Carlitos va a comprar pan.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En un viaje que me toco, bajé pasajeros cerca de la casa de Catalina. Ahí me encontré con algunos compañeros de laburo (otros tacheros) en un callejón del barrio. Habían armado una parada, lugar de descanaso entre viaje y viaje.
De charla en charla, les dije que me iba al baño de la estación de servicio de enfrente a pajearme, cosa que siempre todos decíamos como chiste para romper un poco el hielo de un día agitado o aburrido de trabajo. Me dirigí hacia el lugar cruzando la calle, pero no escuche con claridad el comentario que me dijo Enrique, un colega tachero, pero continué camino. Me meaba.
Mee con las ganas propias de alguien que quiere mear y no lo podía hacer ya que estaba en viaje. como siempre me olí los dedos y me los lamí pensando como siempre.. que lindo gusto a pija que tengo.
Me la sacudí y salí lo mas rápido para mi móvil ya que estaba expectante por lo viajes que emitían por Radio Taxi. llegando a la parada donde estaban mis compañeros, pregunte donde estaba Enrique. Me respondieron que le tocaba "comprar pan con Carlitos".
– "¿Que?".- dije extrañado. Pero me pareció otra broma mas de estos.
– "Si te dijo que no te pajearas. Que te pajeara Carlitos."- Mas confusión aun.- Yo reí como si entendiera el chiste.-
– "¿Queres conocer a Carlitos?"- me preguntaron.
– "No, No me caben los putos.."- respondí casi ofendido.-
– "Este te va a gustar es una nenita linda que mama y chupa huevo a lo loco. De verdad parece una nenita. Y si tenemos suerte lo cogemos entre todos" – ellos insistían.-
Bueno – pensé – total.. es sacarme la leche con una comida de huevos mientras me pajeo.
– "Vamos.." – dije.
En el callejón había como una entrada a terrenos baldíos muy cerca de la casa de Catalina. Tuve miedo ya que los chicos (los nenes de ella siempre jugaban por ahi).
– "Esperá. Cruzáte a la panadería y comprá un kilo de pan y nos encontramos adentro del terreno. Abrí el portón con confianza. Atrás, en el galponcito del fondo vamos a estar con el putito." – me interrumpió Anibal, mi compañero a quien lo hice cornudo hace un tiempo atrás. Linda concha la de su mujer.
– "Pan..? para…?" – pregunté deteniendo el paso.
– "Vos trae pan, es para el putito".- insistió.
Me fui hasta la panadería, pero estaba cerrada. "La puta madre.."- pensé. Y caminé otras dos calles hasta el siguiente almacén donde, seguro, había pan. De paso me pedí una cerveza para ir aflojando el calor de Enero en Buenos Aires. Los huevos me transpiraban demasiado. Y para tomar coraje así se me pasaba el miedo a que me vieran mis sobrinos, quizás la Emilce que siempre jugaba cerca de ese baldío.
Pobre nena, pensé. Y yo que un día me masturbé frente a ella, mientras veía como tomaba mamadera y hurgaba su conchita que parecía babear con los movimientos de su infantil paja. Y que cuando acabó su mamadera me dijo – "No tengo mas leche."
– "¿Queres mas?" – le dije mientras me acercaba con ganas de acabarle en la conchita húmeda o en su cara. o dentro de su culito.
– "No tío, es feo, Ajjj!" – el sabor del semen no le gustó.
– "Tranquila, mi amor. El tío te va a preparar la que a vos te gusta" – le dije mientras seguía escupiéndole semen en su cara.
En ese momento, comenzó a llorar y de la desesperación de que alguien la escuchara, lamí mi semen de su cara. Ella estalló en una carcajada y decía riendo: "Como los perritos, tío.."
– "Sí, mi amor. Como los perritos"- sonreí calmado. Algún día te cojeré de mayorcita. al menos hasta los trece años te espero, pensé.
Terminé rápido mi cerveza de medio litro. Ufff! estaba helada. Me aflojó y me dio ímpetu.
– "Yo me lo cojo al putito igual pensando en las tetas y en la concha de la mujer de Anibal. Así acabo rapido y con buena leche y me voy a la mierda. Hablando de mierda, espero que el puto tenga el culo limpio." murmuré con el efecto del alcohol.
Ya en la puerta entre al baldío y me dirigí al galponcito. se escuchaba una vos afeminada, entre infantiloide y afeminidada. Bueno, seguro es otro putito imitando la voz de una nenita con ganas.
Entré y escuché la voz apagaba de quien, seguro estaban cojiendo y a quien le tapaba su boca con algo.
De pronto,Enrique dijo: "Fíjate que me parece que viene alguien".
– "Es Juan, que viene con el pan" – dijo Anibal.
– "¿Lo están cojiendo ya? Parece aguantador el guacho" – dije con vos arrastrada por la cerveza helada y de buena marca. Para darme un gustito.
Me abrieron la puerta y el olor a bolas, a pija era bastante fuerte en ese lugar. Bueno. Al menos no me iba a sentir mal si me bajaba los pantalones y sentían olor a mis huevos.
Ya con los pantalones bajos me acercaron la boca del putito y uno de mis compañeros me saco los huevos para que el desesperado me los lamiera y me los tragara. Parece que a quien cogían le gustaba ya que en la poca luz que había notaba que los cinco compañeros se turnaban en repartirse el culito del putito.
Yo sostenía la bolsa de pan con fuerza.
Que linda tetas tiene tu "jer-mu", Anibal. Pensaba mientras la borrachera seguía su curso.
A Enrique lo llamábamos "quecito" desde chico. La cabeza de su pija se llenaba de "queso" (esmegma) ya que se calentaba por nada. Él decía que se mojaba mucho con el "juguito preseminal" y al no estar circunciso le gustaba dejarselo sucio para que los putitos le limpiaran con una buena mamada. Un asco para mi. Pero eran sus gustos.
Bien.. parece que este putito no era la excepción.
– "Me limpio toda la chotaaaaaaaaa!" – Gritó Enrique.
– "shhhh! Cállate que la mamá nos va a escuchar" – Dijeron en voz baja.
– "¿Que mamá?" – dije mientras el turno de cogerlo con fuerza me había tocado a mi. Menos mal. Eran 8 polvos, con el mio lo que recibía el pobre.
– "¿Que mamá?" – volví a preguntar mientras el efecto del alcohol se iba con el sudor.
Mis sentidos recuperaban un poco de cordura y comencé a escuchar como sollozaba el niño sostenido en el aire mientras yo lo penetraba y los otros acababan sobre su rostro. Algunos lo cacheteaban, otros me escupían la chota para lubricarmela mejor. Chota que entraba y salia, ahora despacio ya que quería ver con la poco luz que entraba en ese lugar, a quien yo me estaba cogiendo.
– "¿Que no te das cuenta, boludo? es tu sobrino el Carlitos! Te salio putito el sobrinito, eh? no nos habías contado nada. Te lo cogías solito!" – se escuchó a Anibal.
Solté la bolsa de pan y cayó al suelo.
Asustado se la saqué y me di cuenta que algo liquido y tibio me corría por la pierna.
Uh! Leche de estos hijos de puta, pensé. Pero eso olía a sangre.
– "Dejenlo" – grité.
– "Ma.. sí .Jajjaja! Igual ya habíamos acabado todos. Estaba esperando la lechita del tío" – dijo Enrique.
Me subí los pantalones con miedo, con asco y con todo lo que se me ocurrió pensar en ese momento.
Agarre a mi sobrino y lo saque de ahí.
– "Tío, el pan. Tío la bolsa de pan! Mi mamá se va a enojar si no llevo el pan" – decía entre llanto el niño.
Le lavé la cara y le pregunté que hacia con esa gente. Como se había dejado engañar por esa gente.
– "no, Tío. Cuando mi mamá me dice que valla a comprar pan siempre paso por acá y les pido a mis amigos que si me acompañan a comprar pan" –
Trate de disimular como pude el semen de mis compañeros. Esta vez no iba a lamer la cara de niño como hice con su hermana ya que tendría que lamerle hasta el culo si fuese igual.
La sangre había parado. Botellas de agua compradas en el almacén lavaron el resto de algo que quedaba.
Dimos la vuelta a la calle en dirección a la casa de Catalina, su madre.
– "Prometeme que no le contaras nada a tu madre." – le supliqué.
– "no tío.. te lo juro" -me respondió confiable.
– "NO SE OLVIDEN EL PAN" – Gritó Enrique.
El niño soltó mi mano y fue corriendo a recoger el mandado de su madre. Carlitos tomó la bolsa. Enrique abrazo al niño, metío su mano en los pantaloncitos celestes del pequeño y sacando la mano, se chupo el dedo. Me miró y dijo algo al niño que no pude escuchar.
– "No quiero que te acerques mas a esos tipos. ¿Que te dijo Enrique, Carlitos?" – le pregunté.
– "Que no me olvide de pedirle ayuda para comprar pan, tio…" – como siempre lo venia haciendo Carlitos cuando iba a comprar pan.
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