es que bajando del metro fueran a cazarse pienso para mis adentros recordando la frustración anterior al ver que el chico de negro lo había elegido a él.
Llegamos a la siguiente estación, más gente, pero yo voy más cómodo que nunca, el chico de negro cambia de posición quedando completamente de espaldas a mí, yo ni tardo ni perezoso estrujo sus nalgas con ambas manos, de verdad están ricas, se las aprieto, recorro las yemas de mis dedos las costuras de su ropa interior, ya sin tapujos toco la zona de su entrada con dos de mis dedos, estoy seguro que le gusta por la reacción de su cuerpo, concentro unos segundos mis caricias en esa zona, subiendo y bajando mis dedos y haciendo presión sobre su caliente entrada, me lo cogería ahí mismo.
Entonces lo inesperado sucede, mi primera experiencia más no la última de este tipo, dobla su brazo hacia atrás, el que iba pegado a la cabina a un lado del chico atractivo, como puede baja mi cierre y libera mi pene, lubrico mucho por lo que mi verga está completamente mojada, me masturba muy rico, en ningún momento he dejado de amasar sus deliciosas nalgas, no sé ni en que estación vamos, y tampoco es que me importe, no pienso dejar de hacer lo que vamos haciendo.
Nuevamente sube mucha gente, vi que efectivamente ya me había pasado de mi destino pero no importa puedo cambiar de ruta, subió demasiada gente, en su mayoría chicos, lamentablemente uno de ellos queda entre mi sexi chico de negro y yo, pero este nuevo chico en seguida toma mi pene y continua con lo que iba haciendo el de negro, y no sólo eso, descaradamente mete la mano debajo del pans del chico de negro, ni yo había llegado a ese punto, nos va manoseando a ambos el muy cabrón y aunque no es mi tipo, estoy muy caliente para decir cualquier cosa, este nuevo chico es más osado de plano baja el pans y calzón del sexi chico de negro, este instintivamente intenta subir sus ropas, pero yo me uno a bajárselo a media nalga ante delicioso show, un culo totalmente lampiño, el nuevo chico va masturbando mi pene mientras lo frota entre las nalgas del de negro, soy muy cuidadoso en eso, no llevo condones, pero si veo que el de negro quiere con gusto lo cojo, pienso que es lo que busca el nuevo invitado pues gracias a su guía mi pene va entre las deliciosas nalgas del chico de negro, no pasa de ahí, yo mismo trato de empujar dentro del chico de negro cuyo nalgas están húmedas pues como lo comente lubrico mucho, pero el aprieta por lo cual no sigo, el chico de negro nuevamente lleva su mano a mi verga, y no sé cuánto tiempo transcurre pues desde este punto todo parecer ocurrir mucho más rápido, hasta que finalmente me vengo, arroje grandes chorros de leche, quizá como nunca me había venido, una parte escurre entre las nalgas del de negro, otro chorro fue a dar a su playera y uno más a su brazo con el tatuaje la cual limpia y lleva hacia su boca.
A pesar de las muchas caricias, de las masturbadas recibidas esta fue la primera vez que me vine en el metro.
Bajo en la estación en la que puedo hacer mi cambio de ruta, para no perder la costumbre nuevamente me voy al último vagón, un minuto después el chico de negro llega también, nos miramos apenas, subimos sin decir nada, el sube primero, yo después, esta vez sin más roces más que los de sus nalgas con mi verga.
II
Como ya lo mencione anteriormente ya era para mí una costumbre abordar el último vagón del metro, recibir un buen par de caricias o dar un buen arrimón era parte del saludo, esta historia es otra de mis primeras veces, así que sin más iniciemos.
Iba de camino al trabajo, me gustaba esa hora ya que nada como un buen trasero enfundado en un pantalón de vestir, la situación era bastante normal, hasta el momento no se había dado aquel roce consentido, pero no es que todos los días ocurriera pero si en su gran mayoría, de pronto sube un chico, delgado, cabello muy corto, bastante bonito él, no recuerdo si él comenzó so si fui yo, pero el inicio fue el más común, roces “accidentales” seguidos de roces más intensos, hasta llegar a caricias consensuadas, como era de esperarse al siempre usar la misma línea del metro, ya tenía ciertos “conocidos” con los que era frecuente este tipo de actos, precisamente en este vagón iba uno de ellos, uno que comenzaba a molestarme pues a pesar de que el metro fuera vacío siempre lo hacía sin importarle que la gente se diera cuenta y yo al menos trataba de guardar las apariencias.
En cuanto comencé mi faena con el chico que acaba de subir me aleje del “conocido” cosa que pareció molestarlo, ya con muchas más experiencias, me volví más audaz, aprovechando que el chico llevaba short, subí una de las mangas de la prenda a la altura de su nalga, cosa que me daba bastante acceso a la piel de este nuevo amigo, al no protestar decidí llegar más lejos, jugando con mis dedos en su entrada sin barrera alguna, piel con piel, ya acostumbrado a este tipo de situaciones yo mismo saque mi pene de su encierro para que mi nuevo amigo me diera algo de placer.
Íbamos en una buena sincronía, el me la jalaba mientras yo empezaba a introducir mis dedos dentro de mí, pero sin siquiera saliva era una difícil tarea, estuvimos así al menos dos estaciones.
Gente bajo, gente subió por lo cual tuvimos que separarnos un poco; quedando nuevamente cerca del “conocido” quien de inmediato atacó mi verga, pero le retire la mano, pues bajaba en un par de estaciones más, había dado esa mañana por terminada, pero no así mi nuevo amigo, se colocó frente a mí, con la espalda pegada a la cabina de conductor, yo frente a él, con los brazos alado de su cuerpo y simplemente se agacho, volvió a sacar mi pene del cierre y sin darme siquiera tiempo de reaccionar lo engullo, su boca era cálida y sabía muy bien lo que hacía, con sus manos jugaba con mis bolas, lo metía todo dentro y lo retenía en su garganta, hasta hizo temblar mis piernas, esta vez era muy descarado, obviamente la gente alrededor se dio cuenta, el chico siguió con su experta mamada, llegamos a la siguiente estación donde bastante gente, el por su lado se incorporó, se puso de espaldas a mí, tomando mi pene entre sus manos, siguió estimulándolo, la estación siguiente era mi bajada, me dijo al oído que fuera a su casa, le dije que iba a trabajar, me contesto sólo hacemos todo y te vas.
Estuve tentado pero decline, y así fue la primer mamada que recibí en el metro.
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