Aventuras Precoces: Estoy de Regreso
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PanchoHard.
Éramos los mejores amigos, juntos de arriba abajo en clase y en los recreos. El venía a mi casa, yo a la suya. Nuestros padres se hicieron grandes amigos, inclusive nos íbamos las 2 familias de fin de semana juntos …
Yo era hijo único, de cabello lacio oscuro y brillante, ojos pardos, de facciones suaves y curvitas redondeadas, medio rellenito, muy alegre y activo y obviamente lampiño a esa edad.
El, también de cabello lacio medio castaño, un poco más alto que yo, un poco más delgado. Tan alegre y pilas como yo.
Vino con toda su familia desde Argentina a vivir a Perú.
Entró a nuestro colegio en 3ero de primaria, ahora estábamos en vacaciones de verano antes de pasar a 4do grado, teníamos poco más de 8 años.
Fue un extraordinario verano, jugábamos con las mangueras de los jardines, o estábamos en la playa, los 2 siempre juntos. Era frecuente jugar a las luchas, las revolcadas con los cuerpos empapados. Muchas veces se notaban nuestras erecciones bajo las trusas de baño y nosotros ni cuenta, nuestras mamás nos tapaban con una toalla y se reían entre ellas por la gracia
Un día de esos en su casa su hermana menor se nos quedó mirando y señalando nos dijo, “cuidado que se orinan!”, y se fue corriendo. Nos miramos y nos dimos cuenta que los 2 estábamos con las pingas duras y paradas. Nos miramos y nos reímos.
Cómo la tienes?, me preguntó
Está dura le dije.
No, cómo es tu pinga?, se bajó la trusa y saltó la suya. “Así es la mía” me dijo.
Me la quedé mirando, era un poco más rosada que la mía y con un pellejo en la punta. De la manera más natural me bajé la trusa y mostré la mía. “Ahí está” le dije.
Nos quedamos un momento mirándonos las pingas y él dijo
“la mía es más grande”
“no es cierto!”
“Si es más grande, jajá”, y salió corriendo
Nos empezamos a corretear por toda la casa matándonos de la risa.
Llegó la noche y a dormir. Cuando me quedaba en su casa era costumbre que nos ponían un colchón grande en el piso y dormíamos los 2 juntos, y como era verano, dormíamos solo con un pequeño short de algodón.
Apenas apagaron la luz y él me dice
“La mía es más grande”
No!, le dije, te apuesto que no y me paré en el colchón y me saqué el short. El me miró desde abajo y se levantó de un salto y también se quedó desnudo frente a mí.
Los 2 estábamos con las pingas en descanso y ahí si parecía que la de él era más larga.
“Ya ves, te lo dije”.
No pues, acércate para medirla. Nos pegamos frente a frente y las pingas lado a lado. La de él era un poco más larga…
Así no vale le dije, la tuya tiene pellejito y la mía no.
Y si las medimos duras?, le dije yo y le pegué a su pinga con la mía.
El me respondió igual y empezamos un divertido duelo de espadas sobando nuestras pingas una contra la otra con furia y riéndonos. Al ratito ya los 2 estábamos con las pingas duras, unos tubos súper sabrosos…
A ver ahora? le dije
Y las medimos con regla. Y otra vez la de él fue un pedacito más larga, 8.7cm contra 8.3 cm.
Pero la mía es más gruesa! dije yo
Nos reímos y empezó otra vez la lucha de espadas ahora con las pingas que no se separaban y más bien tratábamos de “doblar” la del otro. Estábamos en eso cuando sin querer mi pinga entro por un costado y quedó atrapada en su mano. Nos quedamos quietos mientras él tenía las 2 pingas en su manito. El no soltó, más bien apretó como para no dejarme escapar. Yo empecé a moverme para zafar y él no me soltaba, nos reímos hasta que caímos en el colchón.
La tuya era más larga por ese pellejito, eso no vale le dije. Para que es ese pellejito?
No sé, me dijo, pero cuando lo jalo para atrás se pone como la tuya…
A ver?
Otra vez nos arrodillamos frente a frente y el jaló el prepucio y salió su cabecita medio rojita y en punta y la volvió a esconder y a sacar. Yo le puse mi pinga frente a frente como si se besaran.
Se sentía rico, y sobábamos las cabecitas con fuerza. Me gustaba ese pellejito y le dije si se la podía tocar. Me dijo que si, total él ya había agarrado la mía.
Empecé a jugar con el prepucio haciendo salir la cabeza. Como el prepucio era larguito tratamos de meter parte de mi cabeza, fue muy divertido ver mi cabeza metida en su pellejito mientras le agarraba la pinga.
Nos seguimos sobando un rato más hasta que nos dio sueño y nos quedamos dormidos así desnudos sobre el colchón.
Estando dormido boca arriba recuerdo sentir entre sueños que mi pinga estaba húmeda, mojada y caliente. Poco a poco fui saliendo del sueño con esa sensación hasta que levanté la cabeza y abrí los ojos en la oscuridad. Distinguí su cuerpo arrodillado a mi lado y su cabeza sobre mi pinga. Se separó de inmediato cuando me vio levantar la cabeza y se echó de espaldas a mí.
Qué pasó?, que hacías?, le dije entre sueños.
Nada, me dijo.
Qué fue eso? Insistí (de verdad todavía no entendía bien)
Nada!, no me molestes dijo medio amargo.
Ya pues, estaba bien rico, que hacías?
De verdad te gustó?
Se sentía bien rico, que era?
Pero no le dices a nadie?, me dijo.
Te lo juro, dime!
Es que una vez vi en una revista de mi papá unas fotos, y pensé que..
Que revista?, qué fotos?
Si quieres la vemos mañana. En esa revista salía que la pinga se chupa, y se veía rico…
Me la estabas chupando?
Si pues, quería probar cómo era…
Y si me la mordías!
No te iba a hacer daño, solo la lamí y la chupé un poco y te despertaste.
Me quedé callado pensando…-es que me asusté.
Ya perdóname, no vuelve a pasar, pero no le cuentes a nadie.
Me quedé pensando, no le cuento a nadie-le dije-, pero estaba rico…
Nos quedamos mirando en la oscuridad, sentí que su mano tímidamente me tocaba a la altura de la cadera. La cogí y la puse en mi pinga dura. Chúpamela otra vez, pero solo si después me dejas a mí chupártela…
Ya!, qué tal si un rato te la chupo yo, y después un rato me la chupas tú me dijo.
Y se agachó otra vez sobre mi pinguita, sentí que entraba en su boca calientita, la metía y la sacaba como un chupón de arriba abajo, bien rico.
Asu, que rico le decía, sigue así. La tenía apretada con la mano y la chuponeaba con fuerza
Cuidado con tus dientes!, despacio
Ya no me hablaba, solo seguía haciéndolo y yo le acariciaba la cabeza despacito. Su boca subía y bajaba, y pasaba la lengua por todos lados, se sentía bien rico.
Ya le dije, ahora me toca a mí!
Volteó a mirarme sin sacársela de la boca, cómo quien me decía no quiero soltarla.
Ver mi pinga en su boca me gustó, quería ver cómo lo hacía. A ver sigue, pero déjame ver como lo haces
Y empezó nuevamente, veía mi pinga entrar y salir mojada de su boquita, hacía ruidos y ya la saliva chorreaba por su mano. Instintivamente empecé a moverme con más y más fuerza tratando de meterme más y más en su boca, sentía que me ponía más duro todavía, como si fuera a reventar. De repente mi pinga se puso roja y empezó a latir, yo me mordí el brazo para no gritar y me temblaron hasta las piernas. No sabía que pasaba, si reírme o llorar, seguía temblando y tenía algo de lágrimas, la pinga si me la tocaban me hacía saltar, estaba muy sensible.
Él me dijo, que te pasa?. Lo miré y él estaba con los labios medio rojizos y los ojos llorosos
No sé le dije, sentí algo muy fuerte…
Tu pinga se puso durísima y latía, me la empujaste adentro y me atoré!
Los 2 estábamos rendidos y al menos yo confundido, no sabía que me había pasado.
Casi de inmediato nos quedamos dormidos.
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