CACHA-PERRA-15
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos.
Era aquel día con una mañana fresca de julio de 1972, me acuerdo bien que abría mis ojos ante los rayos de luz solar que entraba en mi habitación, era sábado, descanso, sin escuela, podía dormir más pese a que mi mamá muy temprano se levantaba para ir al mercado, pero para mí ese día fue de excepción pues mi madre salía de viaje, ese día mi mamá pidió permiso a doña Eulalia para no ir a trabajar al mercado en su comedor, mi mamá salió muy temprano en la mañana, la noche anterior me dijo que me dejaría hecho el desayuno para que me sirva al despertar y que tuviese cuenta de las cosas del cuarto, que lo limpie, mi mamá decidió arrendar en otro cuarto un poco alejado del pueblo, era más amplio que el anterior donde vivíamos, y un poco más económico, a veces las viajes que hacía eran muy frecuentes los fines de semana, pero me alegraba de verla regresar con comida y alguna que otra golosina ya por altas horas de la tarde o en pleno ocaso, yo a mis diez años cinco meses de vida gustaba del juego y paseos, siempre soñé con tener una bicicleta, anhelaba tenerla desde muy pequeño, se lo había dicho a mi mamá pero ella sólo me escuchaba mirándome con pena, seguramente de saber que no lo podía cumplir.
En fin, con esos pensamientos de necesidad material siempre me despertaba, sabía ya a mi edad mi condición de humildad y pobreza, sabía que mi mamá con su humilde trabajo satisfacía poco a mis intereses de buena vida, creo que desde esa edad nació ese interés que me llevaría a hacer cosas que marcarían mi vida.
Esa fresca mañana me senté aún en la cama bostezando en señal de con mucha pereza estirándome el cuerpo, me rascaba la espalda y las costillas como de costumbre en ese estado de pereza, vi la comida sobre el fogón, bosteaba, vi el rayo de sol entrando por entre la cortina de tela humilde que cubría la ventana de madera, un pequeño viento entraba por ese lugar, abrí la ventana de par en par y volví a recostarme en la cama, me vi descalzo, mi short de dormir con mis manos dentro del short tocándome el pene erecto que se puso y que me estaba dando placer mis dedos de la mano, miré por un instante el hueco de la ventana que daba a los cuartos de enfrente, me fijé en la ventana del vecino, aquel que me fisgoneaba cuando iba a ducharme, había un pequeño balcón y una ventana por la que me miraba cada vez que iba al baño, por muchas ocasiones vi al vecino arrimado a la ventana cuyo rostro lo cubría con la cortina fina y seguramente sedosa, me acuerdo de aquella cortina de color rojo con vivos amarillos y azules, recuerdo bien esa cortina agitándose al viento y cubría al vecino fisgón, en definitiva, era como yo, a mí me gustaba por naturaleza fisgonear, así que me miraba el pene, de lejos vi que el vecino me observaba, era fácil para él de verme desde su ventana a mi cuarto, a mi cama, a mis manos de lo que me estaba haciendo con el pene.
Me sentía feliz que me observe, desde mi personalidad se notaba el morbo que le hacía crear a sus ojos, con la sonrisa picaresca que se dibujada en mi rostro y con disimulo yo hacía movimientos de mi culo pasándome las manos haciendo movimientos en mi cara sobre a almohada como que él no me observaba, pero si lo hacía, acto seguido yo me hacía el despistado acostado en mi cama, lentamente deslicé mi short llegando a mis muslos, ente mis manos tenía mi tieso pene lampiño, de reojo al disimulo tratando de no verle me di cuenta de su deseo de verme, sonreí con picardía, ahora más ampliamente, entre mi pensamiento me decía que conozca mi pene, lo agitaba y me ladeaba un poco de perfil con vista hacia él para que lo vea a mayor plenitud mostrándole mi pelvis, trataba de no ver a la ventana del vecino pero estaba seguro de que me estaba mirando con ansiedad y tal vez con deseo y pasión, yo me divertía mostrándole esa parte mi cuerpo desnudo, luego me cercioraba a reojo de que me estuviera viendo así que me daba vueltas en la cama quedando de cara a la cama boca abajo, me deslizaba el short quitándomelo por completo de mi cuerpo mostrándole mi culo al descubierto, miraba de reojo que la cortina se movía por la manos del fisgón vecino, entre fisgones nos veíamos, vi que ese movimiento de la tela de la cortina se debía a que el vecino se estaba masturbando y la mano al moverse agitaba la cortina, sonreí, puse mi cara en una almohada y la otra la puse debajo de mi pelvis haciendo que mi culo se alce más mostrándose de mejor forma, pensé que mi pene estaba sobre un culo que lo imaginaba de mi mente en la sabana, así que alzaba y bajaba la pelvis haciendo sugerentes movimientos sexuales, creo que eso que hacía lo ponía más caliente a mi vecino, ya de tan intenso movimiento que llegué a hacer sobre la almohada me detuve, me vi que la remera de dormir de tela fina la tenía a la altura de la garganta hasta allí se había deslizado, decidí sacármela, quedarme desnudo acostado en la cama tocándome el pene lampiño de diez años.
Tiempo después me puse en pie, caminaba cerca de la ventana, me inclinaba a tomar las sandalias, lo hice por unos segundos inclinado mostrándole a mi vecino mi voluminoso culo por la ventana, sonreía, me miraba de frente al espejo mi total desnudez, giraba para ver mi culo, pasaba mis manos por mis glúteos dándome placer, últimamente en la intimidad de estar solo me gustaba verme el cuerpo desnudo en el espejo, regresé a ver la ventana pero para sorpresa mía estaba cerrada la ventana del vecino, seguramente entró a terminar de masturbarse, me decía lo que ocasionaba a las personas con estar así desnudo en la intimidad, me vestí para calentar el desayuno que mi mamá me había preparado, mientras comía planeaba qué hacer hoy, lo primero a mi mente fue ir a jugar soccer con mi balón que estaba como siempre debajo de la cama, me alegraba de que en esos días fríos pudiera jugar al soccer, luego de comer recuerdo que fui a la letrina de baño contigua al cerramiento de los cuartos de arriendo, cerca del cuarto del vecino, en lo que caminaba por el patio hacia la letrina vi a Gudencio que salía de la casa del vecino, llevaba una funda vacía en las manos, se rascaba el culo, vi al vecino que lo despedía a Gudencio el vecino estaba arrimado a la puerta de ese piso alto donde vivía, me vio y discretamente se entró igual hice yo al entrar a bañarme en la ducha cerca de la letrina, me inquietó saber desde qué tiempo Gudencio estaba con el vecino, temí lo peor, me preocupé de sólo pensar que no solamente el vecino me miraba desnudo sino que también Gudencio, continué con mi baño y salí en dirección de la cancha a jugar con mi balón de soccer, no pasó mucho tiempo para encontrarme con Gudencio, mientras pateaba el balón me miraba en tono de gesto burlesco intimidándome con la culpa a través de su mirada, de eso me di cuenta acerca de lo que pensaba de mí, seguramente desde el cuarto del vecino me había visto desnudo en mi cuarto, me sonrojé cuando se acercó a mi oído y me dijo que tenía un lindo culo y unas manos maravillosa que deseaba que se las pase acariciando su pene, me turbé, no daba tiempo a reaccionar, se apartó de inmediato con una amplia sonrisa en su rostro y su mirada de inquisidor, me daba vergüenza por lo que me dijo, el juego continuaba, me agité mucho al correr, de pronto hice un alto en el juego, me detuve, sentí que el estómago me revoloteaba, mis manos fueron a mi vientre, la causa era por el desayuno poco calentado que puse en la lumbre y para llegar a la cancha a jugar comí rápido, botaba gases, eso era señal de que tenía necesidad de defecar, me adentré en el monte uno que otro amiguito me vio, rápido me bajé el short llegando a mis rodillas, me acuclillé, vi salir orina de mi pene, pujé, así de inmediato salió el excremento por mi culo, pujaba y pujaba saliendo más excremento con gases, sentí placer, durante todo este tiempo en que defecaba tuve mi mirada al suelo, mis manos de diez años se apoyaban en los dedos de mis pies, exhalaba con gusto al igual que inhalar ese aire fresco campestre rural, apoyé mi cara en las rodillas dobladas de cómo estaba acuclillado, reaccioné al recordar que no portaba papel, giré mi cuerpo sin dejar de estar acuclillado para ver a mi alrededor de la maleza, vi unas hojas de textura suave en mi detrás, me puse en pie caminando a tomar de esas hojas llevaba en mis pies el short pero al caminar se iba quedando en el suelo, me acuclillé para pasarme las hojas por el culo, sentí incomodidad, no es como pasarse papel por esa rica parte de mi cuerpo, vi mi pene erecto por el placer de haber lanzado orina, caminé hacia donde estaba el short para recogerlo y mi sorpresa fue grande al tener en mi delante a Gudencio, no dejó que agarre el short, me contuvo de los brazos, de inmediato me abrazó, me sostuvo de las caderas, no me soltaba, estaba sujeto por Gudencio, las manos rozaban mi culo desnudo, nuestros pechos se pegaban, él con más estatura a sus casi quince años por aquel entonces, yo trataba de soltarme pero era inútil, sus brazos se aferraban más a mi cintura, luego de un giro me vi acostado en el suelo encima de mí estaba el cuerpo de Gudencio, no me decía palabra alguna, sentía el roce del short de su pene vestido en mi pene, sin saber por qué me vino una erección al sentirlo encima, sin palabras como dije me iba acariciando, tratando de calmarme, alzaba su cadera para verme la erección, me miró al rostro y se rió, el silencio continuaba, se puso el dedo índice en la boca mostrando señas de que hiciera silencio, como un rayo se quitó el short deportivo jalándose el pene velludo en mi delante, ya estaba erecto ese pene, quise levantarme de inmediato pues sabía lo que me hará, sabía lo que iba a suceder, pero fue inevitable tener el cuerpo de Gudencio encima de mí, ahora sentía de mejor forma mi pene sin pelos de diez años que estaba siendo rozado por ese pene grueso con pelos de casi quince años, la respiración de Gudencio golpeaba en mi pelo al posarse su rostro en mi cabeza, la nariz de Gudencio se pasaba por mis mejillas así como luego su lengua, se alzaba bastante la pelvis para que vea su pene erecto diciéndome que mire cómo esos dos amiguitos juegan a las “luchitas” el pene de Gudencio se deslizaba por entre mis testículos deslizándose después por el tronco de mi pene lampiño, la pelvis se movía cada vez más rápido, yo sentía el peso del cuerpo de Gudencio y pujaba por ello, me dijo que siga pujando pues le gustaba escuchar eso cuando culiaba, yo entonces no sería la excepción de aquello, me tenía sujeto de los brazos, me decía que sienta cómo me culiaba, el roce de penes que me daba seguía, ahora hizo que nuestras manos se entrelacen y que se unan nuestras frentes, sentimos nuestro sudor, vi el rostro de Gudencio que tenía dibujado el placer, los ojos cerrados y labios mordidos, se apartó de mi sentándose a mi lado jalándose el pene, vi ese movimientos de las manos de Gudencio, me miraba feliz, me levantó del suelo, me puso delante de él, a espaldas de él, sentí el pase de sus manos limpiándome el culo de la tierra impregnada en mi piel, me decía que tenía un lindo culo, me fue encorvando, me vio el pene con erección, quedé en posición perrito, sentí en mi culo el roce del pene de Gudencio, golpeaba su respiración en mi espalda, sentí una de sus manos en mi espalda que me acariciaba, me volvió a decir que tenía un culo rico, me vi el pene con erección que se agitaba ante el movimiento que Gudencio hacía en mi cuerpo, ahora las dos manos estaban sobre mis hombros y era más intenso del pene de Gudencio entre la separación de las dos tapas de mi culo, me dijo que me quede quieto, así lo hice, sentí saliva en mi culo, yo me hice un quite y me puse en pie al sentir que Gudencio trataba de meterme su dedo en mi culo, me abrazó de las caderas rozándonos los penes así parados, me convencía para que me deje pero yo le decía que me dolía, que no quería, Gudencio decía que su “amiguito” quería jugar en mi “cuevita” Gudencio reía al decírmelo, yo no aceptaba, me abrazó por detrás haciéndome caer de cara al suelo, su musculatura me dominaba el cuerpo, me salvaron unos gritos lejanos venidos de voces infantiles, lo llamaban a Gudencio, nos vestimos tan rápido como pudimos, él salió primero mientras daba unos pasos más adentrándome al monte, luego de un rato salí pues recordaba mi balón quien lo tendría, vi a un amigo jugando en solitario con el balón, agradecí y me puse a jugar con él, allí me enteré que el padre de Gudencio había sufrido un corte en su mano al faenar la carne, estaba en el hospital básico del pueblo y lo trasladarían a otra ciudad.
Fui a ver la situación pero por ser menor de edad no me dejaban pasar, alcancé a ver el ingreso de doña Eulalia, iba con un rostro contrariado, pálida, se había enterado que el carnicero Manolo se desangraba mucho, peligraba su vida, gastó para que lo lleven, sorprendentemente ella se fu con él, lo acompañaba otra amiga y un amigo íntimo del carnicero, don Amarildo, el esposo de doña Eulalia, él desconocía la relación amorosa de doña Eulalia y Manolo, se acercaron a mí los esposos y me pidieron que cuidase a sus hijos Daniel Adrián y Raquel hasta su regreso, metí la mano en el bolsillo de mi short para asegurarme que estaba la llave de mi cuarto, y la juntaba con la llave de la casa que me daba doña Eulalia, vi que al herido lo llevaban en la camioneta de don Amarildo a veloz carrera, en mi mente me dije que allí iban los hermanos de piernas, sonreí y me dirigí a casa de doña Eulalia, pasé por el mercado y vi cerrado el comedor, en la acera estaba jugando Raquel, la saludé a la niña y pregunté por su hermanito Daniel Adrián, me dijo que estaba dormido, que había tomado mucha leche, Raquel ya contaba con siete años estaba jugando a las muñecas con dos amiguitas de la cuadra, le dije que los iba a cuidar y le pedí que no se alejase del sitio lo hice mirando a las otras niñas pues sabía que les gustaba jugar en el parque del centro de la ciudad.
Decidí entrar, subí hacia las habitaciones, abrí la puerta del cuarto de Daniel Adrián y no estaba, me entró una angustia pues aún de mi cuerpo no se habían diluido mis deseos que tuve al contacto con el cuerpo de Gudencio, tragué saliva y continué hacia la habitación de los padres y efectivamente allí estaba acosado dormido con la boca abierta, sus labios bien definidos coloreados rozagantes y ese pelito con flequillo a su frente que a medias cubrían sus ojos cerrados, mi amiguito era muy guapo, había que reconocerlo, sus manitos apoyadas en su vientre, sus piernas abiertas ocupando gran parte del espacio de la cama, las sabanas estaban distendidas, lo primero que hice fue percatarme que seguía en su profundo sueño, le miré el rostro y efectivamente así lo estaba, su nariz brillosa y sus mejillas daban realce a su hermoso rostro, miré sus piernas abiertas, pasé delicadamente mis manos sobre ellas, estaban suaves, se escuchaba la respiración de su pecho salida por su boquita, aquella boquita que me atraía al abrirse, algo que me llamó la atención y motivó a llevarme la mano a mi pene era que por una manga del short se notaba el pene algo salido por efecto de sus piernas abiertas, con mi rostro me acerqué para olerlo con cuidado de que no despierte, uno de sus pies asomaba por la sábana, vi sus dedos bien alargados bien formados, el empeine que miraba era plano, muy diferente al de su hermana Raquel, la planta del pie que miraba era encorvado, me gustaba mirar esas piernas rellenitas, sus pestañas unidas demostrando sueño profundo, las cejas muy bien definidas que al igual que las pestañas le daban ese toque de hermosura a Daniel Adrián, yo me seguí restregando mi pene, deseaba hacerlo con él, sí, me entraron las ganas, su carita estaba cerca del extremo de la cama pues estaba acostado su cuerpo casi en diagonal a la cama.
Me acerqué a la ventana con sigilo, desde allí vi a Raquel sentada en la acera jugando con sus amiguitas, pensé en el tiempo, caminé a la puerta de la habitación y la cerré, ahora con mayor seguridad me acerqué a mi amiguito Daniel Adrián, le acaricié el pelo, lo tenía suave sedoso, pasé mi dedo índice por esos hermosos labios, lo llevé mi dedo a mi boca, mi dedo tenía saliva tomada al roce de los labios de Daniel Adrián, le di un beso a mi dedo, lo lamí pues me gustaba olerlo luego, vi sus labios de donde los había rozando sacando algo de su saliva, sonreí, allí estaba dormidito Daniel Adrián, con sus piernas abiertas las cuales volví a rozarlas con mis manos, llegué a la manga del short, con a pude de mi dedo índice le rocé el prepucio puntiagudo se dejaba ver salido de la manga de la tela del short, mi otra mano la metía dentro de mi short, con el dedo le rozaba el pene lampiño, aún seguía dormido, me bajé el short hasta la rodilla, encorvé inclinando un poco mi cuerpo en lo parado que estaba y con mis dos manos que sujetaban el pene lo llevé a rozar los labios de Daniel Adrián, suave, despacio lo deslizaba, de pronto vi que sus ojos se entreabrían, vino una señal leve de asombro en su rostro aun el sueño lo dominaba, su respiración seguía siendo de sueño, me quité el short, me vi el pene erecto y me acosté de perfil a su lado, vi que con su inconciencia de niño dormido que me cruzaba un brazo por mis caderas, lo levante y le besé la mano, vi como bostezaba e iba abriendo sus ojos viéndome el pene que le rozaba la pierna, le hablé al oído acariciándole el pelo y rascándole suavemente la espalda como a él le gustaba, bostezó y se puso boca abajo a mis órdenes, se dejó que le deslice el short mostrándose el culo desnudo, me estaba dando su culo para que yo lo coja, me saqué la remera lanzándola al piso de la habitación, le hice lo mismo que me hizo Gudencio, estaba desfogando ese calor de mi piel y ese instintivo deseo de sexo que se incrementaba cada vez más mientras pasaba el tiempo de encuentros sexuales con los chicos y con los adultos del medio donde vivía, mmi cuerpo se acostó sobre el cuerpo e mi amiguito, mi pene erecto rozaba el culo de Daniel Adrián, me arrodillé sobre la cama para abrirle el culo y escupirle saliva, le rocé el dedo hasta su aguante, aún estaba adormitado pero él hacía gestos de que le dolía, que ya, que por allí no, que ya, ya, ya, pero yo no le hacía caso y mi pene rozaba con el prepucio recubriendo el glande y que al pasar a deslizarlo en la piel del culo de Daniel Adrián de seis años se me deslizaba el prepucio mostrándose la rozagante punta de mi glande de mi pene virgen de diez años, lo puse en posición perrito, así como adormitado que estaba se dejaba hacer, sentía su piel más suave y también notaba la tibieza de una piel morena clara a la que disfrutaba con gusto, pero esa magia terminaba pues escuché unos pasos subir hasta las habitaciones, seguramente era Raquel con sus amiguitas llegando a su cuarto a jugar con las muñecas, rápidamente me vestí, le dije a un todavía adormitado Daniel Adrián que siguiese allí acostado.
Mientras yo salía sigilosamente de la habitación, aun así Raquel pudo verme salir, me acerqué y con cierta inseguridad y temblando un poco le dije que estaba dormido, que no lo despertase, ella me miró y sonrió socarronamente, me miró por un largo periodo de tiempo que fue interrumpido por el acercamiento de sus amiguitas, bajamos las escaleras, ya estando en la acera escuchaba los comentarios de los vecinos en la esquina, manifestaban que estaba mal el carnicero, le daban poca esperanza de vida, me entristecía de solo escuchar, vi a Luis Mario asomado en la casa de enfrente, giré mi vista y vi a Daniel Adrián asomado del mismo modo, bostezaba, y se restregaba los ojos, Raquel pidió que la acompañe a comprar al centro del pueblo, accedí esperando a que bajase Daniel Adrián para que nos acompañe.
Los padres de los niños llegaban a su casa, agradecieron que los cuidase en su ausencia, pude escuchar que Manolo había salvado su vida, su fornido cuerpo lo había ayudado a salir adelante, llegué tiempo después a mi cuarto, para mí esa noche fue de gran revelación, al llegar no estaba aún mi mamá, me preocupé y mucho la esperé sentado en la acera, divisé a lo lejos que se bajaba de un auto, por las sombras de la noche y la poca iluminación del pueblo no pude ver al hombre que se despedía de mi mamá, pese a que se acercó cariñosa trayéndome cosas que me gustaban yo sentí recelo de sus intenciones, con mi mirada ella entendía lo que pensaba, mi mirar era cortante cual cuchillo fino, se puso sería entrando al cuarto para mostrar las compras, e comenté lo sucedido en el pueblo y me fui a dormir, de pronto desperté en el cuarto semi oscuro por efecto de la luz de luna, pude ver la cama vacía de mi mamá, recorrí la poca área del cuarto con intención de saber si estaba, pero no, salí a verla por los alrededores, pero no, entré contrariado, me lancé en la cama de resortes y daba puños en el colchón, lloraba desconsoladamente sin saber dónde iría, pasaron algunas horas de la madrugada sentado en la ventana sin saber de ella pero esperándola, hasta que la vi por la calle en dirección al cuarto, caminaba presurosa, nadie iba con ella, decidí meterme en la cama y disimular estar dormido, escuché pasos, el chirriar de la puerta vieja del cuarto, escuché los tacos de zapatos baratos comprados en tienda informal del mercado, caían al suelo, para mi sorpresa venía cantando, sentí su sombra acerarse, pasó su mano en mis mejillas mimándolas como me lo hacía siendo un bebé, me dio un beso en el pelo y nunca olvidaré esta frase que retumbaba mi mente y que la repetí esa noche para grabarla y no olvidarla jamás “eres el único, mi bebé, el único fruto de nuestro amor” no lo entendía y eso me dio pauta para que nazca mi necesidad de saberlo.
Continuará…
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