Cap. 16: De su hijo a su mujer (La Separación)
Parte 16 de mi novela autobiográfica… te sugiero leer las 15 partes anteriores. Cuando termines de leer y si te gusta este y los otros capítulos, avísame si quieres leer los 64 que ya he publicado , además de los 7 capítulos inéditos (que tienen fotos y/o videos)……
Ya había pasado mucho rato y papá no llegaba, quedaban muy pocos niños además de unos cuantos padres o madres que conversaban con el entrenador o entre ellos, no era normal que papá se retrasara tanto en pasar a buscarme después de la práctica de fútbol, normalmente estaba antes, pues cuando estábamos jugando el mini partido al terminar cada práctica siempre estaba papá sentado en las graderías de la cancha. Luego de cada práctica me llevaba a comer alguna cosa y de camino a casa, si es que mamá ya había regresado del trabajo parábamos en algún lugar desierto para estar a solas pues con mamá en casa no era posible.
Casi cuando ya no había nadie llegaron mis abuelos a buscarme, no entendía nada, pero sí me sentía muy aliviado de que alguien llegara a buscarme, un niño de 9 años solo en la ciudad cuando ya estaba oscureciendo no era una idea muy segura. Cuando me subí al auto pregunté por papá, solo me dijeron que tuvo un problema que resolver, que luego pasaría por mi a la casa de ellos. Nos fuimos a comer unas pizzas a un restaurante de camino a su casa y conversamos de mi colegio, de mis compañeros, del fútbol, de las notas, de los amigos. Me gustaba estar con mis abuelos, mi abuela era muy divertida, cariñosa y muy elegante; siempre olía bien y me gustaba cómo lucían sus perlas en el cuello, era delgada con su pelo entre blanco rubio, sus ojos color miel y su piel un poco arrugada por la edad, pero de un color dorado que perduraba todo el año. Mi abuelo era un gigante, un poco más blanco que mi abuela, con su pelo abundante y gris, su nariz era prominente y lucía perfecta entre sus ojos verdes siempre brillantes. Era muy alto, muy ancho de espaldas y a diferencia de los hombres de su edad no tenía barriga y sus brazos eran muy grandes, como los de los actores de películas de acción que nos gustaba ver. Era muy divertido y super cariñoso, siempre jugábamos a la pelota, o a las cartas los días de lluvia o cualquier cosa que nos inventábamos cuando estábamos juntos. Cómo les conté al inicio de toda esta historia en la parte 1, él era muy querendón y era un poco responsable por mi fascinación por los hombres mayores, yo al ser tan pequeño, delgado y algo delicado me sentía protegido entre sus brazos, adoraba su olor, sentir la piel de su cara siempre afeitada, ver como se escapaban algunos pelos por su camisa y poder tocarlos y jugar con ellos cuando estábamos tirados en el sofá o en la cama mirando la televisión. Desde que había empezado a disfrutar de papá como mi amante, había empezado a imaginar poder hacer lo mismo con mi abuelo, pues el tenerlo cerca me despertaba un instinto sexual tremendo, yo podía percibir mi cambio interior. Por fuera era un niño de 9 años, un poco más bajo que la media de mi edad, muy extrovertido, juguetón, activo y divertido. Delgado, lampiño, con piernas bien formadas por el fútbol y con nalgas que sin ser grotescas eran muy redondeadas y anchas, seguro por los entrenamientos; pero por dentro ese niño que jugaba con autitos y que amaba ser niño sentía un calor que cuesta mucho describir, y me sentía diferente, un poco tímido, un poco coqueto, más tranquilo, y siempre observando todo. Mi cuerpo que era el mismo también cambiaba, sentía que me estilizaba un poco más, que mi cintura se ceñía más de lo que realmente la tengo, que mi colita se paraba por sí sola al caminar y que mis nalgas blancas, lampiñas, redondeadas y anchas se mecían al caminar, marcando en mis shorts o en los pantalones, me sentía deseado y provocador, y sin saberlo a esa edad, me sentía como se deben sentir las mujeres que buscan conquistar a un hombre, mostrando sus atributos para ser deseadas y poseídas. Sin darme total cuenta, tenía una chica dentro de mi que salía solo al estar frente a un hombre como los que me gustaban, adultos, grandes, masculinos, fuertes, anchos y protectores. Y cuando estaba con otros niños en mi colegio, en las prácticas de fútbol o en los cumpleaños, el niño normal que soy, estaba presente, lo suficientemente masculino para mi edad, brusco, aguerrido y quizás un poco coqueto.
Luego de las pizzas nos fuimos a casa de mis abuelos, cuando llegamos estaba mi mamá en la puerta esperándonos, me bajé del auto y corrí a saludarla. Su cara estaba extraña y sus ojos un poco llorosos.
- ¿Dónde está el papá?
- Trabajando mi amor
- Pero si hoy me tenia que ir a buscar
- Hija, cuéntale a Benjamin, ya es grande para entender estas cosas – dijo mi abuela con su voz dulce.
Entramos a la casa, mi abuela le pidió a la nana que preparara la cena para todos y mientras ella fue a su habitación con el abuelo nos dejó con mamá en el salon. Fue ahí que me enteré de la discusión que tuvieron con papá esa tarde y de que decidieron separarse. Yo solo escuchaba tratando de entender lo más posible, cuando mamá terminó de contarme todo la interrumpí.
- ¿Y dónde vamos a vivir?
- Donde siempre Benja
- Pero si se van a separar
- Sí, pero tú vivirás donde siempre
- ¿Y papá? ¿Y tú?
- En estas semanas nos acomodaremos, el papá se irá de viaje por el trabajo unas semanas y yo me quedaré contigo en casa, le diremos a la Nena que se vaya a vivir con nosotros al menos los días que yo tenga que trabajar de noche.
Mi cabeza estaba tratando de procesar esta información que para mi era la más importante, el matrimonio de papá y mamá no era algo que fuese de mi interés, no porque no me interesara de verdad, pues era algo de ellos, pero los efectos concretos como el no vivir con papá o el no vivir con mamá o que la Nena se fuese a vivir con nosotros eran cosas que si me importaban.
- ¿Entonces no voy a ver al papá?
- Sí mi amor, lo vas a ver, pero este tiempo estará de viaje.
- Y ¿Dónde está ahora?
- Va a estar en la casa cuando lleguemos, no te preocupes. Lo verás y podrás conversar con él también. ¿Bueno?
Mi corazón, que estaba al borde de explotar por el pánico que me dio al pensar que papá no estaría en casa, se calmó al saber que lo vería dentro de un momento.
- ¿Por qué se van a separar mamá?
- Eso es cosa de grandes Benja
- Ya no se quieren
- No es eso hijo, después iremos conversando esas cosas.
La cena fue tranquila en casa de mis abuelos, mi madre sentada junto a mi abuela tenía cara de tristeza pero la mano cálida y llena de hermosos anillos de mi abuelita la consolaba constantemente, mi abuelo en cambio me buscaba conversación sobre los dibujos animados que veía, o del libro que estaba leyendo en el colegio, o lo que fuese. Cuando ya mamá estaba más tranquila mis abuelos nos llevaron a casa. El camino lo transcurrimos en silencio, yo solo deseaba llegar a casa y poder abrazar a papá, en ese momento me embargó un poco la pena y el significado de la separación empezaba a cobrar sentido en mi. El viaje de papá, en no tenerlo siempre, la distancia… mi pequeña cabeza empezó a dar tumbos entre ideas para resolver lo que pasaba, la pena por lo que estaba pasando y fue así que mirando la ciudad a través de la ventana del auto, unas lágrimas tímidas empezaron a caer por mis mejillas y a brillar con el reflejo de las luces.
Cuando mi mamá empujo la puerta yo corrí al salón y papá no estaba, fuí a la habitación de mis padres y tampoco no lo encontré, golpeé la puerta del baño y nadie respondió, fue a la pequeña oficina que él tenía en casa y al encender la luz habían tres cajas en el medio y todas las cosas de su escritorio ya no estaban, se me apretó el corazón, me dió rabia, regresé corriendo hacia la cocina y solo estaba mi mamá que había entrado a dejar unas bolsas que traía consigo, la miré con rabia mientras unas lágrimas que no pude controlar salieron de mis ojos, ella no dijo nada. Regrese a buscar en la habitación de invitados y nada. Ya mi impotencia era incontrolable, el dolor en mi pecho se agudizó y ya el llanto no lo pude contener, me fui a mi habitación y me saqué la mochila con mi ropa de deporte que aún traía en la espalda, al entrar vi a papá cabizbajo sentado en la cama, me faltó el aire, tiré la mochila y corrí llorando aún más fuerte para abrazarlo, el dolor de mi pecho cedió, me sentía aliviado y las lágrimas desbordaron la capacidad de mis ojos, la mezcla entre tristeza y felicidad era difícil de distinguir, lo bese en el cuello, en la cara, lo miraba, con mis manos en sus mejillas y nuestras narices juntas podía sentir su piel, su calor, su olor a hombre que tanto amaba, mis piernas abiertas alrededor de su cintura y sus manos abrazándome fuerte me hicieron sentir protegido y amado; luego de que sus labios se juntaron por un segundo con los míos también me sentí deseado.
No se cuanto tiempo transcurrió en ese abrazo, ambos estábamos abrazados, sintiendo el calor del otro, en silencio, a la distancia solo se oía a mamá que hacía sus cosas dentro de casa. No sabía que hablar, que decir, que preguntar; la sensación de placer y tranquilidad que mi papá proyectaba sobre mi era suficiente para hacerme sentir bien. A los minutos entró mi mamá a la habitación, no nos soltamos.
- Benja tienes que bañarte, es tarde y mañana debes levantarte temprano para ir al colegio
- No quiero – dije sin despegar mi cara del cuello masculino de papá
- Benjamín por favor – replicó en un tono seco – quítate la ropa y vas a tu baño, te llevaré una toalla y lleva tu pijama.
- Dije que no quiero – respondí con mi voz un poco entrecortada y llena de rabia
- Bebé – escuche la voz dulce de papá, que me separó un poco para que lográramos tener contacto visual – hazle caso a la mamá. Vienes de fútbol y debes bañarte
- Pero papi… – dije musitando y me volví a aferrar a su cuerpo grande
- No te volveré a hablar Benjamin
- Yo lo llevo al baño – le dijo mi padre incorporándose conmigo aferrado a su cuello y con sus manos entre mi cintura y mis nalgas para poder sostenerme.
- Ya tiene 9 años, debería dejar de mimarlo – dijo mi madre antes de salir de la habitación.
Papá caminó al baño y me dejó en el piso, me besó la frente y me pidió que me bañara mientras él terminaba de ordenar algunas cosas, mamá apareció con la toalla mientras yo ya había comenzado a desvestirme. Mi padre salió del baño, así mamá pudo encender el agua, procurar que estuviera caliente y me ayudó a quedar limpio. Mientras me secaba los escuché conversar, no era fácil comprender todo lo que decían porque la distancia y porque estaban hablando muy despacio.
- ¿A qué hora te vas?
- No lo sé, esta noche me quedaré acá, mañana debo estar en el aeropuerto a medio día
- ¿Quieres compartir la cama?
- ¿En serio quieres que comparta cama contigo?
- No lo sé, digo porque si te vas a quedar, para que duermas cómodo
- Yo puedo ocuparme de mi comodidad tranquilo.
Salí del baño y dejaron de conversar, seguramente el ruido de la puerta les alertó que yo estaba cerca, entré a mi habitación, ordené mis cosas y fui a la habitación de mis padres donde papá estaba doblando una ropa y mamá solo estaba ahí como esperando que todo terminara pronto.
- Buenas noches – dije sin siquiera mirarlos, tenía rabia, pena y no entendía nada.
- Te iré a hacer dormir – dijo mamá acercándose a mi, mientras yo le daba un beso a mi papá en la mejilla, me tomó el hombro y salimos juntos de la habitación
- Yo voy en un momento bebé – escuché decir a mi padre, mi estómago dió un salto y me sentí alegre.
- ¿Qué pasó mamá? – le dije mientras ella abría la cama para poder acostarme en ella
- Cosas de grandes hijo
- Yo soy grande
- Pero no tan grande como nosotros, en un tiempo más te contaremos
- Yo no quiero que papá se vaya de la casa
- Cuando los papás se separan las cosas son así
- Podemos vivir todos juntos igual
- Para partir lo haremos así – dijo mi mamá con su voz muy segura mientras me arropaba con la colcha – papá debe viajar y cuando él regrese veremos como resolvemos.
- ¿Vivirá en un hotel?
- Estará en un hotel mientras trabaja, pero a su regreso él debe ver.
- Yo le puedo dar mi pieza para que él viva acá y yo duermo en el salón.
- Puede ser – dijo mi mamá con una leve sonrisa que pareció más una mueca.
- Descansa bien y mañana tomaremos desayuno los tres, lo prometo
Mi pecho se inflo un poco de la emoción, cada momento, aunque fuese breve con papá y mamá juntos me hacía felíz, estás últimas horas donde estaban tristes, silenciosos, cabizbajos me daban miedo y preocupación por lo que pasaría. Cuando mamá iba a apagar la luz de la mesa de noche para dejarme dormir, apareció papá en mi puerta.
- Me daré una ducha y me acostaré con Benja esta noche – dijo mirando a mi mamá
- Bueno – dijo mamá – entonces dejaré la luz encendida, luego tú la apagas – se acercó a besarme en la mejilla e intenté contener la respiración para que el bombeo de mi corazón no se escuchara – Buenas noches Benjita.
- Buenas noches mami – dije mientras escuchamos el agua de la ducha correr en el baño y mi pequeño pene se erectaba bajo las colchas.
Minutos después que mamá salió de la habitación entró papá con su pijama de verano, mostrando esas piernas gruesas, musculosas y torneadas que me encantaban abrazar, lo miré extasiado como se marcaba su pene bajo la tela que caía pesada descansando en todo lo largo de su maravillosa masculinidad, cuando cerró la puerta pude ver sus nalgas, que me encantaban, sin duda mi culito lo había sacado de papá, caderas un poco anchas pero muy masculinas, nalgas esponjosas, que se marcaban igual que su paquete al meterse la tela entre ellas. Era delgado, su cintura era perfecta, su espalda ancha y firme, no tenía músculos marcados como los deportistas, pero cada movimiento hacían que se tensara o se relajara alguna parte de su cuerpo, mostrando la firmeza de sus carnes, el brillo de su piel y la armonización perfecta de su proporcionado y masculino cuerpo.
Abrió la colcha y se metió en la cama, sus piernas con la cantidad exacta de vellos rozó mis pequeños pies, se acomodó a mi lado y me abrazó intensamente poniendo mi cabeza en su pecho y cubriéndola con su mano, como si me estuviera protegiendo. Estuvimos en silencio durante varios minutos, solo podíamos escuchar a mi madre que hacía cosas antes de irse a la cama y nuestra respiración. Su cuerpo emanaba el calor característico y con él su olor a hombre que me hacían amarle, comencé a acariciar su cintura, sus caderas y mi pequeñas manos se perdieron en sus nalgas, sus piernas y todo se volvió confuso entre la oscuridad y nuestros cuerpos juntos, en mi estómago empecé a sentir el bombeo de su pene al crecer y en pocos segundos su dureza se posaba en mi ombligo y el calor de su glande traspasaba la tela de su short de dormir, fue ahí cuando nuestros labios se unieron y mi pequeña lengua se escabulló en sus gruesos labios para penetrarlo, mi padre suspiró y me atrajo hacia él, y el abrazo fue más intenso. Nos acomodamos y nos fuimos quitando la ropa poco a poco, el calor de nuestros cuerpos desnudos era delicioso, el roce de sus pelos en mi lampiña piel me provocaba cosquillas exquisitas. Sentía la humedad que emanaba de su glande, ese líquido que tantas veces habían lubricado mis labios ahora estaba humedeciendo la transparente y delicada piel de mi estómago. Instintivamente separé mis piernas y las abrí para rodearlo con ellas y para entregarme a él. Ese simple gesto era la forma de decirle sin palabras que era suya, era un niño, ya era su hijo, pero quería que supiera que también era el dueño de mi lado sensual, que sabiendo que era imposible serlo, de igual manera se sentía una nena junto a él. Mi padre comprendió perfectamente el mensaje y llevó sus dedos empapados de saliva, que había recién sacado de su boca, a la cabeza de su pene que masajeó suavemente para luego posarla en la entrada de mi ano que al sentir su roce se movió convulsivamente, como la pequeña boquita de un bebé queriendo devorar el pezón de su madre. La saliva, la costumbre, la calentura, la dureza de su pene y las ganas de entregarme a él hicieron que su pene me penetrara de una vez, sin detenerse y muy profundamente, un gemido comenzó a salir de mi boca y fue acallado por sus labios quitándome el aliento. Mi pequeño cuerpo comenzó a vibrar de placer al sentir a mi padre, un gigante comparado conmigo, moverse al ritmo de su calentura, apretando y soltando sus grandes y masculinos glúteos para darle más firmeza e intensidad a su penetración. Su pene entraba y salía de mi, mi pequeño ano estaba abierto a su máxima expresión, los pliegues de mi dilatado anito se adherían a su pene duro y tibio, y cuando lo sacaba mis labios anales se estiraban siendo sacado de mi cuerpo, llevé mis manos a tocar el borde de mi ano y podía sentir la humedad que emanaba de mi interior, el calor de esa barra de carne y tu pelvis pegarse a mis pequeñas nalgas.
Me tapó la boca e impregnó velocidad a su penetración, era la primera vez que tenía un ritmo tan intenso y constante, fue inevitable gemir, me sentía sometido, me sentía usado, me sentía vulnerable y me encantaba, me sentía amado pues sentía la pasión de papá al estar conmigo. La oscuridad de mi habitación me hacía despertar otros sentidos y el tacto de su piel era una de las cosas que más placer me daban, es por eso que cuando su pene comenzó a hincharse para soltar su semen, el placer se multiplicó, siendo aún más intenso a los roncos y ahogados gemidos de papá al dejar mi culito lleno de su leche, que se abrió para recibirlo. Así como minutos antes abrí mis piernas para darle acceso a papá, ya estaba entrenando para abrir mi culito y así darle a papá el placer de tenerme y hacer conmigo lo que quería.
Gracias por leer y seguir la novela… ¿Hasta ahora cuál capítulo te ha gustado más?
El 22 de Mayo del 2024, estrené la página web de la novela… ya vamos en el episodio 64…
Si quieres leer la parte 17 ya está liberada para todo el mundo en la nueva página, puedes escribirme a mi Telegram, la cuenta es @BenjaLjubetic y te paso el link, también me encuentras en Twitter @macholingerie2 donde subo mi propio contenido.
Y si quieres leer el resto de la historia, 71 capítulos en total, (La novela se sigue escribiendo), incluyendo episodios especiales inéditos, con videos y fotos, puedes suscribirte. También me puedes preguntar cómo.
Gracias otra vez por leerme, espero que te esté gustando.
PD: Cuando me escribas, SALUDA, se cordial, dime quién eres y cuéntame porque me escribes, por favor! .
Besitos Benja!
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