CACHA-PERRA
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos..
Con vuestro permiso… describo parte de su historia de vida.
Acontecía el año de 1966, nacía un hermoso bebé en una casa muy rústica de un poblado cercano al sector rural, fue parido en forma natural con ayuda de una partera, fue en aquella fría mañana de verano, daba la impresión que sería un robusto niño precioso, a buenas cuentas, el último de los cinco hijos de doña Eulalia que tenía fama de ser jovial con sus clientes en el mercado donde ejercía de cocinera, con su esposo Amarildo, habían comprado una finca distante del pueblo rural, sus hijos ayudaban en la agricultura y así se forjaron sus primeros años, a las pocas semanas de nacido fue bautizado con los nombres de Daniel Adrián Maca Palta, ese bebé de piel morena clara se contrastaba con la de sus hermanos de piel más trigueña, se decía que el bebé le había sacado a sus abuelos maternos de piel un poco más clara, fue creciendo en sus costumbres influenciando así su carácter, por ser último era el de más cuidado y de engreimiento consecuente por parte de todos los miembros de su familia, la visita más frecuente era la de su padrino Eustaquio y su madrina Josefina, ellos no podían tener hijos y valió la amistad entre los esposos para hacerlos parte de la vida de su ahijado, muchos pensaron que ese niño había nacido enterito y con buena estrella, sus padrinos lo consentían mucho y con el tiempo gran parte de su niñez vivió con ellos, al regresar el bebé a su casa llegaba con regalos de ropa y comida, así bien vestido era la admiración de sus hermanos y de las personas del pueblo, el más entusiasta era su padrino pues al no tener hijo varón lo llenaba de regalos compensando así seguramente su ansiedad de tener uno, quería mucho a su esposa pese a que no pudo darle hijos y a sus edades ya estaban resignados con ese vacío, así corrían los años viéndolo crecer al niño, se distinguía de sus hermanos, cuando era llevado al mercado era atrayente por su rasgo físico facial muy precioso, cundo aprendió a caminar contaban que lo hacía con un garbo distinto al familiar que estuviese a su lado, era natural en él, pero o podía evitar estar en ese contexto de vulgaridad e inquina dada por los celos de ciertas madres e hijos que asaban en el mercado, el niño siempre bien arreglado por sus padrinos siempre terminaba sucio o su ropa algo raída, Eulalia trataba en lo posible que su inquieto hijo sea cuidado por sus hermanos mayores pero tenía una innata forma de ser con un carácter rígido en su personalidad que no le importaba el peligro y era audaz.
Ya a sus casi cuatro años de vida, ayudaba en parte a llevar los productos de su madre al mercado y se lo veía brioso cabalgando en la finca de su padre, era el más querido y protegido de sus hermanos mayores que ya a comienzos del año 1970 los tres primeros hijos de la pareja fueron a probar suerte como operarios en la capital del departamento, se alojaron en una casa humilde de sus tíos y primos y de vez en cuando Eulalia iba con Daniel Adrián a visitarlos, allí conoció la ciudad y muchas cosas que el pueblo no habían, se maravillaba viendo los juguetes por las vitrinas y gustaba jugar con sus primos Rufino y Hernán en el parque cercano a la casa donde vivían, parecía ir todo normal en la vida de Daniel Adrián que el destino quiso que en los sucesos políticos de ese año se diesen muchos golpes y masacres cuyas víctimas fueron sus hermanos al ser emboscados y acribillados, duro golpe para sus padres el perder sus tres hijos en aquel abril de 1970, quedaba vivos los hijos de la pareja Raquel de cinco años y Daniel Adrián de cuatro.
Doña Eulalia tardó mucho en asimilar ese golpe no así su esposo de carácter más rígido, con prepotencia trataba a su hijos en contraste con la calidez que su madre les prodigaba.
El destino quiso que en ese año mi madre entre a trabajar con doña Eulalia, yo iba con ella temprano al mercado y salía a la escuela luego en la tarde llegaba a ayudar, allí hice amistad con Daniel y Raquel, yo tenía ocho años en ese entonces, jugábamos por los alrededores del mercado allá donde también había una plazoleta cercana al mercado, el pueblo se iba desarrollando económicamente por efecto de la agricultura, en nuestros juegos con muchos niños nos hicimos amigos de uno en especial, se trataba de Gudencio, a sus doce años tenía una estatura alta, larguirucho que se la daba de líder de nosotros los de menor edad; una tarde que llegué de la escuela doña Eulalia me pidió que fuese a llamar a sus hijos para darle el remedio para la tos, recuerdo perfectamente a Gudencio sentado en la acera teniendo sentado sobre su entrepierna a Daniel, el mentón sobre la cabeza del pequeño, Raquel sentada al lado de Gudencio, miraban a un perro montado sobre una perra haciendo de penetrada, los tres reían, vi que Gudencio sacaba una de sus manos del pantaloncito corto de Daniel, al verme lo separó poniéndolo en pie, Daniel vino a mi estirando con su brazo indicando lo que hacían los perros, Gudencio se reía igual que Raquel, recuerdo perfectamente que Daniel se estiba con la manito el pantaloncito corto donde estaba el pene, a pocos metro estaba una perrita cachorra, Daniel con su inocencia acostumbrada de su edad se acercó al dócil animal colocándose detrás haciendo movimientos de cadera como lo hacía el perro a la perra metros distante donde estaba, todos reímos viendo esa actitud del niño, de labios de Gudencio salió la frase que lo marcaría de por vida con el mote de “cacha perra” lo recuerdo perfectamente, esa risa de Daniel y los demás.
Gudencio acostumbraba a llamarlo así, era el líder de ese sector, jugábamos mucho hasta antes de que cierre el mercado, su padre era carnicero y su madre había muerto cuando él tenía dos años, su cuerpo era grueso, de manos toscas al jugar, fumaba a escondidas extrayendo cigarrillos de la casa, con él prendí a fumar cigarrillos, hablábamos de muchas cosas.
Cierta media tarde de 1971, estábamos jugando por los alrededores del mercado, vimos a Gudencio feliz haciendo gestos para que lo acompañemos, fuimos a un lugar al que considerábamos como escondite entre trastos y cartones nos sentamos y vimos sacar de su remera una revista mostrándonos mujeres desnudas siendo penetradas por fornidos hombres, esas figuras nos llamó la atención de pronto Gudencio cerró bruscamente la revista y pidió que guardemos el secreto si queríamos ver más, así lo hicimos y la revista se abrió viendo con atención cada página, la mirada atenta de Gudencio era para Raquel, Daniel y yo pasábamos los dedos por las páginas impresas alternando con sonrisas cómplices, así Gudencio cuando podía nos llamaba para verlas, en los juegos se notaba los roces de cadera que nos daba, a Daniel lo sostenía detrás y jocosamente le decía “cacha perra” estábamos sometidos a su voluntad por su carácter fuerte y autoritario.
En un fin de semana, por enfermedad no pudo ir mi mamá al mercado y fui a ayudar, yo tenía ya diez años, doña Eulalia estaba ocupada y luego de mi tarea pidió que cuide a sus hijos, algo que me llamaba la atención eran los acercamientos por demás afectivos entre doña Eulalia y el carnicero Manolo padre de Gudencio, me ordenaba eso para seguramente aprovechar a conversar con él, fui en búsqueda de los hijos, vi que del escondite salía una pensativa y cabizbaja Raquel llevando de la mano a su hermano, seguramente desde allí me vieron y salieron pronto, Daniel tenía marcado en su rostro rastros de una paleta con saliva, ella se rascaba la entrepierna, me vio con recelo, para sorpresa mía vi a Gudencio escondido entre los trastes de aquel lugar apartado.
Continuará…
Excelente!!!! Que Gudencio le diga a Adrián «cacha-perra» con la vergota bien adentro!