Campamento Parte 6
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por johna.2012.
CAMPAMENTO – PARTE 6
Lo primero que vi cuando abrí los ojos fue la mirada dulce de Raúl, observándome con ternura, acostado junto a mí.
?Buenos días ?dijo con una sonrisa y luego me besó la frente.
?Bueno días ?contesté, algo confundido.
Tenía muchos sentimientos encontrados en mi cabeza y no sabía exactamente como sentirme en ese momento.
?¿Dormiste bien? ?preguntó mientras me acariciaba el rostro y jugaban con mi pelo
?Algo ?contesté con un suspiro, recordando las pesadillas que había tenido esa noche.
?Todo estará bien, peque.
¡Ya verás! ?trató de animarme.
Luego de darle un suave beso en los labios busqué con la mirada mi celular.
?¿Has visto mi cel? ?pregunté y Raúl me lo alcanzó de inmediato.
?Tu madre estaba preocupada mandándome mensajes y llamando anoche, así que le mandé un mensaje de tu parte, diciéndole que estabas bien, en casa de un amigo, para que no se preocupara… espero no te moleste.
? ¿En serio? ?exclamé sorprendido.
No podía decir que aquello me hubiera molestado, pero me sentí algo raro.
?Parece que se quedó tranquila porque no volvió a hablar.
?Sí, seguro que sí.
Ambos nos quedamos en silencio por un momento, tal vez sintiendo un poco de incomodidad por la situación.
?No creo que quieras ir al cole, ¿no? ?preguntó Raúl luego, levantándose de la cama.
?No ?contesté tajante?, pero tampoco quiero ir a mi casa.
Raúl me miró por un momento y luego me acarició el rostro.
?Puedes quedarte aquí si quieres.
Yo debo ir a una reunión por unas horas pero regresaré antes del almuerzo.
Si te provoca espérame aquí y almorzamos juntos, ¿Te parece?
La idea de quedarme solo en un lugar que no conocía no me llamaba mucho la atención, pero tampoco tenía otra opción, además me gustaba la idea de almorzar con Raúl.
?Está bien ?contesté con una sonrisa?, aquí te espero.
?Perfecto ?dijo y luego se puso de pie y se dirigió hacia su ropero.
?Voy a darme un baño?, dijo entonces, sacando una toalla ?, ¿No quieres bañarte conmigo?
Mi corazón dio un brinco al escuchar su propuesta.
Después de toda una noche pensando en la separación de mis padres, sería refrescante sentir un poco de erotismo que me haga olvidar todo eso, aunque no estaba seguro si Raúl seguiría respetando su palabra de no penetrarme hasta que estuviera seguro de querer estar con él.
?Está bien ?dije, sin hacerme del rogar.
Entonces Raúl tiró a la cama su toalla y empezó a sacarse el polo que llevaba puesto, haciendo que mi cuerpo empezara a temblar de emoción.
A pesar de haber dormido con él ya dos veces, nunca lo había visto desnudo.
Ahora era el momento.
Su torso era grueso y estaba cubierto de una capa de vello que lo hacía ver muy varonil.
Los músculos de sus brazos se veían marcados y duros, exactamente como me los había imaginado la noche anterior, cuando me acurruqué entre ellos.
Entonces Raúl colocó su mano sobre su buzo y mi corazón volvió a dar un brinco, imaginando lo que se encontraba escondido debajo de aquellos pantalones.
De un tirón aquel hermoso hombre se deshizo de su buzo, quedándose ahora sólo con un apretado bóxer negro que parecía estar a punto de reventar.
Mi mirada estaba fija en el enorme paquete que se dibujaba en aquel bóxer y ni si quiera me esforzaba en disimularlo.
?¿Piensas bañarte con ropa? ?preguntó, con sus manos sujetando su bóxer, apunto de bajarlo.
Me tomó un par de segundos entender su pregunta.
?Eh… sí… digo no… ?tartamudeé nervioso.
Entonces Raúl tiró de su bóxer y un enorme pedazo de carne quedó libre frente a mis ojos, provocándome un escalofrió.
Su pene estaba semi erecto, con el prepucio cubriendo por completo su cabeza, pero aun así su tamaño me dejó impresionado.
Sin estar completamente parada ya se la veía gruesa y larga.
?Ven aquí ?dijo Raúl, tirando su bóxer a un lado y llamándome con su mano.
Sin quitar mi mirada de su pene, me acerqué hacia él, como hipnotizado.
Entonces Raúl empezó a sacarme la ropa con lentitud, primero mi polo y luego mis pantalones, dejándome sólo con mi bóxer azul, apretado a mi cuerpo.
?Eres realmente hermoso ?susurró y luego me plantó un pasional beso en los labios, envolviéndome con sus manos el cuerpo entero.
Mi piel se puso de gallina cuando sentí contra mi barriga su enorme pedazo haciéndose grande y duro.
A pesar de que disfrutaba mucho besar a Raúl, me moría de ganas de ver su pene creciendo, ver hasta dónde podía llegar aquel monstruo.
Entonces Raúl sujetó con ambas manos mi bóxer y tiró de él, dejándome completamente desnudo y temblando entre sus brazos.
?Wow ?dije al bajar mi mano y sujetar su pene.
¡Era enorme! Nunca en mi vida había visto un pene de ese tamaño, ni siquiera en las películas.
Entonces los recuerdos del dildo de Pablo regresaron a mi mente… era muy parecido, demasiado parecido.
?¿Pasa algo? ?preguntó, mirándome pícaramente.
?No, nada… es solo que… nunca había visto una tan grande ?susurré avergonzado.
?¿En serio? ?dijo con una sonrisa y luego me tomó de la mano y me jaló hacia el baño.
Mi cuerpo se estremeció al sentir el agua caliente caer sobre mi piel y a las manos de Raúl masajeando mis hombros, abrazándome por detrás, con su pene erecto punteándome la espalda.
Entonces me di vuelta y empecé a besarlo bajo el agua caliente, empinándome sobre mis pies para poder llegar a sus labios y envolviéndolo con mis brazos.
Raúl correspondió a mi beso y con sus manos empezó a acariciar mi espalda, bajando lentamente hacia mis nalgas, sobándolas y apretándolas.
?Oh dios, eres hermoso ?susurró entre jadeos, con su cuerpo vibrando de pasión.
Poco a poco Raúl empezó a hurgar entre mis nalgas, acariciando mi ano con suavidad, con timidez, como si no estuviera seguro de hacerlo.
Mi cuerpo se estremecía cada vez que sentía sus dedos acariciando mi agujero, lanzando suspiros y gemidos que buscaban invitarlo a seguir, a ir más adentro.
Con suavidad empecé a deslizar mis manos por su pecho, acariciando y apretando sus músculos, embelesándome con su dureza.
Luego bajé por su abdomen hasta su entrepierna, sintiéndolo estremecerse cuando llegué hasta su pene.
Con ambas manos sujeté aquel monstruo y empecé a masajearlo con suavidad, subiendo y bajando mis manos, masturbándolo tímidamente.
Lo único en lo que podía pensar en ese momento era en si todo aquello me cabría en la boca, y más aún, si me entraría en el culo.
Luego de haber visto sufrir a Pablo con el dildo, me daba algo de temor al pensar que todo aquel monstruo podría terminar enterrado entre mis nalgas.
Pero cuando estaba a punto de arrodillarme para metérmelo en la boca, Raúl me tomó de la cintura y me dio vuelta, arrimándome contra la pared, con el culo levantado.
Entonces con su lengua empezó a recorrer toda mi espalda, desde mi nuca hasta mis nalgas y luego enterró su lengua entre ellas, lamiendo desesperado, mordisqueando y chupando todo lo que podía.
Mis gemidos empezaron a aumentar de intensidad, al igual que mis jadeos.
Con la cara aplastada contra la pared, me dedicaba a soltar exclamaciones de placer mientras aquel hermoso hombre me comía el culo como nunca nadie lo había hecho.
Si alguna vez pensé que Ángel era un genio en la cama, Raúl era todo un dios.
Con un firme movimiento me separó las piernas y empezó a pasar su lengua por la base de mis testículos, recorriendo todo el camino desde ellos hasta mi ano, haciendo que mi cuerpo temblara y se sacudiera de placer.
Nunca había sentía un placer así, me estaba volviendo loco.
Sin detener sus lamidas, Raúl tomó mi pene y empezó a masturbarme, logrando alcanzar un ritmo perfecto entre su lengua y su mano.
El placer era demasiado, mi cuerpo se sacudía tratando de contener todo lo que estaba sintiendo.
Tanto mi culo como mi pene estaban recibiendo placer al mismo tiempo, algo que nunca había hecho antes.
Sin poder contener más, mi pene lanzó un chorro de leche contra la pared de la ducha en el que fue el mejor orgasmo que haya tenido en mi toda mi vida.
?Wow ?suspiré agotado?… ¡Eso fue increíble!
Raúl sólo sonrió complacido mientras me abrazaba por detrás y me daba besos en mi cuello.
?Déjame devolverte el favor ?le propuse, pero cuando intenté arrodillarme me detuvo.
?No es necesario ?dijo con una sonrisa?, aún no es el momento.
No puedo negar que me sentí bastante decepcionado.
Aquel pene era hermoso y lo único que quería era jugar con él, pero Raúl no parecía querer permitírmelo.
?Ya llegará el momento ?susurró y luego empezó a embadurnar todo mi cuerpo con jabón, mientras me masajeaba y me besaba.
No hace falta decir que aquella fue la mejor ducha de mi vida, y aunque lo disfruté a lo grande, me sentí algo mal por haber sido el único que alcanzó el orgasmo.
Luego de secarnos, ambos regresamos desnudos a su cuarto, abrazados y sonriendo.
?Debo alistarme ?anunció él y empezó a rebuscar en su enorme ropero, mientras yo lo observaba sentado sobre su cama, sin ninguna intención de cubrirme.
Era muy excitante estar desnudos, al natural, y tener siempre una perfecta visión de aquel pollon que le colgaba entre las piernas.
Con una sonrisa en los labios lo observé mientras se vestía.
Se veía tan elegante con su terno, tan varonil y hermoso que me daban ganas de desnudarlo nuevamente, aunque eso sonara contradictorio.
?Ya se me hizo tarde ?dijo acercándose hacia mí y plantándome un beso en los labios?.
Si tienes hambre hay comida en la cocina, por favor sírvete lo que te apetezca.
Regresaré en un par de horas.
?No te preocupes ?le dije y luego lo besé de nuevo ?, que te vaya bien ?me despedí, levantando mi mano y ondeándola en el aire hasta que él desapareció por la puerta.
Cansado y emocionado me dejé caer sobre su cama, recordando aquella increíble ducha y aquella verga enorme que tanto se me había antojado.
Para ser honesto nunca pensé sentirme tan bien con Raúl, debido a la diferencia de edades, pero él me hacía sentir especial, seguro, y además era el hombre más varonil y sexy que había conocido.
Pero a pesar de sentirme emocionado por mi nuevo amigo, aún sentía aquel vacío en mi pecho cada vez que pensaba en Cristian.
Luego de estar recostado por un buen rato, envuelto en las sabanas suaves de la cama de Raúl, impregnadas con su aroma, el sueño me ganó la partida y me quedé dormido por un momento, luego me desperté y empecé a recorrer el departamento, desnudo como estaba.
El lugar era increíble, tenía dos habitaciones con un baño en medio y un habitación grande, la principal, con su baño incluido.
Aparte tenía sala, comedor, lavandería y una preciosa cocina.
Luego de recorrer todo el lugar regresé a la habitación de Raúl y empecé a hurgar en su ropero, disfrutando del aroma de su cuerpo impregnado en su ropa.
Su cuarto era bastante peculiar.
La cama estaba en medio de la habitación y a ambos costados había dos roperos con puerta de espejos que reflejaban todo el lugar.
Sin duda sería muy excitante tener sexo en aquella cama y poder observar diferentes ángulos a través del espejo… De sólo pensarlo mi cuerpo empezó a calentarse de nuevo.
Por un buen rato me senté frente a mi teléfono, pensando si debía llamarle a mi mama o a mi papa, pero aún seguía muy herido por su separación, no estaba listo para verlos a la cara todavía.
Sin darme cuenta el tiempo se pasó volando entre recuerdos y reflexiones, y Raúl llegó nuevamente al departamento.
?Hola peque ?me saludó con una sonrisa?, espero que te guste la comida china ?continuó, levantando en su mano un par de bolsas llenas de comida.
?Me encanta ?contesté emocionado, aunque cualquier cosa hubiera sido delicioso en ese momento, ya que realmente me estaba muriendo de hambre.
Raúl sacó un par de platos y acomodó la mesa con mucho esmero, dejándome impresionado por la atención que ponía a los pequeños detalles.
Luego sirvió la comida y se sentó a mi lado.
?Realmente te gusta andar desnudo, ¿no? ?dijo con una sonrisa, mirándome de arriba abajo.
?¿Ah? ?exclamé confundido y luego recordé que no llevaba puesto nada encima.
Me había pasado toda la mañana desnudo y se me había olvidado que lo estaba.
?¿Quieres que me ponga algo? ?pregunté avergonzado.
?No, así estás muy bien ?dijo y luego empezó a sacarse la ropa también?, será mejor que ambos estemos iguales.
La visión de su cuerpo desnudo me quitó por un segundo el hambre, o al menos esa clase de hambre… Raúl era realmente un hombre hermoso, por donde sea que lo mirara, y me moría de ganas de conocerlo más.
?Bueno, adelante ?dijo, señalando los platos?, come.
Sin esperar que repitiera su ofrecimiento, me lancé al ataque, tratando de controlar mi hambre para que mis modales no desaparecieran por completo.
La comida estaba deliciosa, pero más deliciosa era la compañía.
Raúl y yo conversamos mucho durante el almuerzo, me contó de su familia, de su trabajo y de sus amores, cautivándome con su manera de decir las cosas, su manera de mirar cuando me las contaba.
Luego de escuchar toda su historia yo compartí la mía con él, le conté de mi familia, de mi colegio y del reciente descubrimiento de mi sexualidad, sin mencionar nada sobre Cristian.
Casi dos horas después de haber terminado el almuerzo, ambos empezamos a recoger los platos, manteniendo aún una amena conversación y riéndonos de cualquier cosa.
Fue un momento mágico…
Luego de que todo estuvo limpio, Raúl se sentó en su mueble y sin poder resistirme fui y me senté en sus piernas, acurrucándome contra su pecho, pasando mi mano sobre sus vellos, mientras el me acariciaba el rostro y jugaba con mi cabello.
?¿Qué has pensado hacer? ?preguntó luego de un largo rato de silencio.
?¿Sobre qué? ?pregunté, totalmente absorto del mundo.
?Tus padres… ?dijo susurrando?, ¿Regresaras a tu casa hoy?
Su pregunta hizo que volviera a pensar en aquel problema, sacándome del estado tranquilo que me encontraba.
Sin decir nada me puse de pie y me paré frente a la ventana, observando la vista que ofrecía aquel veinteavo piso.
Entonces Raúl caminó hacia mí y me abrazó por detrás, envolviéndome en sus brazos con ternura.
?Perdona ?se disculpó, besándome el cuello ?, pero es mejor que afrontes las cosas de una vez.
?Sí, lo sé ?dije y luego me volví y lo abracé, suspirando contra su pecho, pensando que todo aquello sería sumamente más difícil si no lo tuviera a él allí conmigo.
El sol estaba empezando a ocultarse en el horizonte cuando tomé mi decisión.
?Debo regresar ?anuncié y Raúl esbozó una sonrisa.
?Ese es mi peque ?susurró y me abrazó fuerte.
Mientras me vestía empecé a considerar seriamente en la posibilidad de empezar algo serio con Raúl, así como lo había pensando en su momento con Cristian.
Si alguien se merecía una oportunidad como esa era aquel hombre que había estado para mí en mis momentos difíciles y que no había tomado ventaja de ello.
Pero aún me quedaba una duda, algo que me hacía resistirme a la idea de entregarme por completo a Raúl y era que a pesar de todo lo que él había hecho por mí y lo bien que lo pasaba a su lado, no sentía por Raúl lo que sentía o sentí por Cristian.
Cristian había sido mi amigo de toda la vida, nos conocíamos desde pequeños, desde que ambos empezamos el colegio.
La conexión que había entre nosotros venía de mucho antes de que yo supiera que me gustaban los hombres.
Él siempre fue mi mejor amigo, mi compañero, y el hecho de que llegó a ser mi amante en algún momento, me había hecho sentir completo, había hecho que aquella conexión que había entre nosotros se fortaleciera y se volviera algo muy difícil de olvidar.
A pesar de que Raúl me hacía sentir protegido y querido, y de que me llevara muy bien con él, no había una conexión tan profunda como la que había compartido con Cristian.
?¿Vendrás a verme pronto? ?preguntó Raúl, cuando me acompañó a la puerta.
?Claro ?contesté con una sonrisa?, mañana te vendré a ver.
Raúl esbozó una hermosa sonrisa y luego me besó suavemente.
?Hasta mañana entonces.
?Hasta mañana ?me despedí y salí de su edificio.
Aún quedaba algo de luz en el día mientras caminaba de regreso a mi casa, con la mente ocupada, pensando en cómo reaccionar frente a mis padres o como no reaccionar.
Entonces mis ojos percibieron una figura caminando del otro lado de la calle, en la dirección en la que se encontraba mi casa, y de inmediato me volví para ver de quien se trataba.
Me bastó una sola mirada para reconocerlo.
Era Cristian.
Mi estómago se retorció cuando lo reconocí y de inmediato fingí que no lo había visto y apresuré el paso hacia mi casa, tratando de evitar levantar la cabeza para que no se diera cuenta de que lo había visto.
?Adrián ?llamó él de pronto y mis pies se detuvieron de inmediato, al igual que mi corazón.
No quise volver a verlo, pero tampoco pude seguir caminando.
?¿Dónde andabas? ?preguntó entonces y pude escuchar su voz detrás de mí.
?Eso no es de tu incumbencia ?contesté, sin volverme aún.
Cristian se quedó callado por un momento.
?Tu mamá me llamó anoche preocupada porque no sabía dónde estabas ?continuó y su tono de voz sonaba extraño, hasta hubiera jurado que sonaba preocupado.
?Perdona… se me olvidó decirle a mi mamá que tú no ya no quieres saber nada de mí ?contesté ardido?.
No te preocupes que le diré que no vuelva a llamarte.
?Estaba preocupado por ti ?dijo entonces y mi piel se puso de gallina, y por más que intenté resistir la tentación de volverme a verlo, no pude.
La expresión en el rostro de Cristian era totalmente diferente a la expresión que había visto en él la última vez que hablamos.
Sus ojos me observaban con ternura y pena, sin rastro del odio o repulsión que habían mostrado la última vez.
?¿Estás bien? ?preguntó y dio un paso hacia mí, dejando ahora sólo un metro entre nosotros.
?Sí ?dije y pronto mi voluntad se quebró?… No, no lo estoy.
?¿Qué sucedió? ?preguntó y su cuerpo se movió un poco más hacia mí.
?Mis padres se van a separar ?dije y mi voz se quebró al decirlo nuevamente en voz alta.
Entonces Cristian terminó de recorrer el espacio que nos separaba y me envolvió en sus brazos, apretándome contra su pecho.
Mi corazón dio un brinco al sentir su calor nuevamente junto a mí, su refrescante aroma.
Sus abrazos se sentían completamente diferentes a los que de Raúl.
Con Cristian me sentía completo y feliz, como si ambos fuéramos parte el uno del otro.
?Lo lamento ?susurró en mi oído?, sé lo mucho que tus padres significan para ti, lo mucho que amas la familia que tienes.
Sus palabras me hicieron sentir extrañamente tranquilo.
Cristian me conocía muy bien y eso me gustaba.
?Todo estará bien ?susurró entonces, liberándome de su abrazo para poder mirarme a los ojos?.
Tal vez ya no vivirán juntos, pero tú aún los tendrás a ambos, siempre.
?Gracias ?respondí, con las lágrimas a punto de salir.
Ambos nos quedamos en silencio por un largo rato, sólo mirándonos, perdiéndonos en los ojos del otro, como solíamos hacerlo antes.
?Será mejor que entres ?dijo de pronto, acariciando mi rostro?, tu mamá debe estar muy preocupada.
?Sí ?contesté, secándome las lágrimas y dando un par de suspiros?.
Gracias.
Cristian se quedó allí de pie, mirándome hasta que entré a mi casa.
Gracias a las palabras y al abrazo de Cristian, ahora me sentía más fuerte que antes, con una mejor actitud para afrontar las cosas.
Aquella noche mis padres y yo hablamos hasta muy tarde, sacando todo lo que los tres llevábamos dentro y tratando de aceptar nuestra nueva realidad.
Las cosas no iban a ser iguales, pero al menos intentaría pensar positivamente.
A la mañana siguiente desperté con una enorme sonrisa en el rostro y con el corazón lleno de esperanza, no sólo por la situación con mis padres sino también por Cristian.
Luego de la forma en la que se preocupó por mí la noche anterior, sus palabras y su abrazo, las cosas iban a ser diferentes entre él y yo, de eso estaba seguro.
?Hey amigo, lamento lo de tus padres ?dijo Jordán apenas me vio entrando al salón.
?Gracias ?contesté tranquilo, dándole esporádicas miradas a la puerta?, ya me siento mucho mejor… Espera… ¿Tú como sabes eso?
?¿Dónde pasaste la noche? Tu mamá llamó a mi casa como tres veces ?preguntó curioso.
?¿Tres veces?
?Sí, la primera para preguntar si sabía algo de ti y las otras dos para hablar con mi mamá, ya sabes que se han vuelto intimas desde que se vieron cuando regresamos del campamento.
?Sí, es verdad… pero es porque ya se conocían desde antes, creo que fueron compañeras en el colegio o creo q vecina…
?No, zorrita ?dijo de pronto, interrumpiéndome?, no trates de cambiarme de tema… Ahora mismo quiero que me digas en casa de quien pasaste la noche.
?Con un amigo…
?¿Qué amigo?
?No lo conoces…
?Yo conozco a todos tus amigos… ¿acaso es nuevo? ¿Dónde lo conociste?
?En Grindr…
Los ojos de Jordán se abrieron grandes cuando mencioné el nombre del famoso app.
?¡Eres una zorra! ?exclamó tan fuerte que pensé que todo el salón nos había escuchado.
?¡NO PASO NADA! ?dije, pronunciando las palabras lentamente para darle intensidad.
?Sí, claro… y yo soy un angelito virginal ?contestó sarcásticamente.
?Te lo juro… sólo besos y abrazos, nada más ?insistí, dejando de lado la parte donde Raúl me comió el culo, para evitar que me volviera a decir zorra.
Entonces por el rabillo de mi ojo vi entrar por la puerta a Cristian y mi corazón empezó a latir con fuerza.
?Ahora regreso ?le dije a Jordán, dejándolo con un gran signo de interrogación en su rostro.
Sin miedo me acerqué hacia Cristian, decidido a olvidar todo lo que había sucedido y volver a ser los de antes, como él lo había hecho la noche anterior.
?Hey Cristian ?le llamé y de inmediato se volvió hacia mí, pero su mirada era extraña.
?Dime ?contestó seco, cortándome toda la emoción que sentía.
?Sólo quería agradecerte de nuevo por lo de anoche.
Entonces Cristian levantó la mirada y recorrió todo el salón con sus ojos en un segundo, aunque no estaba seguro que era lo que buscaba.
?¿De qué hablas? ?dijo entonces, dejándome helado.
?Anoche… ¿recuerdas?
?No sé de qué hablas ?contestó de nuevo y sus ojos me miraron con desprecio?, deja de inventar cosas
Cristian intentó continuar con su camino, pero no lo dejé.
Cansado de sus cambios de ánimo, lo sujeté del brazo y lo jalé hacia mí, tratando de hacer que se quedara a darme una explicación
De inmediato todos en el salón que habían estado observándonos empezaron a silbar y a lanzar comentarios para nosotros, como suelen hacer siempre para molestar.
Entonces Cristian le lanzó una mirada fría a todos y sin que lo viera venir me lanzó un golpe con su puño que impactó en mi rostro y me hizo dar dos pasos hacia atrás.
?¡Te dije que me dejaras en paz! ?gritó y luego salió del salón azotando la puerta.
Todo el lugar se quedó en un profundo silencio.
El rostro de todos estaba petrificado por la sorpresa, ninguno se esperaba una reacción como esa y mucho menos yo.
?¿Estás bien? ?preguntó Jordán, acercándoseme de inmediato.
?No ?suspiré, luchando por no dejar salir las lágrimas.
El golpe que había recibido no me había dolido mucho, más me había herido ver la mirada que me lanzó Cristian antes de irse… ¿Por qué actuaba de esa forma? ¿Qué le estaba pasando?
?No debiste provocarlo ?dijo Jordán?, no después de lo que te dijo la última vez.
Sin querer ahondar más en el asunto, me quedé en silencio, con la mirada perdida en el suelo.
En ese momento lo único que quería era salir corriendo, pero huir era todo lo que había estado haciendo últimamente y debía parar.
Entonces mi celular sonó de pronto.
< Hola peque, ¿Cómo va tu día? >, me escribió Raúl, como caído del cielo.
< Bien > mentí, ya que realmente no quería hablar de lo que acababa de suceder.
< Me alegra mucho.
Espero puedas venir a verme pronto >
Aquel era un hombre que realmente me quería y que no tenía miedo de admitirlo, no como el imbécil de Cristian que parecía haber perdido la cabeza.
Entonces estuve seguro de lo que tenía que hacer.
Raúl era un hombre maravilloso y cualquier chico sería muy afortunado de tenerlo como novio, ¿Por qué yo no? Si ser su novio significaba sentirme bien y protegido como siempre me sentía cuando estaba con él, entonces no tenía nada que pensar.
< ¡Quiero verte ya! >, le escribí mientras terminaba de convencerme de que eso era lo mejor < ¿Puedes venir a recogerme del cole? Me encantaría almorzar contigo… tengo algo que decirte >
< Claro peque > contestó de inmediato < Estaré allí apenas salgas >
El resto de la mañana me la pasé con la mente en otro lado, recordando la mirada de ira de Cristian, sintiendo palpitar la huella de su puño en mi rostro.
Afortunadamente para mí, Cristian no regresó más al salón, así que el resto de la mañana fue bastante tranquila.
Apenas la campana de salida anunció el final de las clases, salí corriendo hacia la puerta principal, esperando que nadie me siguiera, pero Jordán fue más rápido y sin que me diera cuenta apareció a mi lado cuando salí por la puerta.
Entonces vi a Raúl bajar de su carro del otro lado de la calle, vestido con tan elegante y sofisticado que mi piel se puso de gallina.
?Noooo ?suspiró Jordán al ver Raúl acercándose hacia nosotros.
?Hola ?saludó él cordialmente.
?Hola ?contesté el saludo?, ¿nos vamos?
?¿No me vas a presentar? ?dijo de inmediato Jordán, dándome de codazos.
?Raúl, él es Jordán… Jordán, él es Raúl ?los presenté rápidamente, lanzándole una mirada de pocos amigos a Jordán.
?Un placer ?dijo Jordán y estrechó con fuerza la mano que Raúl le extendió.
?Mucho gusto ?contestó él amablemente.
?Supongo que fue contigo con quien pasó la noche mi amigo Adrián ?dijo Jordán de pronto y mi rostro se puso rojo de la vergüenza.
Raúl se volvió a mirarme confundido, sin saber que responder.
?Buenooo ya tenemos que irnos, gracias Jordán, Luego hablaremos ?interrumpí, jalando a Raúl y lanzándole una mirada poco amable a mi amigo.
?Quiero detalles ?fue lo último que escuché de él y luego entramos a su auto.
Todo el camino hacia el departamento de Raúl, me la pasé pidiéndole disculpas por Jordán, tratando de explicarle la complicada confianza que nos teníamos el uno al otro.
Mi cuerpo empezó a temblar cuando llegamos a su habitación y él empezó a sacarse la ropa.
?Raúl ?le llamé, decidido a hacerlo ?.
Estoy listo.
Raúl me miró confundido por un segundo.
?Quiero ser tuyo completamente ?continué, sintiendo como mis rodillas se sacudían?, Si aún quieres…
Entonces Raúl caminó hacia mí y me calló con un dulce beso, un beso lleno de ternura que de inmediato llenó de calidez mi cuerpo.
?Nada me haría más feliz que ser tu novio ?dijo y luego sonrió de oreja a oreja.
?A mí tampoco ?mentí.
Entonces Raúl me envolvió en sus brazos y me levantó del suelo como si nada, acostándome luego suavemente sobre su cama.
Sabía muy bien lo que estaba a punto de suceder y en gran parte deseaba que sucediera.
Necesitaba sacarme a Cristian de la cabeza.
Raúl empezó a besarme con pasión el cuello, raspando con su barba mi piel y haciéndome soltar suspiros con sus caricias.
Suavemente empezó a desabotonar mi camisa y a dejar mi pecho al descubierto, llenando luego con besos cada centímetro de él.
Sus manos fuertes me acariciaban con firmeza, ya no había esa timidez de antes en sus caricias, ahora ambos sabíamos lo que queríamos.
Sin dejar de besarme, Raúl empezó a desabrochar mis pantalones y luego tiró de ellos hasta dejarme completamente desnudo, con mi pene al aire, erecto, mirando hacia el cielo.
Entonces Raúl lo sujetó con sus manos y empezó masturbarlo con firmeza, provocándome espasmo de placer que hacían retorcer mi cuerpo.
No podía negar que me gustaba más tener un pene adentro de mi culo que cualquier otra cosa, pero también disfrutaba mucho cuando mi pene recibía algo de atención.
Raúl me dedicó una mirada picara y luego se metió todo mi pene en su boca, chocando su rostro barbudo contra mi pelvis y haciendo que mi cuerpo se retorciera de placer.
Aquel hermoso hombre no solo era un dios cuando se trataba de jugar con mi ano, también lo era chupando mi pene.
Por un largo rato vi sus labios subir y bajar por mi tronco, disfrutando cada segundo de placer que me producían sus lamidas.
Entonces Raúl sujetó con ambas manos mis piernas y las levantó en el aire, sin dejar de chuparme el pene.
Luego empezó a bajar por mis testículos, lamiendo cada rincón de ellos, siguiendo la ruta hasta llegar a mi ano, provocándome un gemido sonoro cuando su lengua rozó mi agujero.
Con mis piernas en el aire, Raúl empezó a comerme el culo nuevamente, subiendo hasta mis testículos y mi pene y luego bajando nuevamente.
Era increíble todo el placer que aquel hombre podía darme usando sólo su boca, no podía ni imaginar todo lo que podía hacer con aquel enorme pedazo de carne que tenía entre sus piernas.
Luego de un largo rato de tenerme en las nubes con sus lamidas, dejó caer mis piernas y se acostó junto a mí a recuperar el aliento, entonces aproveché el momento y me subí sobre él, como si fuera a cabalgarlo y luego empecé a recorrer con mis labios su pecho fuerte y velludo, pasando mi lengua por todas partes, mientras iba bajando hasta mi objetivo.
Esta vez Raúl no intentó detenerme y por fin tuve todo aquel enorme pene a mi disposición.
Emocionado, lo sujeté con ambas manos y empecé a masturbarlo suavemente, aumentando la firmeza y la velocidad a medida que me acostumbraba a su tamaño.
Ardiendo de calentura, coloqué mis labios sobre la cabecita y pasé la lengua por la abertura de su glande, saboreando sus líquidos y probando por primera vez su sabor.
Luego empecé a lamer el tronco, estirando mi lengua y recorriéndolo de arriba abajo, mientras lo miraba fijamente a los ojos.
Con mucha dificultad metí su pene en mi boca y empecé a chupar como pude, subiendo y bajando mis labios, tratando de tragármela por completo pero era imposible.
Mi garganta no era lo suficientemente grande para tragarse un espécimen como ese.
Por un largo rato se la chupé y lamí, bajando por sus testículos y jugando con ellos, humedeciendo cada centímetro de su entrepierna con mi saliva, preparando el camino para lo que se venía.
?Métemela ?le dije y pude ver la lujuria en sus ojos.
?¿Estás seguro? ?preguntó algo preocupado.
?Sí ?contesté firme.
Entonces Raúl se incorporó y sacó un lubricante y un par de condones de su gaveta y de inmediato se puso uno.
?Échate boca abajo y trata de relajarte ?me ordenó.
Con muchos nervios me recosté sobre la cama y coloqué mi cara contra la almohada, tratando de buscar algo que morder para cuando el dolor empezara.
Raúl me llenó el ano de lubricante y empezó a dilatarme, metiendo primero un dedo, luego dos y tres, hasta que dejé de sentir molestia.
Luego se recostó sobre mí y pude sentir la enorme cabeza de su pene apretando la entrada de mi ano.
?Relájate ?susurró y luego colocó su mano en mi boca, entre mis dientes para que la mordiera.
Entonces la enorme cabeza empezó a hacer presión contra mi ano y los primeros dos centímetros forzaron su entrada.
Mi cuerpo se estremeció por el dolor y solté un grito exagerado.
?¡Me duele! ¡Sácala! ?le supliqué y de inmediato la saco.
El dolor punzante en mi ano me dejó en silencio por un rato, mientras intentaba calmarme.
?Lo siento ?dijo, con un rostro arrepentimiento, como si hubiera hecho algo malo?, será mejor que lo dejemos allí.
?No ?contesté de inmediato?, no voy a darme por vencido.
Sin esperar su respuesta, tomé a Raúl de su brazo y lo jalé hacia la cama, haciéndolo que se recueste boca arriba, dejando su pene alzado, mirando al cielo como un asta de bandera.
Entonces me llené nuevamente de lubricante el culo y me puse de pie sobre su pene, con una pierna a cada lado de su cuerpo.
?Déjame moverme a mí ?le ordené
Con algo de miedo empecé a descender hasta que su pene estuvo de nuevo en la entrada de mi culo, y luego le lancé una mirada de advertencia, para recordarle que no debía moverse.
Con suma lentitud y cuidado empecé a descender sobre aquel enorme pene, sintiéndolo como presionaba contra mi agujero hasta lograr entrar nuevamente.
Apenas sentí el dolor me quedé quieto, decidido a no dejarme vencer esta vez.
Poco a poco el dolor fue pasando y continué descendiendo.
Era excitante ver mi reflejo en aquellos espejos a mi alrededor.
Allí estaba yo, completamente desnudo, subido sobre aquel hermoso hombre, con su pene desapareciendo entre mis nalgas.
Me tomó varios minutos pero por fin pude sentir sus vellos púbicos rozando mis nalgas.
?¿Entró toda? ?pregunté con los ojos cerrados.
?Sí ?lo escuché suspirar.
Por un par de minutos más me quedé quieto, mientras mi recto se acostumbraba a aquel tamaño y el dolor empezaba a desaparecer.
Entonces empecé a subir y abajar con lentitud, sintiendo como su duro pene me taladraba por dentro, haciéndome sentir más lleno que nunca.
Raúl sujetó con sus manos mis nalgas y empezó a dirigir mis sentadas, apretándolas cada vez que su pene entraba por completo en mi culo.
Sin dar cuenta mi ano fue acostumbrándose a su tamaño y pronto empecé a cabalgar sobre él sin sentir dolor, solo un enorme y embriagador placer.
Entonces Raúl me tumbó sobre la cama, sin sacarme su pene y me puso en cuatro patas, sujetando con ambas manos mi cintura.
Nunca había sentido una sensación como esa.
Ser penetrado con un pene tan grande era otra cosa, otro nivel de placer y dolor.
Una combinación extasiante.
Raúl empezó a embestirme con fuerza, dándome pequeñas nalgadas cuando su pene entraba completamente.
Mis nalgas golpeaban violentamente su pelis provocando un sonido embriagador que me calentaba aún más de lo que ya estaba.
Mi cuerpo temblaba con cada embestida, con cada nalgada que me daba.
Me sentía completamente extasiado, desbordando de placer.
Luego de una larga sesión de sexo duro, Raúl terminó dentro de mí y ambos caímos exhaustos sobre la cama.
Mi culo se sentía vacío ahora sin su enorme pene, y a pesar de que el dolor aun permanecía latente en mi agujero, mi deseo por él seguía ardiendo.
Por un largo rato nos quedamos abrazados, recuperando el aliento, acariciándonos mutuamente y dándonos pequeños besos.
?No puedo creer que hayas sido mío ?me suspiró al oído luego de un rato.
?Sí ?contesté con una sonrisa, aún embriagado por el placer?.
Ahora eres mi novio y puedes hacerme tuyo toda las veces que quieras.
El rostro de Raúl se iluminó con mis palabras y luego me plantó un beso lleno de pasión que volvió a encenderme.
Entonces me incorporé sobre la cama y me subí sobre él nuevamente.
?¿Listo para la segunda ronda? ?pregunté y Raúl sonrió de oreja a oreja.
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