CACHA-PERRA-16
Cordiales saludos, deseo manifestar un tributo reconocimiento a la memoria de un personaje maravilloso que marcó la vida de quienes lo conocimos..
Pasábamos de maravilla jugando por el campo, nuestras actividades eran la de pescar, cazar y ayudar en faenas agrícolas, pero se habían creado además otras como la minería, lejos de la propiedad de don Amarildo se creaban otras minas de oro y también de plata, el lugar llamó la atención y así con el pasar de los meses el pueblo fue creciendo, y con ello la obra pública, el papá de Daniel Adrián se convirtió en un referente en la sociedad del pueblo, tal era su carisma que manipulaba a la autoridad.
Se venían cambios en la vida de los habitantes, la llegada del año 1973 significaba mucho para mi mamá, había ahorrado y ya tenía su puesto ambulante de comida rápida que lo recorría por las noches, ella era muy laburante, en la mañana mi mamá continuaba trabajando en el mercado en el puesto de comidas de doña Eulalia, en ese tiempo la población del pueblo se había incrementado, había más oportunidades para la venta, dinero circulante, por eso decidió trabajar más para tener más dinero, yo iba a ayudarle vendiendo a los transeúntes en cierta esquina del parque remolcando el carrito, luego se desarrollaron más puestos como el de ella, típico en la competencia cuando se crea al ver que va bien un negocio y lo copian, pero mi mamá tenía un aire atractivo de cordialidad que a la gente gustaba así comprarle, para todos ahí, ella decía, el sol sale para todos, sentenciaba eso con su característica sonrisa que cautivaba a las personas, esa misma sonrisa que yo había heredado de ella.
Yo miraba a los muchachos jugar en el parque, yo les acompañaba en los juegos en las pocas veces que me dejaba mi mamá, pero mayor tiempo estaba con ella en las ventas, ya desde ese momento gustaba mucho por el dinero, me alegraba ver sacar dinero de los bolsillos de los compradores, mi mamá era muy hermosa, así cualquier desadaptado social se acercaba a cortejarla y con mi presencia ya en algo intimidaba pues yo había adoptado una alta talla a diferencia de la baja estatura de mi mamá, pero ella me decía que la había heredado de mi abuelo y bisabuelo.
Recuerdo bien aquella noche calurosa de sábado, llevaba puesto un short de tela ligera por el que se apreciaba mi pene amoldado que así se hacía cuando lo rascaba y se ponía erecto, tenía puesta una remera también de tela ligera y llevaba sandalias, Porfirio se aparece a comprar, mi mamá lo atiende y se sienta en una banca del parque en nuestro delante, intercambiamos las miradas, de mi parte era de recelo pues había respeto de mí hacia él, veo que un niño vestido humilde se acerca a Porfirio, me acuerdo que este niño era indígena de aproximadamente unos siete años que estaba desarreglado en su aseo personal y en su vestir estando descalzo y desaliñado, se notaban sus pies polvorientos y su ropa con mugre, de su nariz salían mocos, sus padres venían a vender ropa con bultos recorriendo las calles, estuvieron muy poco tiempo en el pueblo y deambulaban por un sector cercano a donde vivía Porfirio donde con mantas se acostaban a dormir en la calle, comían de lo que encontraban, así era de pobres la familia de ese niño indígena con tendencia a la indigencia por el poco cuidado que le daban sus padres, la confianza entre ellos hizo para que el niño se siente a su lado a conversar, Porfirio se saca una moneda de su bolsillo dándole al niño indicándole con la mirada para que vaya a comprar donde estaba con mi mamá, el niño presuroso con amplia sonrisa se acerca y brincando de gusto miraba cómo le preparábamos lo que había pedido, luego de tomar la comida se sentó junto a Porfirio, yo lo miraba con mucha fijación, le estaba manoseando disimuladamente, pese a que yo lo veía hacerlo me miraba socarronamente, le miraba sonriente y nuestras risas se intercambiaron, el niño le agradeció y se unió a jugar con sus amiguitos, sentado desde su banca miraba jugar a los niños, se manoseaba el pene vestido en señal de placer, miró su reloj y se recostó en el banco, unos amigos se le acercaron a conversar, otro e llevó a obsequiar un saco de frutas, le agradeció por el gesto, mientras conversaban su mirada seguía fija en el juego de los niños, ese niño indígena en especial, de pronto ese niño junto con otro de mayor edad y estatura sostuvieron una riña, Porfirio y sus amigos fueron a separarles, Porfirio llevó al niño a la banca sentándose juntos, lo calmaba acariciándole la espalda con el deslizamiento de sus manos, vio de nuevo su reloj, esperó a que el niño se tranquilice, dijo que había peleado porque lo humillaron, le acarició dándole un par de monedas señalando el lugar donde estaba con mi mamá, fue por su orden de comida, se sentó junto a Porfirio a comer, mi mamá valoraba el buen gesto de Porfirio que tenía con el niño semi indigente, tiempo después los padres del niño se acercan llevándoselo, Porfirio se despide, noté su cara de tristeza.
Se estiró de brazos en la banca, vio el saco de frutas que su amigo le había regalado, me miraba en forma de picardía y complicidad, en lo que se estiraba llevaba su mano a la entrepierna, después se acercó a comprar, le dijo a mi mamá a que me diese permiso para que me ayudase a llevar su comida, mi mamá muy entusiasta me dio el permiso, él marcó el saquillo llevándolo a sus hombros, yo iba a su lado caminando en dirección al cuarto de arriendo en el que vivía con su hermano profesor, el lugar estaba semi oscuro, llevaba en mis manos la comida de Porfirio, abrió la puerta principal, seguimos por un pasillo, él con su saco al hombro sujetándolo con las dos manos y yo a su lado con la comida en mis manos, al subir las escaleras tropecé cayéndose la comida, Porfirio que estaba delante giró su cuerpo aún con el saco en sus hombros viéndome sentado en los escalones a un lado la comida derramada, bajó el saco y bajo a preguntarme por mi estado, yo le dije que estaba bien pero miraba con pena la comida derramada que ya no la comería Porfirio, me sentí muy mal por mi torpeza, me acarició el pelo y las mejillas al verme llorar por mi culpa de torpeza, me puso en pie abrazándome y haciéndome entrar en el cuarto, fue a entrar el saco poniéndolo en un rincón, pensaba que me encontraría con su hermano pero estaba ausente, le pregunté por él y me dijo que su hermano había ido a visitar a la familia, vi una silla arrimada a la ventana, mis rodillas se posaron por el asiento, mi pecho se arrimó al espaldar de la silla, mis manos se aferraban al marco inferior de la ventana, de esa manera yo estaba asomado en la ventana mirando las luces del pueblo a distancia, me acuerdo bien cuando sentí detrás de mí ese golpe de respiración en mi pelo, su mentón estaba sobre mi cabellera, hablaba mientras estaba fijo su mentón, estiraba su brazo por un lado de mis mejillas indicándome la ubicación de ciertos lugares del pueblo, me daba muchos besos en las mejillas, sus manos manoseaban mi culo lo que me hizo una erección, vio que mi pene hacía punta en la tela, me dijo que lo tenía bonito, de esa forma deslizó mi short llegándome a las rodillas, me agaché a ver mi pene erecto que era estirado por las manos de Porfirio, sentí el roce de sus manos por mi culo, abrió mis glúteos y sentí el humedecido glande que rozaba la entrada de mi ano, me abrazó más por detrás dándome besos, me decía que estaba yo calientito, y era verdad, cerraba mis ojos al sentir esos besos ahora a lo largo de la línea de mi culo, mi piel de gallina me delataba, aunque en mí todavía hacia él existía temor y recelo, sus manos dirigían mi cuerpo, me dejaba llevar con temor, su aliento en mi cuello, sus manos sobre mis hombros masajeándome para tener calma, se la sabía todas, su pene seguía rozándome el culo, la intensidad se hacía más visible en su cuerpo que me hacía mover adelante y atrás cada vez con más movimiento, su cara se apoyaba en mi cabeza y la besaba repetidamente, todo acaloradamente, sentí el pene en mi coxis que iba subiendo a mi espalda, luego regresaba a rozarme el culo, sentí las leves puntadas del glande en la entrada del culo, me besaba la nuca y el cuello, me vi la erección e instintivamente estiraba mi pene, la mano de él se unió a la mía para darme placer, al oído me decía que lo tenía bonito a mi “amiguito” e hizo que me sentase sobre la silla, me quitó el short dejándome ver descubierto mi pene, me hizo abrir de piernas para vérmelo mejo me dijo, lo olía y lo besaba, yo miraba el movimiento de su cara sobre mi pene, de cómo abrió la boca para chuparlo y lamerlo, me gustaba, lo confieso, él sabía cómo hacerlo, Porfirio, mi Porfirio, que cada vez que me acuerdo me caliento, puso a rozar su pene erecto sobre el mío que ya estaba bien tieso, unimos los pechos, él bien encorvado sobre mí por unos instantes.
Luego me marcó llevándome a la cama, estaba descalzo, allí me quitó la remera dejándome desnudo por completo, se acostó encima de mí uniendo su frente con la mía, me sonrió y dijo que mirase el movimiento de su pene peludo, venoso, sobre el mío que era sin pelos y rozagante de tanto frote, me dio un prolongado beso con lengua, era el primero que lo recibí de él con pasión, luego vinieron más besos, más tocamientos, hasta que de súbito dejó que me acueste sobre él, me dijo que lo cogiese, así acostado sobre él deslizaba mi pene sobre el de él, vi el deslizamiento de mi pene chiquito sobre ese prominente pene grueso de Porfirio, yo estaba sentado deslizando mi cadera sobre su pene, mi pene se deslizaba sobre el suyo, ambos nos movíamos armónicamente, me tenía sostenido con las manos entrelazadas, él mordía sus labios y se pasaba la lengua por los labios, sus ojos entrecerrados no me perdían de vista a mis movimientos, me tomó de la cabeza llevándome a rozar su pene con mis mejilla, lo puse debajo de mi garganta y me dijo que lo se lo chupe, así lo hice abriendo mi boca y lentamente lo lamía dejándole restos de mi saliva, Porfirio gemía de placer pidiéndome que no me detenga, que lo estaba haciendo mejor que nadie, sonreí y continué así, mis manos de dedos alargados sostenían ese pene venoso y peludo que estaba muy cerca de mi rostro mirándole fijamente, lo metí de nuevo en mi boca, lo saboreaba a la vez que lo ensalivaba, lo pasaba por mi nariz, me dijo que pase la punta de mi lengua por sus testículos, mi lengua pasaba por los pelos que se alojaban en mis labios, yo los escupía y Porfirio reía sin quitar de su rostro esa sensación de placer, yo continuaba chupa que chupa ese pene tieso, me lo metí casi todo y en seo sentí dentro un flujo, saqué el pene, vi los ojos cerrados de Porfirio con una sonrisa leve, mostraba su situación agradable, tosí, me salía semen junto al pene del glande salía gotas restantes de ese semen, me tragué un poco, pasé mi antebrazo repetidamente por mis labios, era la primera vez que había tragado bastante semen, sabía raro, gelatinoso baboso, aún tenía rasgos en la piel de mi rostro al haberme pasado el antebrazo, Porfirio se miró el pene agitado, el glande tenía restos de semen.
Me tomó de la cintura haciéndome acostar de cara la colchón cuyas sábanas no estaban ya adecuadamente tendidas debido a nuestros movimientos sexuales, sentí su pecho en la espalda, su pene sobre mi culo que lo rozaba constantemente, yo pujaba, sentía todo su peso atlético, me dolí el culo, trataba de perforarlo, le suplicaba que me deje, que me estaba doliendo, el dolor se hacía más intenso, me tenía bien agarrado, yo quise llorar de la desesperación, se me salió decirle que listo, ya se lo había chupado, que me deje, Porfirio me decía que lo tenía muy cerradito pero que su pene calzaba para que yo sea suyo por el culo, empecé a llorar, creo que eso hizo que se separase pues empecé a bufar, él me tapaba la boca diciéndome que hiciera silencio, poco apoco nos fuimos calmando, me levante lentamente de la cama, el culo me dolía algo, sentía una molestia en la entrada del ano, me pasé el dedo por el culo oliendo el dedo, me vi desnudo en el reflejo de un espejo del armario, por unos segundos me vi de frente con mi pene algo erecto, recogí mi ropa, estaba cabizbajo al momento de hacerlo, de reojo vi acostado a Porfirio que se acariciaba el pene, tenía una mirada contrariada seguramente al no conseguir sus propósitos, caminé descalzo con mi ropa hacia la silla, me puse la remera y luego el short, luego las sandalias, caminaba en dirección a la puerta a pasos lentos, Porfirio se levantó de la cama poniéndose delante de la puerta, se le veía contrariado en su rostro de preocupación, su cuerpo desnudo delante de mí, se notaba mi timidez en el rostro, me tomó del hombro girándome y poniéndose detrás de mí abrazándome, diciéndome que no comente nada de lo que habíamos hecho, él me acariciaba el pelo, secó restos de lágrimas en mi rostro, le vino por sonreír tratando de sacarme alguna sonrisa forzada, pero yo lo que tenía era miedo y desdén, me hizo que me siente en la cama, hizo unos movimientos con sus manos, característicos de su personalidad jovial, sacó de su bolsillo unas monedas de lata denominación, fueron dos, las recuerdo bien, con ello trataba de que no dijese nada, las tomé y las metí al bolsillo de mi short, me llevó a la puerta, se acuclilló delante mío asegurándole que no diría lo ocurrido en esa cama que por cierto antes de salir la miré fijamente, Porfirio me dio besos en el pelo y me dejó salir de su cuarto, arrimado en el borde de la puerta me despedía.
Caminé a paso lento, mi mamá al verme me dijo simplemente que me estaba esperando pues un vecino había pedido una orden y deseaba que se la fuese a dejar, tomé el mandado de mi mamá y me dirigía a la casa, se trataba del padrino de Daniel Adrián, me atendió en la puerta de su casa, le entregué el mandado, su mirada era como siempre de cortesía, de pronto vi saltando a mi amiguito que estaba de visita en casa de su padrino, vi que parte del mandado era para él, se sentó en la banca del jardín amplio a comer, me despedí pero mi amiguito me tomó del brazo pidiéndome que me quedase, miró a su padrino y éste asintió en señal de aprobación, acepté por un rato, su esposa salió y todos comieron junto al niño invitado, el buen hombre me miraba con atenta cortesía, me hacía preguntas de mi estudio y trabajo, me pagó lo del mandado uniendo esas monedas en mi bolsillo junto a las que Porfirio me había regalado, yo esperé a que termine de comer para jugar con los juguetes que su padrino le había comprado, eran pistolas de juguete que una me dio a mí para jugar a policía y él era ladrón, corríamos por el jardín de esa noche, los adultos nos vieron jugar por un instante, luego entraron no sin antes advertir al niño y a mí que tengamos precaución al jugar, en ese correr con Daniel Adrián cometí la imprudencia de extraviar un par de monedas que las buscamos por el jardín, me preocupé mucho, caminamos hacia lo oscuro del jardín por donde en parte habíamos corrido, y efectivamente estaban allí, lo vi encorvado a Daniel Adrián aun buscando las monedas, le dije que las había encontrado, él sonrió ampliamente, se estaba tocando el pene vestido con el dedo pulgar e índice, yo le seguí con el mío, de inmediato lo vio erecto, sonreímos, fuimos a un lugar oscuro apartado de la casa en la parte trasera, allí Daniel Adrián se bajó el pantaloncito corto y yo me bajé el short, nos vimos los penes tiesos lampiños, nos los agitamos y mutuamente los acercamos para que se rocen, nos sosteníamos de las caderas abrazados, me encorvaba un poco al sentir de mejor manera el roce de nuestros penes, sentía la respiración de Daniel Adrián en mi pecho, le di vuelta y lo encorvé un poco para pasarle mi pene por el culo, lo sostuve de los hombros para sentir mejor el movimiento, quise acostarle en el suelo pero se negó pues temía que su ropa se ensucie, le dije que se la quite pero volvió a negarse, tenía miedo que nos vean, le dije que se quede quieto así parado, me arrodillé en su delante tomando su pene y llevándomelo a la boca, era el segundo de la noche, este estaba saladito, seguramente había hecho su necesidad recientemente, las manitos de Daniel Adrián se posaban en mi espalda mientras seguía chupándoselo, le vi brilloso a la noche de reflejo de luz, le dije que ahora me tocaba, él se aculilló y con cierto aire de recelo me lo lamía, le dije que se lo metiese en la boca, así lo hizo, sentí algo maravilloso que recorría mi espina dorsal, mientras más lo lamía la boca de Daniel Adrián más me entraba el gusto, me aparté pues me dio ganas de micciar en un rincón, Daniel Adrián hizo lo mismo a mi lado, nos arreglamos la ropa, llegamos a la banca a sentarnos viendo los juguetes, era el momento de partir, me despedí de Daniel Adrián diciéndome que se quedaría a dormir con sus padrinos, al despedirnos no pudimos evitar cruzar nuestras miradas cómplices de picardía por lo que habíamos hecho, disimuladamente me llevé el dedo índice de mi mano derecha a mi boca en señal de que no contase lo ocurrido, me alejé del lugar, sentí detrás de mí la mirada de ese buen hombre padrino de mi amiguito Daniel Adrián.
Llegando a donde estaba mi mamá vendiendo vi pasar a una pareja de enamorados, eran gente recién llegada al pueblo como muchos por el negocio del oro, mi mamá los atendió de mejor forma, se los notaba de buen vivir, para mí esa noche fue especial.
Continuará …
Un sentido agradecimiento a mis seguidores.
Comenze emocinado leyendo desde tu primer relato, pero ya son 16 relatos donde siempre cuentas lo mismo, le das largas y largas a lo mismo, ya se volvieron aburridos 16 relatos y todavia no le han roto el culo a la cachaperra que pereza y el personaje principal de digna no pasa.en serio creo que has arruinado lo que en un principio a puntaba como una saga maravillosa… dejo de perder mi tiempo leyendote. Bye.
Este espacio es libre de opiniones. Agradezco el comentario. Sigue tu camino