Cap. 17: De su hijo a su mujer (Vulnerado)
Parte 17 de mi novela autobiográfica… te sugiero leer las 16 partes anteriores. Cuando termines de leer y si te gusta este y los otros capítulos, avísame si quieres leer los 64 que ya he publicado , además de los 7 capítulos inéditos (que tienen fotos y/o videos)…….
Abrí mis ojos pues estaba sintiendo una presión en mi culito, la oscuridad de mi habitación era total, no se que hora puede haber sido, me moví un poco porque era algo incómodo, yo seguía muy adormilado, pero pude escuchar la respiración agitada y al llevar mis manos a mis nalgas pude sentir la humedad de la saliva o del lubricante, la insistencia de la presión estirando los pliegues de mi rosado anito me seguían incomodando. Mi cabeza comenzó a entender la situación y me di cuenta de que mi pequeño pene estaba presionado entre mi lampiña pelvis y las sábanas, muy erecto. Intenté despabilarme, porque claramente el sentir como un trozo de carne erecto, firme, grande, caliente y lubricado buscaba mi culito, me estaba excitando, y yo ya sabía lo que debía hacer. A mis 9 años ya tenía experiencia de darle placer a papá, en diferentes horarios y diferentes lugares. Los gruesos dedos, hurgaron entre mis nalguitas y las grandes manos las apretaban. Sentía la intensidad del deseo de poseerme, pero como estaba aún no totalmente despierto mi cuerpo no respondía del todo, el sueño era mayor. Quería dejarme llevar y entregarme como tantas veces lo había hecho, pero me estaba costando.
- Tengo sueño papi – le dije murmurando pero con voz coqueta, sin separar mi cara de la almohada. No quería que mamá nos oyera, por lo que debía ser precavido.
El calor de su cuerpo se traspasaba a mi piel delicada y suave, sus manos firmes e incluso un poco torpes seguían intentando buscar la manera de que mi ano estuviera a su disposición. Cómo le costaba un poco, me acomodé, me puse completamente de lado, bajé más mi pantalón del pijama para permitirle un acceso más libre, e incluso paré mi colita. Su pene regresó y se pegó a mis nalgas, estaba ardiendo, podía sentir ese calor delicioso que me volvía loco, noté que movía su cadera y su pene erecto acariciaba mis nalgas y en ciertos momentos se perdía por entre ellas hasta sentirlo en mis pliegues húmedos por la saliva que seguramente puso antes de que despertara, saliva que no era suficiente.
Llevé mi mano a la boca, y como ya había hecho en muchas otras ocasiones que habíamos hecho el amor, puse saliva en mis deditos y los llevé a la entrada de mi culo, para lubricar. Puse un dedo en la entrada y me acaricié, el ir y venir de su pene duro no se detuvo, mi pequeño dedo atravesó mi esfínter y lo penetró unos cuantos centímetros, lo saqué, llevé mi mano a mi boca y puse más saliva para repetir la operación, pero esta vez al estar más dilatado fueron dos los dedos que pude introducir, jugué con ellos, mientras paraba el culito para darle más acceso a él y para demostrarle lo deseoso que estaba de ser penetrado.
Desde hace unos días había estado experimentando una sensación extraña en mi, cuando miraba a mi papá me sentía deseado y quería sentirme aún más deseado, y esto me había estado pasando con otros hombres también, con los chicos más grandes del colegio, con los papás de mis compañeritos, con mi abuelo, con el hijo de la Nene, con algunos actores de televisión. Todas esas cosas que sentía y que pasaban por mi cabeza, me hacían querer tener lo necesario para seducir a un macho, e instintivamente ya sabía lo que eso era, y hasta este momento era algo “simple” tener una colita lista para ser penetrada como papá ya lo hacía. Pero en otro aspecto también sabía que eso significaba llevarme a mi mismo al límite de la sexualidad que un niño puede tener, pues tener un culo listo para ser penetrado no es todo lo que se necesita, aunque seas un niño guapo, delgado y caliente. Yo sabía que en mi caso debía jugar en el límite de lo andrógeno, que era un plus el no estar del todo desarrollado, es decir, ser pequeño, lampiño, delicado, un poco vulnerable y experimentando pequeños cambios físicos por mi edad. Como estaba terminando mi niñez tenía las piernas un poco más largas, mis nalgas más pronunciadas gracias a las prácticas del fútbol, tenía mi cintura estrecha por la natación, mis hombros pequeños por la falta de desarrollo y sumado a todo eso la inocencia típica de un niñito de nueve años… todo eso más mi deseo de seducir me hacían aprovecharme y jugar en el límite de la feminidad y masculinidad, pues sabiendo que era un hombre o que más bien me convertiría en uno en el futuro, mi estructura me daba las condiciones de poder jugar al rol de una mujer, que era lo que a los hombres machos y viriles como papá les gustaba. Yo sabía que pese a sentirme como una nena cada vez que papá me tocaba, me besaba y me hacía el amor, necesitaba explotar más esa faceta para que mi padre pudiera disfrutar de mi sin culpas, sin confusiones y se dejara llevar para hacerme gozar y también gozar él de esta forma que a mi corta edad ya necesitaba.
En ese momento, con mis pequeños dedos en mi, comencé sin poder controlarlo, a sentir que traspasaba ese límite de mi masculinidad hacía mi feminidad, seguía lubricando mi culito con mi propia saliva y gemía suavecito (había descubierto que eso le encantaba a papá), y así, entre mis gemidos y mis movimientos lentos y sensuales de cadera que yo mismo penetraba mi rosado culito, estirando los pliegues de mi anito, sentía que no era yo mismo, sentía que era una niña que estaba jugando con su vagina, esa vagina que no tenía, pero que en mis más profundos sueños deseaba tener, para mi propio placer, pero por sobre todo para el de papá, pues sabía que ese era el rol que deseaba cumplir con él y para él. Que me viera como esa niña que podía satisfacerlo, que se podía entregar a él y con la que podía hacer lo que quisiera. Esta sensación era algo que tenía muy dentro de mí y que convivia con mi realidad de niño. Este deseo no anulaba mi condición de niño y lo mucho que me gustaba serlo, podían estar juntos en mi. Yo seguía siendo masculino, activo, valiente, aguerrido y amante de las cosas de chicos, pero en la intimidad amaba entregarme a papá como su hijo, pero en una versión femenino: sometido, tímido, débil y lleno de ganas de ser su objeto de deseo por sobre cualquier otra cosa.
Estaba muy excitado, mi pequeño pene seguía rozando la sábana, nuestros cuerpos seguían juntos y la oscuridad me hacía estar más receptivo a las sensaciones que todo esto me hacía vivir. Quería besarlo, pero no me podía dar vuelta, intenté buscar su cara con mi mano para llevarlo más cerca de mi, pero no lo alcanzaba, necesitaba sus besos en mi piel, como siempre lo hacía, intenté una vez más sin éxito así que decidí llevar mi mano a su cadera a la par que yo paraba un poco más mi colita para que su pene encontrara el camino a mi rosado anito que ya estaba dilatado y palpitando por tenerlo dentro. En ese momento sentí algo extraño, su cadera era más “fofa” de lo normal, no sentí la piel tersa y firme, esa piel que cubría los músculos que tanto me gustaban de papá. Justo en ese instante uno de sus dedos encontró mi ánito húmedo y algo dilatado y lo intentó penetrar un poco brusco, instintivamente lo apreté y la punta de su dedo quedó atrapado en mi esfínter, saqué mi mano de su cadera y la llevé a su estómago plano y con los vellos que daban inicio a su maravillosa y bien cuidada “selva” de su pubis. Mis pequeños dedos se enredaron en una mata de pelos largos y se apoyaron en un estómago blando, no grande o gordo, solo blando. El dedo atrapado en mi culito intentó hacerle espacio a otro más, pero yo seguía cerrado, mi mano intrusa palpó un poco más y el miedo se apoderó de mí, esos dedos, ese panza y ese pene no eran de papá. Recogí la cola e intenté incorporarme pero torpemente quede acostado de panza en la cama, el hombre se puso sobre mi, poniendo todo su peso en mi pequeño cuerpo, intenté mover mis piernas, pero el pijama que no me había sacado del todo me impedían tener la libertad necesaria y se enredó en mis tobillos, empecé a forcejear, pero nuestra diferencia de tamaño y de fuerza lo hacía imposible, cuando empecé a gemir y a pedir que me soltara una mano tapó mi boca y mi nariz a la vez. Moví la cabeza mientras intentaba gritar, pero mis gritos se ahogaban entre esos dedos que me tenían prisionero, me movía de un lado para otro, no podía respirar y por la posición que había tomado el pene duro, caliente y húmedo se había posado perfectamente entre mis nalgas, permitiéndome sentir el glande en mis pliegues que estaban a esa altura cerrados. La fuerza de su cadera hacía que la presión de su pene en mi anito me provocara un dolor insoportable, no dejaba de moverme, intentaba gritar pero nada podía hacer. La oscuridad de la habitación me hacía tener aún más miedo, sentía la respiración agitada del hombre en mi nuca y su aliento me daba náuseas, la cama se movía y sonaba con nuestro forcejeo. En un momento la mano del hombre se movió pude abrir la boca y mordí uno de sus dedos, que se escapó de entre mis dientes y en la mitad de mi grito desesperado volvió a cubrirme la boca aún con más fuerza, la otra mano me dio un golpe seco en la mejilla y me hizo arder al mezclarse con las lágrimas que venían saliendo hace mucho rato. Tenía mi cara roja por la impotencia, la imposibilidad de respirar bien y por la fuerza que esa mano estaba ejerciendo en mi. La luz se encendió y de forma automática la mano me soltó y el cuerpo del hombre con los pantalones y calzoncillos a mitad de piernas quedó inmovil sobre mi. Un grito de desesperación de la Nene, la nana que se había venido a vivir con mamá y yo después de la separación de mis papás, hizo que sintiera un alivio en mi pecho y me pusiera a llorar de desesperación, el hombre se incorporó y subió sus pantalones nervioso y torpe, me senté en la cama y tapé mi pequeño pene, la Nena estaba en la puerta sin palabras, cuando Wladimir el nuevo novio de mamá, por quién dejó a papá, pasó a su lado, ella intentó retenerlo y él la empujó contra el pasillo sacándola de la habitación. Me puse el pantalón del pijama mientras ellos forcejeaban en el pasillo, hasta que escuché como Wladimir le daba una cachetada que me hizo estremecer.
- Roberto!!! – grité con fuerza mientras salía al pasillo. Wladimir, salió corriendo aun intentando abrocharse el pantalón, cuando desde la habitación que quedaba en el sector de la cocina apareció Roberto que se encontró de frente con Wladimir.
- Agárralo hijo – gritó, suplicando entre sollozos la Nene
- ¿Qué pasa mamá?
- Agárralo!, estaba violando a Benja… – No había terminado la frase y Roberto, que solo traía su calzoncillos se lanzó sobre Wladimir e intentaba retenerlo, mientras forcejeaban yo solo miraba, la Nene llamó a la policía y cuando terminó la llamada, los dos hombres seguían peleando. La Nene me abrazó, no paraba de llorar y llamó a mi papá.
Con ayuda de un cordón de una radio y sus conocimientos de pelea que seguro aprendió en el regimiento, Roberto logró inmovilizar y atar a Wladimir que no paraba de gritar amenazando con matarnos a todos. Yo me fui a la habitación de mis padres, bueno ahora solo de mamá (y de su novio), pues era la más aislada de la casa. Mamá no estaba pues ese día trabajaba de noche. Cuando me senté en la cama la Nene salió y me di cuenta de lo que había pasado, sentí mis labios hinchados por la presión de los dedos de Wladimir, sentí un ardor como nunca había sentido en mi culito por la presión de los dedos, y del pene que intentó pero no logró entrar en mi. Me miré en el espejo de una mesita que mamá tenía en la habitación y un color violáceo se había apoderado de mi mejilla, mi ojo y mi sien. Me dio mucha pena y fue inevitable ponerme a llorar, estaba solo en la habitación de mis padres y solo quería abrazar a papá, hace ya varios meses que no lo veía, luego de que se separaron nos visitó en algunas ocasiones, pero siempre había discusiones con mamá, luego se enteró de que mamá llevaba casi un año con Wladimir y eso fue una gran crisis entre ellos, pues papá pensó que todo había sido por problemas simples, pero la verdad es que todo había sido la consecuencia de que mi madre decidiera tener una relación paralela con uno de los enfermeros que trabajan con ella en la clínica. Yo me enteraba de todo en las conversaciones de los adultos mientras jugaba, pero siempre estaba atento a lo que pasaba, porque quería entender todo. De un día para otro papá dejó de visitarnos, y yo dejé de verle, sabía que se había ido a vivir a un departamento pero nunca había ido a ese lugar. En una de las conversaciones de mis abuelos con mi madre, después de varias semanas que no supe nada de él, me enteré que no podía verme porque un juez había sentenciado que mi madre tendría la tutela y mi padre solo podría verme en vacaciones de verano. Como solo habían pasado cinco o seis meses desde la separación, el verano aún no llegaba y por lo tanto no podía ver a papá.
La puerta de la habitación se abrió y apareció papá, era como una aparición, me quedé sin aire al verle y corrí a abrazarme de sus piernas, no podía parar de llorar, era todo lo que hacía, él se agachó me tomó de la cara y me llevó mi rostro rojo de la rabia, morado del golpe y húmedo de mis lágrimas a su pecho y me cubrió. Me sentí tan protegido, su olor me llenó por completo y mi corazón se puso en paz, mi guatita se calmó y podía sentir que todo estaría bien. Sin decir nada, me tomó en brazos, me aferré a su cuello, puse mi cara escondida en su hombro y no paré de llorar. Sonó el timbre y era la policía. No recuerdo muy bien todo lo que ocurrió después, sólo sé que me subieron a uno de los autos de los policías con la Nene, recuerdo que yo lloraba porque no quería separarme de papá, pero el policía decía que él no debía estar ahí, que tenía prohibidas las visitas. Llegamos a una clínica y papá llegó en su auto junto con nosotros, me subieron a una camilla y me llevaron un par de enfermeras por los pasillos, me sentí aliviado cuando vi que papá venía unos metros más atrás y que estuvo conmigo todo el tiempo.
Me revisaron con algunas máquinas que no recuerdo y luego que registraron todo en unas hojas llegó un doctor y dos policías, el doctor le pidió a mi papá que me desvistiera completamente y me revisó. Papá se quedó a mi lado y no soltó mi mano. El doctor me miró la mi cara, y junto con los policías me preguntaba qué había pasado, mientras le relataba lo que mi vocabulario de un niño de nueve años puede relatar, me revisaba el cuello, la espalda, las piernas, los pies y me hizo poner en cuatro patas para revisar mi culito. Los policías registraron todo en sus hojas, el doctor me untó cremas en mi culito, en mi cara y me dió un par de pastillas. Cuando ya todo había terminado apareció en la puerta mi mamá, cuando la ví me puse a llorar desconsoladamente, ella fue a tocarme y me refugié en papá, no quería que me tocara. Papá le pidió que se alejara, ella insistía en abrazarme y yo solo lloraba, uno de los policías intervino pero mamá le dijo que ella tenía mi custodia, y que papá tenía prohibido verme por orden del tribunal, el policía le dijo que yo estaba en custodia policial pues ella era la responsable de lo que me había pasado. Luego de esa discusión los hicieron salir a los dos, solo escuché que uno de los policías dijo que ninguno podía estar conmigo.
Sentí miedo, pena y soledad, me dolía el cuerpo, quería dormir y por sobre todo quería que papá estuviera conmigo. Yo solo estaba sentado en la camilla con el mismo pijama que llegué a la clínica, el mismo pijama que Wladimir intentó bajarme y que yo ayudé a hacerlo pensando que era papá quien me había despertado. No quería ni podía dormir en esa sala llena de luz, de paredes blancas. Mientras estaba sentado sin entender nada vi aparecer a mis abuelos presurosos a abrazarme, me colgué del cuello de mi abuela y mi abuelo la ayudó a tomarme en brazos, ya era muy grande para ella, así que mi abuelo me tomó y me abracé a él aún con las lágrimas cayendo en mis mejillas, solo recuerdo que me subieron a su auto y mientras mi abuelo conducía, yo miraba las luces de las calles y los primero rayos del sol de la mañana que empezaban aparecer, así me dormí.
Gracias por leer y seguir la novela… ¿Hasta ahora cuál capítulo te ha gustado más?
El 22 de Mayo del 2024, estrené la página web de la novela… ya vamos en el episodio 64…
Si quieres leer la parte 18 ya está liberada para todo el mundo en la nueva página, puedes escribirme a mi Telegram, la cuenta es @BenjaLjubetic y te paso el link, también me encuentras en Twitter @macholingerie2 donde subo mi propio contenido.
Y si quieres leer el resto de la historia, 71 capítulos en total, (La novela se sigue escribiendo), incluyendo episodios especiales inéditos, con videos y fotos, puedes suscribirte. También me puedes preguntar cómo.
Gracias otra vez por leerme, espero que te esté gustando.
PD: Cuando me escribas, SALUDA, se cordial, dime quién eres y cuéntame porque me escribes, por favor! .
Besitos Benja!
Buenas soy Alejandra trans de Venezuela Caracas deseo seguir leyendo su vida y como se convirtió en mujer de su padre o Transexual no se Alejandrams69 en tlg