Cap. 15: De su hijo a su mujer (Consolando a Papá)
Parte 15 de mi novela autobiográfica… te sugiero leer las 13 partes anteriores. Cuando termines de leer y si te gusta este y los otros capítulos, avísame si quieres leer los 64 que ya he publicado , además de los 7 capítulos inéditos (que tienen fotos y/o videos)…..
- Te llamé a la oficina y no estabas
- Estuve en reunión
- ¿Toda la tarde?
- No
- ¿Entonces?
- Todo el día
- Y tanto te costaba llamarme
- ¿Para qué?
- No lo sé… para saber como estoy, no nos vemos hace tres días.
- Pero si estoy en reunión todo el tiempo no puedo llamarte
- Tampoco puedes llegar temprano
- ¿Cuál es tu idea? ¿Quieres pelear?
- Quiero saber que pasa, esa es mi idea
- Ya te dije, he estado todo el día en reuniones, eso pasa ¿Qué más va a pasar?
- O sea ¿No tienes más explicaciones?
- … ¿Quieres que te mienta?
- Quiero la verdad
- Mira, he tenido un día terrible, ni siquiera me dio tiempo de almorzar, no me interesa tener una discusión sin sentido contigo.
- ¿Sin sentido?, o sea, no me ves en tres días, llegas después de las 9 de la noche, yo te pregunto que pasa y ¿Para ti es una conversación sin sentido?
- No, llego a casa después de un día de mierda y me recibes con esa actitud que no dan ganas ni de mirarte.
- ¿O sea que ahora es mi culpa?
- ¿Culpa? ¿De qué estás hablando? ¿Culpa de qué?… no ha pasado nada, tú trabajaste 3 días me hice cargo del Benja, hoy me tocó un día largo y eso es todo, no es un problema, ni tampoco tiene porque serlo, tú te molestas porque me llamas a la oficina y no estoy ¿Acaso la Verito no te dijo que estaba en reunión?
- ¿Me vas a sacar en cara ahora que pasas más tiempo con el Benja?
- ¿Qué? … Oye pero nunca he dicho eso
- Eso dijiste!
- No me grites, no dije eso, dije que me hice cargo, nada más.
- Claro, otra vez yo tengo la culpa.
- ¿Sabes? En serio no estoy de humor, me voy a dar una ducha, voy a comer algo y me voy a dormir.
- No esperarás que te sirva la comida también.
- No espero nada de ti.
- … Ándate a la mierda.
- Ok
- Ah y te vas a la habitación y me dejas hablando con la pared
- Me mandaste a la mierda
- Eres insoportable
- Déjame por favor, anda a esparcir tu rabia a otro lado, yo me refrescaré, comeré y me dormiré tranquilamente, ¿Ok?
- Conmigo no duermes esta noche
- Pero…
Fue así como un tiempo más tarde papá entró a mi habitación que estaba a oscuras, sólo iluminada por las luces de las calles y las casas vecinas. Cuando entró solo vi su silueta en contraste con la luz del pasillo encendida afuera de mi dormitorio, sus movimientos eran cautelosos para no despertarme, pero yo ya estaba despierto desde que escuché los gritos de la discusión que había tenido con mamá hace un momento. No era la primera vez, desde hace unos meses era muy común escucharlos gritar, yo no entendía muy bien qué pasaba y tampoco les preguntaba. No quería ver a mamá molesta ni a papá triste, entonces hacía como que nada pasaba e intentaba portarme lo mejor posible para que no me regañaran o ocasionarles más problemas de los que ya parecían tener.
Pude ver con la tenue luz que entraba por la ventana que papá se quitó la polera, y abrió la cama para entrar en ella, mi cama era pequeña, para una persona o dos si dormían muy juntos, no era la primera vez que debíamos compartir ese espacio tan pequeño, pues muchas veces cuando me hacía dormir yo me acomodaba en un lado de esa pequeña cama para que él pudiese acomodarse en la otra parte. Nunca habíamos dormido juntos en mi cama, pero yo sí había incursionado en mis mamadas nocturnas cuando papá me iba a hacer dormir y era él quien caía rendido antes.
Se acomodó, pude sentir la tibieza de su cuerpo, mis pies rozaron sus piernas, su olor me inundó por completo y luego cuando apoyó su cabeza en la almohada y cruzó su brazo a mi alrededor pude sentir todo el cuerpo de papá en mi espalda, me dio unos besos en la nuca y escuche un casi imperceptible “te amo”, él suponía que yo dormía, yo por su voz sabía que no estaba bien luego de la pelea con mamá, entonces acerqué mis manos a su mano con la que me tenía abrazado y que reposaba cerca de mi ombligo y solo susurré un “yo también”, tímido, casi sin voz. Al escuchar pegó su cuerpo aún más al mío y su abrazo se hizo más intenso. No dijimos nada más, sus labios me dieron besos tímidos en mi cabello, su mano recorría mi pancita, subía un poco más a mi pecho o bajaba un poco más hasta el elástico del pantalón de mi pijama, yo solo me dejé hacer, estaba tendido a lo largo de la cama, como un muñeco, disfrutando de las caricias de papá sin moverme. Sólo me moví cuando papá decidió, poner su mano bajo mi pijama, y así su mano siguió haciendo el mismo recorrido pero tocando mi piel, suave, lampiña y tibia. Sus manos grandes, masculinas y gruesas sabían provocarme escalofríos, es por ello que fue inevitable mover mis caderas, mis piernas y mis pequeños hombros. Ese movimiento hizo que nuestros cuerpos se unieran más, solo nos dividían mi pijama y el suyo, bueno en su caso solo el short del pijama, mi colita se pegó a su cuerpo y de manera automática pude sentir su pene en semi erección, me encantaba provocar esas cosas en papá, esa mezcla de pasión y de amor, de lujuria y de cariño. Cuando sentí su masculinidad apoyaba en mis pequeñas nalgas me quedé quieto, receptivo, para que supiera que sí lo había sentido y que sí quería que siguiera ahí.
Ya habían pasado algunos meses desde que papá había llenado mi culito con su juguito, cuando solo con su glande dentro explotó y fue suficiente para llenarme. Desde ese día no habíamos tenido la oportunidad de volver a repetir esa experiencia, pero si muchas veces, en estas semanas después de esa “nuestra primera vez”, yo me había encargado de mamar su pene cuando estábamos solos en casa, y el de mamarme mi culito, abrirlo, llenarlo de saliva y jugar un poco en mi entrada con las yemas de sus dedos, era nuestra rutina y yo me entregaba a ella con mucha pasión. Tenía 9 años, pero me sentía muy sexy, me gustaba sentir que tenía ese poder de seducción sobre él, en ese momento no comprendía mucho, pero ahora que recuerdo todos nuestros encuentros me doy cuenta que mi padre estaba loco por mi. Y yo jugaba a ese juego, desde mi inocencia de niño y mi descubrimiento como la razón que despertaba su lujuria, ya sabía que un beso de hijo cariñoso bien cerca de la comisura de sus labios era para todos un beso de hijo a padre, pero en nuestra relación sabíamos, él y yo, que ese era un código que nunca acordamos tener, pero estaba implícito en nuestra manera de relacionarnos, tal como cuando íbamos de la mano en la calle y cuando esperábamos el verde del semáforo, yo cruzaba mi brazo por su espalda y en vez de tocar su cintura mi manos tocaban y descansaban en la dureza de sus nalgas, o cuando estábamos en la fila del supermercado, mis hombros rozaban su pene y podía ponerlo duro solo con pequeños movimientos inocentes. En mis momentos a solas intentaba crear maneras de seducirlo, de sorprenderlo con acciones que solo nosotros pudiéramos saber mientras estábamos en público, y para eso las películas, los comerciales de televisión y lo que veía de las parejas de enamorados en las calles eran mi fuente de inspiración. Así era como en los restaurantes, con mamá junto a nosotros, mi pequeña mano se perdía en su entrepierna, o cuando estábamos solos me desnudaba con mucha sensualidad solo por el placer de mirar su cara mientras yo hacía el rol del putito de papá. Así es como también en mi soledad aprendí a tocarme, mis pequeños dedos tocaban mi pene que pasaba erecto gran parte del día, o tocaban mi culito imaginando que eran los dedos de papá. Mis duchas fueron una experiencia maravillosa, desde que papá me había enseñado a poner un poco de agua en mi y luego expulsarla, había adoptado esa práctica como algo sagrado, cada ducha que me daba debía sentir el agua tibia inundando mi culito y dejarlo limpio. Era tanto que los días que no podía por tiempo, o porque me bañaba mamá, me sentía sucio y necesitaba hacerlo.
La mano de papá no dejaba de acariciar mi pequeño cuerpo, el roce de sus dedos y mis tetillas me daban un placer que me costaba contener, mi culito inmóvil pero entregado seguía sintiendo el ya completamente erecto pene de papá, él empezó a mover su cadera lentamente, lo que me hacía sentir el ir y venir de su ardiente glande, el calor traspasaba nuestros pijamas. La respiración de papá se había agitado, su mano me abrazaba con más intensidad, sus labios me comían mis orejitas y mi cuello, todo era silencio y oscuridad. Mis ojos cerrados le daban aún más intensidad a todo lo que pasaba. Su mano se apoyó en mi cadera y cintura, era tan grande que las abarcaba la dos juntas, sus dedos se enterraron un poco en mi y me llevaron a su pelvis que restregó son suavidad, pero muy intensamente, sus dedos se metieron debajo del elástico de mi pantalón y con una habilidad increíble los bajó hasta mis rodillas sin siquiera moverme, luego hizo lo propio con los suyos y su pene se pegó a mi piel que recibió su calor y humedad haciéndome abrir la boca para exhalar la excitación que me embargaba. Seguí sin moverme, mi culito seguía entregado a él en esta danza de placer en mi cama, nada estaba planificado, nada estaba dicho, todo era sensaciones y placer, su pene era tan grande que sentía la base y sus testículos pegados a mi culito y su glande en mi espalda. Imaginarlo dentro me daba miedo pero me volvía loco, pues sabía que era lo que él deseaba, y yo quería complacerlo y hacerlo feliz.
Alejó su cadera, separándose lo necesario para que su pene quedara en línea recta entre él y yo, su glande se metió entre mis piernas y el calor abrasador de su carne me calentó mis pequeños coquitos que ya estaban lo suficientemente calientes y sueltos debido a la temperatura de ambos y de la colcha que nos cubría, podía sentir como mi piel se erizaba al recibir las gotas de su líquido preseminal y tuve una corriente eléctrica cuando con un movimiento muy sutil y coordinado de su cadera hacia atrás, y su mano en mi nalga, hicieron que mi pequeño anito quedará expuesto y en un segundo su pene se posara en él. Casi morí de placer, el calor, la humedad, la dureza; los dedos de papa en mis caderas, su respiración agitaba en mi nuca, sus piernas atrapando mis pequeños pies, yo no era más que un pequeño muñeco esperando cumplir mi misión, esperando satisfacer y hacer feliz a papá. Yo seguí inmóvil, solo dí un pequeño saltito cuando los dedos de papá tocaron mi diminuto y muy erecto penecito, el saltito y la sensación que me provocó hicieron que mi anito se abriera un poco, y eso fue suficiente para darle un “besito” en la punta de su glande, que al presionarlo, además de extraer un ahogado gemido de la garganta de papá que contuvo a duras penas en mi nuca, extrajo la cantidad suficiente de su líquido preseminal para lubricarme. El sentir la facilidad con la que ahora su pene se deslizaba en mi entrada me excito, y mi anito recordando nuestra última vez, y recordando su lengua se volvió como un autómata abriéndose y cerrándose, como la boca de un bebé al que le quitas el chupete y se desespera por querer atraparlo otra vez. Eso le dio a papá la valentía para sin soltar mi penecito empujar su cadera un poco más y su glande, como si siempre hubiese estado ahí, se perdiera en mi anito y las paredes rosadas los recibieran con masajes que yo no podía controlar. Papá gimió otra vez, un poco más intenso pero muy silencioso, mamá estaba en la habitación de al lado y no podíamos hacer ruido. Era algo que no habíamos hablado, pero yo era lo suficientemente inteligente para entender. Cuando papá acalló su gemido retiro dos o tres centímetros su cadera y volvió a mi, ahora todo su glande me penetró, como la primera vez y mi culito como si supiera lo que debía hacer se cerró justo después de la cabeza del pene de papá que era como un champiñon, y lo atrapó. Sin moverme apreté mi culito y pude imaginar como estrujaba a papá en mi, él intentó sacar su pene, pero era tanta mi presión que no pudo, no paraba de gemir, intentando controlarse, empezó a mover su cadera muy suavemente y yo decidí actuar, lo mantuve apretado; cuando él se alejaba solo unos milímetros podían “escapar” de mi, y cuando él se acercaba solo unos milímetros podían “invadirme”, era una danza perfecta, pero yo quería más, es por eso que en una de las veces cuando papá se acercó yo solté mi culito y él sin esperarlo penetro mi pequeño y ya abierto ano unos dos o tres centímetros más, sentí un leve dolor, y apreté, atrapando el caliente glande de papá en mí, él mordió mi hombro con suavidad, papá separó su cadera y yo solté, todo el pene me abandonó y yo seguí haciendo fuerza como si estuviera soltando, fue por eso que cuando papá acercó su cadera mi anito lo esperaba abierto, y lo recibió haciendo que entrara sin problemas, mi pancita se llenó de placer, sentía mariposas, papá estaba como loco, no podía creer lo que estaba pasando y para ser sinceros yo tampoco, mi cuerpo seguía totalmente inmóvil, como había estado todo este tiempo, pero mi culito tomó vida propia e inició un vaivén de abrir y cerrar, coordinado con el ritmo de papá. Esta fue la primera vez que tuve una sensación tan intensa dentro de mí, me sentía feliz, lleno de vida, mi piel estaba erizada, la respiración de papá me tenía vuelto loco, mi culito se mandaba solo, yo solo estaba ahí entregado y mi culito se abría solo, se cerraba solo, tragaba el pene de papá a su antojo. Lo único que escuchábamos era como mi anito se abría y cerraba, la única lubricación que había era el presemen abundante y espeso de papá. El sonido se interrumpió por la voz de papá, susurros pegados a mi oído donde yo solo escuchaba “mi hijo”, “mi bebé”, “te amo campeón”, “eso mi nene”, “así hijo, así”, “eres maravilloso”, “ufff mi hijo”. Su glande seguía saliendo completo, se separaba de mi unos centímetros y volvía intenso, después del glande tres o cuatro centímetros más debieron entrar, no era mucho, pues su cuerpo al penetrarme seguía lejos de mí, no podía sentir su pelvis en mis nalguitas, su pene era demasiado largo y demasiado grueso para entrar aún más profundo. Yo creo que un poco menos de la mitad estaba adentro de mi, pero era suficiente para hacerme sentir el primer orgasmo anal de mi vida a los nueve años, y para tener a papá como un loco moviendo su cadera sin poder controlarla.
Su mano me tomo la pancita, su boca se pegó a mi cuello, su glande me penetró una vez más, entró unos milímetros más y creció como un globo, cuando apreté en vez de sacarlo lo mantuvo y ahí pude notar lo hinchado que estaba y por los gruñidos en mi cuello y la presión de sus dedos en mi pancita me di cuenta que estaba llenándome de su jugo, papá me estaba dando su leche aún más adentro que la primera vez y yo no me había movido, mi colita solo había buscado su paquete al principio y luego todo fue obra de papá, él me tomó, él me buscó y él me hizo suyo, esta vez más intenso y profundo.
Sacó su glande mi colita y yo inmediatamente cerré mi culito que dejó atrapado dentro de mi toda la masculinidad de papá.
Gracias por leer y seguir la novela…
El 22 de Mayo del 2024, estrené la página web de la novela… ya vamos en el episodio 64…
Si quieres leer la parte 16 ya está liberada para todo el mundo en la nueva página, puedes escribirme a mi Telegram, la cuenta es @BenjaLjubetic y te paso el link, también me encuentras en Twitter @macholingerie2
Y si quieres leer el resto de la historia, 71 capítulos en total, (La novela se sigue escribiendo), incluyendo episodios especiales inéditos, con videos y fotos, puedes suscribirte. También me puedes preguntar cómo.
Gracias otra vez por leerme, espero que te esté gustando.
PD: Cuando me escribas, saluda, se cordial, dime quién eres y que te gustaría. Yo responderé cordialmente. NO ME PIDAN «Contenido»… no me gusta y yo solo escribo y les cuento mis experiencias personales a lo largo de mi vida, con papá, amigos, compañeros, tíos, primos… solo eso.
Besitos Benja!
Como sigue?
Puedes revisar en http://www.noveladebenja.com
Gran relato… como sigue?
Saludos Benja, vaya capitulo, de los mejores!!!
Hola Max, espero que estes leyendo toda la novela, ya vamos en el 64…
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