Caliente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una tarde quedé solo en casa, la pasaba sentado leyendo revistas en el portal de mi casa, metia con disimulo las manos dentro de mi trusa para sobarme el pene, eran las delicias de mis primeros morbos, seguía leyendo, alzaba la vista y contemplaba a Martín que jugaba a la cachonda un juego de ponerse detrás y ponerlo en cuatro al perdedor empujándolo con el cuerpo, los dos chicos se revolcaban abrazándose revoloteándose por los corrillos.
Luego de ahí Martín lo invitaba a Julio a su cuarto donde se encerraban silenciosamente, sacaban la cabeza por la ventana, me miraban y se se réian, se escondían y de nuevo sacaban la cara, se metían, al rato se les escuchaba débilmente muchas risas, luego había otro silencio, después risas de Julio, salían a jugar, me miraban y de nuevo entraban en su cuarto repitiendo las risas, luego salían a sentarse junto a mi a ver lo que leía, siempre Martín se acercaba mucho haciéndome rozar su piel eso me ponía a mil, escuchaba muy de cerca su respiración y también la de Julio, me pedían otra revista y se sentaban a ver, Julio se acostó en el piso pasando las hojas de la revista
Martín se le acostó encima tratando de dar a entender que jugaba a las luchitas, pero en realidad se lo estaba cachando, simplemente los dejé y me reía, después Martín entraba a su cuarto con Julio, demoraban en salir, entré a mi cuarto, me bañaba, pasó un buen rato y desde afuera los nenes me llamaban para entregarme las revistas, salí y me hice el que se me caía la toalla a propósito les mostré mi pene, el más sorprendido fue Julio, Martín se reía, me hice el desentendido y rápido me tapé.
Semanas después me puse a jugar con Julio y llega Martín, al rato que lo llaman a Julio, Martín se va a su cuarto, yo lo sigo, nos sentamos a ver dibujitos, abre las piernas sobre el sillón dejándome ver su trusa metiendo las manos por dentro para sobarse el pene en forma rápida, me miraba y hacía gestos de cachar, sacaba sus manos de la trusa se llevaba los dedos a olérselos en la nariz y de nuevo se los metía a masturbarse el pene, las manos hacían un bulto en la trusa que se movia para todos lados
Lo miraba de reojo, pero yo me hacía el tonto mirando tv, se apego muy cerca de mi por detrás sentí su bultito de pene que refregaba mi espalda, me lanzaba su respiración cerca a mi cara al hacerme preguntas de la película, miré hacia abajo mi short estaba punteado por mi pene, regresé a ver atrás chocando con la mirada fija de Martín con una sonrisa cómplice, miré su trusa que describía la punta de su pene alargado como que si quería salir disparado, me levanté, lo traje hacia mi con un abrazo, me senté y lo puse sentado encima mio, se puso quietito, mis brazos rodearon la cadera, se dejó nomás, movíamos nuestros cuerpos ya mi pene estaba hecho sable, yo ya estaba bien caliente, le besaba el cuerpo, su piel era caliente, cerré mis ojos para sentir su aroma de chiquillo delicioso
Me estaba transportando al éxtasis, de pronto, escuchamos la voz de Julio que se acercaba llamando a Martín lo dejé ir a senterse en su sillón, Julio se sentó a ver tv sentado en el piso delante de nosotros, metí mis manos por debajo de la trusa vi que Martín hacía lo mismo, me corrí la trusa y saqué mi pene, Martín también se lo sacó, ambos reíamos moviendo nuestros penes, Julio se fue, fui donde estaba sentado Martín y me le senté encima moviendo mi culo vestido, me hacía cosquillas en la cintura, me puse frente a él, me bajé la trusa y le mostré mi pene alargado, se paró sobre el sillón, se bajó la trusa, estirándose el pene, se puso a saltar sobre el sillón, nos reíamos mucho
Le hice señas para ir a su cama, asintió, nos quitamos la ropa y nos metimos entre sábanas dando vuelta a la cama, abrazados asi como estábamos nos culiábamos, nos levantamos y nos vestimos a ver televisión, quisimos ir de nuevo a la cama pero llegó Julio, yo salí del cuarto, al ratito se escuchaba desde el cuarto de Martín las risas de Julio, quise ver lo que hacían pero la puerta estaba cerrada.
Otro día que estaba solo, miraba por la ventana la casa de Martín, vi que se quedaba solo, fui con el pretexto de jugar damas, entré, lo abracé acariciándole el cuerpo, mis manos sujetaron las nalgas lo apreté hacia mi, le seguía abrazando dando pasos, giró su cara viendo que lo llevaba lentamente a la cama, nos quitamos de a poco la ropa, ya para eso nuestros penes estaban bien alargados, nos quedamos viéndolos por un ratito que los movíamos con las manos, nos acostamos, me puse encima de él, poco a poco disfrutábamos del contacto de nuestros cuerpos, me senté sobre él haciendo que mi culo sintiera los movimientos del pene, me aparté de él, lo senté, acerqué mi boca a su pene, hace tiempo deseaba mamar un pene suavecito virginal, lo chupaba, lo olía, le pasaba la lengua, eso nunca había probado Martín por eso se retorcía, mi lengua lamía su estómago, lo acosté totalmente para lamer su pecho, pasar mis labios por su maxilar y llegar a su boca, besé su pelo botando aliento de placer, agarré su pene alargado lleno de mi saliva para masturbárselo con mis dedos en forma circular, estaba muy caliente, bajé mi boca otra vez a su pene a mamarselo, se inclinaba Martín con risas y caía de nuevo rendido en el colchón, yo era dueño de esa presa deliciosa y no quería dejarla, después pasé la lengua por su culo, ya los cachetes del culo estaban sudorosos, los mordí suaventente, Martín movía las caderas a los lados, levantaba sus piecesitos y caían golpenado el colchón, besaba repetidamente su espina dorsal, recorrí toda su espalda con mi lengua, cada vez se ponía más caliente y en eso aproveché del momento para pasarle mi pene por sus nalgas, no duró mucho la pasada porque salió mi semen chorreando parte baja del cuerpo de Martín que se levantó a quitárselo.
Me limpié con papel, Martín estaba algo sorprendido, había descubierto mi sentido homosexual, supo que lo deseaba, y así seguimos haciéndolo, le eneseñé muchas cosas, todo lo hacíamos en secreto, eso que aprendió de mí se lo enseño a Julio y también hicimos cosas más deliciosas a solas en nuestros cuartos.
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