Belleza de persona
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Se rumoreaba que cuando el pequeño tuvo siete años había sido sorprendido por una vecina en la cama cogido por un vecino adulto que estaba en la habitación de Cristian, este señor se fue del lugar un par de días después de lo que le hizo que ya habían sido varias veces que lo cogió, decían los chicos que Cristian lo había hecho dejándose convencer del vecino a cambio de dinero, dulces y juguetes aprovechando las tardes que su abuelita salía de visita a sus amigas del vecindario.
A Cristian le gustaba mucho jugar al parchís con sus amiguitos en el portal, se dejaba tocar las nalgas por los chicos de más edad incluyéndome yo, el pequeño sólo vestía remera, trusa y sandalias por la temporada de calor, tenía el pelo lacio castaño claro, piel morena clara, ojos cafés claros, mejillas anchas, labios finos rosados que los mordía cada vez que hacía gestos, pestañas curvas, cejas finas bien formadas, la nalguita era amplia, su cadera con la columna hacían un arco en el coxis sobresaliendo los glúteos, caminaba hacia los costados meneando como hembra las caderas, tenía en particular que por ratos doblaba sus manos al caminar.
Jugábamos al parchís los dos dentro de su casa, su abuelita recién había salido a la modista, teníamos las piernas abiertas lanzando el dado vi que se metió la mano a la trusa sobándose el pene, se sacó la mano y pasaron unos segundos cuando disimuladamente se llevaba los dedos a la nariz, eso me excitó porque yo lo hacía cuando deseaba masturbarme, vi que por una manga de la trusa se mostraba el pene alargado de Cristian, me acerqué y con rapidez lo toque en forma de juego, a Cristian le gustó mucho, pasó un rato continuamos jugando, yo estaba sentado en el piso con las piernas dobladas haciendo arco con mis rodillas apoyando mi mentón, Cristian me sobaba las piernas recorría los dedos por mis muslos llegando a una parte de mis nalgas dentro de mi trusa grande, hizo que mi pene se pusiera grueso yo reí, supe que Cristian deseaba que lo cogiera, me arrodillé frente a él tomándolo del pecho y de uno de sus hombros acostándolo sobre el piso, me acosté sobre él moviéndole mis caderas, nos abrazamos moviendo nuestros penes vestidos, su carita daba a mi pecho el aliento suyo me gustaba recibirlo en mi remera, deslicé mis manos por dentro de la trusa tocando ese delicioso culito suavecito de niño bonito, apretábamos los cuerpos de las caderas, mi piel ya estaba caliente, cerramos la ventana y pusimos seguro a la puerta, corrimos la cortina del biombo que separaba su cuarto con el de su abuela, el chiquillo precioso se desvistió delante mío dándome la espalda, me quedé viéndolo por instantes, su culo era más blanco que el resto de su piel, se acostó al filo de la cama dejándome ver todo su culo elevado estirando los brazos moviendo la cadera a los costados dando la impresión que su pene cogía el colchón me desvestía mirando lo que hacía ya cuando me vio desnudo me llamo diciéndome que lo cogiera, besé por unos instantes ese precioso culo rozaba mi pene por toda la piel de su culo, escuché decirme que se lo me metiera, no me hice de rogar y de inmediato lo ensalivé y se lo metí poco a poco poniendo más saliva, Cristian parecía aullar y jadear, le metía un poco y se lo sacaba, tenía un poco de recelo pero me gustaba el ritmo en el que lo estaba cogiendo, me acosté totalmente sobre su cuerpo, me decía que lo cogiera rápido porque su abuela podría venir en cualquier momento, le hice un mete y saca rapidito me di cuenta que mi pene se fue hasta el fondo de su ano ya dilatado de tanta embestida, le dejé semen regado en el culo nos quedamos quietos por unos instantes Cristian salió sobándose la trusa por la espalda, esperé a que regrese unos minutos después para lavarme en la letrina que estaba en el patio de casa que arrendaban, la lluvia seguía me despedí de Cristian abrazándole por detrás besándole la nuca muchas veces.
Otra vez que nos cogimos fue cuando se quedó solo en casa, conversamos un poco, Cristian desde adentro de su casa por la ventana y yo en la acera, le hice gestos de cogernos metiéndome las manos a la trusa y sacándome el pene con cuidado para mostrárselo, Cristián abrió la puerta siempre tenía el pretexto de que nos cogiéramos rápido por eso nos desnudábamos en su cama se acostaba y le metía mi pene deliciosamente, me gustaba cada vez más el culo de mi vecinito, me estaba convirtiendo en su domador, en esta ocasión antes de regarle mi semen en el culo decidí que me mamara el pene, le hice abrir la boca, estiró la lengua senté el tronco del pene para introducírselo despacio por la boca, los labios de Cristian parecían que estuvieran chupando frutas, sus ojos estaban cerrados, al principio rozaban sus dientes después lo chupaba lentamente, lo puse a filo de cama ensalivando más el ano de Cristian que ya estaba dilatado, ahora le dejé el semen dentro de su culo, se fue a la letrina al regresar le pedí que se sentara y se bajara la trusa, me gustaba apreciar ese pene lampiño delicioso, traté de correr lo más que pude su prepucio pero me di cuenta que era virgen su pene, la punta de mi lengua hacía estragos deliciosos en algo del glande descubierto de Cristian que apretaba las sábanas demostrando su placer después me metí el pene por completo en mi boca, lo chupaba y mamaba deliciosamente ya lo tenía completamente ensalivado puse mi pene sobre ese pene ensalivado vimos con gusto nuestros penes unirse y moverse con movimiento de cogida estuvimos jugueteándolos por unos instantes, después de asearme me despedí.
En cada semana lo hacíamos de tres a cuatro veces, en su cuarto o en los juegos nocturnos de las escondidas con los chicos del barrio, parecía que caíamos en la sospechas de los vecinos, decidimos evitar cogernos por un buen tiempo pero fue una mala decisión porque supe desgraciadamente que se iban a mudar dentro de dos meses a otro lugar alejado de mi barrio, deseaba estar con él la mayoría de veces posibles, tuve una oportunidad cuando yo estaba solo en casa lo vi salir a jugar a la cuadra, lo llamé haciéndole gestos para cogernos, ingresó a mi casa y de inmediato lo llevé a mi cuarto tomándolo de los hombros, el calor de mi piel era fuerte, me salía saliva del deseo, lo desvestí besándolo por todo su cuerpo como un desesperado, nos besamos largamente, le dije que no se preocupara porque estábamos solos y que nadie lo vio entrar, le hice mamar mi pene, los pelos de mi pene rozaban las comisuras de Cristian, me gustaba ver la punta de su labio superior picudo correrse por el tronco de mi pene, me enloquecía ver hinchadas sus mejillas en el momento en el que le introducía mi pene, los deditos de Cristian masajeaban mis testículos, estaba a punto de venirme pero quería deleitarme más de su cuerpito hermoso, me lamía los muslos y los testículos la punta de su lengua recorría por debajo del tronco de mi pene como le había enseñado, después me tocó a mí hacerle lo mismo, lo hice con tanta delicadeza que me gustaba escuchar sus gemidos después de mamárselo por un buen rato nos dimos besos, se acostó rendido sobre mi cama con los brazos abiertos igual que sus piernas, me acosté sobre él a seguirle besando la espalda en repetidas ocasiones, le decía palabras preciosas como a una hembra, pasé mi pene por toda la espalda, lo tomé de las piernas poniéndolo a filo de cama, las sábanas estaban desordenadas y arrugadas de tanto movimiento que hacíamos, abrí su culo y metí mi pene lo hice como un desaforado lo tenía en mi poder a ese culito precioso, me llegó el sentimiento de angustia e impotencia de ya no poseerlo como siempre, quería que se llevara un recuerdo sólido de nuestros encuentros, desde hace mucho pensaba en este momento lo deseaba y mucho, abrazaba y besaba repetidamente ese cuerpito de Cristian no quería desprenderme de él y Cristian tampoco de mí, me dejé meter el penecito por mi ano, le ayudé a colocármelo cuando estaba en posición perrito, sentí delicia y placer en cada metida, repetidamente decía su nombre, me hizo doler un poco sus penetradas pero no conseguía entrar todo, su glande estaba totalmente recubierto por su prepucio, lo acomodé sobre la cama poniéndole dos almohadas sobre su estómago alzándole el culo lo más que se podía, le abrí el culo miré por un instante ese ano delicioso, estaba un poco agotado pero le metí mi pene despacio disfrutando cada segundo de esa cogida placentera, quería tener claro el latida de su culo y de mi pene, simplemente cerré mis ojos apoyando mi cara sobre las mejilla de Cristian diciéndole palabras, mientras lo penetraba le besaba las mejillas alcé un poco mi tronco apoyándome con las manos en el colchón teniendo estirados mis brazos me puse a ver mi pene como entraba y salía por el culo de Cristian, nunca olvidaré ese momento en que nos cogimos, me deleitaba viendo mi glande humedecido de saliva que abría como un botón de flor ese culito precioso, nunca olvidaré cómo los pelos de mi pene rozaban uniéndose con las nalgas de Cristian y cómo con mi pene le hacía mover la cadera a los lados uniendo nuestros muslos haciendo que su cuerpo cuando lo penetraba se hacía para atrás y para adelante, me demoré un poco en penetrarlo, quería disfrutarlo más, hice que al rato me viniera con el semen dejándoselo adentro, saqué mi pene y me acosté viendo el techo con respiración acelerada
Lo senté con las piernas abiertas a filo de cama tomé su pene y lo coloqué a la entrada de mi ano, abrí lo más que pude mi culo y di un sentón hacia abajo escuché el grito de Cristian al sentir que le había desforrado completamente el prepucio sobre el glande del pene, no me detuve apreté y seguí cabalgando sobre él, me aparté viéndole el pene rosadito, le dije que se estuviera quieto con las piernas abiertas, le ensalivé el pene lamiendo por los costados me decía que le dolía y que le ardía pero yo seguía echándole saliva, Cristian se miraba el pene desforrado corriéndose despacio su prepucio, sentí alegría y placer después de todo Cristian de alguna manera me iba a recordar, fui por un bote de vaselina untándole dentro y fuera del prepucio, tuvo dificultad en ponerse la trusa me decía que el roce en su pene le molestaba, yo le dije que también me dolía el culo pero me había gustado, lo estuve curando del pene por unos minutos y se caminando con dificultad, le dijo a su abuela que se había infectado el pene con la cremallera del pantalón, tuvimos otro encuentro unas semanas después antes de irse del barrio, fue corto el tiempo que nos cogimos, fue una mamada que le di a su pene, le llené de semen la boca mientras me mamaba, y metió deliciosamente su pene en mi culo.
No nos hemos vuelto a ver en años, cada vez que recuerdo todo esto que he contado lo deseo, es una persona muy especial para mí, reconozco que nunca le di dinero por nuestras cogidas, lo hicimos porque nos gustábamos.
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