CARLOS (31) Y MARQUITOS (9) – DURMIENDO EN CASA DE CARLOS
¿Qué creen que puede haber ocurrido, en esos dos días con sus respectivas noches, en los cuales Marquitos quedó al cuidado de Carlos?.
Por un motivo imprevisto y de fuerza mayor, cuya explicación no viene al caso, me quedé un par de días en casa de Carlos y, tal como se imaginarán, fue sexo “a más no poder”.
“¡Te portas bien, hijo!” – Exclamó mi madre, al dejarme en casa de Carlos y, dirigiéndose al vecino, agregó:
“¡Si se porta mal, rételo!”
“¡Vaya tranquila, doña! ¡Marquitos es un buen chico y muy educado!” – Respondió Carlos.
Apenas mi madre traspuso el portón de salida, el hombre se abalanzó sobre mí, me abrazó y comenzó a besarme en la boca.
“¿Sabes que vamos a hacer, todo el día, Marquitos?” – Me preguntó Carlos, sin dejar de toquetearme y manosearme.
“¡Sí! ¡Usted me va a coger mucho!” – Respondí.
“¡Eres un amor, Marquitos! Pero primero te voy a preparar la merienda. Hay que comer un poco y no solo coger, jajajaja!” – Volvió a exclamar y agregó:
“¡Ponte este vestido y espérame a la mesa! ¡Pero solo el vestido! ¡Sin la bombacha!”
El cuadro no podía ser más excitante, alucinante, sensual y cuánto todo otro adjetivo calificativo, para describir aquel momento, ya que, mientras yo aguardaba a la mesa, arropado solo en un hermoso vestido y sin ropa interior, Carlos estaba en la cocina, preparando la merienda y llevando puesto, solamente, una camisa y sus zapatillas, es decir que, al mirarlo “de espalda”, veía su culo y cuándo volteaba, su maravillosa y deliciosa entrepierna.
“¡Ven, Marquitos, siéntate aquí!” – Dijo Carlos señalando una de sus rodillas.
Era más que obvio que, si bien iríamos a merendar, lo haríamos a la manera del “dueño de casa”, así que una vez sentado sobre su rodilla, sentí una de sus manos hurgando en mi suave, terso, delicado, exageradamente blanco, pero, sobre todo, “super e increíble culazo”.
Mientras Carlos degustaba su café con leche y yo hacía lo propio con mi “chocolatada”, por debajo de la mesa, él tocaba mi culo y yo hacía lo propio con su entrepierna. Así, daba gusto realmente merendar ¿No lo creen así?
Una vez finalizado aquello, el hombre me tomó de la mano y me llevó hasta el sillón del living, para continuar “amándome” y ello era literal, porque yo estaba enamoradísimo de Carlos y creo que, de algún modo, él lo estaba también de mí.
Besos, abrazos, caricias, toqueteos y manoseos por doquier, era lo predominante en ese momento y el televisor encendido, vaya saber en que programación, ni siquiera ameritaba el mirar, esporádicamente, la pantalla; tal era, en ese instante en el cual, todo, absolutamente todo, estaba circunscripto a los deseos, fantasías y necesidades, tanto del hombre de 31 años, como del pequeño de solo 9.
¿Por qué un niño de solo 9 añitos de edad, se entrega por completo, a los deseos, fantasías y necesidades sexuales, de un hombre de 31? Podría ser una de las preguntas y ¿Por qué un hombre de 31 años de edad, sacia (o intenta al menor hacerlo) su hambre y su sed de sexo, con un increíble niño-niña de solo 9 añitos, pero tan o más ávido de obtener placer sexual, que el propio hombre? Quizás sea la otra pregunta; aunque, en rigor a la verdad, ni a Carlos ni a mí, nos interesaba en absoluto, aquellas respuestas.
Durante dos días con sus respectivas noches, yo me habría de quedar en casa de Carlos y aquello recién estaba comenzando, pero ustedes se preguntarán ¿Cómo iría a continuar todo ello? ¿Cómo serían esas dos noches? Fácil, simple y sencillo. Solo harán falta 50 votos y tendrán, con todo, pero absolutamente todo detalle, los pormenores de aquello, que, a modo de anticipo, les puedo asegurar y garantizar, que valdrá la pena la espera.
Besitos a todos.
Soy Marcos – Wanda (del sur de Argentina) y mi correo es: [email protected]
Wow me encantan tus historias me prenden muchisisisismo espero seguirte leyendo