CACHA-PERRA-14
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos..
Los días pasaban algo lluviosos, la mayoría del tiempo había mucho calor y de la escuela salíamos sudorosos, nos tocaba de regresar a nuestras casas a beber mucha agua, en mi caso iba al mercado donde me esperaba mi mamá para que le ayude a lavar los platos del restaurant que tenía como dueña a doña Eulalia, ya para esa hora en que llegaba habían pocos comensales, entre ellos estaba el profesor con su hermano Porfirio, la mirada fija de Porfirio en mi persona se hacía notar, yo con recelo me había apartado un poco de él tras lo sucedido hace varias semanas, a Daniel Adrián se le había pasado el recelo de lo que aquella noche, típico de su carácter y su edad inocente, parece como que había olvidado y de esa manera mi amiguito se acercaba muy amistoso a Porfirio quien le acariciaba el pelo en señal de cortesía delante de la madre del pequeño, Daniel Adrián gustaba comer al lado de Porfirio en las mesas del comedor del mercado, refiriéndose al niño decía que iba a ser un gran deportista, pero yo sabía que no era cierto, más lo decía para quedar bien con la madre y el hijo, realmente Daniel Adrián no tenía esas habilidades que describía, pero todo valía para tener confianza con los niños y los padres.
Recuerdo que para esa tarde no había llovido y se presentaba un sol intenso, propio de la zona tórrida del país donde yo vivía, una vez que los hermanos terminaron de comer iniciaron una conversa con mi mamá y doña Eulalia, Porfirio se quejaba del calor y le invitaba a su hermano para bañarse en el río, el profesor no quería ir pero ante tanta insistencia de mi mamá y doña Eulalia lograron convencerlo, es más, nos dieron permiso a mí y a Daniel Adrián para ir con ellos, me alegré a medias pues quería sacarme el calor con el sudor del cuerpo, pero a la vez pensaba con recelo en Porfirio, de todo lo que le había visto hacer con los niños más pequeños que yo, en especial con mi amiguito Daniel Adrián, de todos modos fuimos al río a bañarnos, mucha gente miraba con respeto y admiración al profesor y a su hermano lo saludaban jovialmente al pasar pues esa era la característica de su personalidad contrapuesta a la de su hermano el profesor.
Caminamos por el sendero hasta llegar a una gran playa donde estaban bañándose poca gente, llevaba de la mano a Daniel Adrián, la mirada de Porfirio se centraba en ver los traseros de Daniel Adrián y el mío, íbamos vestidos con un short, remera ligera y sandalias, que al llegar las dejamos sobre una roca junto con las remeras, caminamos sobre la arena, luego jugamos a las luchas en los que participaba Porfirio, miraba con fijación los pies de Daniel Adrián que levantaban la arena, ese pene infantil amoldado a la tela del short ajustado, y así al estar acostado Porfirio sobre Daniel Adrián trataba de rozarle el pene vestido sobre la pelvis, los dos penes se rozaban sobre la tela, ambos reían por los movimientos de lucha, Porfirio nos enseñaba a luchar a su manera, nos tocaba las partes íntimas al hacerlo, nuestros cuerpos quedaban llenos de arena impregnada en nuestra piel, así que fuimos al agua, al meternos al agua jugábamos animosamente, Porfirio cargaba al niño en sus hombros lanzándolo al agua, luego me tocaba a mí y a otros niños que estaban bañándose con nosotros, el hermano de Porfirio miraba desde lejos sentado en la orilla midiendo la popularidad de su hermano Porfirio, nosotros los alumnos sabíamos que el profesor no sabía nadar, de allí su recelo al agua, Porfirio nos dijo que muy pequeño casi se ahoga, el tiempo pasaba de esa forma y yo me dediqué a hacer castillos de arena con otros niños del pueblo, la tarde avanzaba en el tiempo, el profesor nos miraba jugar mientras descansaba plácidamente debajo de un árbol, la brisa y el polvo se alzaba, Porfirio jugaba en el agua con los niños, yo seguía atento con hacer los castillos de arena con otros niños a vista del profesor, vi a un grupo de niños que venían trayendo fruta de unos árboles adentrados en el río, fuimos a ver fruta del lugar en esos árboles silvestres, me entretuve recolectando fruta que al regresar con ella lo primero que hice fue llevarle al profesor para que coma y beba de la fruta, previamente la lavé en el agua y se la entregué, mi sorpresa fue que no estaba Porfirio ni Daniel Adrián con él ni en los alrededores de la playa del río, le pregunté por ellos y me dijeron que fueron a hacer lo mismo que yo hice el de recoger fruta, me indicaba el lugar por donde se fueron, era por donde había llegado y pensé que se habían ido por otro rumbo no como el que pensaba el profesor al decírmelo también señalando el sendero por donde había yo llegado, dejé al profesor con la fruta y de inmediato regresé por el sendero, me entró un no sé qué por querer correr hacia ellos, así que corrí por el sendero, iba solo, me metí entre la maleza por ese monte, me imaginaba lo que estarían haciendo, debía fisgonear de nuevo, como siempre, era mi natural personalidad habitual, escuchaba voces de niños recolectando frutas por los alrededores donde corría, eso me daba a entender que no había llegado al lugar previsto y que mi amiguito y Porfirio no estaban por allí , comprobé y supe que por ese sector no estaban, caminé más adentrándome entre el monte, subí a una loma cercana al río para ver mejor, no estaban, opté por regresar, pero al regresar vi un sendero paralelo a la orilla del río por el cual no me había adentrado, por allí no había caminado, me subí a un árbol y ahora si vi a esas dos figuras humanas a la distancia, estaban desnudos y acostados en la arena, sonreí de satisfacción al verles así que estaban acostados debajo de unos árboles frondosos, el cuerpo de Daniel Adrián estaba sobre el cuerpo de Porfirio que le pasaba la mano a manera de masajes por la espalda de mi amiguito , la cara de Daniel Adrián se posaba sobre el pecho de aquel adulto, la mano se deslizaba desde la espalda hasta acariciarle el pelo de mi amiguito, los glúteos del culo de Daniel Adrián tenían arena impregnada en la piel, se notaba la mancha de semen en la espalda con restos de arena, mi amiguito se alejó del cuerpo de Porfirio, en ambas pelvis se notaba restos de semen dejado en la piel, Daniel Adrián se sentó en la arena abriendo las piernas de tal manera que el pene rozaba la arena, con sus manitos trataba de sacar ese líquido seminal de su pelvis, se miraba el pene con arena, Porfirio acostado en la arena miraba a mi amiguito Daniel Adrián que ladeaba su cuerpo para pasarse la mano por el culo y llevársela a la nariz para olerla, vio los restos de semen con arena en sus dedos y de nuevo olió su mano, entendí que ya lo habían hecho, que habían hecho el sexo y ahora descansaban, se me dibujó una mueca en mi rostro, no entendía por qué esa repentina actitud en mi persona, como de celos, como de angustia, como e rabia por no haber estado allí en el momento en que hacía el sexo, pero no era el momento de analizarlo pues Porfirio se puso en pie llevando marcado a Daniel Adrián en dirección al agua, se limpiaron y en eso cerca de mí se escuchaba unos pasos que hacían el sonido de quebrar ramas y hojas secas, mi sangre se heló al ver desde el árbol el caminar por el sendero del hermano de Porfirio, iba acompañado con dos niños pequeños casi de la edad de Daniel Adrián, seguramente se había animado a recolectar fruta silvestre pues llevaban algunas en as manos, el hermano de Porfirio iba en dirección a donde estaban Porfirio y Daniel Adrián desnudos en el agua, corrí cuanto pude adelantándome a esconder dentro del monte los calzoncillos y las frutas de Porfirio y Daniel Adrián evitando que no sean vistos, y creo que fue justo a tiempo, pues en ese instante el hermano de Porfirio llegaba al lugar, miré hacia el río y Daniel Adrián con Porfirio no estaban, me alivié un poco, entendí que al verme ellos se escondieron entre el monte seguramente, a las tres personas recién llegadas les dije que el camino para recolectar frutas era por otro lado, este lugar era pescar porque aquí no había árboles frutales, uno de los inquietos niños pequeños caminó por la orilla, lo tomé del brazo, quería contradecirme indicando más adelante el lugar de árboles frutales, lo llevé a donde estaba el profesor y el otro niño, le dije que tengan cuidado porque las serpientes habitaban por allí entre el monte, que yo hace pocos instantes había visto varias, al decir eso se retiraron, pues el profesor decidió no exponerse ni exponer a los niños que lo acompañaban, me pidió el hermano de Porfirio que los acompañe para guiarlos a donde estaban otros árboles donde no hubiera peligro, quise negarme pero mejor opté por acompañarles, así era lo mejor llevarlos lejos para que no los vieran desnudos a mi amiguito Daniel Adrián y a Porfirio.
Luego de recolectar la fruta regresamos al río y vimos que Porfirio y Daniel Adrián ya estaban en la playa del río, el hermano mostraba a Porfirio la fruta recolectada, la amarró en la camisa, Daniel Adrián y Porfirio me miraban con cierto recelo, me habían visto cómo les ayudaba a no ser descubiertos, Porfirio salió del agua sentándose a mi lado a ayudarme con los castillos de arena, me miraba con una muestra facial de un silencioso agradecimiento que se notaba en sus ojos, me sonrió y continuamos jugando, comprendía que había hecho una buena acción pues les había ayudado a que no fueran vistos por su hermano que de ocurrido hubiese sido una gran decepción y ello traería problemas entre los hermanos pues yo consideraba que el profesor desconocía ese gusto de Porfirio por mi amiguito.
Para el profesor era el momento de ir a casa a comer fruta, se retiraba del lugar, se despedía con cortesía de nosotros acariciándonos el pelo, le dijo a su hermano que lo esperaba en el cuarto para luego ir a la tienda a comprar los víveres, Porfirio asintió de buen modo, vi en su mirada como una satisfacción, y no era para menos, todo el tiempo lo pasó jugando con el pequeño Daniel Adrián.
Jugamos por un rato más, ahora eran mayores las atenciones de Porfirio a mi persona, me había ganado su confianza con esa acción protectora, sabía la relación de los dos, ahora en mi delante era más libre y visible esos tocamientos que Porfirio le daba a mi amiguito Daniel Adrián, yo me hacía el desentendido cuando yo miraba a Porfirio que dentro del agua le pasaba la mano por el culo a Daniel Adrián, jugábamos en el agua con otros niños que no miraban esos tocamientos, llegó el momento de partir, tomamos nuestras frutas cubiertas en nuestras remeras, yo caminé en ruta hacia el pueblo adelantando mis pasos junto a otros niños, no veía a mis espaldas a Porfirio y a Daniel Adrián, me senté a esperarles, los niños con los que iba caminando ya se perdían en el camino rumbo a la entrada del pueblo, decidí regresar, llegué a la playa y no estaban, seguramente se desviaron de camino en dirección al otro sendero, otra vez, otra vez, otra vez, me dije al no verlos cerca, dejé la fruta escondida en el monte, corrí por el sendero de monte y árboles frondosos cerca de la orilla del rio y efectivamente los vi en un apartado paraje, allí estaba desnudo Daniel Adrián en posición perrito sostenido de las caderas por las manos de Porfirio cuyo pene lo deslizaba en el culo, las caderas se movían para adelante y para atrás, Daniel Adrián gemía pues Porfirio trataba de penetrar el ano, le decía que ya nomás, que ya, que le dolía, empezó a sollozar, Porfirio se detuvo y fueron a ponerse los calzoncillos, rápidamente salieron del lugar, tomé mis frutas y fui a esperarles sentado en la roca del camino, al verme Porfirio sonreía y Daniel Adrián iba cabizbajo como era de esperarse, Porfirio se justificó en que se le había dañado una de las sandalias, como siempre sonreía dibujando credibilidad en mi rostro asintiendo discretamente en lo que me decía pero en el fondo de mí sabía que no era así, se lo hacía ver en mi mirar.
Llegamos al pueblo, Porfirio se despidió de nosotros con su acostumbradas caricias en nuestro rostros y pelo, tomó dirección a su cuarto de arriendo, pasamos por el parque del pueblo y nos sentamos a ordenar la fruta picada de la buena, Daniel Adrián estaba receloso conmigo, sabía que por segunda vez lo había salvado, ahora de ser visto por el profesor, el hermano de Porfirio, no hablamos sobre lo que pasó, fuimos al mercado a mostrar a nuestras madres lo que habíamos recolectado para comer, Raquel comió algunas que le regalé.
Continuará …
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