CARLOS (31 años) Y MARQUITOS (9 añitos) – DOS NOCHES DE SEXO
Carlos, seguía sumando “el haber sido el primero”; el primero en haberme penetrado, eyaculado en mi culo, hecho probar su semen, etc., etc., etc..
Antes de comenzar con el relato, quiero agradecer a todos los lectores, tanto por sus votos como por los comentarios que he recibido en mi correo electrónico personal, con respecto a las publicaciones anteriores, todas ellas, experiencias de vida, ciento por ciento reales y escritas tal cual sucedieron.
Carlos, indudablemente, sabía hacer muy bien su trabajo; era sagaz y sumamente astuto y si bien por aquellos años, yo no alcanzaba a comprender todo ello, sí lo hice a medida que fui creciendo y analizando todas y cada una de las acciones, que aquel hombre, llevaba a cabo a fin de satisfacer sus deseos, fantasías y necesidades sexuales (obviamente con niños y niñas).
Merced a esa astucia y sagacidad, logró que yo me quedase durante esos dos días en su casa y que ello, además, fuera tomado por parte de mi propio entorno familiar, como un gesto de nobleza y de buena voluntad, pero por sobre todo “de buen vecino”, cuando, en realidad, su única finalidad, era tenerme a su total y entera disposición para su disfrute personal (aunque el mío, obviamente, también).
Esa misma noche y después de cenar (por supuesto que, desde que traspuse la puerta de ingreso, todo fue “sexo” en aquella ocasión, pero hay detalles que obviaré, por ser redundantes), Carlos me dijo que nos bañaríamos juntos, antes de acostarnos y créanme que ello fue, simple y sencillamente, maravilloso y alucinante, ya que después de llenar la bañera, nos introdujimos e inmediatamente él me acercó, me tomó en sus brazos y comenzó a besarme en la boca, pero lo hizo con profundo amor, dulzura y ternura.
La bañera llena de espuma y yo, encima de Carlos, quien no cesaba un momento de besar mi boca y mientras lo hacía, toqueteaba y manoseaba mi increíble y fenomenal culo, introduciendo uno de sus dedos en mi orificio anal, algo que hacía que me retorciera de placer.
Nuevamente voy a apelar a aquellos quienes, o son como Carlos o les gustaría serlo, para que me comenten sus experiencias y sus sensaciones al respecto, ya que yo, al haber estado siempre “en la vereda de enfrente”, lo desconozco por completo.
Luego de besarnos por largo rato, Carlos me pidió que le tocara su entrepierna y ello resultó demasiado placentero, ya que la combinación de agua y la espuma del jabón, hacía que mis manos de deslizaran con suma facilidad.
Todo era placer, gozo y satisfacción sexual en su máxima expresión; un hombre de 31 años y un niño de solo 9, completamente desnudos, dentro de una bañera llena de espuma y con una sola finalidad, coger, coger y coger.
Carlos me hizo sentar sobre su entrepierna y poco a poco fue penetrándome, hasta que su miembro viril ingresó por completo dentro de mí ¡Qué increíble! ¡Qué hermosa locura! Era la primera vez que me cogían “dentro de una bañera” y verdad es que ello resultó total y absolutamente maravilloso, sublime y alucinante.
“¡Ay! ¡Mi putito lindo! ¡No creo que te hayan cogido así, dentro de una bañera! ¿Verdad, Marquitos?” – Exclamó Carlos sin dejar de cogerme.
“¡No, Carlos! ¡Esta es la primera vez!” – Respondí, entregado por completo y haciendo gala de toda mi pasividad y sumisión.
Si bien era algo completamente estupendo, estar siendo cogido dentro del agua, no lo era tanto para Carlos, que ya demostraba cierta incomodidad, para poder llevar adelante todo aquello que quería hacer con mi super culo, así que, intempestivamente y en un rápido y felino movimiento, sacó su linda, erecta y deliciosa pija de adentro de mi cuerpo y salimos ambos del baño, no sin antes, secarnos con un par de toallas.
Una vez bien bañados y aseados, Carlos me llevó hasta su cama (esa cama en la que ya, tantas veces, me había cogido), pero, en esta ocasión, era para que “durmiésemos juntos”, aunque ambos creo que intuíamos que, lo que menos haríamos en esa circunstancia, sería dormir.
Besos, abrazos y caricias, sumado a chupar, mamar, comer y coger, coger y coger, una y mil veces y en cuánta posición se le ocurría a Carlos, hasta que, exhaustos, a fin nos quedamos profundamente dormidos, aunque no tanto, tampoco, porque, que madrugada, comencé a sentir una verga hurgando en mi super e increíble culo, tratando de ingresar, algo que sucedió, efectivamente, pero gracias a que yo mismo me acomodé para ello.
Fueron dos días con sus respectivas noches, en los cuales nos dedicamos a satisfacer todos y cada uno de nuestros deseos sexuales (sobre todo los de Carlos) y nuevamente, apelando a la imaginación de los lectores, les voy a pedir que traten de visualizar aquel maravilloso cuadro; el hombre de 31 años de edad y el chiquito de solo 9 añitos, enamoradísimamente enamorado de aquel y sumiso y pasivo a más no poder, entregado por completo a sus deseos, fantasías y necesidades sexuales y cuyo único objetivo, era satisfacerlo “en todo”; ambos compartiendo una cama, totalmente desnudos; gozando y gozando a más no poder.
¿Habría algo más alucinantemente placentero que ello, tanto “para los Carlos”, como “para los Marquitos”? La pregunta va dirigida tanto a los primeros como a los segundos y ojalá, estimados lectores, que yo pueda nutrirme de muchas respuestas al respecto, para enriquecerme en todos los aspectos de la vida misma.
“¡Su hijo se comportó muy, pero muy bien, doña!” – Le dijo a mi madre y agregó:
“Tendió la cama al levantarse, lavó su ropa interior, terminábamos de comer y me ayudaba a lavar los enceres, hacía su tarea cuando llegaba de la escuela” – Y finalizó diciendo:
“La verdad, doña, es que su hijo, se arregló prácticamente solo, porque yo, con mis ocupaciones, no he podido dedicarle tiempo, así que, nuevamente la felicito por el hijo que tiene; buenito y educado; se nota que lo han criado muy bien en su casa”.
Obviamente, todo ello estaba muy lejos de haber sido, en realidad, lo que ocurrió efectivamente, pero como ya mencioné en el segundo párrafo de este relato, Carlos era una persona sumamente sagaz y astuta, a la hora del trato con las demás personas, en este caso en particular, con mi madre
“¡Ay, vecino! No sé cómo voy a poder retribuirle todo esto. Le voy a estar agradecida de por vida” – Le dijo mi madre y, aunque Carlos ya no volvió a expresar comentario alguno, muy dentro de él, seguramente, estaría diciendo:
“¿Cómo puede retribuirme? ¡Siga dejando que me coja al putito tan culón de su hijo!”
Carlos, seguía sumando “el haber sido el primero”; el primero en haberme penetrado, eyaculado en mi culo, hecho probar su semen, cogido vestido con prendas de niña de todo tipo y, en esta otra ocasión, el primero en haberme cogido en una bañera y el primero en haber pasado un par de noches conmigo, desnudos ambos y compartiendo la misma cama ¿Se puede pedir algo más excitante que ello?
Espero que este relato les haya sido de su agrado y como, merced de mi excesivamente precoz inicio en la sexualidad, tengo muchísimas más experiencias de mi vida, para hacer públicas, aguardo los comentarios acerca de qué tipo de mis relaciones sexuales, les gustaría leer.
Soy Marcos (aquel otrora “Marquitos”) – Wanda y mi correo es: [email protected]
¿Qué se puede decir? Si todo es real, increíble suerte de Carlos el encontrar un niño como Marquitos… porque no se trata de hacer daño ni obligar, y creo que en eso estamos todos de acuerdo. Felicitaciones y excelente relato.
Muchas gracias por tu comentario. Efectivamente, es todo ciento por ciento real y sin hacer ningún tipo de «apología», solo cuento experiencias vividas. Nadie obligó a nadie, nadie engañó a nadie y nadie abusó de nadie. Yo, a pesar de mis solo 9 añitos de edad, sabía perfectamente lo que hacía y lo hacía porque me gustaba y vaya que me gustaba. Yo estaba profundamente enamorado de Carlos y creo que él también, en cierta forma, me amaba. Tanto él como yo, pasamos momentos de increíble placer, gozo y satisfacción sexual. Siempre le estaré agradecido a Carlos, el haberme cogido «cuando y como me cogió».