BlaBlaCar Onfire…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Pidroso.
Lo había conocido en la Bear Parade de Sitges y aunque solo nos habíamos dado unos besos me apetecía conocerlo más y catarlo a fondo ya de paso.
No buscaba una relación y era consciente además que estar a mil kilómetros no ayudaba para que esto ocurriese, pero aún así no dudé cuando vi la oportunidad de ir a Andalucía a visitarlo.
Yo cuarentón, oso de manual, y él un chaser de casi treinta años bajito y con todo lo que me atraía, la excusa perfecta para pedir unos días de vacaciones en mi empresa de los muchos que me adeudaban y visitar sur de la península ibérica que era una zona que apenas conocía.
Como él trabajaba como profesor substituto cuando le llamé para contarle la idea de ir a visitarlo aprovechando el puente de Noviembre quedamos en que nos veríamos en San Roque (Cadiz) que era donde estaba destinado por la Consejería de Educación.
Desde mi ciudad la opción más barata era volar hasta Jerez de la Frontera y después desplazarme hasta el campo de Gibraltar.
Compré los billetes de avión y reservé habitación en uno de los pocos hoteles de San Roque.
Estaba emocionado y por que no decirlo, un poco excitado también.
Me gustaba mucho Rafael y en esos días esperaba que la atracción mutua que habíamos experimentado nos hiciese disfrutar a ambos de unas jornadas de charlas, sexo y buen rollo.
A pocos días de salir para Jerez me llamó para comentarme que lo habían desplazado a la provincia de Málaga, menos mal que pude anular el hotel sin coste y replanteé mi visita estableciendo diferentes paradas en mi ruta por Andalucía antes de encontrarnos.
Aprovecharía además para hacer un poco de turismo y dejaría nuestro encuentro para las últimas jornadas del viaje y acabar así con la traca final.
Reservé entonces una noche de hotel en la ciudad de Jerez, otra en La Línea de la Concepción, para visitar el suelo colonial de Gibraltar, y un par de noches en la ciudad de Málaga donde finalmente nos encontraríamos.
Al tener en mi correo la confirmación de los hoteles me dispuse a ver como ir de una ciudad a otra en tren o autobús y fue ahí cuando vi lo complicado que era tanto por horarios disponibles como por la inexistencia de trayectos directos.
Fue entonces, por primera vez en mi vida de viajes, cuando decidí darme de alta en la página de BlablaCar, el servicio online para buscar plaza libre en coches particulares que realizasen trayectos entre mis destinos y compartir los gastos de gasolina.
Etapa 1.
Jerez de la Frontera
Tuve mucha suerte porque había plaza en un coche que hacía el trayecto entre Jerez de la Frontera y La Línea para el día siguiente a mi llegada a Jerez con salida a las nueve y media de la noche.
Esto me obligaba a pasar una jornada entera en la ciudad jerezana, pero lejos de agobiarme aprovecharía para visitar su casco histórico y una de las bodegas más famosas de la ciudad andaluza, Tio Pepe.
En el trenecillo turístico de la visita a la bodega estaba cuando me vibró el móvil.
Normalmente tengo abiertas tres de las muchas aplicaciones del ligoteo gay que existen, en mi caso Grindr , Wapo y Bearswww , y la que me avisaba de contacto era Bearswww.
Quien me contactaba era un joven de veintitrés años de la propia ciudad de Jerez que me preguntaba si me apetecería tener un encuentro.
La verdad es que el chaval, por las fotos de su perfil, era muy atractivo y por la conversación se veía que realmente tenía ganas de quedar y no era una de tantas conversaciones sin final de las que se dan en este tipo de apps.
La única pega era que ya había dejado mi hotel esa misma mañana y él no tenía sitio para realizar el encuentro.
Llamé al hotel en el que me había alojado y donde había dejado mi maleta para moverme libremente por la ciudad, para ver la posibilidad de volver a coger una habitación y poder llevar a cabo nuestra cita.
Tuve mucha suerte ya que los propietarios del hotel, dos hombres sesentones, eran pareja y les hizo mucha gracia mi sinceridad en la llamada confesándoles que la necesitaba para echar un polvete, por lo que decidieron darme entrada a la misma habitación que había ocupado sin cobrarme una nueva reserva.
Quedé con el chaval en vernos a las cuatro de la tarde, después de comer.
Supe que él estaba en casa de sus padres para pasar el fin de semana ya que estudiaba desplazado en Sevilla y también me comentó que el hotel donde nos veríamos estaba justo al lado de la casa de los padres de su cuñado por lo que le daba un poco de corte que lo descubriesen en esas lides ya que estaba totalmente armarizado.
A las tres y media llegué al hotel y, tras cruzar unas palabras con bastante cachondeo con los propietarios, subí a mi habitación.
Al rato me llegó un mensaje del chaval de que ya estaba cerca del hotel por lo que bajé a por él.
Caray, pensé al verlo, que chaval más mono, así vestido con pantalón y cazadora vaquera.
Mediría un metro ochenta y el bulto de sus vaqueros lucía realmente apetecible, la tarde prometía.
Subimos a mi habitación con las risas y el cachondeo de los propietarios de fondo, “esos dos también se van a divertir esta tarde”, pensé.
Molaba tanta complicidad en el ambiente, creaba una atmósfera muy agradable.
En la habitación charlamos un rato, y para lo cortado que se le veía en la calle ahora estaba muy suelto.
Me comentó que le ponía muy guarro meterse en situaciones de juegos de rol.
No paraba de decirme que le encantaría haberme encontrado en Sevilla, que allí tenía un disfraz de jefe indio que me iría ideal para que él pudiese hacer de explorador jovenzuelo al que yo seduciría.
Me hacía mucha gracia que se pusiese guarro solo de contármelo, lo sabía por su forma de verme, como se humedecía los labios y sobre todo por lo que abultaba su entrepierna.
Yo ya estaba a punto de saltar sobre él cuando me pidió que si no me importaba podíamos jugar un rato, él haría el papel de personal del servicio de habitaciones y yo debería ejercer de cliente insatisfecho, ya que le ponía burro imaginarse que la situación fuese real.
Y así hicimos, él salió de la habitación y yo me desvestí poniéndome solo el albornoz de tela de toalla blanco que había en la habitación.
Al minuto llamó a la puerta y le abrí.
Casi me da un ataque de risa al ver lo metido que estaba en el papel.
Le dije que estaba un poco incómodo en la habitación porque no cerraba bien la ventana.
Se dispuso a ver que le ocurría y aprovechando que estaba de espaldas no pude reprimir sobarle las nalgas por encima del vaquero.
– Déjeme señor, por favor, que tengo novia…
– Pero el cliente siempre tiene la razón ¿no?
Notaba como temblaba con mi contacto y más cuando desde sus nalgas, metiendo la mano por debajo accedí a su abultada entrepierna.
– Señor pare, se lo ruego, no me gusta…
– No es lo que estoy notando por aquí… Ummm que me traes aquí chaval
Mientras le metía mano me pegué a su espalda, comencé a lamer su cuello y fue ahí cuando todo se desbocó.
Se dio la vuelta y nos fundimos en un morboso morreo.
Me quitó el albornoz y golosamente se lanzó a comerme la polla.
Lo hacía como un experto y casi me lleva al orgasmo.
Él fue consciente de ello porque levantó la cabeza para verme y me preguntó con un hilillo de voz…
– ¿Seguro que no quiere follarme el señor?
Lo levanté y fui desvistiéndolo mientras lo morreaba.
Joder, que bueno estaba, y tenía un rabo de campeonato.
Evidentemente era pasivo, pero ganas me daban de clavarme ese pollón que tenía.
Dediqué toda mi salidez a hacerle una comida de ojete de campeonato que provocó sus gemidos y que a mi me ponía a cien.
Cogí un condón de mi mochila y poco a poco le fui metiendo mi polla, que no es nada del otro mundo, pero que normalmente deja muy satisfecho a todos los que la habían catado sobre todo por mis movimientos pélvicos.
Y el chaval lo disfrutó tanto o más que yo mismo.
Me ponía muy verraco oir como respiraba entrecortadamente y lanzaba algún que otro grito y me llamaba señor.
Me tenía encendido y nos corrimos prácticamente al unísono mientras nos morreábamos.
La verdad es que fue un polvo muy divertido.
Era la primera vez que interpretaba un papel follando y al chaval le gustó bastante.
Nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en que si bajaba a Sevilla en otra ocasión me vestiría de jefe indio y el de explorador, tenía fijación el muchacho y con el polvo que habíamos echado como para negarse.
Lo bueno de estar en la habitación es que me pude duchar y adecentar para salir hecho un pincel hacia la Estación de tren donde había quedado con el conductor de BlaBlaCar para ir hacia La Línea.
Etapa 2.
Jerez de la Frontera – La Línea de la Concepción
A las nueve y media de la noche, totalmente puntual, apareció en el exterior de la Estación de tren el Volvo azul oscuro que me llevaría al campo de Gibraltar.
El conductor se me presentó como Andoni, un atractivo y canoso hombre vasco, de alrededor de sesenta años, muy buena planta y con anillo de casado.
No iríamos solos en el viaje, se habían apuntado además de mí una joven pareja de novios, ambos de unos veinte años.
Ella muy mona, rubia y con los ojos azules y el un chaval super morboso no muy alto pero cuadrado que iba vestido con un chándal gris sin gayumbos porque se veía claramente el contorno de su polla, y la verdad sea dicha, iba muy bien armado iba el campeón.
Andoni percibió clarísimamente mi mirada hacia la entrepierna del veinteañero y dándome una palmada en la espalda me dijo que me sentase delante guiñándome un ojo, lo cual hizo que me sonriera y ruborizase a la vez.
Durante el viaje entre las dos ciudades andaluzas Andoni llevó el peso de la conversación.
Como ya había comentado era vasco con mujer y dos hijas en Areeta, cerca de Bilbao, trabajaba de aparejador en el nuevo hospital de La Línea, y allí estaba de Domingo noche a Jueves tarde.
Lo de poner plazas de su coche en BlaBlaCar era para no hacer solo el trayecto desde Jerez de noche, además así siempre conocía gente nueva e interesante.
Hablaba conmigo pero por el retrovisor también establecía comunicación con la pareja, sobre todo con el chaval.
Este nos contó que ambos eran de La Línea y que habían ido a Jerez a pasar el fin de semana.
Ella trabajaba al día siguiente muy temprano en una tienda de suvenires en Gibraltar y el estaba preparando las oposiciones para policía local.
Ahí Andoni aprovechó para sonreírme y soltar un primer comentario con el que me volvió a guiñar un ojo
– Vaya, pues es una pena que os levantéis temprano porque como tardo en coger el sueño pensaba invitaros a una copa en casa, me estáis cayendo los tres de puta madre.
– Pues yo no te decía que no – contestó el chaval – pero tengo que acompañar a Lucía a casa de sus padres.
– ¿En que calle vives? – preguntó Andoni – te puedo dejar justo delante y después nos vamos los tíos a hacer la penúltima jejejejeje.
Lucía se lo agradeció porque no vivía justo en el centro, que era donde en principio nos llevaba Andoni según lo publicado en la app de BlablaCar.
De esa manera el chaval, Joaquín, si que se animó a hacerse una copa en la casa del casado catalán.
Yo estaba intrigado, para mi era obvio que Andoni tenía una segunda intención en la invitación, porque después de bastantes kilómetros aprovechaba para rozarme ligeramente mi pierna con su mano en cada cambio de marcha.
Estaba expectante a lo que pudiese suceder en su casa, la noche pintaba bien, si el chavalín se cortaba siempre podía llegar a algo con este sesentón atractivo.
Ese pensamiento provocaba que estuviese totalmente empalmado en el tramo final del viaje.
Dejamos a Lucía en su casa y desde el interior del coche vimos como la parejita se morreaba en el portal del edificio.
Andoni aprovechó ese momento intimo en su coche para echarme la mano al paquete.
– Joder tío tu ya vas a tope jejejeje
– La verdad es que me has puesto cachondo con tanto roce
– El roce y el pensar en la pollaca del Joaquín ¿eh pillín? Jajajaja, a ver si se enrolla y nos da leche fresca y buena ¿no?
– Ya te digo jejejeje, pero se le ve muy hetero ¿no?
– Ya, y yo casado, no te jode, pero ningún hetero si se le trabaja bien te va a decir que no a una buena mamada, y un buen rabo joven sienta bien siempre, míralo, si ya viene a tope el campeón.
Ciertamente mientras me lo decía me fije en Joaquín que venía hacia el coche marcando un poco más trempado el aparato que llevaba entre las piernas, creo que salivé un poco incluso, ante la carcajada de Andoni que estaba demostrando ser un cachondo de cuidado.
Al subir Joaquín al coche nos dirigimos hacia el otro lado del pueblo donde Andoni tenía alquilado un coqueto ático con vistas al peñón.
Yo iba empalmadísimo la verdad, hasta me costaba caminar un poco y el cabrón de Andoni en el ascensor que nos llevaba del parquing a su apartamento no paraba de pasarme la mano sobre el paquete, en plan disimulado, mientras hablaba animadamente con Joaquín sobre lo guapa que era Lucía.
Yo, por mi parte, no decía ni palabra, solo sonreía y trataba de que no se notase mi excitación .
– Tu Lucía es un bellezón, la verdad es que eres afortunado
– Jejejeje, no me quejo, aunque no me la merezco porque soy muy perro con ella
– ¿Y eso?
– Pues que soy un salidorro y me tiro a cualquiera que se me ponga a tiro, no puedo controlarme jajajajaja, si la pobre se entera me capa y me deja, justo por ese orden jajajaja
– Jajajaja, mola pues veo que estamos hechos de la misma pasta jajajaja.
Entramos en el apartamento de Andoni riéndonos los tres, ellos se fueron al salón y yo pregunté por el baño.
Necesitaba recolocarme la erección y también tenía ganas de mear, conste en acta.
Cuando volví del baño estaban sentados ambos en un sofá de tres plazas que Andoni tenía enfrente de una tele de plasma en el salón.
Nuestro anfitrión ya se había sacado la americana y la corbata y percibí como con una tarjeta de crédito estaba preparando tres rayas de polvillo blanco, una para cada uno.
Sonriendo ambos me miraron.
– Tenía este restillo de farlopa por casa, da justo para tres, te hace ¿no?
– La verdad es que paso, os parecerá raro pero las veces que la he probado me da un sueño brutal, tengo un colega médico que me ha comentado que hay un porcentaje pequeño de población al que le pasa con la coca y la cafeína.
Efecto rebote le llaman.
– Jajajajaja, que putada quillo, dijo Joaquín.
Pues nada Andoni, más a repartir pa que no se nos rebote el barbudo jajajaja
Me senté en un sillón que hacía ángulo con el sofá donde estaban mis compañeros de viaje y observé como se metían raya y media cada uno, primero Joaquín y después Andoni.
Lo que pasó a continuación me sorprendió totalmente, aunque reconozco que no me lo esperaba, fue revelador.
Joaquín viendo como se acababa Andoni de meter su parte habló con una gran sonrisa mientras se agarraba el rabo en su chándal gris.
– Bueno, y ahora supongo que queréis un poco de este ¿no? Jajajajajaja.
No os cortéis, he visto como lo veíais y una buena ordeñada no me va a venir nada mal que estoy a cien jajajaja.
Andoni se carcajeó pero no perdió ni un segundo en llevar su mano a la entrepierna de Joaquín y substituir la mano de este por la suya.
Yo pensé que de perdidos al río y me levanté avanzando hacia la posición de ambos para arrodillarme a los pies del vasco y desabrochar su bragueta introduciendo mi mano y palpándole sus genitales.
No estaba nada mal dotado tampoco el viciosillo casado, él mientras sacó el pollón que calzaba Joaquín, lo menos veintitrés centímetros, y yo el suyo, que al lado del monstruo del chaval parecía poca cosa pero era considerablemente más grande que el mío, pues debía rondar los dieciocho centímetros.
Ambos nos dedicamos a dar lengua y a chupar como si no hubiese un mañana.
El olor a macho fue llenando el ambiente de la sala.
Yo sin dejar de comerme la polla de Andoni me saqué como pude la mía porque necesitaba pajearme sin más dilación.
En lo poco que me separé del vasco vi como éste devoraba como un poseso el aparato del chaval.
Me sonreí, para lo serio que parecía al principio el aparejador estaba demostrando ser un super vicioso, molaba.
Yo por mi parte pasaba mi barbuda perilla por el frenillo y el capullo de Andoni para después pasar mi lengua desde sus bolas y subía de nuevo para tragármela entera.
Lo estaba disfrutando de lo lindo, sin dejar de pajearme.
Y en estas estaba cuando escuché gemir a Joaquín y soltar un “coño quillo que me corroo”.
Noté como el pene de Andoni también engordaba ligeramente y comenzó a soltar toda su carga directa a mi lengua y garganta, yo mismo me corrí en ese mismo momento sobre el parquet de la sala.
Andoni volvió a sorprenderme, me cogió de la cara para plantarme un morreo y compartir conmigo toda la leche caliente que le había soltado Joaquín.
Mientras nos morreábamos mezclando las dos lefadas oíamos como el chaval se reía diciendo “mira que sois guarros tíos, como mola jajajaja”.
Después de un minutito morreando ya nos recompusimos los tres.
Limpié con un poco de papel mi corrida del suelo y Andoni empezó a decir lo tarde que era y lo temprano que tenía que despertarse al día siguiente.
Sacó de un cajón del armario de la tele una caja de orfidales que tenía para bajarse el efecto de la coca y nos ofreció, tanto Joaquín como yo declinamos su ofrecimiento y captamos la indirecta de que era mejor que nos fuésemos.
Daba la impresión que el casado empezaba a tener remordimientos de conciencia y antes de que se rallase más nos despedimos con un hasta la próxima.
Joaquín se ofreció a acompañarme caminando a mi hotel que quedaba camino de su casa.
Durante el trayecto, totalmente desinibido, supongo que por efecto de la coca, me fue contando como había sido su primera vez con un hombre, precisamente con un tío suyo hacía dos años y lo transcribo tal cual él me lo contó:
“Pues pisha hacía nada que había cumplido los dieciocho años y mi tía que estaba emigrada en Alemania desde antes de que yo naciese decidió volver con su marido para la Línea y abrir una tienda de ropa, una boutique como la llamaba ella.
Mi tío es alemán y es parecido a ti, regordete y casi calvo, con barba también, lo que pasa es que él es rubio y una mija más alto.
Desde que llegaron les ayudé en la mudanza al piso que habían comprado y en las obras para montar la tienda, al no tener curro pues así me sacaba una perrillas.
Hans, que así se llama mi tío, era muy amable conmigo siempre.
Mientras currábamos siempre tenía birras fresquitas y muy buen rollo, para ser alemán era muy gracioso el hombre, o por lo menos se esforzaba jejeje.
Hablaba español como el culo y me hacía mucha gracia, decía que le dolían las ruedas el jodío en vez de decir rodillas jajajaja, me molaba la cara que ponía de aquellas cuando lo corregía.
Un día que mi tía se fue a Cádiz a la Diputación a presentar no se que papeles para una subvención con la pava de la Gestoría, y se quedarían allí hasta el día siguiente para ver unas cosas para la tienda en el Ikea de Jerez, Hans insistió en que fuera con él a su piso a cenar al acabar de currar.
Cenando nos pimplamos bastantes birras, no veas como bebía y bebe el condenado, como si fuese agua, una esponja es el campeón.
Pues na, que después de cenar nos pasamos al sofá y el Hans sacó una cajica con maría y se lió unos porrillos.
Me contó que siempre había sido un poco hippie y que él y mi tía se hacían uno cada noche.
Me flipó pensar en mi tía toa fumá, con lo mojigata que me parecía jajajaja.
Fumando me contó que conoció a mi tía en una comuna hippie de cerca de Hamburgo y que se coló hasta las trancas, que de aquellas el creía en el amor libre pero que desde que estaba con mi tía ya no probaba otras cosas aunque lo echaba de menos.
Eso me lo decía el cabrón sin apartar la mirada de mi bragueta, y a mi me hacía gracia y me ponía cachondo como me veía.
Ya me has visto, cortado no soy jaajajajaja, entonces le pregunté que pa que me miraba tanto y el que tampoco se corta ni con un cristal me metió mano directamente y me comió la boca como un maestro.
No se si fueron las birras, los porrillos o ambas pero acabó comiéndose mi polla como un maestro y me lo follé un par de veces esa noche.
Joder, nunca hubiese imaginado que un pavo me la iba a comer tan bien, ni que me iba a poner tan burro un culo peludo.
Flipé y gocé como una perra y el también.
Me molan las pavas pero un buen mamón o un culo gordete y peludo me ponen desde aquella to palote.
Ya ves, es contártelo y ya estoy to burro.
”
Efectivamente, marcaba rabo en su chándal de una forma exagerada, ni me lo pensé dos veces, lo invité a subir a mi habita en el hotel.
El recepcionista se ralló un poco conmigo porque había reservado una habita individual, pero lo zanjé pagándole una propina, que la ocasión lo merecía.
Esa noche dormimos juntos, bueno, dormir dormimos poco.
Le comí el rabazo hasta que me tragué su lefada y tras comerme el ojete me metió dos polvos seguidos el campeón, ¡bendita juventud!.
Se fue a las seis de la mañana dándome un morreo de película, no quería que su madre se rallase por la mañana si no estaba, eso si, no lo dejé irse sin tomar nota de su teléfono y mail por si subía al norte a visitarme, algo en lo que yo le insistiría, lo tenía claro.
Yo me duché y me dispuse a dormir tres o cuatro horas.
Estaba muy cansado, muy muy cansado, pero quería visitar Gibraltar al día siguiente.
Mi BlablaCar para Málaga lo tenía a las nueve de la noche y podría estar la colonia del peñón varias horas y así relajarme para estar por fin a Rafaél en Málaga, o eso pensaba yo, porque en la colonia me colonizaron un poco bastante jajaja, pero eso casi os lo cuento en otro momento mejor.
😉
Continuará
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