Ay, Humberto que rico eres
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Ernesta.
Humberto me había llamado hace un instante, sus padres no estaban, con la casa a su disposición teníamos que aprovechar la oportunidad, llegué rápido, ingresé a su casa, no tuve tiempo para observarlo como otras veces, pone sus manos en mi cintura y me apoya contra la pared, lo miro ardientemente, una mirada que no puede ocultar lo que ando buscando desde hace unos días con mucha insistencia, mi compañero lo sabe, conoce mis gustos, mis provocaciones o mis indirectas.
Estos días no hemos tenido chances para el placer, besa mi cuello primero, luego pasa la lengua, se eriza mi piel, deja una estela húmeda en su recorrido, es el camino del placer, el deseo acumulado amenaza con estallar, debo gozarlo con paciencia, trato de acariciarlo, él me aprieta fuertemente, creo que en esa acción hay una ardiente desesperación, pero lo hace con paciencia y hasta con cariño, coloco mis manos alrededor de su cuello, mientras comienza a besarme, mis labios esperan sus labios, nuestras lenguas juegan en un constante movimiento, mete sus manos entre mis ropas, me acaricia el trasero, aprieta las nalgas con fuerza, bajo mi pantalón para hacérselo aún más fácil, levanta mi polera, muerde mis pezones, lo siento rico, lo deseo demasiado, no creo estar enamorado de él, de la forma en que lo estuve de Carlos, pero no tengo dudas de que me enloquece, quiero entregarle el culo al instante, pero disfruto y lo dejo disfrutar.
Me toma de las manos y se ubica detrás de mí, puedo sentir la dureza de su erección, se ha convertido en una bestia ardiente, separa mis nalgas y mete uno de sus dedos en mi boca, lo chupo como si fuera su pene, lo ensalivo, presiente el destino de aquel dedo mojado, antes de acostarme en el sillón, su dedo se introduce suavemente en mi hoyito, un quejido suave, es un maestro en lo que hace, luego dos dedos en mi boca y la acción se repite, ahora ambos dedos me abren de par en par, me acuesta en el sillón, mientras se desnuda mirándome, mis ojos se concentran en su chuto, un mástil carnoso enorme, lleno de venas, lo espero con ansias.
Desde hace un instante ha dejado la suavidad, ahora es brusco, sale el macho primitivo que a veces vive en todo hombre, me excita, es una experiencia nueva, el dolor que me provoca es un atajo al placer.
Se monta sobre mí, separa mis piernas como si de una mujer se tratara, arranca mi polera con cierta violencia, me lame todita, es generoso en ese instante, me llena de besos, de deseo y de su cuerpo, seguro ya llenará mi potito, se levanta, me ordena voltearme, mi pantalón a medias entre mi culo y mis piernas queda a su disposición, saca la correa de su pantalón, me golpea suavemente, el miedo al azote me hace saltar, luego un par de más, mi culo goza aquellos golpes, ahora los siento mucho más fuerte, me quejo, le hago saber que soy su hembra y que puede hacer conmigo lo que quiera, sumiso completamente.
Termina por desnudarme, muerde una de mis orejas, luego mi cuello, saborea mi espalda, baja hasta mi ano, su lengua sabe lo que hace, es delicioso, nunca había sentido tanto gozo, me tenía vuelta loca, su lengua sigue sobre mi hoyo, deja caer unas babas para que mi hoyito pueda soportar lo que se avecina, permite que me de vuelta, bajo desesperada hasta su pichula, me la meto en la boca, la saco, lo masturbo, beso su cabeza enorme, la vuelvo a saborear, es deliciosa, toma mi cabeza y me la introduce casi completa, me ahogo, pero estoy dispuesta a seguir con aquel juego violento, me gusta, desde hace mucho lo deseaba, soy una perra, su perra.
Me toma del pelo, quedó apoyado en el sillón con el culo parado y las rodillas en el suelo, se acomoda, entonces introduce su pico en mi ano, lo hace suavemente, pero con firmeza, no hay dudas de quien domina la situación, siento esa cabeza entre morada y rosada abrirse camino, el tronco ingresa casi todo, trato de tocar su carne para ver si era cierto, no alcancé a confirmarlo, comenzó a moverse inmediatamente, no esperó por una dilatación, simplemente fue al grano, mi poto ya estaba abierto y su pico lo había hecho, sentí que partía el culo, era un bombeo delicioso, rápido, fuerte, sin miramientos, me quejaba al principio, pero el tapó mi boca con una de sus manos, con la otra intentaba acercarme a él, me besaba el cuello, era muy rico sentir aquello, su pene en mi interior llegaba al fondo y salía con la misma rapidez, para repetir la fórmula un montón de veces, mis pies se arqueaban levemente, denunciando mi manera de disfrutar aquel momento, tremendo macho el que me culiaba, lo habíamos hecho en varias oportunidades y esta era la mejor.
Mi pene pequeño estaba durísimo, clamaba por arrojar su contenido, no toco ese miembro inútil de mi cuerpo cuando estoy en acción, pero ahora se me hacía irresistible la masturbación, tenía cerrado los ojos, nuestro sudor se fusionaba sobre mi espalda, a ratos me acariciaba el pecho, a ratos me mordía el cuello, mientras su herramienta horadaba profundamente mi cuerpo, era una perforadora agrandando un culo, como si fuera a extraer un mineral desde las profundidades de la tierra, él se quejaba, gemía, yo le decía casi imperceptiblemente “papito que rico, sigue, sigue, por favor rómpeme, todo adentro, mételo todo”, perdí la noción del tiempo, tal vez habían transcurrido cinco minutos, como pudieron ser 40 y la locura me traía por las nubes, nos levantamos, me apoyo en la pared, elevo un poco el culo, separo las nalgas con mis manos y le suplico que siga, el muy bruto me lo pone de una sola vez, claro el hoyo estaba abierto, mojado, excitado y esperando verga, pero un pico grande, grueso y duro no deja de ser menor, me quejo, a él le importa nada, sigue con su labor, se mueve con rapidez, se nota caliente, mi culo arde, pido más, más, más, más, más, uffffffffffffffffffff, sigue, sigue, dame más, por fa, quiero más, ooooh, más, más, que rico, que rico, dame, mételo todo, oh, oh, aaaaaaaaaaaaaagggg, sigue, sigue, unos minutos después lo saca, me arrodillo y su chuto vuelve a mi boca, lo chupo un rato, gotea ese pico, me trago todo lo que tengo que tragarme, lo masturbo, él se queja, cierra los ojos y de pronto su semen salta en todas las direcciones, lo introduzco en mi boca, literalmente hasta la garganta, lo saco, lo limpio, es aún más delicioso, el sabor a macho recién eyaculado es indescriptible, me abraza, un suave beso, me toca las nalgas, me acaricia el pelo, toma mi cara y su lengua pasa sobre mis labios, me limpio en el baño, me visto y me voy satisfecha, ha sido fantástico, “chao, espero tu llamada guapo, no demores, ya estoy caliente otra vez”, un besito en la cara, me marcho feliz.
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