CACHA-PERRA-12
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos..
Se celebraba la fiesta de fin de año en el pueblo, días antes en navidad mi mamá la había pasado mal con su sangrado, tiempo después supe que se había tratado de un aborto, la mamá de Luis Mario estaba enterada, ese último mes de 1972 para mi mamá fue desconcertante y ni hablar de la fiesta de fin de año, se quedó en el cuarto y a mí me dijo que vaya a divertirme, caminé con unos amigos del pueblo, los chis piadores y petardos eran la novedad esa noche, muchas casa de manera distinta se preparaban para celebrar la llegada de 1973, ya se podían ver beodos por las calles, otras personas aun arreglando guirnaldas de fiestas en las entradas de sus casas, el pueblo era chico en se entonces pero muy colorido por la algarabía de sus habitantes.
Recuerdo que en esa noche caminaba por el parque del pueblo, algo oscuro en ciertos sectores por la escasa iluminación de luz eléctrica por el racionamiento imperante, pero sin embrago recuerdo que era una bonita y algo fresca noche de luna llena, propia para celebrar pues no había llovido en los últimos días como de costumbre que se hacía en esa época del año, aún la tierra estaba húmeda, yo iba puesta mi camisa con mi pantaloncito corto y mis sandalias con calcetines, vi de lejos bien arreglados a doña Eulalia y a sus dos hijos Raquel y Daniel Adrián, por ese tiempo su esposo don Amarildo se dedicaba a la bebida y a sus amantes así que no era raro ver a la mujer paseando con sus hijos sin su esposo, inclusive pocos momentos antes habían tenido una pelea en la que sus hijos eran los testigos siempre de aquello, la fiebre del oro y la consecuente bonanza económica al patrón lo había despreocupado del cariño a su familia, se dedicaba a lo material, doña Eulalia nos llevó a tomar gaseosa, su mirada era distante por esa calle de pueblo, sus piraba, tenía sus manos entrelazadas, se notaba su ansiedad, su angustia, como deseaba salir lo más pronto posible hacia algún lugar, eso l taba en su mirada, se puso en pie con determinación y me dejó al cuidado de sus hijos para jugar en el parque y me dijo que luego los lleve a casa pues había un fiesta a la que yo estaba invitado, le agradecí por los helados que nos dejó comprando y con gusto me puse a jugar con ellos y otros niños del pueblo, más me fijé la dirección que había tomado la mujer, iba por la calle distante que daba al cuarto del carnicero Manolo, él estaría solo pues su hijo Gudencio por estas fechas lo pasaba en la ciudad con sus abuelos de parte de su difunta madre, a veces yo pensaba y me daba cuenta que Gudencio era un estorbo para el carnicero pues lo trataba mal en la mayoría de ocasiones que estaba en el mercado, Raquel y Daniel Adrián estaban bien presentados en su ropa y olían bien, yo jugaba con ellos cuidando de no ensuciar la ropa.
Pasó por nuestro lado nuestro amigo Porfirio, su hermano el profesor se había ido a la ciudad a visitar a familiares, Porfirio decidió quedarse para disfrutar de la fiesta del pueblo, tenía muchos amigos y era una de los invitados a la fiesta en casa de doña Eulalia, el pequeño Daniel Adrián d seis años en cuanto lo vio se acercó para abrazarlo, era mucha la confianza que tenía con el adulto, tiempo después Porfirio sacó de su bolsillo unas golosinas que nos regaló a cada uno de los que estábamos jugando, los más pequeños saltaban de gusto entre ellos Daniel Adrián, yo me senté junto con Porfirio y los demás a probar esas golosinas en el bancos de asientos del parque, estaban muy ricos, vi la mirada fija de Porfirio en los labios de Daniel Adrián al pasarlos por la golosina, vi que su mano pasaba delicadamente por el muslo de la pierna de mi amiguito, yo sabía de lo sus intenciones, luego nos pusimos a jugar en el parque con Porfirio a las topadas y a las escondidas, en una de esas acciones de escondidas pude ver a Daniel Adrián arrimado a un árbol, estaba un poco oscuro por efectos de la luz de luna, pero se apreciaba el cuerpo encorvado de Porfirio detrás de mí amiguito que se quedaba quietecito sintiendo el roce de las caderas con el pene vestido de Porfirio que rozaba su también culo vestidito, no me dejaba de ver, vi que la mano de Porfirio se metía por detrás del pantaloncito corto del niño tratando de manosearle y que sintiera seguramente el pacer de ese manoseo, sorprendentemente Daniel Adrián se dejaba, recordaba lo que hicieron en el río tiempo atrás, Porfirio aproximó su cara a la del niño, algo le dijo al oído porque luego asentía con su cabeza mi amiguito Daniel Adrián, a los gritos de Raquel nuestro amigo Porfirio y Daniel Adrián salieron en carrera, yo me quedé un momento más, quería ser el último en salir para tocar la base y ganar, esperé y esperé un poco más, al rato salí a topar base y gané, eso me llenó de alegría el haber ganado el juego, sólo que al salir vi a mucha distancia que Porfirio llevaba de la mano a Daniel Adrián por esas calles empolvadas del pueblo, se perdieron en esa oscuridad a la luz de luna, Raquel estaba jugando con sus amiguitas en el parque, yo me quedé inquieto, pregunté a Raquel por el niño y me supo responder que fue a comprar en compañía de Porfirio, que volverían pronto, las niñas me entretuvieron un rato con sus juegos pero el niño no venía, sin decir a donde iba dije a Raquel que me esperase, que pronto volvería con Daniel Adrián, yo me imaginaba dónde estarían.
Caminé mucho con la intención de ir al cuarto donde vivía hasta llegar a los alrededores de la escuela, era un lugar apartado con poca luz, efectivamente supe que allí estarían por lo de la puerta sin candado que estaba apegaba cosa que no sucedía en las noches por la previsión de nuestro profesor en el cuidado de las pocas cosas valiosas que había en la escuela, caminé con sigilo, vi una leve luz en el extremo más apartado de la escuela, estaba en mi delante esa bodega, Porfirio había planeado bien llevarlo allí a Daniel Adrián pues por ese sector no había viviendas y era apartado del pueblo, ahora mismo los pobladores se dedicaban a estar en las calles próximas al parque central del pueblo y más aún en sus casas esperando las fiestas, escuche que conversaban, la luz de vela no se reflejaba con su poco haz luminoso hacia la calle, nadie podría pensar siquiera que alguien estuviese en la escuela, con cuidado de que no se note mi presencia caminé sigilosamente, llegué a pararme en una tabla cruzada sobre un tanque pegado a la pared y efectivamente allí estaban, los vi a través de un boquete de tragaluz el cual me permitió observar a Porfirio sentado en una silla y sobre sus muslos estaba sentado Daniel Adrián, vi la ropa de ambos colgada en un rincón, los dos cuerpos estaban sentados completamente desnudos, las manos de Porfirio pasaban acariciando los muslos del niño, Porfirio tenía la cara pegada a la cabeza de mí amiguito, le estaba oliendo el pelo para luego con sus labios besarle el cuello y la nuca, la nariz de Porfirio rozaba la nuca de Daniel Adrián una y otra vez, una y otra vez con sus ojos cerrados, los pies de Daniel Adrián se agitaban al aire, los talones rozaban las espinillas y pantorrillas de las piernas de Porfirio, las manos recorrían las piernas de Daniel Adrián, esos dedos adultos tocaban y agitaban el pene infantil, la cara de Porfirio se apoyaba en el hombro de Daniel Adrián viendo cómo esos dedos agitaban el pene y lo ponían duro, tieso y erecto, seguían los besos en el cuello, las manitos se entrelazaba en su pechito, lo puso en pie haciendo que el pecho velludo se apegue a la espalda de mi amiguito que seguí viéndose tímidamente el pene, las manos de Porfirio rozaban el pecho bajando por el abdomen y llegando otra vez a agitar el pene sin pelos de Daniel Adrián, así parado lo acomodaba bien para que con sus manos abriese los glúteos y su pene erecto grueso y peludo pueda rozar entre esas masas voluminosas de lindo culo que tenía Daniel Adrián, vi el roce del glande en la piel del culo, vi cómo lo inclinaba un poco abriéndole lo más que pudo el culo y escuché un leve gemido de Daniel Adrián seguramente al sentir el glande de Porfirio en la entrada de esa cuevita con excremento, vi cómo lo ponía en posición perrito y lentamente le iba acariciando la espalda para estimularlo seguramente, ahora las manos de Daniel Adrián estaban apoyadas en el suelo con los brazos estirados, las rodillas también apoyadas en el suelo, miraba para atrás con su carita viendo que el cuerpo de Porfirio se colocaba sobre el cuerpo dándole varias caricias en los glúteos y le lamía la entrada del ano riendo bien los glúteos para impregnar de saliva esa piel infantil, Daniel Adrián miraba el pene adulto colgado que con la mano Porfirio lo sostenía rozándole el culo, luego lo sostenía al niño de las caderas haciendo lo posible para que el pene roce por ese lubricado culito, vi que Daniel Adrián mordía los labios, Porfirio trataba de penetrarlo, de desvirgarlo, Daniel Adrián actuó rápido tendiéndose en el suelo, Porfirio quedó apoyado de manos en el suelo con los brazos extendidos viendo debajo de su cuerpo el de Daniel Adrián, el pene quedaba en el aire, le decía que le dolía que por allí ya no, Porfirio sin decir palabra se acostó al lado de mi amiguito, le acarició la espalda y le besaba los glúteos pues Daniel Adrián seguía acostado de cara al piso, con sus brazos extendidos en señal de rendición, Porfirio se puso en pie y lo llevó a sentarse en la silla con él, lo tenía sentado sobre sus muslos velludos musculosos, le besaba el cuello constantemente diciéndole algo al oído frases motivantes seguramente pues se notaba relajado el cuerpo de Daniel Adrián, miraron a donde estaba una especie de colchoneta y lo llevó a Daniel Adrián a ese lugar donde estaba en ese rincón, allí lo acostó de espaldas, le alzó las piernas poniéndolas en el pecho fue con su cara al culo abriéndolo y escupiendo en la entrada del ano, las manitos de Daniel Adrián sostenían los muslos, a esa postura mi amiguito ya estaba acostumbrado, yo viendo eso tragaba saliva y sentía mi pene erecto que se quería salir del pantalón, me agarré las manos de los barrotes, sentí garúa en mi espalda pero eso no me distrajo de ver que el pene de Porfirio rozaba y trataba de entrar en el ano ante los gemidos de Daniel Adrián, ante esos gemidos Porfirio le decía que nadie los escuchaba, estaban lejos y solos y que ahora sentiría más de lo rico que es culiar, así que se inclinó con sus cuerpos sobre el de Daniel Adrián y sosteniendo el pene con una mano lo punteaba al culo del infante de seis años, las manitos de Daniel Adrián se aferraban con fuerza en la tela de la lona al momento que las caderas de Porfirio se movían suavemente, escuchaba que le decía que tenía un culo delicioso, un coquito cerrado ero que ahora se lo iba a abrir, a través de la leve luz de vela se podía ver esos cepos desnudos acostados en el rincón sobre esa colchoneta, Daniel Adrián siendo sometido por Daniel Adrián que le pedía que ya no más porque le dolía mucho, Porfirio uno pausa, le pasó la mano or la frente y allí mismo le dio besos diciéndole que ya faltaba poco, que confía como siempre en él, que esta noche sería especial para los dos, yo tragué saliva cuando le dijo a mi amiguito que se lo iba a romper el culo, así de simple, que con ello ninguno se olvidaría del otro,
El destino me daría la razón de lo que hice en ese momento, vi el rostro de angustia de mi amiguito cuyas manitos de dedos alargados se aferraban a los brazos de su sodomizador suplicándole que ya no más, se notaba su angustia al momento que sentía ese deslizamiento del pene de Porfirio por su cuevita de culo hermoso sedoso, para tranquilizarlo le dijo que mire a su pene cómo se deslizaba por su culo, que mire cómo lo estaba culiando, que sienta lo rico que eso es, pero los ojos de Daniel Adrián miraban a otro lado en señal de desaprobación, vi la cosa que iba en serio pues los gemidos y jadeos de Daniel Adrián se incrementaban, pensé que momento después se venía la desvirgada de mi amiguito, me armé de valor, bajé presuroso pero con cuidado de donde estaba parado, vi unas piedras a mis pies, tomé un par y al escuchar los gemidos de Daniel Adrián no dudé en lanzarlas al aire para que caigan en el techo de zinc de la bodega donde estaban, corrí lo más que pude sin detenerme saliendo de la escuela por la oscuridad, me arrimé a un tronco de un frondoso árbol aledaño de la escuela, vi desde allí que se apagaba la luz de la bodega, y en un par de minutos o tres vi salir a Daniel Adrián presurosamente arreglándose la ropa en dirección al pueblo, mientras que luego de un gran rato un agitado Porfirio cerraba con candado el portón de la entrada de la escuela ingresando a su interior.
Caminé presurosamente mirando a todos lados, efectivamente Daniel Adrián estaba jugando con su hermana Raquel y otros chicos allí en el parque, estaba algo despeinado y su pantaloncito corto algo polvoriento, me preocupé por él pues obedecía el mandato de su madre doña Eulalia para que lo cuide y que no estuviese sucia su ropa, así que lo llevé de la mano a una llave pública del parque esperando que a esa hora hubiese agua, para suerte mía si había, esa llave quedaba a oscuras en un extremo poco alejado del parque, le dije mi contrariedad por verlo así ya que su mamá le llamaría la atención, Daniel Adrián no decía palabra alguna, eso era lo maravilloso de su personalidad que era humilde y tímido, lo llevé a la oscuridad un poco apartado del parque y allí se dejó que le quite el pantaloncito corto para llevarlo a humedecer algo con mis manos, lo dejé allí en ese oscuro y apartado lugar para que no sintiera vergüenza de que lo viesen los transeúntes, Raquel de lejos se acercó verme lavar la ropa, preguntó por su hermano y le dije que estaba en buen recaudo, vio que tenía limpiando el pantaloncito corto, le dije que fuese a seguir jugando que ya íbamos a jugar con ellos, Raquel me dijo que ya deseaba ir a casa a la fiesta pues ya habría llegado su mamá , le dije que lo haríamos una vez que limpie la ropa y lo vistiese a Daniel Adrián, yo instintivamente me rascaba mi pene mientras le hablaba y ella me vio esos movimientos de mi mano en la entrepierna, Raquel se metía la mano a su vestidito, yo a propósito me lleve la mano al pene vestido y ella hizo lo mismo con su cuevita vestida, nos sonreímos, las amiguitas la llamaron y se fue no sin antes decirme que no me demore, asentí y la vi partir al parque, esos movimientos de sus manos me pusieron el pene erecto, al ver ya algo humedecido libre de mugre el pantaloncito corto de Daniel Adrián fui a donde él estaba, lo vi parado arrimado al árbol, estaba de espaldas y pude ver que una de sus manos estaba manoseándose el culo sacando de allí su mano llevándosela a la cara para olerla, lo mismo tenía la otra mano metida en el calzoncillo en delante tocándose el pene y se la sacaba para llevársela a la cara para también olerla, me acerqué detrás de él, lo abracé por detrás, dio vuelta apartándose un poco de mí, comprendía su actitud por lo que había pasado y le había visto pero yo tenía deseos, él estiró sus manos para agarrar el pantalón corto, pero no le di la prenda, la puse a un lado sin que se ensucie, le bajé los brazos, lo tomé de la m llevándolo más adentro del monte en la oscuridad para estar seguro de que no nos viesen, él me vio que le bajaba el calzoncillo mostrándose el pene lampiño que de inmediato instintivamente se llevó a cubrirlo con sus manitos, yo estaba tan caliente que recuerdo que lo acosté con brusquedad, así quedó por unos instantes mientras me sacaba el pantaloncito corto y el calzoncillo, me acosté encima de él, no me importaba si mi ropa se ensucie yo lo que quería cogérmelo a Daniel Adrián, lo deseaba, sentía como celos de que ese pene que ahora rozaba con el mío estuviesen minutos antes con el pene de Porfirio, sintió el roce de mi pene por su pelvis, le dije que mire cómo lo culiaba y otras frases parecidas a las de Porfirio, luego de tanto rozarnos los penes me aparté de él, quise que se acueste de nuevo pero no quería, lo abracé por detrás inclinando mi cuerpo a su cuerpo que estaba en pie con la idea de que mi pene roce ese culito de Daniel Adrián , le decía al oído para seguir pero él no quería, de tanto insistir cordialmente y él de negarse en forma huraña opté por decirle con celos que cómo si se dejaba hace poco de Porfirio en la escuela, es más le dije que los vi y que fui yo quien lanzó las piedras al techo, Daniel Adrián quedó estático como si un balde agua fría le hubiese caído en ese cuerpito delicioso de seis años, no esperé otra reacción suya le hice acostar lentamente haciéndole que se vire de tal suerte que su carita diese con el suelo húmedo del lugar, su pecho se llenó de mugre, pero no me importaba, me acosté encima de él, no había palabras, Daniel Adrián se dejaba hacer sexo de mi parte, mi pene rozaba ese culito, como nunca por vez primera fue muy tosco en hacerlo, estaba desfogando eso que vi en la escuela, yo también le abrí el culo escupiéndole saliva y pasando mi pene húmedo sólo que mi pene era virgen del mismo modo que el culo de Daniel Adrián pero sin embrago traté de perforarle, ambos sentimos molestias, él en su culito pidiéndome que ya no más y yo un latido y deslizamiento leve de mi glande que l topármelo con el dedo me molestaba, me dio ganas de micciar y a mi lado lo hizo Daniel Adrián, estaba serio y pensativo cabizbajo, no osaba verme a la cara, sentía vergüenza de mí, no era para menos cometer yo la imprudencia de decirle que lo había presenciado todo, como pude lo limpié y salimos al encuentro con Raquel para ir a la fiesta en su casa, faltaba poco para la medianoche.
Estando allí el baile se daba a todo furor, los invitados a la fiesta gozaban del evento, la más animada y algo mareada era doña Eulalia, bailaba poco decorosamente con los invitados, era su jovial forma de ser, en un rincón estaba Porfirio algo mareado, tenía sentado sobre sus piernas a mi amiguito Daniel Adrián sus manos apoyadas en los muslos del niño que le sobaban, la cara del hombre se posaba sobre la cabeza del niño, repetidamente le besaba el pelo, pasaban desapercibidos pues se conocía la amistad y confianza que Porfirio tenía para con los niños del pueblo, pero yo sí sabía de aquellas intenciones, cabizbajo y algo inquieto Daniel Adrián me miraba y a la vez con vergüenza trataba de alejarse de Porfirio ante mi presencia, creí que había cometido un error en decirle lo de la escuela en esa noche, la fiesta continuaba, hasta que llegó el dueño de casa muy borracho, doña Eulalia se encontraba justo bailando con Manolo su amante, vi que don Viche lo acompañaba a don Amarildo, los dos muy borrachos que no se podían estar en pie, Raquel recibió a su padre en la puerta y lo llevó a sentarse junto con don Viche, doña Eulalia muy indiferente bailaba animosamente con su amante, los padrinos de Daniel Adrián vieron todo aquello y optaron por retirarse despidiéndose del niño.
De a poco los invitados iban retirándose, yo hice lo mismo y me despedí de doña Eulalia, no lo hice del patrón pues junto con don Viche estaban completamente dormidos, del mismo modo Raquel y mi amiguito Daniel Adrián estaban dormidos en sus cuartos, vi sentado a Manilo que se despedía de mi agitando su mano, me imaginaba que se quedaría a dormir para hacer lo de siempre con doña Eulalia en la madrugada, salí de la casa y vi delante de mí un vehículo estacionado en donde ingresaba el cuerpo de un hombre que yo antes lo había visto, ese hombre de nombre desconocido para mí estaba bien vestido y tiempo atrás me había regalado dinero, al verme sonrió, yo le respondí del mismo modo, nuestras miradas se cruzaron por un instante hasta verle partir, sentí una mano que se apoyaba en mi hombro por detrás, era Porfirio, juntos caminamos por las calles semi oscuras del pueblo, ya la garúa empezaba haciendo muy fresca aquella primera noche de 1973, me tomó del hombro con su mano apoyada, luego sentí su abrazo al ver que estábamos solos caminando por las calles, sacó de su bolsillo un cigarrillo y una fosforera, nos sentamos un momento en el parque a charlar, todavía había uno que otro transeúnte beodo festejando, pero más primaba la soledad del lugar donde estábamos, conversamos por un rato y fue en donde supe a través de su estado etílico de sus intenciones pues su mano se apoyaba en mis muslos y yo discretamente me le hice el quite, pero él insistía en sus deseos, ya en confianza me decía que estuvo con una hembra muy hermosa de piel suave la cual lo había dejado picado con ganas de haberle dejado leche en su culo, me miraba a los ojos y le respondía a su risa, yo sabía que a la hembra a la que se refería era nada más y nada menos que mi amiguito Daniel Adrián cuando estaban en la escuela y fui yo quien les interrumpió el sexo, Porfirio sin saber de aquella aventura mía me abrazó uniendo nuestras mejillas, podía oler el alcohol salido de su boca, aquel tufo, me acarició el pelo y fue bajando su mano por mi espalda, me dio un beso en la mejilla, quise de nuevo hacer el quieto pero esta vez con un no sé por qué sólo cerré mis ojos y me dejé besar, sus besos con labios húmedos me hicieron lanzar una exhalación leve, sentí que sus manos se entrelazaban a las mías, yo miraba con vergüenza a los alrededores, a mis diez años, yo sabía que lo que estábamos haciendo no era correcto y temía que alguien nos podía ver y decirnos jotos, fue en ese instante en que me dijo al oído frases bonitas motivadoras, yo entrecerraba mis ojos, era una situación comprometida, me decía que si yo deseaba recibir su leche en mi culo, entrecerré mis ojos y al abrirlos bien vi el pene de Porfirio salido de su pantalón que lo agitaba, sus manos deslizaban por ese tronco peludo de pene que lo estaba viendo por vez primera, tomó mi mano temblorosa conduciéndola a tocar su pene, me dijo que conozca a su amiguito, sentí la tibieza de ese pene que antes se había deslizado por el culo de mi amiguito Daniel Adrián, luego se lo metió dentro del pantalón, Porfirio sacó de su bolsillo un billete de mediana denominación, para mí a mis diez años creía que ese billete representaba a mucha plata, lo agitaba delante de mi cara, él sabía de mi condición humilde, sabía que ese dinero me vendría bien, mirábamos a los lados en un largo silencio por un instante, me dijo que qué le parecía la idea, yo cabizbajo estuve por unos segundos, él me seguía preguntando con insistencia si aceptaba continuando con el agita del billete en su mano, yo cabizbajo asentía con timidez, recelo y vergüenza, yo en fin aceptaba, me acarició el pelo y me dio un beso en la mejilla me puse en pie junto con él y sin palabras caminamos en ruta a su cuarto, me dio el billete que lo puse en mi bolsillo, me sentí algo contento, para Porfirio eso era una buena estrategia porque con eso me comprometía a acompañarle, la bruma y garúa daba en nuestro rostro, la noche se hacía más fría, me dijo que al llegar al cuarto yo corriese a la entrada de la puerta primero y él seguiría después ara no dejar sospechas, seguramente pensó en no llevarme a la escuela por lo que le había pasado con Daniel adrián y alguien ya sabía de sus aventuras en ese lugar, caminamos un par de cuadras y ya miraba al frente la casa de renta de cuartos, yo ya había estado antes cuando el hermano de Porfirio me pedía que le lleve los materiales a ese humilde cuarto donde vivía, iba con otros compañeritos pero todo era normal, ahora no lo sería, me iba imaginando lo que me haría y cómo me lo haría, tragué saliva y en mi inocencia sólo alcance a romper el silencio de nuestro caminar diciéndole que no me lo hiciera doler, Porfirio me miró sonriente llevándose la mano a su pene vestido que empezó a manosearlo mientras caminaba, emitió una amplia sonrisa y me acarició el pelo aferrándose a abrazarme con su brazo generándome confianza, al llegar a la entrada de la casa de arriendo vimos a mucha gente aglomerada, había un escándalo, nos acercamos y vimos a los policías rurales que se llevaban el cuerpo de un hombre acuchillado momentos antes, otro sentado en la acera sujeto por dos policías, eran dos forasteros comerciantes competidores que venían a celebrar el año nuevo y por discusión fueron a pelear acontecido ese lamentable hecho, vi el rostro contrariado de Porfirio, me sentí tranquilo, me dijo que me dirija a mi casa, me despedí asintiendo y cabizbajo, sentía que me miraba al partir, llevaba en el bolsillo un billete suyo, antes de virar la esquina lo vi entrar en su cuarto, me acuerdo que sonreí, me había ganado fácil ese dinero, caminé a casa, mi mamá aún estaba despierta, nos dimos el abrazo y le contaba detalles de la fiesta, puso un rictus en su rostro cuando le hablaba de la forma en cómo los patrones se trataban y delos invitados a la fiesta, pero para mi sorpresa mi mamá dio un sobresalto levantándose de la silla cuando le dije de la presencia en mi delante de un hombre bien vestido que salía de la casa de doña Esperanza la mamá de Luis Mario, ella me preguntó por detalles de su cuerpo, le dije que poco lo había visto, dos veces, se acercó a pedirme más detalles físicos de ese hombre, yo con cierto asombro le fui describiendo, el rostro angustiado de mi mamá iba acompañado se su caminar en círculos haciendo puño en su mano llevándosela a su boca, se notaba contrariada, se sentó tomándome de las manos acercándome a aquella, yo en pie en su delante recibía sus caricias en mi pelo y en la frente, me decía que le prometiese no acercarme a ese hombre, que era peligroso, no entendía ni podía pedirle explicaciones pues respetaba mucho sus órdenes, sólo me atreví a preguntarle si ese hombre era el papá de Luis Mario y si era el esposo de doña Esperanza, mi mamá bajó su rostro mirando al suelo, le salieron unas lágrimas, con mis manos las quité d su rostro, sus ojos llenos de llanto me miraron, no recibí respuesta verbal pero sí un fuerte abrazo de mi mamá.
En mi cama meditaba lo que había pasado aquella última noche de 1972 y la primera madrugada de 1973, muchas cosas eran confusas en mi mente y no asimilaba juicio de algunas acciones que vi, pero en otras sí, tenía sentimientos encontrados, me intrigaba la personalidad de ese hombre que para mi madre era una mala persona, yo no lo sentía así en las dos veces que lo vi, pero por algo mi madre me lo decía, vi en la silla el pantalón corto con el que había salido esa noche, dentro estaba el billete que me obsequió Porfirio, dormí pensando en aquella deuda pendiente.
Continuará…
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