Betelgeuse: Parte 3
“Jugando” con Ethan.
Quedé muy traumado tras aquella sodomización que me hizo mi profesor de música, en esas siguientes semanas que transcurrieron yo todo lo pensaba con temor, también continuaba mi sorpresa de haber pasado por esa experiencia sexual con mi profesor de música, yo me la pasaba en silencio sin responder los reclamos de mi madre por las causas del porqué me orinaba en la cama, asimismo cuando yo defecaba en el baño pensando en esa verga adulta venosa, de esa verga depilada y exquisita, esa verga que había cambiado mi forma de pensar respecto a iniciarme en el sexo con los de mi mismo sexo por los que ahora me llamaban más la atención, esa verga que me perforó el culo y mi mente, cambié mi forma de ser de mi cuerpo en la dilatación que me hacía en mi culito estando dentro del baño a solas tratando de recordar mi sentir en la penetración de la verga de mi profesor así cerrando mis ojos y sintiendo ese latido que me quedó en forma recurrente cada vez que hurgaba el dedo en mi culito, también ese gusto al pujar las heces que me salían del culo, además cuando me restregaba mi verguita en el baño al momento de asearme y cuando miraba mi culo en el espejo abriéndomelo a dos manos, y era allí que recordaba la frase de mi profesor “ese culo es mío… ¡sólo mío!” miraba a mi culito con detenimiento poniéndome en posición perrito pasándome el dedo por el culo y oliendo el dedo, yo recordaba el placer y las palabras de mi profesor: “Louis… querido… acuérdate siempre de lo que hicimos… ¡nunca me olvides!”.
El tiempo transcurría y poco a poco me iba acostumbrando a mi nueva forma de vida que llevaba, mi pensamiento cambiaba en la escuela cuando salíamos a receso y como de costumbre junto con mis compañeritos iba al urinario y miraba en aquellas verguitas que se agitaban botando orina, algunas de tamaño pequeño y otras de tamaño mediano o grandecitas alargadas, pero todas ellas sin pelitos, de vez en cuando miraba por “casualidad” la verga de mi profesor de aula cuando se arrimaba al urinario y también miraba las vergas peludas de los otros profesores que se acercaban a micciar, ya con el pasar del tiempo me estaba haciendo un fisgón en eso de ver micciar, yo trataba en lo posible de disimular pero uno que otro compañero se daba cuenta de que lo estaba mirando, mi respuesta era una simple mueca de sonrisa.
En casa la cosa se ponía buena, Leroy el hijo de la empleada que a sus tres años se había convertido en mi compañerito de juegos también lo era en el otro “juego”, sí, pues en mi cuarto jugábamos con autitos y soldaditos, tiempo después yo le ponía seguro a la puerta y me montaba encima de Leroy dizque a jugar luchitas acostados sobre la cama, tras hacerle cosquillas y sentir mi verga parada le iba bajando el short, mi pecho se acostaba sobre su espalda, él se quedaba quietecito con su carita sobre la cama mientras yo le deslizaba el short para que se muestre su culito, asimismo yo me bajaba el pijama y a mi verguita la agitaba con estiramientos y cuando estaba tiesa durita la restregaba por ese culito suave e inolvidable de mi amiguito Leroy el hijo de la empleada, me gustaba hacerle eso de pasarle mi verga erecta por entre los glúteos, cerraba mis ojos y recordaba a mi profesor de música, mi iniciador en el sexo, pensaba qe este “jueguito” era correcto hacerlo a solas pero no lo era delante de gente, eso lo tenía muy claro cómo me lo había dicho mi profesor de música “es un secreto”, también me gustaba escucharle pujar cuando mi peso del cuerpo se unía al de él en el momento que nos mirábamos los penes lampiños que se rozaban, le decía a Leroy las mismas palabras que antes me decía mi profesor de música.
- Siente como te culeo
- Mira Leroy… cómo juegan tu verga y la mía
- ¡Así!… ¡Así!… Leroy… culiemos
- ¡Míralas!… ¡Míralas!… ¡Míralas!… ¡Míralas!…
- ¡Más!… ¡Más!… ¡culea¡…¡culea!
- ¡Así!… ¡Así!… Leroy… ¡culea!… ¡culea!… ¡culea!
Le decía todo eso cuando escuchaba sus pujes de respiración en mi pecho, nos mirábamos nuestras vergas que se unían y se deslizaban, yo movía más y más mis caderas hasta verme mi verga muy rosada, Leroy seguía quietecito como buen chico pasivo de tres años, yo le enseñaba ahora lo que me enseñó mi profesor de música.
Lo ponía en posición perrito empinando ese culito para abrirlo y olerle, me daba su sonrisa, le pasaba mi dedito ensalivado y trataba de metérselo y él reaccionaba moviendo con fuerza su culito cayendo en la cama, siempre era así cundo terminábamos nuestros “juegos de luchitas” como se lo hacía conocer al final de que esto era un secreto y no debía decirlo, a veces en la sala delante de mi madre y la empleada jugábamos vestidos a esas luchitas y yo lo hacía para que Leroy sepa que era normal ese juego pero con otras maneras, se sustentaba la idea de Leroy respecto a lo que le decía de nuestras luchitas cuando él observaba el rostro alegre de las dos mujeres.
Me encontraba en el rancho de mis abuelos maternos, era su único nieto y eso me hacía muy feliz pues me engreían, estaba muy pensativo arrimado de espalda a la pared de madera campestre junto a mi cama, tenía mis pies descalzos que estaban estirados y mi cuerpo acostado de lado, deslicé mi mano metiéndola por el pijama, sentía delicioso el pase de mi mano por mi culito, dos dedos rozaban mi ano dándome placer, cerraba mis ojos para recordar ese pene del profesor que rompió mi potito, suspiraba, cerraba mis ojos, era recurrente pensar en el cuerpo de original perfume de aquel iniciador, pensaba mucho en aquella verga de ese hombre que sodomizó mi cuerpo y mi culo en especial, yo sentía rico meterme el dedo por el culo, luego me gustaba sacarlo para verlo con restos de heces y olerlo, asimismo metía mi mano deslizándose por el pijama estirándome la verga virgen recubierto el glande por el prepucio y con la yema del dedo humedecido de orina en la punta del glande que asomaba por el prepucio llevaba ese dedo a mi nariz para olerlo, ya muchas veces lo hacía en privado y se hizo costumbre con el tiempo, era un secreto guardado bajo promesa que había quedado entre el profesor y yo hasta que tengamos un posible encuentro.
Tocaban a la puerta, la curiosidad me hizo bajar a ver quién era, estaba descalzo pero no importaba, se trataba de Ethan, un muchacho de piel morena clara, era descendiente de indígenas, pariente de la empleada de mi casa, con su acostumbrada sonrisa, vi que dejaba los comprados traídos del pueblo a órdenes de mi abuelo, como siempre Ethan aprovechaba para quedarse a jugar conmigo afuera con el balón, era muy atento, desde la ventana mi madre y mi abuela nos miraban jugar, yo era el consentido, Ethan tenía un aire que daba confianza, Leroy se unía a nuestros juegos bajo también la mirada de la empleada.
Aquella mañana en que mi abuelo, Ethan, Leroy y yo estábamos limpiando el viejo garaje donde se guardaba el tractor y el camión de mi abuelo, pudimos ver entre los trastes algunas partes de una bicicleta, Ethan se ofreció a que la podía arreglar para jugar, yo estaba muy emocionado con eso, se lo pedí a mi abuelo y éste hizo que Ethan se pusiera a arreglarla, tiempo después tocaba almorzar, en la mesa sólo se hablaba de la bicicleta, luego vendría la acostumbrada siesta, mis abuelos y mi madre fueron al pueblo de compras, entre esas compras estaban el nombre de algunos accesorios simples de la bicicleta que Ethan le había pedido, la empleada quedó al cuidado de nosotros como siempre; yo estaba en mi cama con los ojos cerrados, estaba con mucha pereza por mi estado de siesta que no quería levantarme de mi cama cuando de pronto escuché los pasos de Ethan que acercaba su rostro a la oreja de Leroy, le hizo un gesto para que él hiciera silencio y que lo escuhé decir:
- ¡Leroy!… ¡enfant précieux¡
- Voulez-vous aller boire du jus de fruits avec des biscuits?
- Oui… Leroy?
- Oui… Ethan
- ¡Mais allons vite!
Entreabrí los ojos viendo la figura de ese muchacho tímido y larguirucho de catorce años de piel morena clara llevando de la mano a Leroy, sus pasos acelerados se escuchaban sobre todo en el piso entablado y bajaba el sonido de los pasos al caminar por la escalera, seguí descansando al ritmo de bostezos producto de mi pereza imperante en mi cuerpo infantil, rato después me levanté de mi cama, me acordé del arreglo de mi bicicleta y me estiré de brazos y piernas asomándome a la ventana por unos minutos, pensé de inmediato en la bicicleta, quise ver desde la ventana a Ethan o Leroy pero no me era posible, bajé a tomar agua pensando que estarían aún en la cocina, me di cuenta que la empleada estaba recostada en un amplio sofá roncando a causa de su sueño profundo, sonreí y camine sigilosamente, llegué al lugar del arreglo de la bicicleta pero no estaban, recordé que faltaban piezas y que mis familiares las traerían así que me imaginé que ellos estarían en algún lugar cercano, me vino la curiosidad por verlos, pensé que estaban jugando a mis espaldas y me vino el celo pues no me habían invitado a jugar a las escondidas o al balón como de costumbre, fui por los alrededores de la casa de campo e mi abuelo y no los encontré, decidí caminar por un sendero que quedaba apartado de los alrededores de la casa de campo, recordaba que a Ethan le gustaba ir a recolectar fruta silvestre por esos lugares, decidí ir a verlos si estaban allí, pero llegué al lugar y tampoco estaban allí, ya resignado de no poderlos encontrar me disponía a regresar a la casa de mi abuelo, me daba un poco de miedo el haberme alejado mucho de la casa con el anhelo de verlos, el engreimiento me dominaba en base también a mis temores, escuchaba ruido de movimientos de animales silvestres, eso me perturbaba incrementando mi recelo de estar por ahí, caminé tanto que en mi delante estaba la orilla del río y fui a beber agua, hice conciencia que me había alejado mucho de la casa siguiendo ese sendero, vi que los matorrales estaban muy altos, de entre ellos al apartarlos vi huellas que describían pasos sobre una planicie, caminé un poco por el sendero que se hacía poco transitable entre la maleza pero que al ver esas huellas de pisadas me animaba a seguir pues consideraba que podían ser de Leroy y de Ethan y estarían muy cerca, no habría dudas si era cierto lo que pensaba, eso me estimulaba a seguir, caminé entre el alto monte pero pude ver a lo lejos una especie de entre rocas parecidas a un dolmen rodeado de maleza con ramas de árboles tupidos que lo cubrían y con el suelo de arena, me acerqué por la maleza, desde allí prudentemente los vi sin que ellos me mirasen, les iba a llamar mientras más me acercaba a ellos entre el monte pero de inmediato me detuve y me quedé en silencio, lo que vi escondido en los matorrales dentro del dolmen me impactó, cerré mis ojos instintivamente y de inmediato a mi mente vinieron los recuerdos de mi profesor de música en aquella cama, abrí los ojos suspirando y los miraba con mucha atención, allí estaban… desnudos los dos, en posición perrito Ethan lo tenía a Leroy que estaba pasivo dejándose llevar por los movimientos sexuales del muchacho de catorce años, Ethan le hacía a Leroy algo parecido a lo que yo le hacía al niño de tres años en mi habitación, hice un movimiento entre el monte en el que se notaba mi cuerpo porque bajé mi mirada a ver que mi verguita de siete años hacía punta en la tela de mi pantalón corto, hice crujir unas ramas secas, Ethan me vio y se apartó de Leroy quien quedó en esa postura sin moverse, Ethan se acercó ya puesto su short.
- Estábamos jugando!… Louis
- ¡Leroy perdió!… ¡Era la penitencia!
- Veras… es un jueguito… nada más
- Un juego al que se pierde y se gana
- ¡Leroy perdió!… ¡Era la penitencia!
- ¿Está claro?
Se acercó algo perturbado, la preocupación se le notaba en el rostro, yo simplemente me limité a mirarlo fijamente a los ojos con cierta naturalidad, nada de sorpresas, cerré instintivamente mis ojos y como un flashback recordaba lo que había hecho con mi profesor de música, era casi lo mismo que vi hacer en ese momento a Ethan y Leroy; supe entonces que a Ethan ese timido muchacho de catorce años le gustaban esos “jueguitos”.
- Mira Louis… sólo es un juego que hacen los grandes… ¿comprendes?
Simplemente le miraba que lo señalaba a Leroy.
- Jugamos y él perdió
- ¿A qué jugaban… Ethan?
- Bueno… Louis… este…. a… a…bueno…
- ¡Bueno….! al…. ese… “luchitas del burro pelao”
- ¿Quieres jugar?
Ethan se la estaba jugando con mi inocencia, astutamente me llevaba a un juicio en el que todo eso que vi trataba que yo entienda que era normal lo de ese “juego”, la mirada de Ethan tenía una combinación de vergüenza, temor y picardía, esto último me dejó llevar por sus instrucciones de juego, a más que le tenía confianza.
Al no recibir respuesta mía, Ethan se movió rápido mientras que yo entraba por vez primera a ver los alrededores de ese dolmen natural hecho cerca del río, mis manitos recorrían la textura de esas grandes rocas, vi el techo de sobre roca, me llamaba la atención el silencio de soledad del lugar, aquel lugar muy apartado de la casa de campo de mi abuelo.
- Es nuestro refugio de juegos
- Aquí nadie viene… no nos miran
- Louis… ¿Te gusta el lugar?
- Sí… Ethan… muy bonito
- Cuando quieras podemos jugar aquí… ¿Lo harías?
- Sí… Ethan
- Bueno Leroy… recoge la ropa… ya es tarde… vámonos.
- Nos esperan para arreglar la bicicleta
Vi que Leroy se vestía con dificultad y fui a ayudarle pues Ethan se terminaba de poner toda su ropa, caminamos por el sendero, al principio había silencio, luego los recelos desvanecían ante las preguntas de Leroy sobre tal o cual cosa señalaba por el río y la vegetación por donde caminábamos, Ethan estaba inquieto no dejaba de mirarme, me rogaba que mantenga el secreto, yo asentía llevando de la mano a mi amiguito Leroy, vimos con alegría a lo lejos la casa de campo de mi abuelo, minutos después llegaban los repuestos de la bicicleta, Ethan me miraba, no dejaba de hacerlo, como que con su mirar me decía que no dijese nada sobre el “jueguito” que vi.
Al día siguiente ya estaba levantado para probar la bicicleta, mi abuelo me ayudaba a manejarla, de tanta práctica lo lograba, mi madre y abuela que se encontraban cerca hacían algarabías, no había dudas que yo era un niño muy querido por mi familia, la empleada tenía de la mano a Leroy ambos también estaban contentos, mi abuelo puso al niño en la bicicleta y lo paseó por los alrededores, los acompañaba muy cerca, al dejar de ser vistos por las mujeres, vi con extrañeza que mi abuelo cincuentón levantó al niño marcándole y dándole besos y mimos repetidos en las mejillas, lo acariciaba mucho, luego lo sentó de nuevo en la bicicleta y fue dirigiéndole hasta retornar a done estaban las mujeres, para mi sorpresa sólo mi madre nos esperaba, al entrar a tomar un vaso de agua vi a la empleada indígena muy seria, seguramente había sido reprendida por mi abuela.
Pasaron los días y ya manejaba adecuadamente la bicicleta, se aproximaban mis ochos años de vida, estaba en esos días muy próximos a cumplirlos, fui al pueblo con mi abuelo, yo adelante y él atrás en su camión, mi abuelo socialmente era muy apreciado en ese pueblo por ser fundador junto a otros colonos, yo manejaba por los alrededores del parque de pueblo, era una mañana fresca, puse mi bicicleta enfrente a la tienda del pueblo, fui a donde estaba mi abuelo tarjando y le pedí dinero para beber una gaseosa, me dio el dinero y fui a beber, tiempo después mientras me encontraba manejando la bicicleta me llama mi abuelo para que me acerque y llamó a Ethan que salía desde dentro de la bodega dejando de cargar mercadería, mi abuelo le dijo al muchacho para que vaya a dejarme en la casa de campo pues tardaría toda la tarde en esa actividad ya que había más de lo esperado, animado Ethan tomó la bicicleta, vi la cara de los otros cargadores que dibujaban contrariedad, entre ellos estaba Paul un muchacho amigo de la familia que iba a casa de mmi abuelo a dejar la mercadería cuando Ethan no estaba, lo saludé con cortesía, Paúl agitó sus manos, él tenía quince años, Paul me vio que yo me sentaba en el cuadrante de la bicicleta, me despedí de Paul agitando la mano y él se despidió de la misma forma que mi abuelo, sentí las manos de Ethan que se posaban sobre las mías en el timón, su mentón se posaba sobre mi cabeza, mi pelo sentía el golpe de respiración salido de su nariz y boca, me electrizaba poniéndome la piel de gallina cuando esa respiración de Ethan golpeaba mi cuello.
- Lindo día… ¿verdad Louis?
- Sí… Ethan… lindo día
- Oye Louis… ¿Jugamos a las luchitas?
- ¿Dónde?
- En… ese lugar… tú sabes… por el río
- ¡Ah!..
- ¡Vamos!… ¿Sí?
- Está bien Ethan… vamos
- Allá no nos miran… ¡jugaremos a todo dar¡
- ¡Te enseñaré a luchar!… ¡Louis… te va a gustar!
- ¿Vamos Louis?
- ¡Vamos Ethan!
- ¡Alors on va très vite!
Durante el trayecto miraba el sendero y el monte, hubo un tramo en el que tocaba de ir a pie empujando la bicicleta, miraba el cielo despejado, se escuchaba el sonido de los animales silvestres, Ethan me llevaba abrazado del hombro, ya se escuchaba el río cerca, más allá el sendero, nuestras huellas eran las únicas por ese camino de herradura, la bicicleta ampliaba el paso doblando el tupido monte que nos rozaba el cuerpo, nos mirábamos en forma cómplice, al llegar al lugar vi unas aves de carroña revoloteando el lugar, se olía fétido, entramos y vimos por detrás del dolmen un pequeño animal en estado de descomposición, Ethan lo lanzó al río perdiéndose su figura en las aguas, las aves trataban de sacarlo, entramos al lugar, me senté a ver el interior, me llamó la atención la fogata en un rincón y unos restos de pescado, me acerqué a ver más detenidamente, por detrás Ethan me decía:
- Son mis pescados de río… los preparo para comer aquí mismo.
- Otro día te llevaré a pescar
- ¡Sí… Ethan!… ¡Me gustaría!
Daba brincos de gusto que sentí quedarme quieto luego de ser abrazado por detrás por Ethan, él con sus manos me sobaba mis brazos, sentí un beso en mi nuca y luego en mi cuello, mi piel se puso como de gallina, vi mi verga hacerse tiesa amoldada a mi pantalón corto, sentí en mi culo el bulto vestido de Ethan, di la vuelta y vi a Ethan que se deslizaba el pantalón dejándose ver el bulto en su trusa, hacía movimientos corporales fisiculturistas en un disimulado calentamiento corporal, luego Ethan me hacía ver los alrededores
- Mira Louis, este es un lugar muy lejano para poder jugar mejor a la luchitas
- ¡Es divertido para andar sin ropa!… ¡Te sientes libre!… ¡Libre para jugar!
- ¡Lo puedes hacer mejor!… ¡Sin que nadie nos vea!
- Si te dejas vencer… el ganador se monta sobre ti.
- ¿De acuerdo Louis?
- E acuerdo… Ethan
- Que de este juego no lo deben saber tu mamá ni tus abuelos… ¿ok Louis?
- Está bien… Ethan
- Aun así… Louis… ¿quieres jugar a mis órdenes?
- Está bien Ethan, ok.
- Louis… quítate la ropa, entonces.
Me quité la ropa y él hizo lo mismo, nos vimos desnudos con nuestras vergas tiesas frente a frente, sonreímos al verlas, me tomó de la cintura rozando su verga en mi estómago por la estatura de nuestras edades, luego se inclinó haciendo que las vergas empiecen a rozar.
- Primero que luchen ellos… ¿verdad?
De esa manera empezamos a jugar a las luchitas, reíamos, mirábamos nuestras vergas deslizándose al movimiento de las caderas de Ethan, luchábamos y yo trataba de ganarle pero obviamente él dominada, así perdía contando hasta tres cuando mi espalda quedaba pegada en el suelo de arena,
- ¡Perdiste Louis!
- ¡Me toca hacerte la penitencia!
Ethan se montaba encima de mí poniéndome en posición de perrito, sentía que esas manos me habrían los glúteos de mi culo y la saliva salida de la boca de Ethan se deslizaba en la piel de mi culo, sentí el dedo en el ano e hice apretarlo, la saliva lubricaba y se introducía, escuché su risa al sentir todo su dedo dentro de mi culo.
- ¡Cher Louis¡… ¡Lo tienes de cajón!
- ¡Tout est entré dans ton cul!
La risa de Ethan continuaba, yo estaba inquieto, traté de que no lo haga pero fue inevitable, el dedo de Ethan actuó más rápido que mi mente al querer ocultar ese hecho de haber sido desvirgado, se produjo un silencio prolongado en el ambiente, el dedo ensalivaba mi culo, se me ponía más saliva salida de la boca de Ethan, sentí su verga restregando por entre los glúteos de mi culito, yo simplemente me quedaba quieto, mi vergüenza se apoderaba de mi ánimo, Ethan se daba placer golpeando su verga en los glúteos de mi culo yo por instinto con mi carita volteaba a ver hacia afuera a ver si alguien nos miraba, pero nada, notaba su risa de triunfo al hacerme eso, su timidez era sólo una coraza donde mostraba ahora sus verdaderas intenciones y sus pasiones, sentía su verga en el ano, entraba de a poquito en poquito, yo gemía.
- ¡Siente que te la meto!… ¡Siente!… ¡Siente!… ¡Siente!…
- ¡Siente que te culeo!… ¡Siente!… ¡Siente!… ¡Siente!…
- ¡Así!… ¡Así!… puja Louis… ¡puja!
- ¡Te estoy culiando!… ¡Te estoy culiando!
- ¡Comme c’est délicieux le combat!… ¡Comme c’est!
Ya sentí que esa verga con pelos estaba dentro de mi culo, mi cara se fruncía mucho, era el segundo hombre que con su verga me penetraba el culo.
- Ahora yo te voy a culiar mejor… ¡Ven acá!
Me acostó sobre la arena e hizo que mis talones se posen en sus hombros, Ethan manoseaba y besaba mis piernas, sacó saliva con sus dedos hurgando mi ano, vi la verga entrando en mi culo, empecé a gemir.
- Mira Louis… te estoy culiando
- ¿Sientes el culeo?… aprende a montar del juego.
- ¡Siente!… Louis… ya lo sabes… ¡tu es un bon garçon¡.
Vi al muchacho de catorce años que su semblante era de alegría total por sobre lo que me estaba haciendo, yo me animé y me quedaba quietecito al sentir que de a poco me penetraba.
- ¡Ya está todo adentro!
- ¡Rico tu culo!… ¡rico!.. ¡rico!
- Eso mi amor… puja… puja… siente cómo te culeo
- ¡No olvides este momento!
- ¡No lo olvides!…
Sacó el pene y lo agitaba sobre mi pancita a la altura de mi ombligo y de inmediato de la cabeza de su glande desforrado rozagante salía su semen que recorría la piel de mi pancita quedando un poco en el hueco de mi ombligo, dos de sus dedos recogieron ese semen del ombligo e hizo que se deslicen en mi verga tiesa, vi que el semen cubría la piel de mi prepucio de verga virgen.
- Míralas culiar
- ¡Siente!… ¡Así!
Nuestros penes se deslizaban, luego de verlas deslizarse entre sí Ethan acercó su rostro al mío, unimos las frentes, esperé de sus besos en mis labios pero lo que hizo luego fue apartarse de mi poniéndose en pie viéndome acostado, Ethan se agitaba su pene, había rastros de semen, yo me miraba mi pancita con semen, a mi lado Ethan se puso ahora en posición perrito y yo después por detrás con mi verga iba deslizándola en su culo
- ¡Ven!… ¡Louis¡… ¡cógeme!… así… así.
- Eso… ¡pásala por el culo!… así… así.
- Pásala… pásala… sóbala… sóbala… ¡así!… ¡así!… ¿ya ves?
Lo tenía cogido en cuatro a Ethan, le estaba pasando la verga en su culo, eso me gustaba mucho.
- Vamos a hacer algo mejor
- Ven, Louis… acuéstate sobre mí.
- Louis… ¡fíjate bien!… ¡Esto te va a gustar!
Me hizo sentar en su verga y yo deslizaba mi culo, Ethan gemía de placer.
- ¿Te gusta así Louis?… ¿Te gusta?… ¿eh?
- ¿Te gusta Louis?
- Sí Ethan… me gusta… me gusta
- Bien mi niño… ahora…
- ¡A limpiarnos¡… ¡Vamos!
- ¡ Regarde Luis comme la rivière est belle!
Habíamos caminado desnudos por un corto sendero que daba al río, era mi primera vez en ese lugar sombrío por tupidos árboles de aquella campiña, me senté en una gran roca a mirarme mi panza con restos de semen, mi verga estaba flácida, vi zambullirse a Ethan, es dentro del agua me invitaba a que ingrese al agua, sonreí y le obedecía, quedándome cerca de la orilla dándome el agua a las rodillas.
- ¡Viens mon Louis précieux!
- ¡Je ne peux pas Ethan … je ne sais pas nager¡
- ¡Viens Luis … je t’apprendrai!
- ¡Attends moi … je te verrai!
Fue a tomar mi mano y me condujo al agua, me acostaba de plancha sobre sus brazos haciéndome agitar mis brazos y mis piernas, me enseñaba a nadar, yo animado iba aprendiendo, me soltaba y me fondeaba en el agua, me sacaba del agua rieno a más no poder haciéndome recostar en la orilla de cara al sol.
- ¡No te preocupes!… Aprenderás con el tiempo… más rápido de lo que te imaginas.
Su rostro estaba tan cerca a mi rostro, así que unimos nuestras frentes, su nariz y sus ojos cerrados instintivamente me hacían suponer lo que vendría, y no me equivocaba, Ethan abría sus ojos negros chocándose con mis ojos cafés claros, deslizaba su nariz por mis mejillas y me decía con suave voz:
- Louis tu es un très beau garçon
- Sabes… me gustas mucho.
- Me gusta cómo me haces el amor
- ¿Sabes que esto es amor?
- Si… Ethan… lo sé.
- Louis… ¿quién te lo hizo?
- ¿Qué cosa Ethan?
- Eso… aquí… tu culo… Louis
- ¿Quién te lo rompió?
De mi parte hubo un silencio prolongado, me acordé de las palabras de mi profesor de música
- No sé… no puedo… no… Ethan… no… no puedo.
- Está bien mi pequeño Louis… ¡ C’est bon mon petit!
- Louis… tu es très belle, très précieuse
Esas palabras me relajaban, me dejaban tranquilo, vi sus manos que rozaban mis brazos, unimos las frentes, sonreímos viéndonos a los ojos, frotamos nuestras narices, vie que cerró los ojos al unir nuestros labios, vi su rostro y me estimuló a cerrar mis ojos, era nuestro primer beso, luego vinieron más, mi extrañeza se diluía al sentir los labios de personas de mí mismo sexo, mi profesor de música había logrado aquello, sus labios besaban mi pecho, bajaba a besarme la pancita, me hacía cosquillas y sonreía, ambos sonreímos, su nariz rozaba mi verga flácida, se la metió a su boca, la lamía y la chupaba, estaba ensalivada mi verga cuando la sacaba de su boca, me hacía tiritar mi cuerpo, mi piel se ponía de gallina, mi verga humedecida se ponía tiesa, la punta de lengua iba por mis testículos de abajo hacia arriba, eso me gustaba más.
- ¡Qué rica verga tienes!… ¡Linda como tu rostro!
- ¡Me gusta!… ¡Me gusta!… ¡Me gusta!… ¡Me gusta!
- ¡Muy rica!… en verdad Louis… ¡La tienes muy rica!
- ¡Mi amor!… ¡Te quiero!
Escuchar que me quería fue halagador para mí, me dejé llevar por él.
- ¡Vamos al agua Louis!
- ¡Vamos!
Flotando me hizo practicar el nado nuevamente, llegamos al otro extremo de la orilla donde me puso en pie, el agua me daba a las rodillas, me encorvó sobre la piedra grande, mi pecho y mis manitos se posaron sobre ella y de igual forma que mi carita se apoyó en mis manitos.
- ¡Quédate quieto Luis!
- Sólo… quédate quieto… mi amor
Sentí su dedo con saliva en mi ano que se me tía, yo suspiraba y gemía con mi ceño fruncido,
- Te voy a culiar rico… ¡Ya lo verás Louis!
- Siente cómo te la meto… ¡siente!
- ¡Ahí va!… ¡ya entra¡… ¡ya entra¡… ¡ya entra¡
Yo pujaba y mis manitos se entrelazaban con fuerza, estaba sintiendo el deslizamiento por dentro de mmi culo esa verga de piel morena clara, ese tronco de verga con pelitos cortos que rozaba mi culo de piel blanca.
- Me gustan los blanquitos como tú… mi hermoso Louis
- Me gusta tu culito blanco… me gusta… me gusta
- Me gustas tú… eres lindo… lindo… lindo…
- Siente cómo culeo tu culo… ahora es mío… sólo mío.
- Voy a soñar teniéndote así
- Tu culo es inolvidable… tan suavecito… tan lindo… ¡oh!… tan delicioso
Sus palabras dichas en su voz chocaban en mi pelo, mientras sentía la penetración de Ethan también sentía su lengua que pasaba deslizándose por mi cuello, sentía el constante mete y saca de la verga de Ethan en mi culito desflorado.
- ¡Ah!… ¡ah!… ¡ah!… ¡así!… ¡así!… ¡así!… ¡así!…
- Que rico culo… ¡qué rico!… ¡rico!… ¡rico!
- Lo tienes rico… y…. solo… para… mí.
- Sólo mío… sólo mío… Louis… eres mío ahora… sólo mío
Sentía los embistes de su verga, hacía pausa para ponerme más saliva dentro de mi culo con su dedo, yo me dejaba, sólo de mi escuchaba mis gemidos, en el fondo, confieso que me gustaba “jugar” así con Ethan, me dio verga por el culo hasta cansarse, pensé que iba a sacar semen e su verga pero no, no pudo, era su deseo pero no sucedió aquello, me hizo dar vuelta, vi su verga ensalivada que se deslizaba sobre mi verguita.
- Ahora Louis te voy a culiar tu verga de nuevo.
- ¡Mira como lo hacen!… ¡mira!… ¡mira!… ¡mira!.
Lo hicimos hasta el cansancio pero tampoco le salió semen por su verga, a mi dieron ganas de micciar y me paré sobre la gran pera, vi que mi orina se impactaba en el agua, a m lado Ethan también lanzaba su chorro de orina más espumosa que la mía, luego nos sentamos en la piedra agitando nuestros pies descalzos sobre el agua cristalinas acercándose algunos peces a nuestros pies.
- Louis… estos peces también culean
- ¿Cómo Ethan?
- Jugando a las “luchitas del pescao pelao”
Sonreí y me dejé entrelazar mis manos con las de Ethan, nos vimos nuestras vergas, las tocamos acariciándolas y estirándolas con suavidad en un armónico masturbe que duró un instante pues nos recostamos en la piedra y viendo al cielo seguíamos haciéndolo de cara al sol, luego se acostó sobre mí besándome apasionadamente, se sorprendió que le metí mi lengua en su boca.
- Veo que has aprendido mucho de esa persona.
- Me gustas Louis porque te dejas
- Sé que esto te gusta… ¿Verdad Louis?
- Sí… Ethan… me gusta.
Ambos sonreímos uniendo nuestras frentes y dándonos más besos ahora con lengua, los rayos de sol caían sobre nuestros calientes cuerpos desnudos que eran manoseados, verle desnudo a Ethan me motivaba a seguirle besando, mi temor se había diluido, quedaba por guardar este momento en un secreto absoluto, me lo hizo saber recordándomelo.
- Si te gusta podemos venir a “jugar” siempre a este lugar
- Verás que aquí “jugamos” sabiendo que esto es un secreto
- ¿Verdad, que no lo contarás a tus abuelos y a tu mami?
- Si, Ethan… no se los diré
- ¡Está bien¡
- ¡Nadie lo sabrá!.
Las palabras de Ethan y la mía salieron de nuestras bocas al mismo tiempo como un coro
- Eso es Louis, me alegro de que así sea
- Vamos por nuestras ropas
- Seguramente estarán con el pendiente tuyo… vamos
Mientras me vestía miraba los alrededores igual lo hacía montado en la bicicleta
- Bonito lugar para luchar… ¿No te parece Louis?
- Sí Ethan… muy bonito… muy bonito
Llegamos a casa y le preguntaron a Ethan por mi comportamiento, obviamente pasé el examen de preguntas, es que me estaba haciendo yo muy inquieto, subí a mi habitación a desnudarme, desde la ventana vi a Ethan arrimado a la pileta que limaba afilando unos cuchillos de cocina, prudentemente yo le bailaba desnudo desde la ventana de mi habitación, él se sonreía mirando a los laos para que yo no sea visto, a veces me hacía señas para que me aleje de la venta del piso alto donde estaba, luego lo miraba y me hacía gestos para que le bailase abriéndome el culo a os manos mostrándole a la distancia mi ano rozagante, él instintivamente como respuesta a mi baile se agarraba su verga erecta amoldada a su pantalón, vendría el almuerzo y la acostumbrada siesta, a pasos sigilosos Ethan llegaba a mi dormitorio, cerraba la puerta con seguro, nos veía a mí y a Leroy en nuestras camas, deslizaba mis sábanas para que él se acueste a mi lado, me ponía e cara a las sábana y me daba verga por el culo haciéndome sentir su verga ensalivada en esos mete y saca inolvidables, ya no sentía celos, Ethan me prefería más que al pequeño Leroy, le había prometido no decir sobre lo de nuestros “luchitas de burro pelao” y al terminar me decía:
- Louis siempre recuerda nuestras luchas
- Son con amor.
- Con mucho amor.
Ethan… mi amor.
Muy buen relato. Felicidades!!
Muy buen relato. Estaré pendiente de la continuación.