b) Un trabajo para Alonso
-me sujetó la mano y me la llevó a su entrepierna, yo me resistía y la retiraba pero él volvía a llevarla, hasta que cedí y la dejé sobre su bulto..
Continuación de: La visita de Rafael
Bajé las escaleras despacio y nervioso, temblando en ese momento, vestido con la ropa recién comprada con el préstamo que Juan Carlos me ofreció. Las maderas, de tan viejas, chirriaban haciendo notar mis pasos.
Crucé la cocina y salí al huerto trasero, busqué la figura de mi padre entre los distintos sembrados. No podía imaginar como podía con todo, el trabajo de la fábrica, su huerto, complemento imprescindible para llegar a fin de mes y el cuidado de sus cuatro hijos.
Avancé por el caminito de hierba, teniendo cuidado para no ensuciar los zapatos hasta que lo encontré un poco alejado de la casa. Se puso de pie estirado y se llevó las manos a los riñones apretando, luego sacó un pañuelo del bolsillo para limpiarse el sudor de la cara. Estaba sin camisa como le era habitual, mostrando su potente tórax del que resbalaba el sudor hasta meterse en los pelos del abdomen.
-¿Ya estas preparado? – me miraba de arriba abajo al acercarse hasta llegar al camino de hierba donde le esperaba.
-Tienes que comprar un motocultor, te vas a matar papá. -miré sus manos callosas a la vez que se las pasaba por las perneras del gastado pantalón.
-No importa, estoy bien y el ejercicio es salud. ¿Han llegado tus hermanos?
-Aún es pronto para ellos y tarde para mi, estoy un poco asustado.
-Te cogerán, ya lo verás. Eres un chico listo. -¿me habría creído mi padre lo que le conté sobre el trabajo?
Había superado la anterior entrevista, según J.C. las fotos habían gustado al que mandaba, y era él quien decidiría al final.
Me despedí y emprendí el camino de vuelta, había caminado unos pasos cuando mi padre volvió a hablar.
-Cuídate hijo. -si no me había creído procuraba disimular.
Esperé en la calle la salida de J.C. de su casa, estaba más arriba y en la otra acera, podía verle salir de la cubierta metálica donde guardaba su coche. Antes de que él apareciera observé la llegada de mis hermanos, salían del autobús junto con algunos compañeros.
Rafael y José se detuvieron a hablar con otro muchacho y cuando giraron la cabeza me vieron sentado en el banco de la puerta. Rafa levantó la mano en un saludo y siguieron en su charla hasta que su gemelo le sujetó para que avanzara.
Reían entre bromas y algún empujón del uno al otro, mis dos hermanos eran idénticos, al resto de la familia nos costaba identificarles a veces, resultaban tremendamente atractivos y lo serían aún más, aunque eran muy delgados, adivinaba en ellos el parecido con mi padre y Oliver mi otro hermano. El único diferente era yo que me parecía a mi madre.
-Hoy es tu gran día. -Rafa se sentó a mi lado pasándome el brazo por los hombros.
-Papá está preocupado por vosotros. Decidle que habéis llegado. -en ese momento enfilaba la calle el coche de J.C. y me puse en pie.
-¡Suerte Alonso! – dijeron los dos al unísono, hasta en eso parecían uno y se adivinaban el pensamiento. Enviaron un alegre saludo a Juan Carlos y se metieron en casa.
Mi amigo se había colocado sus mejores ropas y la ocasión lo merecía, lo hacía por mi para ayudarme. Monté a su lado y arrancó con brusquedad.
-Se te ve muy tranquilo, me alegro.
-Es lo que aparento, por dentro estoy hecho un flan.
-No tienes que preocuparte, yo te guiaré. Tienes suerte de que Guillermo haya cedido para sea yo el que elija entre los proyectos que tienen y además participe en él.
-¡Gracias Juanca! Me estas ayudando en todo, para la primera vez prefiero trabajar contigo, pero no dejo de tener miedo, puedo hacerlo mal y que no les guste, además no estoy seguro de que este del todo bien lo que voy a hacer.
Le vi mover la cabeza negando, con esa seguridad que él ha tenido siempre de estar seguro de hacer lo mejor en cada momento, pero él no estaba en mi piel.
-Hemos ensayado todo y el papel no es tan difícil de aprender, ¿lo has vuelto a leer? -no era el texto lo que me preocupaba, lo tenía bien sabido,. Ya había sido difícil desnudarme para lo de las fotografías y ahora sería más complicado, aunque él fuera mi pareja en el plató.
-Lo se de memoria, ese no es el problema, ni actuar lo es tampoco, recuerda que estaba en el grupo de teatro del instituto. Es el estar desnudo delante de toda esa gente actuando.
-No exageres, estará Guillermo y cinco o seis técnicos más, no los mires, céntrate en mi, a la cámara tampoco, es preferible que cierres los ojos, luego yo te guiaré.
Hablando habíamos llegado a nuestro destino sin darme cuenta. Aparcó el coche en la acera del la otra mano, justo enfrente de la nave encajonada entre otras similares.
“Oliva Producciones de Cine y Espectáculos”, rezaba el cartel en la fachada y arriba del gran portalón ahora cerrado, a su lado una puerta de personal estaba abierta y Juancar, después de cerrar el coche, avanzó hacia ella a grandes pasos.
Entramos en una antesala ya conocida y de una puerta lateral salía una chica de pelo rubio.
-¡Hola Paula!, estas preciosa muñeca. -la chica no respondió al saludo, pero sonrió con coquetería al piropo de mi amigo.
-Precisamente el jefe me preguntado por ti y que le avise cuando llegaras.
-Ya me ves, siempre llego a la hora, vamos a los vestuarios. -le hizo un gesto de saludo que ella respondió con otra sonrisa y comenzó a caminar hacía una puerta que nos llevaba a los estudios y despachos interiores de la nave.
En los vestuarios, me miré en el espejo y me encontré mirando a un tipo pálido, como si no hubiera dormido en días, me di unas suaves palmaditas en las mejillas para que cogieran color.
-Los vas a encantar, ¡joder! Deja de estar nervioso. -Juan me sujetó por detrás rodeándome con sus brazos.
-Estas como una estrella de cine, la cámara se va a rendir ante ti, no tengas miedo. -apoyé la cabeza sobre su pecho y la giré, él aprovechó para besarme ligeramente los labios.
-Quisiera ser como tu, tener tu sangre fría. -se puso a reír apretándome el abdomen.
-Vamos a desnudarnos, el maquillador nos tiene que ver y arreglar lo que no tengamos a su gusto, antes ponte este supositorio, te ayudará en un principio. -me entrego un pequeño envoltorio en papel de aluminio y comencé a quitarme la ropa, cuando estuve desnudo me introduje la pequeña bala en el culo.
-¿Para que sirve esto? -ya estaba sin nada de ropa y le miré mientras se quitaba la suya. Mi amigo tenía un cuerpo de escándalo, viril y fuerte, y aunque lo conocía de memoria, no por ello dejaba de asombrarme, admirarme y sentirme caliente al instante.
No tuve tiempo de mirarle mucho más y dos hombres entraron en la sala, conocía a Guillermo el jefe, no era muy mayor, podría tener treinta y cinco, con un buen físico pero el rostro curtido y duro, y al otro hombre menudo y amanerado a su lado por cuando me maquilló para la sesión fotográfica.
-¡Qué! Chicos, ¿preparados? -no esperó nuestra respuesta, solamente nos miró de pasada, aunque sentía que había observado cada milímetro cuadrado de nuestra anatomía.
-Santi, ocúpate de ellos. quiero que el pequeño lo parezca más aún, quítale años y a Juan ya sabes como lo quiero. Os esperamos en en el estudio, veré como andan allí las cosas. -hice mal al colorearme los pómulos.
El tal Santi, me había contado la pasada vez que le conocí, que había estudiado medicina y le habían retirado la licencia por algún lío que tuvo, no ejercía más que para las necesidades del estudio, ahora su labor principal era la de esteticista, comenzó a aplicarme maquillaje para dejarme más pálido de lo que ya era.
Terminó con nosotros y volvimos a vestirnos sin colocarnos las chaquetas, nos encaminamos hacía la puerta para dirigirnos donde nos esperaban. Repasaba mi papel en mi cabeza, las pocas palabras que tendría que decir, más importante resultaban las posturas y los movimientos.
Había varios focos encendidos, un técnico en el grabadora fija y otro con la de movimiento, un par de personas más y Guillermo.
-¡Comenzamos!, no quiero escuchar una palabra que no tenga que registrarse. -me miró para darme la señal y comenzaba el rodaje.
Avancé por lo que era un dormitorio hasta llegar a la cama vestida con vivos colores, me entretuve cogiendo un libro de la estantería y me tumbé sobre la cama. Comencé a leer y tenía que mover el cuerpo estirándome y girándolo sobre mi mismo.
Unos instantes después entraba Juan Carlos en escena, levanté la mirada del libro cuando se sentó a mi lado en la cama.
-Otra vez solos en casa y no tengo ganas de hacer nada. -se tumbó y me bajó el libro haciendo como que leía.
-¿No me vas a hablar?
-Sí, déjame leer, y ponte a estudiar.
-Creo que es mejor que nos ocupemos de otra cosa. -colocó la pierna encima de mi abdomen y acercó la cara para besarme en la oreja.
-Déjame, no tengo ganas. -intenté apartarlo y me quitó el libro tirándolo, apretó la pierna sobre mi y me hizo girar la cabeza.
-Yo sí, verte en la cama y me calentaste. -me sujetó la mano y me la llevó a su entrepierna, yo me resistía y la retiraba pero él volvía a llevarla, hasta que cedí y la dejé sobre su bulto.
-Se que la quieres, adoras la verga de tu hermanito. -se me montó sentándose sobre mi abdomen y se inclinó hasta juntar las frentes, nos miramos un momento y fue bajando hasta pegar los labios sobre mi boca, sin fuerza, solo rozándolos, en un beso real como otras veces, sacó la lengua para lamerme los labios y me olvidé de lo que me rodeaba, abría la boca para que me diera la lengua, húmeda jugosa y caliente.
Me la metía profundamente y se la chupaba arrebatándole la humedad y la saliva, me gustaba la dulzura de su saliva y como a veces batía el músculo poniéndolo rígido para entrar hasta la campanilla y luego dejarla floja.
Así estuvimos un par de cortos minutos, en la realidad solíamos estar hasta que teníamos que dejar descansar nuestros labios rojos y doloridos de tanto chuparlos.
Comenzó a arrebatarme la ropa, la camisa me sacó por la cabeza y sin dejar de besarme, ahora toda la cara, me quitó los pantalones con mi ayuda y luego voló de su cuerpo la suya.
Hacía como que le urgía y no me permitía que le agarrara la verga, me colocó de rodillas, con la cara hundida en el colchón y se situó para comerme el culo detrás de mi. J.C. es un verdadero maestro moviendo la lengua, volviéndola afilada como un cuchillo para perforar el esfínter y entrar como ahora me hacía consiguiendo que gimiera con los ojos cerrados, centrado en el placer que me daba.
Me comió el culo hasta que en un momento me desplomé sobre la cama, me dio la vuelta y lo tenia sobre mi volviendo a buscar mi boca, con su polla muy tiesa frotándose contra la mía. Me hacía gemir y que me retorciera bajo su peso.
Abrí los ojos y me sorprendió la presencia de la cámara móvil tomando primeros planos de nuestros besos, sentía el calor de la antorcha eléctrica que portaba el cámara y me contraje un segundo.
-Tranquilo, no pasa nada. -me susurraba en el oido para que no se recogiera el sonido de su voz. Volví a cerrar los ojos y centrarme en las sensaciones que me volvían loco.
Dejó de hacer el movimiento y se posicionó de rodillas cogiéndome de los tobillos y elevándome las piernas, con un brazo las aplastó sobre mi pecho y bajó la cabeza para lamerme el culo.
-¡Ohh! ¡Qué placer, sigue, sigue por favor! -esto no estaba en el guión pero me salió sin querer y él insistió dándome a entender que había actuado bien. Seguí gimiendo en voz alta y me sujeté las piernas para dejarle libre a él.
Suspendió las lamidas y se puso sobre mi apartando un poco mis piernas, uniendo los pechos y me sujeté los tobillos abriéndome en tijera, no pude evitar sentir el correr de los pies de los que nos grababan arrastrando por el suelo, su presencia se hacía presente hasta escuchar sus respiraciones.
J.C. Se sostenía sobre una mano y sus rodillas y con la otra dirigía la punta de la polla a mi ano, apretaba y no me abría, hizo como si jugara y la dejó resbalar por el perineo y se tumbó para besarme.
-Piensa en mi nada más, ellos no están, solos tu y yo, relájate y déjame entrar en ti. -más que sus palabras sirvieron sus dulces besos y el que su verga rozara continuamente mi ano.
Volvió a cogerse la polla y la situó, empujó y entró de una vez chocando sus testículos con mi culo. No me hizo daño pero la sorpresa me hizo dar un grito ahogado.
Sustituyó mis manos por las suyas sujetándome por los tobillos y me abría separándose de mi, entrando y saliendo, sacando la verga hasta el capullo y volviendo a meterla muy lento, pero dejando espacio para que la cámara reflejara como su verga, fuerte, dura y venosa me invadía el culo.
Me estuvo dando en esa postura lo que creyó necesario, ahora ya, con su verga dentro solo pensaba en él y en Noa, en aquel día cuando me hizo suyo por vez primera y nuestra amiga Noa le gritaba: ¡Dale, dale fuerte! Aquello si que dolió pero yo me lo había buscado. Ahora todo resultaba placentero, delicioso, a veces delirante por el gusto que sentía con él dentro.
Habían pasado algunos minutos cuando me levantó en su brazos, sin salirse de mi y me llevó hasta una pared, me dejó en el suelo y me apoyé con las manos en la pintura de colorines brillantes, me abrió más las piernas, pasó un brazo por mi muslo levantándome una de ellas y dejándome apoyado de puntillas sobre el otro pie. El cámara se tumbó en el suelo para grabarnos desde abajo, caí contra la pared y ahora si comenzó a darme duro por el culo.
Su verga entraba como un puñal en mi cuerpo, me perforaba y le sentía jadear, y el sudor de su pecho al rozarme en la espalda. Veía estrellitas de colores y mis uñas arañaban la pintura hasta arrancarla.
-Que bueno estas hermanito cabrón, ¿y no querías? -lo decía gritando en mi nuca sin dejar de follarme muy rápido y fuerte, haciéndome que tuviera que brincar con mi único pie sobre el suelo.
Clavó la verga profundamente y se detuvo cuando comenzaron a temblarle las piernas, se estaba corriendo llenándome el culo de semen, con pequeños movimientos que me hacían rozar el glande sobre la pared mojada de mis jugos y entonces eyaculé cerrando el culo y atrapándole la polla con la fuerza de los esfínteres.
Me tuvo así un minuto, respirando agitados, él abrazándome ahora sin sujetarme la pierna, hasta que se escucho la voz de Guillermo.
-Ya vale, es suficiente, hemos terminado. -la polla de Juancar salí de mi culo y también chorros de semen que se escurrían por mis piernas, se dirigió a nosotros.
-Muy bien chicos, tú niño, sube a mi despacho cuando estés preparado. -su gesto era adusto y serio. Santi me entregó un paño para que me limpiara lo que me escurría y salía del culo.
Estábamos en las duchas y la verdad estaba preocupado por lo que viniera ahora.
-Has estado genial pequeño. -a pesar de que teníamos la misma edad J.C. me llamaba pequeño por el tamaño, me sacaba casi veinte centímetros y realmente era pequeño si me comparaba con el resto de mi familia.
-¿Tu crees?, no le veía satisfecho.
-Le has dejado asombrado, como a todos, eres un actor de los mejores y ahora empiezas. -dejó de limpiarse para darme un abrazo.
Salimos de la ducha y me iba a poner la ropa.
-No, antes tiene que verte Santi, aquí cuidan a su gente, no será nada solo ver si te he hecho algún daño. -y así fue, solo me hizo inclinarme, se colocó uno guante de silicona untado con alguna crema y me introdujo dos dedos girándolos.
-Notas algún dolor. -me los metía hasta el fondo y solo sentía cuando presionaba la próstata.
-Nada especial. -sacó los dedos y se quitó el guante.
-Ahora puedes vestirte y subir donde el jefe, felicidades, me parece que te quedas con nosotros. -ya eran dos los que me animaban y comenzaba a tener esperanzas de que así fuera.
J.C. me empujó para que subiera la escalera y él se sentó delante de la mesa de Paula.
-Venga sube, no te van a comer. -toqué en la puerta que estaba cerrada y la voz de Guillermo me dijo que pasara.
Estaba sentado ante una mesa de despacho llena de papeles, las paredes estaban cubiertas de fotos de chicos y chicas, vestidos y desnudos, la mayoría muy guapos, aunque podría decir que todos los que allí se mostraban eran de lo mejor, imaginé que serían o habían sido actores. Me indicó con un gesto la butaca enfrente de él para que me sentara.
-Bien Alonso, muy bien, puedes quedarte con nosotros, has cumplido con lo que esperaba de ti en tu primer trabajo, aunque tu amigo no va a estar siempre a tu lado. -las piernas me temblaban de la emoción y debió notar mi nerviosismo.
-Gracias, gracias Guillermo, haré todo lo que esté de mi parte para hacerlo lo mejor que pueda. -entonces, por vez primera me dirigió una sonrisa.
-Mas te vale si quieres seguía trabajando aquí. Como te explicamos tendrás una cantidad fija y otra en función de los resultados. -sin más se puso de pie con unas carpetillas de cartón en la mano.
-Ve estudiando estos papeles, son guiones para tus próximos trabajos, veremos que los primeros los puedas hacer con Juancar, y luego a volar solito. -dio por terminada la entrevista y yo tenía que pedirle algo que me urgía.
-Necesito que me hagas un favor, si puede ser. -me miró enarcando las cejas.
-¿Y es?
-Un adelanto por mi trabajo, lo necesito con urgencia y te lo agradecería infinito. -se me quedó mirando y sin hablar abrió un cajón de la mesa, sacó un fajo de billetes y comenzó a contarlos, no me lo podía creer, si no me había equivocado eran cinco mil euros los que tenía en la mano y que introdujo en un sobre amarillo.
-A cuenta, no de tu fijo, de los resultados que de la venta de tu trabajo. -alargué la mano temblando de que aquel milagro se estuviera produciendo.
-Gracias Guillermo. -sin atenderme continuó.
-Ya me lo pagarás nene, esto es solo un adelanto, a veces algún cliente se interesa por las personas que actúan y piden favores que es difícil negarles. Hay un plus por esos trabajos que no son frecuentes, pero si surge alguna vez sería interesante tu colaboración y saber que puedo contar contigo. -no podía decir nada, no en ese momento donde me terminaba de salvar la vida.
Abajo J.C. continuaba hablando con Paula y supo por mi sonrisa el resultado de la entrevista, me abrazó elevándome en el aire y me sujeté a su cuello loco de alegría, podría pagarle su préstamo, la matricula en la universidad y aún me sobraba para ayudar en mi casa…
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