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Gays, Incestos en Familia

Betito parte 1

Betito llegó a cambiar la vida de toda la familia, un niño muy querido que vivirá una serie de aventuras en una familia muy especial.

Esta historia comienza con Don Roberto, un hombre de 60 años, varonil, pelo en pecho, maduro pero bien conservado, piel blanca y cabello negro, de bigote, alto, de 1.85, fornido, de un cuerpo bien formado a pesar de su edad y de nunca haber hecho ejercicio, un típico macho mexicano. Tenía una tienda de materiales de construcción, lo que le ayudaba a conservarse ya que él disfrutaba descargar los camiones cuando llegaba mercancía al almacén. En su tiempo, fue todo un galán, por eso conquistó a la más hermosa de las mujeres.

Era el padre de 3 hijos, los tres le ayudaban en la tienda. Mario, el mayor, de 38 años, el más parecido a su papá, en estatura y hasta en cuerpo, usaba el bigote igual que él. Ivan, de 35 un poco más bajo de estatura, 1.80, pero el más guapo de los tres, de barba tupida, un cuerpo bien trabajado ya que él hacía ejercicio en el gimnasio, carismático y con una sonrisa encantadora, y Javier de 32 años, 1.80 pero más gordito, no por eso dejaba de estar guapo, tenía la barba tupida aún más que Ivan, era el más peludo, tenia pelos hasta en las nalgas, parecía un oso.

Solo habían sido ellos tres, ya que su mamá murió cuando Javier nació. Don Roberto nunca se repuso a su muerte, no se volvió a casar, se metía con alguna mujer de vez en cuando pero nada formal, a pesar de que sus hijos siempre le decían que rehiciera su vida, siempre se había rehusado, estaba incluso un poco amargado ya que no le gustaba salir y se enfocaba solo en el trabajo.

Pero eso había cambiado desde que nació Betito, el hijo de Mario, quien le puso así en honor a su padre. El niño se convirtió en la alegría de la casa. Betito tenía 6 años y era muy consentido por su abuelo y por sus tíos ya que era el primer y único nieto, Ivan no estaba casado, era un mujeriego, aún vivía en casa de su papá y el menor, Javier, tenía tiempo que se había juntado con su novia pero aún no se casaban ni tenían hijos.

En una ocasión  estaban todos en casa de Don Roberto, Javier con su novia Daniela, Ivan que ahí vivía y Mario con su esposa Lucia y con Betito, que se había quedado dormido en el cuarto del abuelo. Javier se despidió y se fue con su novia, Mario iba a subir a despertar a su hijo pues también se retiraban ya, pero Don Roberto insistió en que por qué no lo dejaban a dormir, nunca lo habían hecho pero él quería llevarlo al parque de diversiones al día siguiente, total, era fin de semana.

Mario: Es que papá, nunca se ha quedado en otra casa y si despierta y se asusta o se quiere ir ¿Qué vas a hacer? El está acostumbrado a que yo lo duermo y a veces despierta y me toca dormirlo otra vez.

Don Roberto: No creo, a él le encanta estar aquí, lo voy a cuidar bien, además, se va a emocionar mucho que mañana vayamos al parque

Lucia: Déjalo mi amor, también es bueno que se desapegue un poquito de nosotros, ahí en el coche traigo un cambio de ropa, aunque no traje su pijama, igual a veces duerme solo con su calzoncito. Yo digo que lo dejemos.

Total que dejaron a Betito en casa del abuelo y se fueron todos, menos Ivan que subió a su recámara.

Don Roberto se dio un baño y se dirigió a su recámara, sólo con una toalla puesta en la cintura, misma que se quitó para meterse a la cama, cuando de pronto vio al niño acostado en su cama, se le había olvidado que su nieto estaba dormido ahí, estaba acostumbrado a dormir desnudo, sin embargo al ver al niño ahí creyó que no era prudente, y se puso unos calzones. El niño se había quedado dormido con su ropita y su abuelo decidió desvestirlo para que durmiera más cómodo, poco a poco fue quitándole cada una de sus prendas.

Conforme lo iba desnudando y tocando su suave piel algo en él empezó a despertar, un hormigueo en el estómago, algo que nunca había sentido, hacía mucho que no acariciaba a alguien, y a pesar de que todo el tiempo abrazaba a su nieto nunca lo había visto ni sentido así de esa manera, desnudo, solo tenía sus calzoncillos puestos. Lo quería mucho, era su adoración, era un niño llenito aunque no gordo, con un trasero grande, redondito y unas piernas gruesas.

Don Roberto comenzó a acariciarlo con amor, con cariño, pero esas caricias hicieron que su verga comenzará a despertar, le dio morbo y metió su mano por debajo del calzóncito de Betito, tocando sus nalgas. ¡Qué ricas nalguitas! pensó, pero luego salió del pensamiento en el que estaba y se retiró, sabiendo que no era correcto.

Se acostó en la cama con su nieto a su lado, pero la verga no se le bajaba, el niño estaba profundamente dormido, Don Roberto no entendía por qué tenía tamaña erección, tenía una verga larga de unos 20 cm no muy gruesa pero si lo suficiente para dar un verdadero placer a cualquier mujer que él quisiera. Estaba caliente, masturbarse era algo que hacía con frecuencia pero esta vez era diferente, estaba caliente porque estaba el niño ahí desnudo y dormido, trató de cambiar su mente, de pensar en otra cosa, pero no pudo, un impulso más fuerte que él, algo que nunca había sentido lo estaba llevando, se estaba apoderando de él, así que se quitó los calzones y abrió sus piernas para comenzar a masturbarse, al hacerlo su pierna tocó las nalguitas del pequeño ya que este se había acomodado de lado en posición de cucharita.

La sensación fue tremenda debido al rose de su pierna peluda con las nalguitas del pequeño, a pesar de que traía puesto su calzoncito, se comenzó a masturbar con mas fuerza y se vino a chorros, el pequeño ni despertó. Don Roberto se sentía raro, diferente, avergonzado, con culpa. Ni con sus hijos cuando eran pequeños había sentido algo así, y eso que muchísimas veces los bañó, los tocó, los vio desnudos, pero jamás había sentido excitación o morbo por ellos o por otro hombre, menos un menor. Pensó que quizá era la falta de sexo lo que lo estaba trastornando.

Al día siguiente despertó a Betito, y le pidió que se metiera a bañar para llevarlo al parque de diversiones como le había prometido.

Betito: Abuelito pero métete tú conmigo yo no me sé bañar solo

Don Roberto: ¿Cómo no te vas a saber bañar solo mijo si ya estás grande?

Betito: Mi papi siempre se baña conmigo para que me talle bien

Don Roberto: ¿Y se mete así encuerado contigo?

Betito: ¡No! Pues el se pone su short, pero ya que me baña, él se queda solo y se termina de bañar

Don Roberto estaba nervioso, después de lo que pasó la noche anterior, meterse a bañar con el niño desnudo era como si algo le diera miedo, como si en el fondo de su ser supiera que esa situación podría despertar algo oscuro en él, pero no tenía remedio, tenía que bañar a su nieto.

Betito sin pena se quitó toda su ropita y entonces su abuelo lo vio completamente desnudo por primera vez, le vio sus nalguitas redondas y paraditas, nuevamente su verga comenzó a responder, él también se quitó la ropa, quedando solo en calzones, pero su erección era inevitable de esconder y más con el tamaño de su verga.

Betito: ¿Por que se te paró el pilin abuelo?

Don Roberto: No veas eso hijo, así se nos para a todos, es normal, voltéate para otro lado

Betito: Si a mi también a veces se me pone duro pero luego se baja

Betito: ¿Por qué se te ve tan grande?

Don Roberto: Por que yo ya soy grande, pero ya deja de preguntar cosas

Betito no le dio más importancia y se comenzó a echar shampoo él solito en la cabeza, luego tomó un estropajo y lo llenó de jabón y le pidió a su abuelo que lo ayudara a tallarse, al parecer ese era el ritual que hacía con su papá en el baño

El abuelo tomó el estropajo y comenzó a tallar a Betito por todo su cuerpo, cuando llegó a su colita, retiró el el estropajo y con su mano comenzó a tallar entre sus nalguitas pasando por su culito, su verga estaba que reventaba

Betito: Abuelito me haces cosquillas

Don Roberto: Es para que te quede bien limpiecito

De repente Don Roberto se dejó llevar y clavó uno de sus dedos en el culito de Betito,  sólo entró un poco ayudado por el jabón, pero a Betito le dolió y exclamó un auuuuuu! Don Roberto inmediatamente le sacó el dedo y le pidió disculpas.

Don Roberto: Perdón mi cielo se me resbaló con el jabón

Betito: Auuuu! Es que mi papi no le hace así con la mano, él me talla con el estropajo

Don Roberto: Si mi vida perdón si te lastimé lo que pasa es que yo no sé bañarte, pero no le vayas a decir a tu papi porque luego ya no te va a dejar venir, no va a querer que te lleve al parque

Betito: No abuelito, no pasa nada, no me dolió mucho, solo sentí raro, pero no le voy a decir a mi papá no te preocupes

Pasó ese fin de semana y todo regresó a la normalidad para los demás menos para Don Roberto. En el trabajo, no podía ver a los ojos a su hijo Mario, sentía que su hijo le leía el pensamiento, que de alguna manera descubriría los pensamientos obscenos que tenía con Betito, pero lo que más lo atormentaba era que esos pensamientos no se iban.

Contactó a una amiga, con la que tenía relaciones sexuales sin ser nada formal. La buscó porque pensó que quizá así desahogaría las ganas, que quizá eso que le estaba pasando era por la falta de sexo.

Fue a casa de su amiga y llegó directo a lo que iba, pero le pidió cogersela por el culo, tenía ganas de hacerlo así, ella aceptó, y se la comenzó a coger, así estuvo un rato, pero de pronto, Don Roberto cerró los ojos, en su mente se imaginó que era a su nieto al que se estaba cogiendo, que eran sus nalguitas suavecitas las que pegaban en su pelvis peluda y se la comenzó a coger más fuerte, más salvaje hasta que llenó el condón de mecos.

Se despidió de ella atormentado, ella le preguntó si le pasaba algo, pero él no le contestó, se fue apresurado. No podía creerlo, era una locura.

Desde ese día todos los días se masturbaba pensando en Betito, y cuando estaban de visita lo sentaba en sus piernas y su verga comenzaba a pararse hasta que buscaba un pretexto para disimuladamente retirarse. En un par de ocasiones el niño lloró por querer quedarse a dormir en casa de su abuelo, pero este inventaba pretextos, que tenía cosas que hacer al día siguiente y que no podía cuidarlo, tenía miedo de estar a solas con él y cometer una locura. Hasta que un día no pudo poner más pretextos, Mario iría a una boda con su esposa y no tenían en donde dejar al niño así que Don Roberto no tuvo más remedio que aceptar que su nieto se quedara.

Intentó hacer que el pequeño durmiera en el cuarto que fue de su papá, pero Betito no quería dormir solo, así que Don Roberto no tuvo otra opcion que dormir con su nieto.

Le pidió que se pusiera su pijama y pudo observar como Betito se quitaba su ropita para ponérselo. Se acostaron a dormir y de nuevo los pensamientos, el deseo. Sentía que estaba poseído, quería desnudarlo y clavarle la verga hasta lo más profundo de sus entrañas como lo había imaginado tantas veces mientras se masturbaba, pero sabía que eso sería la mayor de sus locuras.

Intentó dormir, pero era imposible con su mayor tentación por un lado, escuchaba la respiración de su nieto y respiraba su olor, era embriagante. al ver a Betito dormido acostado a su lado, así cerquita de él, boca abajo con el culito parado, no lo pensó más,

estiró su mano y la metió por debajo del pantalón del pijama y del calzón del niño y sintió sus tibias pero firmes nalgas, era el paraíso, comenzó a acariciarle el culito y su verga se puso a mil, llevó su mano a su boca y con un poco de saliva comenzó a tallar su hoyito calentito y cerrado. Betito seguía dormido, después de un rato Don Roberto se enderezó, se puso detrás del niño, le bajó el calzóncito hasta las rodillas dejando sus enormes nalgas paradas a su disposición, y lentamente acercó su cara, solo pensaba oler su culito, pero ese olor lo perturbó lo desquició y comenzó a pasarle la lengua entre sus nalgas, por impulso y al ver que el peque no se despertaba le quitó el pantaloncito del pijama y el calzón por completo y le abrió sus piernas, así como lo tenía boca abajo, abrió sus nalgas con sus manos y empezó a comerse su culito, escupía y lo lamía y metía su lengua, su bigote raspaba en las nalgas de Betito y fue inevitable que el niño se despertara.

Betito: mmmmmm ¿Qué haces abu? me haces cosquillas ¿porque me estás chupando ahí?

Le dijo entre modorro aún casi dormido y un poco sonriente por las cosquillas que sentía, levantando la cabeza de su almohada para ver a su abuelo

Don Roberto se retiró sintiendo que el corazón se le salía. Cómo se había permitido llegar a tanto, llegar tan lejos, estaba arruinado, qué haría si el niño le contaba a su papá que su abuelo le estaba chupando el culo, no tendría excusa ni explicación.

Don Roberto: Perdón hijo estaba soñando, perdóname

Betito: Por qué pides disculpas abuelo, se siente rico, me hacía cosquillas tu bigote. ¿Por qué me estabas dando besitos ahí?

Don Roberto: Es que así le hacía a tu abuelita, a ella le gustaba mucho, y a mí también, nos queríamos mucho pero eso es algo que solo hacen los esposos, yo estaba soñando con ella y así medio dormido me confundí. Pero si me quieres debes prometerme algo

Betito: Que abuelito

Don Roberto: Que no le vas a decir a nadie, si tu papá sabe que te hice eso se va a enojar conmigo y me puede matar. ¿Tú quieres eso?

Betito: No abuelito, pero no entiendo por qué si no es nada malo, solo son besitos

Don Roberto: Solo prométeme que no le dirás a nadie por favor

Betito: Si te lo prometo, pero siguelo haciendo, me gustó como se siente. No le voy a decir a nadie

El pequeño sin tomarle más importancia acostó su cabeza en la almohada, e incluso paró un poquito su culito como ofreciéndoselo a su abuelo

Betito: Hazle abuelito aunque sea un ratito

Don Roberto no podía creerlo, pero sabía que era porque no había morbo en el niño y simplemente había descubierto el placer en una zona de su cuerpo, pero estaba caliente y el niño estaba ahí, ofreciéndole su culito

Don Roberto: Esta bien, pero solo si me prometes que no le vas a decir a nadie y que va a ser un secreto entre tú y yo lo seguimos haciendo

Betito: Si abuelito te lo prometo

Betito no sabía lo que acababa de hacer, él en su inocencia no creía que fuera algo malo, sintió rico que su abuelito le chupara el culito, amaba a su abuelo y era capaz de guardar el secreto para hacer ese juego que él tanto había disfrutado

Don Roberto no perdió la oportunidad y le pidió a su nieto que se pusiera de perrito con el pecho en la cama, Betito obedeció dejándose guiar por su abuelo, su culito rosita y cerrado quedó abierto, su abuelo le comenzó a chupar el culo de una manera deliciosa, como nunca lo había hecho, estaba que bramaba como toro en celo, no pudo más con la excitación y se empezó a masturbar en las nalgas de su nieto, se masturbo hasta que soltó chorros de mecos calientes y espesos que rodaron por sus nalgas hasta su oyó. Betito no se movió lo estaba disfrutando.

Después de eso lo limpió y Don Roberto le pidió a su nieto que se durmieran desnudos, pero que tampoco debía decir nada de eso, se quedaron dormidos, ya entrada la noche, Betito dormía de cucharita, su abuelo se le repegó por detrás, moría de ganas de penetrarlo pero no sabía de donde sacaba fuerza para contenerse y no hacerlo, trató de dormir, ya con tener la verga pegada en esas deliciosas nalguitas era demasiado. Betito podía sentir la verga parada de su abuelo y al él también se le paraba un poco sin entender por qué. Hasta que por fin el sueño los volvió a vencer y se quedaron completamente dormidos.

Pasaron los días y Don Roberto vivía con el miedo de que Betito abriera la boca, que se le saliera decir algo, pero Mario estaba de lo más normal, de lo más tranquilo, así que supuso que efectivamente su nieto era un buen guardián de su secreto, sabía que estaba a salvo y eso lo animó a ir un poco más lejos.

El siguiente fin de semana el abuelo le prometió llevarlo al cine y de compras si se quedaba a dormir, Betito por su parte estaba emocionado quería volver a jugar con su abuelo, que le volviera a chupar el culito. Y así pasó, en cuanto cayó la noche se metieron a la recámara y Betito fue quien lo propuso.

Betito: ¿Abuelito, hoy no me vas a chupar mi colita? No le he dicho a nadie y te prometo que no lo haré

Don Roberto: ¿Tú quieres mi vida?

Betito: Si abuelito si quiero

Don Roberto: Quítate pues tu ropita y acomódate como el otro día

Betito se desnudó y se puso en cuatro nuevamente para dejar que su abuelo se deleitara con su culito, Don Roberto no perdió tiempo, se quitó también toda su ropa menos los calzones y se dejó ir a chupar ese delicioso agujerito, mientras le metía la lengua Betito soltaba gemidos de placer, pero de pronto al pequeño niño le entró una duda, solo su abuelo se lo estaba chupando a él, y aunque no entendía por qué a su abuelo le gustaba hacer eso, él sentía delicioso. ¿Sería acaso que a su abuelo también le gustaba que le chuparan ahí? Y así a cuatro como estaba le pregunto a su abuelo.

Betito: ¿Oye abu a ti ya te han chupado tu colita? ¿Te gusta? ¿No quieres que yo te chupe ahí para que sientas rico como yo?

Don Roberto: No mi Betito, a mí nunca me han hecho eso, no sé si me gusta, pero sí hay algo que me gusta que me chupen, pero no sé si tú quieras hacerlo

Betito: ¿Qué abuelito? ¿Qué te gusta que te chupen?

Don Roberto: A mí y a la mayoría de hombres adultos, nos gusta que nos chupen la verga

Betito: ¿La verga? ¿Qué es la verga?

Don Roberto: Esto mira

Betito volteó a ver lo que su abuelo le quería mostrar, mientras su abuelo bajaba su calzón dejando salir una enorme verga de 20cm completamente erecta, apuntando para arriba, soltando gotas de líquido preseminal

El pequeño niño abrió lo ojos, se quedó impresionado, jamás imaginó que alguien podría tener la verga o el pilin tan grande, como él le decía, ya que ni a su padre le había visto la verga.

Betito : ¿Tú pilin? ¿Esa es tu verga? ¿Por qué le dices verga?

Don Roberto: Es que cuando eres grande y te crece ya no es pilin, es verga, y a mí me encantaría que tú la chuparas como si fuera una paleta

Betito: Pero abuelito la tienes muy grande, no me va a caber en la boca

Don Roberto: Ven mi niño hermoso, inténtalo

Y así acercándose como un becerrito buscando su teta, se fue arrimando hasta la verga de su abuelo, y comenzó a meterla en su boca, abría lo más que podía y la chupaba.

El viejo depravado de su abuelo estaba en la gloria, nublado por el placer, en ese momento no había remordimiento, solo el placer que esa pequeña boquita le estaba dando. Le explicó cómo lo hiciera, le dijo que se metiera lo más que pudiera, sin usar los dientes. Betito lo obedecía metiendo todo lo que podía hasta casi ahogarse, era delicioso para Don Roberto sentir esa pequeña boquita tibia y suave chupando su verga, después de un rato de sentir la boquita caliente de su nieto, el abuelo no pudo más, sintió como desde el interior de sus enormes huevos venían sus mecos y se comenzó a venir a chorros dentro de la garganta del pequeño, que no tuvo opción más que tragarse la leche de su abuelo. Cuando su abuelo terminó de vaciarse se retiró, el niño con los ojos llorosos se limpió lo que le escurriría en la boca dando un reclamo a su abuelo

Betito: ¿Qué me echaste? Eso sabe raro, sabe feo.

Don Roberto: Es mi leche hijo, y es buena para que crescas te va a ayudar a crecer

El niño terminó de tragar lo que traía en la boca. Se relamió tragando hasta la última gota, confiando en lo que su abuelo le había dicho.

Se acostaron a dormir, la culpa estaba presente, pero había sido la corrida más deliciosa de su vida hasta ese momento. Don Roberto le pidió al niño que ya no se vistiera, que durmieran así desnudos, y Betito obedeció acomodándose de cucharita para dormir. Su abuelo se puso detrás de él pegando su verga dormida a las nalguitas del pequeño niño.

Para Betito ya nada se le hacía raro, aunque todo eso era nuevo para él, confiaba en su abuelo, para él eran solo juegos con su abuelito, además le gustaba, esos juegos que para él eran inocentes lo estaban llevando poco a poco y lentamente a descubrir sus cuerpo, a conocer el placer del sexo.

Entrada la noche el abuelo comenzó a tener una erección, por tener el culito de Betito pegado a su verga, sintió una ganas tremendas de penetrarlo, de cogerselo, pero sabía que no sería capaz de eso, no creía animarse a tanto, además sabía que lo podría lastimar.

Pero lo que sí hizo, fue con su mano ensalivada, tallar con su dedo su culito, se sentía cerrado, apretadito y calientito. Era el paraíso.

No pudo resistir más y presionó con su dedo, estaba demasiado cerrado, hizo más fuerza, ensalivo nuevamente y volvió a tratar de meter su dedo presionando fuertemente, de pronto el culito del niño cedió y el dedo entró hasta el primer nudillo, Betito despertó y por instinto se retiró.

Betito: ¿Abuelito qué haces?

Don Roberto: Eso es otro jueguito que a tu abuelito le gusta hacer

Betito: Pero eso duele, desde el otro día que lo hiciste en el baño me dolió, eso no se siente rico como con tú lengua

Don Roberto: Es que necesito ponerte mucha salivita. ¿Me dejas intentarlo nuevamente? Vas a ver que te va a gustar

Betito: Si abuelito si tú quieres, pero si me duele me lo sacas

Don Roberto puso a Betito nuevamente de cucharita y comenzó a escupirle mucho en su culito embarrándole la saliva con su dedo, la saliva lo lubricaba bien. Betito se retorcía de placer eso sí le gustaba, luego con el dedo meñique que para las enormes manos de Don Roberto era demasiado grueso, comenzó a meter suave, pidiéndole a Betito que se relajara. El dedo de Don Roberto comenzó a deslizarse poco a poco, el niño apretaba los ojos, sintiendo como ese dedo iba entrando. El niño sentía un leve dolor, pero como sabía que su abuelo lo quería hacer lo estaba soportando.

Cuando entró casi todo lo dejo adentro un rato y luego lo retiró para proceder con el medio que era un dedo mucho más grueso, poco a poco lo fue introduciendo y cuando sentía que el niño se sacaba por que sentía dolor, se detenía  y cuando sentía que el pequeño culito de su nieto se acostumbraba, volvía a meter ahora un poco más. Así logro meterle medio dedo, y luego lo sacaba lento, poco a poco  comenzó un juego de mete y saca. El culito del niño cada vez se fue dilatando más, pero aún así le dolía, no lo estaba disfrutando del todo, era normal, su culito era chiquito, cerradito, era virgen.

Don Roberto: ¿Te gusta hijo?

Betito: Si abu, mintió un poco para no hacerlo sentir mal

Don Roberto: Y hay algo que se siente aún más rico, al principio puede doler poquito como cuando te metí el dedo pero ya después vas a sentir muy rico

Betito: ¿Qué abuelito?

Don Roberto: Pero es es un juego que ya solo las personas que quieren mucho a alguien dejan que les hagan eso, eso es una prueba de que de verdad quieres a alguien mucho mucho

Betito: Yo te quiero mucho, quiero hacerlo quiero hacer eso que dices

Don Roberto: ¿De verdad lo harías por mi?

Betito: Si abuelito lo que tú me digas pero dime ¿Qué es?

Don Roberto: Pero por nada del mundo jamás le debes decir a nadie, entendiste, a nadie

Betito: No lo diré a nadie abue pero ya dime qué es

Don Roberto: Bueno, que en lugar de que me dejes meter mi dedo en tu culito me dejes meter mi verga

El niño pelo los ojos asombrado, cómo era posible eso, la verga de su abuelo era muy grande y si sentía que el dedo apenas cabía, creía que era imposible que la verga de su abuelo pudiera entrar

Betito: Pero está muy grande, eso no va a caber en mi culito

Don Roberto: Si le ponemos mucha salivita y te relajas si te cabe, pero tienes que ser valiente y aguantar, aunque sientas poquito dolor tienes que aguantar porque eso haría muy feliz a tu abuelo y si me quieres lo harás por mi

Betito: Si abuelito si te quiero mucho, méteme tu verga

Escuchar esas palabras convirtireron a Don Roberto en algo no humano, algo en su cerebro cambió para siempre,

Que un pequeño de 6 años y siendo su nieto le pidiera que le metiera la verga lo pervertía completamente. Lo acostó boca arriba y levantando sus piernitas se le dejó ir al culo a comérselo a lengüetazos pero de manera salvaje como nunca, la cara de placer del niño lo hacía saber que lo estaba haciendo perfectamente bien, era de madrugada todo estaba en silencio, solo se escuchaban los lengüetazos y los gemidos de ambos.

Después de chuparle el culo un buen rato a su nieto, intento meterle el dedo nuevamente. Le costó y el niño expresó un poco de dolor, lo estaba lastimando pero poniendo más saliva logró que entrara todo, el niño cerraba los ojos aguantando el dolor, lo dedeo un buen rato hasta que creyó que ya estaba listo para recibir su verga

Don Roberto: Bueno chiquitín ahora si viene lo bueno

Don Roberto tomó sus propios calzones y le pidió que los mordiera para que no hiciera ruido que no fuera a gritar.

Betito: ¿Me va a doler?

Don Roberto: Poquito, pero si en verdad me quieres te tienes que aguantar

Betito puso cara de susto y mordió fuertemente los calzones del abuelo, el abuelo apuntó la punta de su verga y tomándola con su mano la colocó en la entrada del culito de su nieto pero no entró ni un centímetro, escupió más y volvió a meter el dedo, y después intentó meter otro dedo para que su culito se abriera más, cuando empezó a entrar el segundo dedo, el niño comenzó a sentir dolor y a gritar, incluso intentó sacarse, pero su abuelo era un toro y no medía las consecuencias, puso su mano sobre la boca de Betito y dejó ir con fuerza sus dos dedos gruesos, sus dedos  se deslizaron hasta el fondo sintiendo como le reventaba la entrada del culo a su nieto, ambos sintieron como algo por dentro trono y se desgarró, Betito se movió hacia un lado haciendo que los dedos de su abuelo se salieran y que su abuelo quitara la mano de su boca, a su vez el niño se quitó el calzón que le impedía gritar y comenzó a quejarse casi a llorar.

Betito: ¡Auuuuuu dueeeeeele auuuuuu!

Ivan desde su cuarto había estado escuchando sonidos extraños, gemidos que él reconocía, eran sonidos de sexo, primero pensó que quizá su papá había recibido alguna visita especial, pero luego recordó que su sobrino estaba ahí con él, eso no tenía sentido, se le hacía imposible pensar que algo así estuviera pasando ya que era su padre y su pequeño sobrino quienes estaban en esa habitación, salió de su recámara pegó su oído a la puerta. Cuando escuchó el llanto y los lamentos del pequeño, abrió la puerta que por descuido de su padre no había puesto seguro preguntando qué pasaba. Pero su sopresa fue ver a su padre con la verga parada desnudo al igual que su pequeño sobrino, y este revolcándose de dolor en la cama agarrandose su culito.

Ivan: Pero papa. ¿Que es esto? ¿Que estabas haciendo? ¿Estás loco??

Don Roberto: No hijo no es lo que piensas te lo puedo explicar

Ivan: Pero si lo estoy viendo papa, te estabas cogiendo a tu nieto, un niño, pero en qué pensabas

Don Roberto: No hijo no es así déjame hablar contigo no hagamos esto más grande

Ivan tomó al pequeño entre sus brazos  lo llevó a su recámara cerrando con seguro y aunque su padre insistió en tocar la puerta para que le abriera este no abrió.

Don Roberto sintió que el mundo se le venía encima, cómo pudo ser tan tonto, tan descuidado, su hijo Mario el papá de Betito  lo iba a matar, y por supuesto estaba seguro que Iván le diría. Su vida estaba arruinada. ¿Qué había hecho?

Continura…

27 Lecturas/11 diciembre, 2025/0 Comentarios/por daynight
Etiquetas: amiga, baño, hijo, maduro, mayor, padre, papa, sexo
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