CACHA-PERRA-11
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos..
Por aquel tiempo de los meses de inicio del año 1972 llegó al pueblo un joven entusiasta que se dedicaba a hacer mucho deporte, su nombre era Porfirio, tenía diecinueve años por aquel entonces, jovial, de carácter dulce al trato, cuerpo atlético amante a las pesas, fácilmente se ganaba con él a una amistad adecuada, tanto así que por ser hermano de nuestro joven profesor de grado le ayudaba con clases deportivas de baloncesto para las niñas y soccer para nosotros los niños de la escuela, me acuerdo bien que nosotros los niños lo queríamos mucho a Porfirio pues nos daba mucho afecto su hermano el profesor era algo así de cariñoso pero no tan amoroso en exceso como Porfirio, ambos eran hermanos de madre, a Porfirio le gustaba más trabajar con los pequeños de edades como las de Daniel Adrián, este hombre se ganó la amistad y confianza de doña Eulalia que afectuosamente cuando iban los dos hermanos solteros al puesto de comida del mercado eran bien recibidos por la dueña, allí pasaba yo y ellos me colmaban de buenos comentarios en mis habilidades deportivas, sobre todo Porfirio.
Y es así que luego de salir de la escuela nos quedábamos un par de horas practicando estrategias deportivas con Porfirio los niños más habilidosos de la escuela, también Porfirio dejaba para el último los ensayos con los más pequeños, de ese modo con paciencia Porfirio hizo que Daniel Adrián adquiera una gran habilidad en el juego soccer resaltándose con su físico entre los niños de su grupo, era el niño favorito de Porfirio y lo llevaba luego de los entrenamientos de la cancha de la escuela al mercado en su bicicleta, sentado en la parrilla de la bicicleta iba paseándolo por las calles polvosas del pueblo, se le podía ver su pelo con ese peinado hongo, el pelo al viento, que cubría su frente y parte de sus ojos miel, sus manitos se agarraba de la parrilla, en el manubrio iban amarrados guindados los textos el niño, Porfirio estaba muy orgullosos llevando al niño en bicicleta y Daniel Adrián se sentía del mismo modo el ser el favorito del profesor, yo a prudente distancia era expectante del incremento de confianza entre ellos, tal fue aquello que doña Eulalia no daba miramientos ni recelos al momento en que le pedía permiso para pasear con su hijo luego de los entrenamientos, cuando Porfirio lo dejaba al nene en el mercado le hacía que Daniel Adrián realice demostraciones delante de su mamá con el balón, hacía habilidades que a la mujer le gustaba ver el adelanto del aprendizaje del balón y allí lo dejaba nomás, recuerdo que a su llegada me ponía a jugar con Daniel Adrián y con otros niños de dueños de puestos de comercio en el mercado.
Recuerdo perfectamente aquella ocasión en que luego de entrenar con Porfirio salimos a jugar a la cancha amplia del pueblo bajo un fuerte sol vespertino, los muchachos y yo molestábamos a Daniel Adrián con su mote de “cacha-perra” obviamente eso no le gustaba y nos dejó alejándose para sentarse a esperar su turno de entrenamiento con Porfirio y los demás niños en un sitio apartado de la cancha donde jugábamos, fui a beber agua sentándome en un banco pues estaba muy cansado, en ese momento Porfirio se sentó al lado de Daniel Adrián preguntándole por el motivo o causa de su tristeza por estar cabizbajo y que le dijese el motivo Daniel Adrián le dijo que su molestia se debía a ese mote o sobrenombre inadecuado que Gudencio le había puesto y ahora los muchachos mayores lo molestaban, escuché todo eso que el niño le dice el por qué con más detalles de aquello, al terminar de escucharlo Porfirio simplemente sonrió acariciándole el pelo, sobándole los bracitos sutilmente, tocándole amablemente las mejillas al ras de sus dedos en esa piel infantil, las miradas de Porfirio eran de una complicidad absoluta sustentada con mensajes de cariño, pero algo que me sorprendió mucho fue el pase de la mano de Porfirio por las piernitas de Daniel Adrián y más aún vi que pasaba delicadamente al disimulo con sus manos por la parte del pene vestido del nene, Daniel Adrián lo miró y se puso a reír, también Porfirio no dejaba de reír, le gustaba ese humilde carácter del niño, le volvió a acariciar el pelo y la mejilla tomándole el mentón para que lo viese a la cara de frente, le dijo que no sienta vergüenza y que le avise si alguien le molesta, al instante Porfirio con ceño en la frente se puso en pie y de inmediato nos detuvo el juego y llamándonos la atención por lo que le habíamos dicho al niño, con esa acción entiendo que Daniel Adrián se sentía más seguro con Porfirio y es así que en todos los entrenamientos frecuentemente quedaban los dos a solas, Daniel Adrián le ayudaba a guardar los implementos llevándolos a la escuela en una bodega a especie de oficina del profesor para luego Porfirio llevar al niño al mercado en la bicicleta.
Aquella mañana de noviembre había llovido un poco, era normal ese fenómeno natural que se desarrollaba en aquella época del año en el pueblo, sólo los más pequeños practicaron con Porfirio en la tarde que de pronto se hizo soleada, era de ver a esos niños ensuciándose de lodo al practicar en un área reducida que estaba algo entre seca y húmeda que había quedado en la cancha, entendí que Porfirio lo llevaría al mercado a Daniel Adrián como de costumbre.
Así que decidí ir a cazar aves silvestres para no aburrirme en esa tarde, recorrí los alrededores del pueblo, tomé un camino diferente a los charcos grandes que se hacían en el suelo como era lógico de suponer para evitar caídas que puedan alertar a las aves silvestres que por cierto en esa época abundaban por las inmediaciones del pueblo, luego de unas horas fui caminando por aquellos alrededores del pueblo que conducen al río alejándome más en mi intención de cazar aves por terreno escasamente húmedo, pude atrapar a dos aves silvestres, estaba muy contento, eso lo recuerdo bien pues había batido mi record de hasta ahora sólo cazar una, las llevaba con gusto, caminé mucho y al pasar por la orilla del río decidí acercarme por ese lugar apartado de montes para refrescarme un poco la cabeza y extremidades y quien sabe cómo estaría el agua para mejor darme un baño de una vez por todas en ese lugar muy apartado rodeado de maleza
Caminé por ese sendero en donde se apreciaba que era hecho por el ganado vacuno y cabrío del sector, ese camino de sendero estrecho tenía monte alto, mi sorpresa fue ver más adelante que se formaban unas huellas de bicicleta venidas de otro sendero al que yo ahora caminaba, a su lado de esas huellas de bicicleta se mostraban unas huellas grandes de adulto y otras huellas pequeñas de niño, caminé con mis aves cazadas en mis manos, ya podía escuchar el ruido del río que por la lluvia había crecido su caudal y las aguas eran turbias, al caminar la humedad de la maleza se impregnaba en mi ropa, caminé un poco más y vi la bicicleta amarrada a un tronco de árbol, se veía lejanas las siluetas desde el sendero donde estaba por la altura de una loma yo miraba hacia abajo a la hondonada a aquellas figuras humanas, eran Daniel Adrián y Porfirio que se sacaban la ropa quedando en calzoncillos, recién habían llegado al sector, el primero en entrar al agua fue Porfirio que le estiraba los brazos invitándole al niño a entrar al agua, Daniel Adrián receloso se negaba, tenía sus bracitos apegados al pechito y sus manitos sobre el mentón que tiritaba al sentir sus pies dentro del agua, desde donde estaba Porfirio le lanzaba agua la niño con el intento de mojarle, Daniel Adrián corría despavorido con amplia risa alejándose del agua, mientras Porfirio salía del agua para atraparle y llevarle al agua, al agarrarlo con sutileza daban roles en la arena impregnándose su cuerpo de ese material terroso, Daniel Adrián gritaba con alegría, Porfirio lo marcaba dando vueltas con su cuerpo a manera de noria lo que eso al niño le gustaba luego daban roles en el suelo sobre la arena húmeda y seca, al poco tiempo decidieron entrar al agua, Porfirio llevaba de la mano a Daniel Adrián, decidí no ser visto y así ver qué más sucedía, cerca vi jugar en el agua a Porfirio y Daniel Adrián, lo tenía al niño dentro del agua abrazado por detrás, el pecho velludo de Porfirio se pegaba sobre la espalda del niño, las manos estaban dentro de esa turbia agua, vi que se movía ese hombre sin soltar al niño así que Daniel Adrián fruncía el rostro, la cara del hombre se apoyaba en el hombro del pequeño, algo le decía al oído que por distancia no escuchaba pero el niño asentía ahora ya no con tantas sonrisas, eso me llamó la atención y después al instante se separaron.
El hombre braceaba, mientras Daniel Adrián estaba parado con las manos detrás del calzoncillo que se podía ver al ras del agua, se estaba manoseando la entrada del culo, se llevaba los dedos a la nariz como lo había hecho antes, vi a Porfirio decirle con gestos corporales indicando en dirección al monte para que Daniel Adrián, Porfirio desde el agua se dejó ver su cuerpo que se desliaba el calzoncillo hasta los muslos agitándose ese prominente pene peludo, el niño se puso cabizbajo al notar ese exhibicionismo de aquel hombre, una de las manos de Porfirio lo animaron a caminar de un hombro a Daniel Adrián, se puso el calzoncillo en su sitio y lentamente salieron del agua, el pene erecto prominente de Porfirio se notaba en el calzoncillo que sólo llevaba puesto, se notaba esas poderosas piernas juveniles bien desarrolladas, esos brazos bien fornidos con un pectoral amplio y musculoso, de pronto se detuvieron, Porfirio se acuclilló delante del niño tomándole los hombros con sus manos y pasándole luego las manos por las mejillas, le iba diciendo al niño a través de gestos corporales que se tranquilice porque no le iba a pasar nada malo, que sus padres no lo sabrían, vi ambas espaldas y ambos culos humedecidos delimitados por la tela de calzoncillos humedecidos, cuya agua se deslizaba por las piernas amoldando la humedad esos glúteos deliciosos, luego vi que se adentraban en el monte al movimiento de los pies descalzos caminando en esos bancos de arena brillosa al sol imperante, entre mí me decía si seguirlos o quedarme, tenía miedo que me descubriesen, Porfirio así como tenía un dulce modo de trato también lo había visto de un carácter muy fuerte tratándonos con mucha autoridad en los entrenamientos más a mí no me gusta que me maltraten, más, al saber que lo que iban a hacer no era correcto y le disgustaría a Porfirio por tanto ser visto por mí persona.
Pero como siempre mi inquietud primaba, dejé sobre unas ramas cubiertas el par de aves que había cazado y caminé con sigilo, a través del monte alzado pude ver las dos siluetas que llegaban a un claro debajo de un frondoso árbol, era una loma apartada, yo un poco lejos de allí me subí a un frondoso árbol, sin dejar de ver lo que hacían, desde allí vi cómo Porfirio le deslizaba el calzoncillo a Daniel Adrián desde la cintura y deslizándose por las piernas rellenitas hasta llegar a cubrir los talones y esos hermosos pies alargados de bajo empeine y dedos alargados que tanto me gustaba rozar con mis pies cunado estamos a solas, pero ahora vi que el nene se miraba el pene sin pelos de seis años dejándose agitar con los dedos de Porfirio hasta ponerlo erecto, lo puso delante de su cara en el momento en que ya estaba acuclillado, para mí fue sorpresa ver aquel hombre a quien tanto admiraba hacer ese acto de sexo oral en el niño, aquel hombre que era un referente de respeto, hacer eso, al verle me daba sorpresa e incredulidad pero allí estaba esa realidad, Porfirio miraba el rostro del pequeño tratándole de sacar una sonrisa de ese rostro infantil que dibujaba timidez, le ayudó a que se apoye con sus manos en sus hombros para alzar los pies y liberarse del calzoncillo, le hizo acostar a mi amiguito lentamente sobre la arena, le hizo abrir las piernas para dejar al descubierto el pene, la cara de Porfirio se posó sobre el pene de Daniel Adrián, sus mejillas rozaban ese pene, lo olía y le miraba al rostro tratando de sacarle una sonrisa, quise ver desde más cerca, camine dentro del monte con sigilo y cautela, en ese momento Porfirio se puso en pie delante del acostado Daniel Adrián, se deslizó el calzoncillo y pude ver más de cerca ahora a ese pene prominente cabezón velludo que rozaba los testículos de Daniel Adrián pasando por el tronco de su pene sin pelos, se notaba la diferencia abismal de edades de ambos en ese roce de penes, Daniel Adrián miraba eso, no era el primer pene que le hacía esto pero el tamaño de ese pene era especial para él, vi el voluminoso culo de Porfirio que se movía alzando y bajando las caderas, la carita de Daniel Adrián estaba debajo del pecho de Porfirio que tenía una buena estatura, las manos sustentadas en el suelo con los brazos estirados daban un cuadro sexual atrayente al alzarse y bajarse las caderas, su boca besaba la frente, el mentón, iba besando el pecho, el ombligo haciéndole cosquillas, sacándole sonrisas a Daniel Adrián, la boca recorría besando y lamiendo la pelvis y los testículos hasta llegar a ver ese pene erecto, lo cubrió totalmente con su boca, así en ese instante Porfirio miraba el rostro de Daniel Adrián que tenía los ojos cerrados sintiendo ese pacer que le daba la boca de Porfirio a su pene sin pelos, al sacarlo vieron lo ensalivado que estaba, de repente Porfirio se apartó de Daniel Adrián, ahora Porfirio se acostaba sobre la arena con su pene erecto siendo manoseado, le decía a Daniel Adrián que lo bese, que lo acaricie, para el nene sería la primera vez que lo haría, su carita se puso sobre el pene erecto y rozaba esas mejillas infantiles en ese tronco prominente de pene velludo, como a que Daniel Adrián le gustaba eso, Porfirio lo había notado y ese era el momento de comprobarlo aquí en el río, la cara de Daniel Adrián recorrió por completo el pene de Porfirio a base de roces, luego le besaba la punta del glande cabezón, al abrir la boquita no todo el glande entraba, Porfirio sonreía pues a sus órdenes Daniel Adrián trataba de metérselo en su cavidad bucal, sin tener éxito, por lo que se dedicó a pasar a lengua por los testículos y lamer el tronco el del pene hasta dejarlo ensalivado, Porfirio le dijo a mi amiguito que le escupiese el pene varias veces, luego lo apartó al niño y se puso en pie.
Instantes después le hizo acostar de espaladas a la arena a Daniel Adrián, viéndose el pene ensalivado, le dijo al niño que abriese las piernas y que se las sostenga con sus manos como le había enseñado en los entrenamientos deportivos en la escuela, el niño obediente siguió las instrucciones así en esa postura el pene de Porfirio rozaba su glande por el traserito del pequeño, rozándole los testículos yendo a que ambos troncos de pene se rocen, tanto así que el pene de Daniel Adrián era cubierto por los pelos del pene de Porfirio, yo pensaba en mi imaginario que esos movimientos eran seguramente la primera vez que en el culo de Daniel Adrián se tomaba el contacto con el pene de Porfirio pues éste le decía al nene que lo tenía delicioso por lo que lo culiaba de esa manera, teniéndolo así tan de mejor manera, yo me imaginaba que era así pues ahora entendía esos tocamientos que le hacía en privado o al disimulo en los entrenamientos o quién sabe si también en la oficina cuando dejaban los implementos deportivos, pero, recapacité, si, tal vez allí fue la primera vez y no ahora, si, tal vez allí Daniel adrián sintió en su culo el pase del pene de Porfirio por primera vez, podría ser así pues Daniel adrián se dejaba hacer sexo de Porfirio con sutileza en estos momentos, Porfirio había preparado el camino sexual en Daniel Adrián para llegar a lo que ahora estaban haciendo, eso me dije en ese momento en lo que los veía que Porfirio lo culiaba a Daniel Adrián.
Luego el pene de Porfirio dejó de moverse quedando sobre el pene del nene, le decía que así le gustaba tenerlo, que se dejase un rato más, que sienta que lo estaba culiando, que le iba a dar leche, así que Porfirio movía las caderas, tiempo después el glande aún ensalivado entró entre los glúteos en dirección al ano, le dijo que no se mueva, que iba a sentir delicioso, que había llegado el momento de saber, yo me dije desde esa distancia que los escuchaba, saber qué, no di a meditar más pues Daniel Adrián dio un gemido salido de su boca luego de que el pene rozaba el culito, las piernas alzadas del nene quedaron en el suelo, los pies ya polvosos con arena se movían, Porfirio en otra faceta histérica que no conocía y que se reflejaba en su rostro hizo que bruscamente ponga las piernas de Daniel Adrián en sus hombros, pese a que la piel del culo estaba con arena lo abrió para meterle el pene a la entrada del ano, quiso penetrarle pero el culito cerrado de seis años se lo impedía, Porfirio comprobaba que ese culito de mi amiguito era virgen, quiso seguir, pero se contuvo pues ya salía leche de su pene que se impregnaba en la piel de los glúteos del culo de Daniel Adrián
Quedaron acostados en la arena, ambos tomándose los penes, Porfirio se ponía en pie, vi la parte posterior de su cuerpo, era musculoso, no entendía hasta ahora el porqué de eso que hacía que yo sabía que no era correcto, más, en la gente de su edad, pero bueno allí estaba él orinando y mi amiguito acostado viéndolo, Porfirio se acuclilló delante de él pude verle ese pene aún erecto que casi rozaba con la arena del suelo, le acariciaba el pelo y las mejillas, le estiró la mano sosteniéndole para levantarle, volvió a acariciarle del pelo, se pusieron los calzoncillos yendo de regreso en dirección al río, Daniel Adrián iba cabizbajo como era su costumbre cuando a él lo culiaba, se metieron al agua a quitarse la arena del cuerpo, jugaron un poco a las topadas, ya para ese momento la timidez se diluía en el rostro de Daniel Adrián, primaba la confianza ante el acto sexual, eso se notaba en el rostro de ambos, vieron de cara al sol, era tarde, así que era el momento de partir, yo fui en busca de mis aves, había conocido entonces a otra persona que le hacía sexo a Daniel Adrián, y también ahora yo tenía un criterio muy diferente de Porfirio.
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!