Aventuras y recuerdos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por lem56.
Mi nombre termina en S y el de mi amigo de este relato comienza con E.
Cuando yo tenía 8 años mi papá trabajaba como dependiente en una tienda que vendía productos elaborados con plástico (vasos, platos, bolsas, manteles, etc.). El negocio se encontraba en un local de dos pisos: en la planta baja, cerca de la entrada, había un mostrador donde se atendía a los clientes, después había varios anaqueles y al final, tras cruzar una puerta angosta, se entraba a un cuartito donde se hallaba una mesa especial para medir los plásticos que serían después manteles. La segunda planta se utilizaba exclusivamente como bodega. A mí me gustaba mucho acompañar a mi papá a su trabajo porque me la pasaba a todo dar.
Cierto día, el señor que ayudaba a mi papá en el negocio se enfermó y tuvo que dejar de ir. El dueño le dijo a mi papá que colocara un letrero solicitando un nuevo ayudante. Algún tiempo después llegó E y se quedó con el trabajo. A pesar de ser muy joven (17 años), E pronto se ganó la confianza del dueño y de mi padre por su puntualidad y sus buenos manejos de la mercancía y el dinero. Desde que llegó, E y yo nos caímos muy bien. Me contaba historias y chistes y hasta jugábamos con mis monos cuando no había clientes, yo sentía que era como mi hermano mayor y mi papá veía con muy buenos ojos nuestra amistad, por eso, una vez que tuvo que salir de emergencia para reunirse con un proveedor no tuvo problema en que me quedara a solas con E en la tienda.
Ese día casi no habíamos tenido clientes y estábamos juegue y juegue hasta que nos aburrimos y E me dijo: ¿y si jugamos a que te hacía una cirugía? Yo le contesté-andale pues ¿pero como?. Entonces E me cargó y me llevó al cuartito de la mesa, prendió la luz e hizo como que se lavaba las manos y se ponía guantes y cubrebocas. Con una voz muy chistosa me comentó -señor voy a revisarle su espalda y empezó a tocarme (por encima de la ropa) toda la columna. A mi me daban mucha risa sus caricias. Luego, otra vez haciendo la voz graciosa, me comentó -todo esta bien aquí atrás ahora lo voy a revisar de adelante, me puso boca arriba y me levantó la playera para tocarme la barriga, metió un dedo en mi ombliguito mientras decía -tenemos que cerrar ese agujerito. Yo me retorcía de la risa y me revolcaba por las cosquillas.
De pronto E me desabrochó el botón de mi pantalón y yo me incline para taparme y me baje de la mesa. E me decía -¿te puedo quitar el pantalón? Y yo-nooooo y salí corriendo y riéndome. No me asuste ni nada de eso, pero me daba mucha pena que E me viera en calzones. Ya en el mostrador E se reía de mí porque no había dejado que me bajara el pantalón y me decía que no quería que me vieran ahí abajo porque no tenía pizarrín (así le decía al pene), yo obviamente le contestaba que sí y el no se cansaba de decirme que no. Nuestra discusión se detuvo hasta que llegó un cliente.
Después de esa vez seguimos por muchos días como si nada hubiera pasado. Pero nuestra amistad tenía que dar el siguiente paso para transformarse en más íntima y el detonante de ello ocurrió cuando la hija del patrón se casó y nos invitaron a la fiesta. Yo fui con mis papás y E llegó por su lado. El casino donde fue el evento era tipo campestre y tenía muchas fuentes, una de ellas estaba bien grande casi como una alberca. Con los niños que había comenzamos a jugar a la ‘trais’ (correr hasta alcanzarnos y tocarnos) en una de esas un morro se cayó y del impulso terminó por empujarme y yo me caí en la fuente grande. Imaginense como quedé de mojado, rápido mi mamá me llevo al carro para secarme. No se donde estaba mi papa, pero E nos acompaño, ya adentro del coche mi mamá me empezó a quitar zapatos, calcetines, camisa, camiseta, pantalón y…¡calzones! pero no deje que me los bajara porque E me estaba viendo. Mi mamá le dijo amablemente que si se volteaba mientras me encueraba y así lo hizo. Con lo que pudo me terminó de secar y me puso una chamarra que estaba ahí. Luego ya llegó mi papá y decidimos irnos a la casa. Como E vio que todo estaba bien decidió quedarse un rato más en la fiesta.
A partir de entonces, E utilizó el accidente de la fuente como pretexto para seguirme echando carrilla con aquello de que no tenía pizarrín. Decía que por eso no había querido que me viera desnudo. Todo el tiempo me daba pura lata con eso hasta que me hartó y le dije -que sí tengo, mira y me apreté el pantalón para que se marcara mi bultito. -No se vale dijo E -ese es el pantalón. De mis labios salieron las palabras que lo cambiaron todo: -tócalo pues. Entonces E bajó su mano por encima de la ropa y apretó mi pajarito, despacio, varias veces y como buscando mi puntita. Duro bastante tiempo haciéndome eso y terminó diciéndome-pues no te siento nada porque tienes rayita como las niñas. Yo contraataque y le respondí -pues tu también eres niña y no tienes pizarrín. E no se anduvo con rodeos y como traía short con elástico de un tirón se lo bajó, dejando al aire libre su pito y sus bolas colgantes que se movían para todos lados. E no estaba circuncidado -yo tampoco- y su pene era un poco más oscurito que el resto de su cuerpo. A mi me impactaron sus huevos, se me hacían enormes comparados con los mios que apenas eran unas caniquitas blancas como todo mi cuerpo.
Pasó el tiempo y otra vez mi papá tuvo que dejarnos solos en la tienda. Ese día estaba cayendo un tormentón y sabíamos que no íbamos a tener gente. Nos fuimos a jugar luchitas a la mesa del cuartito y durante los forcejeos E me agarraba ahí abajo. A mi se me ocurrió algo, y sin que E se diera cuenta me saqué el pajarito y me le eché encima. Casi se le salieron los ojos cuando bajo su mano a mi entrepierna y se dio cuenta que me estaba tocando sin nada de ropa. -a ver a ver párate me decía con una ansiedad que lo hacía verse muy gracioso. Me puso de pie sobre la mesa y mi cadera quedó a la altura de su pecho, me bajó el pants que traía y comenzó a jugar con mi pitito bajándome y subiéndome el cuerito. -Que chido que ya se te pela todo, oye ya se te para? Y yo le dije sí… -yo quiero ver eso.
Con un dedo levantó mi pajarito y lo pegó a mi pubis dejando expuestas mis bolitas que inmediatamente comenzó a lamer y succionar metiéndoselas por completo a la boca. Yo me tambaleaba por lo rico que sentía y me tuve que apoyar sobre sus hombros para no caerme. Cuando termino con mis huevitos siguió con mi palito que para ese entonces ya estaba bien durito (6-8 cm mas o menos) y como apuntando para arriba. Me acuerdo que en un principio no se lo metió todo a la boca sino más bien como que me hacía chupetones en mi glandecito y me metía la lengua en el agujerito por donde sale la pipí produciéndome una mezcla de dolorcito y cosquillas, cuando hacía eso yo movía mi caderita para atrás por la sensación tan intensa que me daba. Luego ya se lo metió a la boca y hasta mordiditas me daba. También me lo lamía de lado y desde las bolitas hasta la puntita. Por su tamaño, terminó metiéndose todo mi aparato a la boca y cuando lo tenía adentro movía su cabeza para arriba y para abajo como diciendo que sí. De pronto se lo sacaba y con sus dedos me volvía a acomodar el prepucio para que me cubriera la cabecita y así, todo tapadito, se volvía a meter mi pilín a la boca, despacito, con ayuda de su lengua yo sentía como me lo pelaba Yo ya tenía el pubis y las piernas bien mojados por su saliva que hasta me escurría por los muslos, mis huevitos ni se me notaban por lo pegados que ya los traía. Nunca había tenido el pito tan duro ni tan levantado.
E me bajo de la mesa y se hincó frente a mí dejando su cintura más o menos a la altura de la mía. Ya ví que si eres hombrecito -me dijo- y así como tú y yo somos amigos nuestros pizarrines también deben serlo. E se sacó su pito bien tieso y agarró el mío para frotarlo, rozando nuestros glandes como si se estuvieran saludando. No manchen, eso se sentía riquísimo. Me acuerdo bien que tenía la boca bien seca y podía sentir en la garganta y en los huevos como latía mi corazón, estaba temblando y ni podía hablar me cae. El pene de E estaba como mojadito pero a mi no me daba asco ya se lo iba a agarrar cuando nos asustaron unos ruidos en el mostrador, era un cliente que esperaba ser atendido… CONTINUARÁ
Espero que les haya gustado. Igual los diálogos no son los mismos pero si guardan más o menos la idea de lo que pasó.
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