Cap. 20: De su hijo a su mujer (Celos):
Parte 20 de mi novela autobiográfica… te sugiero leer las 19 partes anteriores. Cuando termines de leer y si te gusta este y los otros capítulos, avísame si quieres leer los 80 que ya he publicado, además de los 11 capítulos inéditos (que tienen fotos y/o videos)…
Cap. 20 De su hijo a su mujer
Papá me sirvió el desayuno, era fin de semana, así que no tendría escuela, la Nené se había ido para su casa por dos días y regresaría el domingo por la noche, estábamos solo papá y yo. Desperté un poco triste esa mañana, me parecía que había tenido un mal sueño, pero cuando abrí los ojos y reflexioné sobre la noche anterior, la tristeza se enclaustró más en mi corazón.
- ¿No quieres hablar bebé?
- …
- ¿Dormiste bien?
- …
- Benja, hijo, ¿Qué pasa?
Mientras daba un sorbo de leche una lágrima solitaria comenzó a caer por mi mejilla, estaba conteniendo la pena, me dolía la guatita y el pecho, quería salir corriendo, no quería estar ahí. Luego vino una segunda, una tercera, una cuarta… en breves segundos el llanto era incontrolable, pero silencioso. Papá se puso de pie y se acercó a mí, intentó abrazarme pero yo dejé la taza de leche sobre la mesa, me zafé de sus manos, salté de la silla y me fui a mi habitación.
Unos minutos más tarde llegó papá a mi habitación, ya no lloraba, solo tenía rabia, quería pegarle, quería que se fuera, que me dejara solo.
- ¿Hijo?
- ¿Qué?
- No pensé que te enojarías
- No estoy enojado
- ¿Cómo que no?
- No
- Pero tienes que entender que pasé mucho tiempo solo
- No me interesa
- Bebé, si no te interesara no estarías así
- … (me encogí de hombros)
- ¿Crees que no te quiero?
- …
- Que esté pololeando con Mariana no significa que no te ame.
- Pero la amas a ella.
- No bebé, me gusta, pero no la amo.
- Pero ella es tu mujer ahora.
- Solo estamos saliendo
- Pero estas con ella y no conmigo
- Bebé, tú eres mi hijo y siempre lo serás
- …
- Benja, tu sabes que los grandes están en pareja, para cuidarse, hacerse cariños, pasarlo bien, hacer el amor.
- Pero conmigo haces el amor papá
- Sí, pero eres mi hijo
- ¿Y?
- Sabes lo que pienso, lo hemos hablado… eres un niño y no puedes…
- “…hacer cosas de grandes…” – dije en tono burlesco
- No me faltes el respeto
- Ya hago cosas de grande contigo
- Pero no es lo mismo
- ¿Por qué no?
- Porque no eres mujer, y los hombres necesitamos una mujer
- ¿Entonces por qué haces el amor conmigo?
- Porque te amo y me gustas
- ¿Haces el amor con Mariana?
- ehhh.. sí
- Entonces la amas
- Es diferente bebé
- ¿Por qué?
- Porque no está bien que un papá haga con su hijo lo que hacemos nosotros
- ¿Pero te gusta?
- Me encanta bebé
- Pero te gusta más Mariana
- No se trata de eso, es solo que ella es mujer
- Yo soy como tu mujer
- Eres mi hijo
- Me dijiste que era tu putita
- …
El timbre sonó e interrumpió la conversación con papá, estaba tan enrabiado que me quedé en mi habitación, y la rabia creció un poco más cuando escuche la voz de Mariana llegando al departamento.
Mientras conversaban en la sala me puse a leer un libro, no quería saludarla ni verla. No sé cuánto rato pasó y papá fue a avisarme que iríamos a comer a un restaurant, yo solo asentí con la cabeza, me arreglé un poco y salí a saludar. Ella estaba mirando por la terraza hacia la cordillera, la vista era increíble, ese lugar de Santiago era muy lindo.
- Hola – dije casi sin voz
- Hola Benja – respondió sonriendo, estaba más hermosa que el día anterior, se veía más joven, más delgada y esbelta – ¿Cómo estás?
- Bien ¿y ud?
- No me digas usted
- Pero ud. es grande y mi mamá me dice que debo ser respetuoso
- Es verdad, pero a mi me puedes decir Mariana, o Mery como me dicen mis amigos
- Bueno, ¿Dónde está mi papá?
- Fue a darse una ducha para ir a almorzar
- ahhh
- ¿Qué quieres comer?
- No sé
- ¿Qué te gusta?
- Las pizzas
- Que rico, a mi también me gusta, pero sin piña
- Wacala! tampoco me gusta la piña – ambos reímos
- Bueno, le diré a tu papá que vayamos por pizzas
Ese fue el inicio de una gran noche, primero porque papá estaba muy feliz de verme conversando con ella muy animadamente cuando regresó del baño, tan alto como él era, con la piel fresca después de la ducha, su pelo húmedo, un poco largo, algo desordenado que le daba un toque juvenil y sexy, vestía unos pantalones color beige, ajustados que le marcaban su paquete, y su trasero. Se le veía tan grande como el trasero de Roberto, el más grande que había visto hasta ese momento como ya saben.
- ¿Vamos en tu auto o en el mío? – preguntó Mariana mientras estábamos en el ascensor y yo sostenía la mano de papá como siempre, aunque ya estuviera cerca de cumplir los diez años.
- Como quieras tú
- Vamos en el tuyo – dijo ella
Bajamos al estacionamiento y al llegar al auto pasó algo que me marcó mucho para reforzar lo que ya había empezado a sentir por Mariana cuando conversamos unos minutos en el salón. Papá desbloqueó las puertas y me acerqué a abrir una de las puertas traseras para entrar.
- ¿Qué haces benja?
- … – sin saber qué decir miré a Mariana
- Tú debes ir adelante
- … – seguía sin saber qué decir
- Ven, súbete! – dijo mientras abría la puerta del copiloto
- Gracias – atiné a decir un poco tímido
- Yo soy visita y tu lugar es junto a tu papá – terminó diciendo mientras yo me ponía el cinturón de seguridad y ella esperaba para cerrar la puerta.
La cena fue divertida, comimos pizzas hasta cansarnos, como era sábado había pizza a la Romana, por lo que podías comer todo lo que quisieras, los garzones pasaban y tu solo elegías la que querías. Nos reímos y conversamos mucho. El mesero de nuestro sector era el mismo chico que nos había atendido la última vez que fuimos, era muy simpático, conversaba y se reía mucho con nosotros. Estaba un poco diferente, pues se había dejado algo de barba que le daba un toque más adulto, eso me pareció interesante. En medio de la cena me paré para ir al baño y cuando entré regresaron a mi mente las imágenes de cuando estuvimos con papá en uno de los cubículos y se la mamé hasta tragarme toda su leche, mi pequeño penecito se erectó bajo mis slip tan solo con recordar, entré al mismo cubículo para orinar y me ví a mi mismo arrodillado con el glande esponjoso de papá entre mis labios. Deseaba tanto tenerlo otra vez. Oriné como pude con mi pene durísimo, me costó hacer que la orina cayera dentro de la taza del baño, de hecho varias gotas cayeron en el borde y hasta en el suelo, cuando hube terminado me apresuré a limpiar con papel higiénico, pues se veía asqueroso, y mamá siempre me había dicho que los baños públicos debía dejarlos lo más limpio posible porque luego vendría otra persona y debía ser respetuoso.
Cuando me lavaba las manos me dí cuenta que había un niño un poco más grande que yo entrando a uno de los cubículos, un señor como mi abuelo estaba orinando en los urinarios y venía entrando el simpático garzón.
- Hey, hola!
- Hola – respondí
- ¿Cómo están las pizzas?
- Súper ricas
- Hace tiempo que no venían por acá
- Sí, mucho
- Y vinieron con tu mamá- dijo mientras abría la puerta para salir después de haber chequeado que todo estuviera en orden y sacar una escoba de un pequeño closet
- ehh… no, no es mi mamá, es la novia de papá – respondí un poco nervioso
- yo pensé que la novia eras tú – dijo sonriendo justo cuando la puerta se devolvía para cerrarse por sí sola.
Me quedé congelado y un poco avergonzado porque no sabía si el señor que estaba ahí había oído esa última frase, o si el niño del cubículo, me apresuré a cerrar la llave, secar mis manos contra mi ropa y salir del baño con la cara roja de vergüenza. Mientras caminaba a la mesa pensé que quizás el chico había dicho otra cosa y era yo quien había escuchado mal.
- ¿Qué pasó bebé? ¿Por qué tienes esa cara? – Preguntó papá cuando estaba volviendo a la silla
- Nada papi
- Pero estás rojo…
- Ah, es que casi me caí en el baño porque estaba mojado y me dio vergüenza – mentí
Ellos se rieron y seguimos conversando, con mi miraba busqué al chico y desapareció por mucho tiempo, supuse que había ido a fumar como aquella vez que me vió besarme con papá en los estacionamientos. Terminamos con un postre pequeño, papá y Mariana tomaron un café y nos fuimos del lugar, no volví a ver al chico esa noche.
Llegamos a casa y con la comida estábamos muertos, papá nos invitó a ver una película al salón de juegos y de TV que teníamos, pero yo estaba muy cansado. Me despedí de ambos y me fui a la cama mientras él encendía la TV y el VHS para ver alguna de las películas de su colección que Mariana inspeccionaba buscando alguna que le gustara. Ya en mi cama me sentí bien por la cena y pensé que la novia de papá era simpática, me hubiese gustado que fuese diferente, pero tenía que acostumbrarme, quizás volver a mis prácticas nocturnas de pedirle que me hiciera dormir y esperar a que él se durmiera y buscar su pene como lo hice a mis 6 años cuando inició todo. Sería un buen plan para comenzar todo otra vez, pensando en eso me dormí.
Desperté porque tenía muchas ganas de orinar, había tomado demasiada bebida y entré al baño de mi habitación, estaba adormilado e inestable, así que me senté en la taza del baño para orinar, igual como lo hacen las niñas, pude mi mano en mi entrepierna y empujé mi pequeño pene hacia abajo para que el pipi fuera directo al agua, y así fue, el ruido de la orina con el agua era el mismo que se escucha cuando las mujeres orinan, y entre el sueño que tenía tuve una sensación placentera al sentirme una niña por unos segundos. Regrese a la cama y pude ver que una tenue luz entraba por el espacio de la puerta de mi habitación, así que antes de meterme a la cama guia ver si aún estaban despiertos o de les había olvidado apagar la luz, no estaba seguro de que hora era, pero tenía la sensación de que era muy tarde. Salí al pasillo, caminé hacia el salón de juegos, desde donde venía la luz, la puerta estaba a medio abrir, la luz encendida, la televisión también y papá sentado en el borde de la cama mientras Mariana arrodillada, apoyando sus manos delicadas en las piernas firmes de papá y engullendo todo el pene de papá. La imagen me dejó perplejo, se me quitó el sueño y mi penecito no tardó ni un segundo en estar tieso. La boca de Mariana recorría el pene de papá, grueso en la base, un poco más oscuro que el resto de su piel, tenía muchas venas que se marcaban en la piel que lo cubría, piel que era larga y que podía esconder perfectamente todo su glande. Cuando Mariana lo sacaba completo, apretaba con sus labios y con sus dientes la piel que sobresalía después de cubrir el glande y papá ahogaba un gemido. Luego ella abría sus labios y papá empujaba su pene que entraba completo, 19 centímetros que de seguro atravesaban la garganta, pues la nariz de ella quedaba pegada a la pelvis de papá y se mantenía ahí mucho tiempo, más de lo que puedo imaginar, sin respirar, penetrada completamente y a merced de servir a un hombre como papá. Luego de unos minutos de esa faena papá se agachó para besarla, seguramente podía sentir el sabor de su propio pene en los labios y lengua de Mariana, ella estaba con sus sostenes puestos, traía una pantaleta de encajes color vino que hacían juego con el sostén y con las medias que la hacían parecer una de las actrices de las películas. A medida que se besaban ella se puso de pie, delgada, pálida, pero muy sexy en esa lencería que traía puesta, papá seguía sentado en el borde de la cama, grande, musculoso, con sus hombros y brazos marcados por el ejercicios y sin duda por su genética, llevó sus manos al trasero de ella y la atrajo hacia sí. Su boca quedaba a la altura de la su vientre y la comenzó a besar, luego su lengua salió a reunirse con la piel de ella y la saboreó con la punta, yo podía ver perfectamente como la lengua dura, seguramente tan dura como cuando la había puesto en mi culito tantas veces, recorría el abdomen de Mariana mientras ella se agarraba del pelo de papá gimiendo suavemente, levantando una pierna y pegando su cuerpo aún más al de él, cómo una verdadera gatita en celo.
- Sí… sigue así con tu lengua
- Te gusta
- Me encanta
- Y a mi me fascina – le respondió papá mientras le apretaba las nalgas como queriendo estrujarlas
- Sí mi amor…
- **tao** – sonó la mano de papá al darle una nalgada
- Mmmm si…
Luego vinieron algunas más y el trasero de Mariana se movía abajo de las nalgadas firmes que papá le daba, en un momento él se incorporó y de forma brusca la tiró sobre la cama, ella cayó boca abajo, él se arrodilló y con el trasero de ella a su disposición volvió a darle una nalgada un poco más intensa y por lo tanto más sonora, ella gimió y antes de terminar el gemido papá agarró sus nalgas con ambas manos, las separó y hundió su rostro en ellas. Yo no podía verla, pero puedo imaginar su lengua, gruesa, caliente y babeante humedeciendo su culo como lo había hecho conmigo tantas veces, podría imaginar sus masculinos labios, abriéndose y cerrando en los pliegues de ella. Los gemidos de Mariana eran algo que me estaba volviendo loco, suaves, cortados, un simple “ah” que se repetía como un mantra que decía una y otra vez con su respiración agitada.
- Eso mi nena, me encanta que gimas así… – dijo papá despegando su cara de la piel tersa y blanca de Mariana
- ah… ah… ah… ah
- ¿Te gusta putita?
- Si, ah… ah… si…
Le había dicho nena y putita, la estaba haciendo gemir como lo hacía conmigo, y la estaba tratando como me trataba a mi, una pequeña nube de celos atravesó mi cabeza, pero no le di importancia, seguía hipnotizado por como papá estaba con ella. Ella se puso en cuatro patas y el aún arrodillado le seguía hundiendo la cara en su trasero, con sus manos le apretaba las nalgas y ella gemía como una loca.
- Eso puta gime, **tao** – una nalgada
- aaaahh, más damé más…
- Eres una maraca ¿te gusta puta?
- Sí, me encanta – decía ella gimiendo al hablar, y aunque era una situación morbosa no perdía su elegancia.
- Mueve tu culo puta, muevelo para tu hombre
- Me voy a quitar la tanguita…
- ¿Estás loca?, las putas no se desvisten enteras, las putas usan lencería para sus machos.
- Ah ah ah…
Papá se dio vuelta, se sentó en el piso, apoyó su espalda en la cama y tiró la cabeza hacia atrás, por lo que su cara quedó mirando hacia arriba, a centímetros de la vagina de Mariana, era la segunda vez que veía una vagina, y en las mismas circunstancias, una vagina que papá estuviera haciendo gozar. Mi boca se había llenado de saliva, mi pequeño pene estaba erecto bajo mi pijama, y mi culito dió un apretón en el momento exacto que vi la lengua de papá asomarse y salir de entre sus labios hacia arriba para alcanzar la vagina expuesta y ya dilatada de Mariana, cuando la lengua que de seguro estaba ardiendo hizo contacto con la piel rugosa y rosada de los labios de Mariana, ella emitió un gemido profundo y prolongado, muy prolongado, que no se detuvo porque inmediatamente después de la lengua de papá los labios subieron y succionaron la vulva de Mariana que se había abierto mucho más al tener contacto con la masculina boca de papá, en primer plano podía ver los rosados labios de él y de ella juntos, estaba muriendo de deseo de tener esa vagina en lugar de mi culito, como papá me había dicho y comprendí porqué tantas veces me dijo que el sexo entre él y yo no estaba bien, primero porque eran cosas de grandes y segundo porque eran cosas que los hombres hacían con las mujeres, ellas tenían esa abertura carnosa, rugosa y húmeda para someter a un macho a su antojo, para embobarlo y hacer que él no quisiera despegarse de ella. Mientras pensaba todo esto no me di cuenta en que momento mi pantalón del pijama ya estaba entre mis tobillos, mi dedo índice estaba urgeteando mi culito y mi otra mano sostenía mi penecito erecto. Papá se estaba dando un banquete, su piel brillaba por el sudor, la luz de la habitación le daba un toque cálido a su piel. su pene estaba erecto invitando a ser mamado, el seguía sentado en el suelo, con la vulva de Mariana restregándose en sus labios, en su lengua, es su barba, él con su mano se aferraba a las nalgas de ellas y de vez en cuando tiraba de los elásticos de la lencería que traía y lo soltaba para escuchar el sonoro azote del elástico en su piel tersa.
Papá separó un poco su rostro para tomar aire, ella no paraba de gemir, él llevó sus dedos gruesos a su boca, los lamió, los escupió como pudo y los puso en la vulva de Mariana, el dedo medio e índice jugaban con los labios de ella, él seguía mirando hacia arriba y cada cierto tiempo escupía para humedecer más la vagina, si es que se podía e intentar meter sus dedos en ella. Yo podía ver como sus ojos brillaban, ahora entiendo que el brillo es de lujuria, estaba vuelto loco con la vista en primer plano de la hembra que estaba sobre él, su lengua seguía intentando rozar los labios de la vagina que estaban muy dilatados y colgando, su pene se movía por sí solo, la cabeza está cubierta de la piel y solo el pequeño orificio por donde salía su leche se veía, pero estaba lleno de líquido preseminal, todo el prepucio estaba mojado, brillante, en el tronco se podían ver las gotas siguiendo el camino de las venas para llegar a los testículos grandes y gordos que descansaban en la alfombra del suelo, mi boca no dejaba de salivar y mi deseo de mamársela era casi incontrolable, no sabía si quería estar ahí comiéndole el pene y recibiendo todo ese néctar que salía sin ser estimulado directamente, o si prefería tener esa vulva en mis nalgas y que papá me estuviera succionando mis labios como lo hacía con Mariana. Un escupitajo más y la boca volvió a comer la vulva, un gemido agudo y profundo de Mariana, y los labios de papá se cerraron agarrando algo de la piel que colgaba y la tiraba con pasión, como si quisiera arrancársela, ahora un grito de placer y un nuevo escupitajo de papá, levantó un poco la cabeza y puso sus labios juntos y cerrados y comenzó a soplar la vulva de Mariana mientras la miraba perdido en ella como si fuese una obra de arte, sus ojos la recorrieron, su boca volvió a posarse y con los labios en la misma posición, los metió entre la abertura de los labios de ella, como si la vulva le estuviera chupando la boca a él y no todo lo contrario como era en realidad… las manos se agarraron más del culo de ella, como para intentar meterse en su hembra, la dejó para tomar aliento y sus ojos se cruzaron con los mios, solo un segundo después, sin dejar de mirarme llevó su lengua a la vagina de Mariana y la comió, yo estaba petrificado mirándolo, pasó la lengua por su propia boca como recogiendo los jugos que la vulva de Mariana le había propinado y sin dejar de mirarme sonrió, me cerró un ojo y volvió a comer de la vulva de la hembra que no paraba de gemir, sin siquiera sospechar que yo estaba ahí.
_____
Gracias por leer y seguir la novela… ¿Hasta ahora cuál capítulo te ha gustado más?
Si quieres leer la parte 21 ya está liberada para todo el mundo en la nueva página, puedes escribirme a mi Telegram, la cuenta es @BenjaLjubetic y te paso el link, también me encuentras en Twitter @macholingerie2 donde subo mi propio contenido, y algunas cosas con papá… (Cuando me escribas, SALUDA, se cordial, dime quién eres y cuéntame porque me escribes, por favor! )
Y si quieres leer el resto de la historia, 91 capítulos en total, (La novela se sigue escribiendo), incluyendo episodios especiales inéditos, con videos y fotos, puedes suscribirte. También me puedes preguntar cómo.
Gracias otra vez por leerme, espero que te esté gustando.
Besitos Benja!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!