CARLOS (31 AÑOS) ME HIZO SU NIÑA A MIS 9 AÑITOS.
¿Porqué un niño de solo nueve añitos de edad, se entrega por completo a los placeres sexuales de un hombre de 31 años?.
Una vez que tuve mi “bautismo de semen”, con Carlos, las cogidas se tornaban cada vez más excitantes y alucinantes, pero siempre daba vueltas en la cabeza de “mi cogedor”, el vestirme de nena, merced a mi figura física y al comentario que yo le había hecho, con respecto a que, en la intimidad de mi casa y con anuencia, aceptación e inclusive el aliento de mi propia madre y de mis hermanas, solía andar “vestido de nena”.
Yo deseaba fervientemente complacer a Carlos en todo, absolutamente en todo, porque recibía de su parte, un inconmensurable placer, gozo y satisfacción sexual, pero mi madre me había dicho en reiteradas ocasiones, que solo podía “vestirme de nena”, en la intimidad de mi casa, solo frente a ella misma y a mis tres hermanas mayores, pero que jamás lo hiciera delante de mi padre y muchísimo menos, que a nadie le hiciera comentario alguno acerca de ello.
Me moría de ganas por exhibirme, delante de Carlos, tal y como solía hacerlo en mi casa (por aquellos años, no existía internet, telefonía celular, etc. y por ende, no podía tomarme una foto para mostrar “como me veía de nena”), pero no encontraba la manera de hacerlo, ya que de ningún modo podría sacar de mi casa, las prendas de mis hermanas, pero, por suerte, Carlos (otra vez él) volvió a encontrar la manera de hacer realidad, tanto su deseo como el mío.
“Mirá lo que tengo para vos” – Exclamó Carlos mientras me mostraba una caja cerrada y grande y muy grato fue mi sorpresa, al abrirla y ver varias prendas femeninas, tales como bombachas, vestidos y unas hermosas faldas, escocesas y tableadas, como las que usaban mis hermanas para ir al colegio.
Nos fuimos derecho al dormitorio de Carlos y allí comencé a desnudarme rápidamente, para vestirme con todo ese precioso vestuario.
“No lo puedo creer, Marquitos” – Exclamó una y otra vez, Carlos y agregó:
“Si no te viera cambiarte y si no supiera que sos un varoncito, podrías pasar prácticamente por una nena de 9 años y nadie se daría cuenta; nadie notaría la diferencia”.
Yo tomé aquello como un halago y un elogio, pero ya muy excitado y muy caliente, dije a modo de pregunta:
“¿Verdad que soy toda una nena, Carlos? ¡Soy como mis hermanas!”
“¡Si, mi amor! ¡Sí!” – Exclamó Carlos y agregó:
“Dejame verte otra vez”
Piel exageradamente blanca, suave y tersa; mi cabello rubio largo y ondulado; rostro con marcados rasgos femeninos; muslos rellenos y bien torneados y un súper culo; todo ello acompañado por una bombacha rosa y un vestido tipo solera, me hacían ver como una nena; una nena de solo 9 añitos de edad, pero ya experta en materia de sexo; sedienta, hambrienta y en actitud de ofrecimiento total.
¿Qué harían aquellos, quienes gustan de mantener relaciones sexuales con niñas pequeñas? No lo puedo responder porque, obviamente, siempre estuve “en la vereda de enfrente”, pero invito a aquellos que sí poseen esos gustos, esos deseos y esas fantasías, a que hagan un algo en la lectura de este relato, a que cierren los ojos, por un momento y traten de visualizar ese cuadro.
“¡Cójame, Carlos! ¡Quiero que me coja! ¡Por favor! ¡Cójame!” – Supliqué a gritos.
“¡Qué locura es esto! ¡Por Dios! ¡Qué locura!” – Exclamó Carlos, mientras me abrazaba, toqueteaba y manoseaba por doquier.
“Tuve chicos a los que, prácticamente, los cogí por la fuerza; los violé porque no se dejaban y vos te ofrecés así y pedís por favor que te coja” – Dijo Carlos y agregó:
“Soy tan, pero tan feliz de haberte conocido, Marquitos ¡Te amo tanto, pero tanto!” – Para finalizar preguntando:
“¿Y vos, Marquitos? ¿Me amás?”
“¡Sí Carlos! ¡Lo amo mucho!” – Respondí y agregué:
“Desvístase, Carlos, así le chupo la pija”
No sin dificultad, porque ya tenía la verga muy erecta, Carlos se desnudó por completo y yo comencé a tocar, a acariciar, a besar, a lamer y a chupar toda esa deliciosa entrepierna masculina.
“¡Ah! ¡Oh! ¡Ah” ¡Ay, Marquitos! ¡Cada vez la chupás más rico!” – Exclamó Carlos, entre gemidos y jadeos de placer.
Vuelvan a cerrar los ojos y a tratar de visualizar el cuadro; una nena de 9 añitos, comiéndole la entrepierna a un hombre, ya de 31 años. Una verdadera locura ¿Verdad que sí?
“¡Ahora chúpeme el culo, Carlos! Me gusta cómo me lo chupa” – Volví a suplicar y agregué:
“¿Quiere que me desnude?”
“¡No, Marquitos, no! Quedate así porque me muero por coger a una nena y vos, ahora, sos una nena” – Dijo Carlos y poniéndome sobre la cama, boca abajo, se abalanzó literalmente sobre mi culo y comenzó a chuparme pero con la bombacha puesta.
Por un instante, vinieron a mí las imágenes, visualizadas en mi mente, acerca de lo que solía escuchar, en casa, cuando mis dos hermanas mayores, conversaban entre sí, sin prejuicios y sin tapujos algunos, comentando, con todo lujo de detalles, como cogían con sus eventuales novios.
A todo esto, Carlos estaba demasiado excitado y muy, pero muy caliente, merced a tener ante sí, a una niña-prostituta en celo, entregada por completo y dispuesta que le hicieran todo aquello “que su dueño quisiera”.
La lengua de Carlos entraba y salía de mi orificio anal y recorría, una y otra vez, toda mi profunda zanja y la superficie de mi maravilloso culo; ello me hacía sentir tan bien que hubiera deseado que ese instante, se prolongara indefinidamente, pero “mi amo, mi dueño” tenía otros planes y levantando mi culo, lo acomodó cerca de su zona pelviana.
“Ahora me saca la bombacha y me coge” – Pensé para mis adentros y fue exactamente lo que hizo, solo que mi bombacha permaneció en su lugar y solo la hizo a un lado para descubrir “mi agujero”.
Una y otra vez entraba y salía la pija dura y caliente de Carlos y yo, a pesar de mis solo 9 añitos de edad, volaba de excitación, de gozo, de placer y de satisfacción sexual. Me estaba cogiendo un hombre de 31 años y yo vestido de nena, tal y como solían vestirse mis hermanas en casa; me sentía una de ellas y ello me hacía sumamente feliz.
“Acabe adentro, Carlos. Lléneme el culo con toda su leche” – Exclamé a modo de arenga, pero el hombre tenía otras intenciones (por suerte, para mí) y luego de extraer su verga, intempestivamente de adentro de mi culo, se apartó unos segundos, para volver con una muy cortita falda escocesa, una blusa blanca y un delantal escolar tableado, con un cinto al tono, que se anudaba en la parte posterior. El típico delantal que usaban las niñas en el colegio, el mismo que mis hermanas utilizaban a diario. Creo que mi rostro debió haberse iluminado por completo, a juzgar por la expresión de satisfacción que se vio reflejada también en la cara de Carlos.
La bombacha fue la misma que estaba mojada, a causa de las chupadas de culo, de la sudoración propia del roce de la piel y de mis flujos anales, pero la falda, la blusa y el delantal tableado, me hacía ver como toda una niña del colegio.
Si bien ambos ya no dábamos más de calentura, hicimos un alto, tanto para él observarme con detenimiento y yo, para mirarme y admirarme frente al espejo.
“¡Ay, Marquitos” – Exclamó Carlos y agregó:
“No sabés las ganas que tenía de cogerme a una niña del colegio y vestida con su uniforme escolar” – Para finalizar diciendo.
“Las veo cuando entran o salen de la escuela y siempre deseo tomar alguna y cogerla, aún a costa de tener que violarla, sino se deja”.
“Pero a mí no me va a tener que violar, Carlos, porque yo me dejo coger” – Dije, con el firme propósito de hacer que el hombre se excitara mucho más aún; después de todo, él mismo fue quien me había enseñado “Cuánto más calentura del otro, más placer para mí”.
“Hagamos de cuenta que yo venía caminando, porque había salido de la escuela y usted me agarraba y me cogía” – No terminé de decir aquello y Carlos se abalanzó sobre mí y así como estaba, sin quitarme prenda alguna, bajó mi bombacha (quedó enroscada a la altura de mis muslos) y me penetró muy fuertemente.
“¡Ah! ¡Oh! ¡Oh! ¡Ah! ¡Qué lindo! Estoy cogiéndome a una nenita de la escuela” – Exclamó Carlos, mientras embestía una y otra vez. Estaba ya totalmente fuera de sí y podría haberme hecho, en ese momento, lo que hubiera querido hacer conmigo, también porque yo estaba total y completamente entregado a él.
Nuevamente voy a apelar a la imaginación de los lectores. Cierren nuevamente los ojos, por un instante y traten de visualizar la situación, sobre todo, a aquellos que gustan o gustarían de cogerse a una niña con el uniforme escolar, porque créanme, estimados lectores, que yo era una niña.
La madre naturaleza, se había congraciado conmigo de tal forma, habiéndome hecho “un niño realmente muy lindo”, pero, además, con la posibilidad de transformarme en niña, con solo un ligero cambio de vestuario y habiéndome, además, dotado con un culo tan, pero tan increíblemente fuera de serie; que yo había tomado todo ello, como una señal para mi vida misma. Yo debía entregarme por completo, a satisfacer los placeres sexuales de los hombres, independientemente de sus edades y de la mía. Yo había nacido pura y exclusivamente para ser cogido.
Mientras esas conclusiones daban vueltas en mi cabeza, Carlos seguía cogiéndome una y otra vez, hasta que, fuerte grito mediante, a modo de desahogo, eyaculó abundantemente dentro de mi culo, llenándomelo por completo de su delicioso néctar.
Cuando extrajo su verga, ya fláccida, comenzó a brotar semen de mi orificio anal y chorrear por mis muslos, hasta detenerse en mi bombacha.
Carlos se desplomó, literalmente sobre la cama y yo también quedé “tendida” y rendida por completo a aquel hombre, que me había hecho “su niña”.
¿Qué hacía que un chico de solo 9 añitos de edad, sucumbiera ante los deseos, fantasías y necesidades sexuales de un hombre de 31 años? La explicación resulta mucho más simple y sencilla: Ambos fueron concebidos para el mismo propósito, es decir, uno (Carlos) para coger niños y niñas pequeñas, aún contra sus propias voluntades (no fue mi caso, obviamente) y el otro (yo), para complacerlos en todo, absolutamente todo lo que se les ocurriese hacer conmigo.
Soy Marcos-Wanda (del sur de Argentina) y mi correo es: [email protected]
Besitos a todos. Los amo.
Carajo! Que delicia de relatos tienes, espero continúes con ellos
Muchas gracias. Pronto estaré subiendo más relatos. Besitos.
Que locura de relato, que rico!
Gracias. Este tipo de comentarios me alientan para seguir escribiendo y haciendo publicas mis experiencias de vida, todas ellas ciento por ciento reales. Besitos.
Muy bueno el relato porque mezcla dos temas muy interesantes como son el sexo con jovenes y el gusto por el travestismo, dos temas que me interesan mucho.